lunes, 5 de agosto de 2024

1. Descubrí el secreto de mamá


Soy un hombre joven de 20 años vivo en la zona centro de Santiago, me queda a unos pasos el Palacio de La Moneda (lugar donde trabaja el inoperante del presidente). Mi familia está compuesta por mis dos abuelos maternos, mi mamá, nuestro perro Gilberto y yo, pero no entraré en más detalles. Mi madre es la típica mujer de cadera ancha y nalgas prominentes, con tetas algo grandes, pero no enormes como a muchos les gustaría, ya pasa los cuarenta. Siempre he leído relatos de incesto y más de alguna fantasía me ha despertado, pero no he atrevido a más que un par de pajas en su honor.

Un día decidí armarme de valor mientras se cambiaba después de bañarse, fui hasta su cuarto y le dije: “Si quieres que te de un nieto, necesito que me enseñes a tener sexo”. Por la mirada que me dio parecía que aceptaría pero me respondió: “Mejor págale a una puta”. Para mí fue un golpe al orgullo y me deprimí un poco, ya que en verdad quería conseguir ese suculento premio. Leyendo en internet, pensé en grabar a mi mamá cuando se desnudaba en el baño o en su habitación, para eso vi tutoriales de que cámaras comprar y conseguí unas 6 cámaras GoPro y dos cámaras tipo ampolleta, que se pone en el techo donde tiene que ir el foco del techo ese tipo de cámaras. Ya con el plan en marcha quedaba solo instalarlas, esperé a que no estuviera para hacer la magia. Me preguntó por la nueva ampolleta y le respondí que eran de esas de ahorro de energía y que también había cambiado una que se había quemado en el baño.

Recuerdo perfectamente que después de que llegó del trabajo cenamos en familia, charlamos y nos reímos de algunas tonterías, me despedí cortésmente y les dije que me iría a dormir. Mis abuelos también hicieron lo mismo, era un viernes de marzo del año pasado. Ya en mi habitación prendí mi computador y me puse a monitorear las cámaras para ver mientras mi mamá se bañaba. Yo estaba caliente viendo cómo se quitaba la ropa, el brasier y sus pantaletas. Se metió a la ducha y yo me pajeaba viendo como el agua y el jabón recorrían su cuerpo. Cuando Salió vi que ella se ponía una tanga con liguero y un brasier, me pareció interesante que mi madre usara esa ropa, ni siquiera sabía que tenía un conjunto así y lo digo porque siempre en las mañanas pasaba por donde están los colgadores de la ropa cuando la lavan y no habían tangas, sino pantaletas o algún otro tipo más conservador, ya que mi familia tienen un pensamiento algo moderado en cuanto a la manera de vestir. Yo seguía pajeándome lentamente siguiendo los movimientos de mi madre. Estaba en su cama recostada, se veía preciosa. En eso se pone de pie y abre la puerta y entra Gilberto, mi perro; no le tomé atención ya que este animal rasguña las puertas hasta que le abres, se da unas vueltas y sale, no vi nada raro, más bien normal hasta que vi como ella lo masturbaba y le daba besos, los cuales el perro correspondía lamiendo su boca y su cara, incluso sus tetas por encima del brasier, tal vez fui ingenuo pero no pensé que pasaría lo que seguí viendo.

Observé que la punta de la verga le estaba saliendo, hice un zoom con lo poco que podía la cámara del techo y vi que mi madre la metía en su boca, cuando la verga ya tenía un tamaño considerable capté que el perro ya había asomado casi toda su verga roja y erecta, ella apagó la luz del techo y no quedó más que ver en modo nocturno, la muy zorra se acercó y sin soltar su verga y pasándole la lengua, ella siguió masturbándolo, alfo le decía al perro pero en un momento ya tenía en la boca la verga del perro que ella chupaba hábilmente como toda una profesional. Entonces dije: “Esto debe quedar registrado”. Empecé a grabar con un programa que había descargado. Mi mamá seguía prendida a la verga del perro, se la tragaba toda y además se había quitado el brasier dejando ver sus tetas de mujer madura, en ese momento mientras mi madre se desvestía, que tiene un cuerpo fenomenal para una mujer de 48 años. Yo estaba más que caliente y me pajeaba con más intensidad viendo a la zorrita de mi madre comiéndose la verga de mi perro. Noté que el perro estaba desesperado, caliente por la hembra que tenía en frente, mientras mi mamá se quitaba la tanga notaba que el perro quiere montar a su perra, entonces cambié a otra de las cámaras para ver de lado y ver ese espectáculo por diferentes puntos. Mi mamá se puso en cuatro y abriéndose las nalgas se ve que llamó a Gilberto quien rápidamente la montó y con su mano guiaba la verga del animal hasta la abertura de su vagina, quien sin moverse ni hacer ruido fue admitiendo dentro de ella centímetro a centímetro esa verga, mientras tanto yo veía muy claramente en las cámaras en visión nocturna todo. De repente, ella metió su mano sujetando la bola del perro pero después de pensarlo un rato, la soltó y mi mamá ya parecía que estaba desmayada o que tenía un orgasmo porque estaba sintiendo rico. De pronto, vi que ella le acaba de entrar la bola completa, estaban pegados perro y perra, Gilberto y mi mama, perro y humana mientras ella estaba pegada con él, ella se movió y me imagino vio que si estaba pegada, el perro se giró y quedaron totalmente pegados culo con culo.

Vi a mi mama que se masturbaba y que no se preocupaba, porque esto solo dura unos 20 minutos, yo estaba caliente masturbándome mirando la escena, mi mamá estaba descontrolada y se lamía como desesperada una de sus tetas, sin importar perder el equilibrio y caer al piso, lo que causo que tuviera un gran orgasmo. Aquel espectáculo de sexo zoofílico me quitaba la respiración y después de unos 5 minutos el perro empezó a despegarse de mi mama, al sacarla toda mi mamá volteo como a una cámara, pensé que se había dado cuenta y vi la verga grande y gruesa que se había metido, quedé impresionado al ser testigo de cómo mi madre había sido penetrada por tan larga y gruesa verga, pero más porque a mí también me gusta la zoofilia. Al fin acabé a los pocos minutos, eyaculando profusamente y seguí con mi incursión voyerista, en cierta forma sabía que era no era todo por esa noche. Observé que mi madre abrazó a su amante perruno y se durmió sobre él un rato o al menos media hora hasta que el perro empezó a lamerle una teta lo que causó que ella se despertara, al parecer en esa lamida Gilberto mordió el pezón de mi madre, ya que le corría un hilo de sangre. Ella parecía que sabía que el perro quería más sexo, ella lo acostó le empezó a chupar de nuevo la verga de mi mascota hasta que de nuevo ya estaba lista para la acción, Se subió sobre él a horcajadas como una experta y acomodó la verga de Gilberto en su culo, ella se movía al principio de manera suave a medida que la verga le entraba, después de saber que ya estaba completa adentro se empezó a mover con lujuria y desesperación. No les digo que no me calenté seria mentirles, quería ir a su cuarto y cogérmela junto con mi perro, pero no quería arruinar el espectáculo privado que estaba teniendo. Mi verga también reaccionó y me masturbaba como enloquecido sabiendo que estábamos separados por unos metros, ella cogía y su culo gozaba de la verga de Gilberto que la hacía perder el control y la decencia. Luego se volvió a acomodar en cuatro y de nuevo la volvía a coger esta vez por el culo, se veía que estaba tan feliz y Gilberto la cogía por su culo con fuerza cada vez más fuerte y ella mordía la almohada para no gritar y despertarnos a mis abuelos y a mí. Se notaba lo mucho que disfrutaba y que quería gritar de placer, pues ya estaba pegada al perro al menos eso aparentaba, ya que no tenía como ver como entraba la verga de Gilberto en la ahora perra de mi madre, le estaba rompiendo el culo, pero su placer era más grande que el dolor que pudiera sentir en ese momento. Su delirio era tal que cerraba sus ojos y se perdía por instantes, hasta que el Gilberto liberó su culo y su verga imponente salió. Ahora su culo y su concha estaban llenos del semen de mi perro y su cara de puta satisfecha era impagable.  Ya el perro salió de su habitación y ella pudo dormir plácidamente desnuda sobre la cama. Yo acabé viendo su cuerpo e imaginando que le daba mi semen en su boca. Mamá no fue al trabajo por varios días, porque le dolía la espalda, además, si le había mordido la teta y la lastimó.

Unos días después me encontré platicando con mi mamá y mis abuelos y le pregunté: “¿Por qué aun sigues sola? Podrías a alguien con quien compartir momentos y empezar una nueva vida”. Me mira y me responde: Para qué buscar a alguien si tengo a Gilberto”. “¡Pero mamá es simplemente un perro!”. Su rostro cambió y con cierto enojo me dijo: “¿Nada más un perro? No, es más que un simple perro, es todo para mí”. “¡Qué cosas dices mamá!” –respondí. “Bueno, así es el amor que siento por Gilberto” –dijo ella. En ese momento llamé a Gilberto, le di unas palmadas al y le dije: “Toma este pedacito de carne papi Gilberto”. Le guiñé el ojo a mi madre y mis abuelos se rieron de la ocurrencia. Siempre ella cuidaba a ese perro como un hijo, lo mima más que a mí, le compra casi todo lo que ve, claro ella no sabe que ya yo sabía su secreto. Recordé que mi madre tiene una manía por escribir diarios, escribe uno por año así que decidí que al llegar a casa vería las cámaras para ver cuando escribía su diario y donde los guardaba para que al día siguiente buscaría el diario del 2018 cuando llego el perro para saber cómo fue que se dio todo entre ella y Gilberto nuestro perro o debería decirle mi nuevo Padrastro. Me generó tanto morbo que hoy pienso que me calienta mucho al ver zoofilia, si lo hago créanme que se los voy a contar lo que aparece en sus diarios, necesito saber cómo inicio toda esa historia de amor de mi madre.

En los días siguientes la rutina no variaba mucho, mamá se iba a la cama y hacia entrar al perro a su habitación para coger y después dormir, mientras yo me deshacía en pajas viéndola a diario. En mi mente solo estaba el hecho de saber cuál fue el detonante de esa relación poco convencional y desde cuando lo había hecho la primera vez. Aún recuerdo el viernes había que había hablado con una amiga que conocí en foros de internet, la conversación duró hasta altas horas de la madrugada, ya que me mandó unos videos donde “jugaba” con su perrito, yo estaba caliente viéndolos y como siempre mi verga estaba dura y  tuve que quitarme las ganas masturbándome. Ya el sábado me levanté y ordené mi habitación, al salir, me encontré a mi madre en el patio saludando a mi abuela (mi otra madre). No entendía nada y les pregunté: “¿Qué tramaban?”. Mi madre me dijo que el día anterior se alargó la reunión que tenía con unas amigas y que perdió la noción del tiempo. Llevaba una gran sonrisa y Gilberto se notaba cansado y volvía feliz ya que “Todo había marchado sobre ruedas”. Aunque todo indicaba que había tenido una fiestecita con Gilberto. 

Por la tarde mis abuelos y mi madre decidieron salir y, aprovechando el buen humor de mamá, decidí pedirle algo de dinero antes de que se fueran. Ni siquiera rechistó, simplemente me dijo: “En el closet, en el bolso marrón tengo dinero, toma lo que necesitas para que te compres lo que quieres y saca dinero para que te compres algo para comer” –dijo. Acababan de irse cuando me encaminé al dormitorio de mi mamá por mí ansiada propina. Lo que no sabía en aquel momento era lo que iba a encontrar allí. Entre las docenas de bolsos de mi madre había varios marrones, pero no buscaba dinero si no su Diario necesitaba un diario de la época de cuando llegó con nosotros Gilberto. El primero de ellos estaba nuevo apenas dos hojas y nada interesante chismes de su trabajo y que odia a su jefe, al igual que el segundo nada de zoofilia. Cuando palpé el tercero me pareció notar que ese sí contenía lo que podía ser una libreta gruesa dentro. Feliz lo abrí y en ese momento fue cuando hice un hallazgo que me quita el sueño desde entonces. Al sacar el contenido pude ver una especie de agenda, pero no tardé en descubrir que aquello era “el diario”. Al abrirlo vi varias páginas escritas con la letra de mi madre. Apenas leí unas líneas, lo corroboré. Allí describía lo sucedido ese año que llegó Gilberto con nosotros. Avancé varias páginas y fui tomando consciencia de todas y cada una de las aventuras que había cometido desde entonces. Unas cosas tan sorprendentes que me imaginaba y otras no. Algunas me dejaron boquiabierto, como la que cometió el último día antes de que terminara la carrera. Yo pasaba las páginas con rapidez. Podría decirse que sólo leía por encima aquellos párrafos. Me bastaba con saber lo sucedido, pero si necesitaba conocer hasta el último de los detalles que allí contaba, era justo y necesario. Eso hasta llegar a unos dos años atrás de las fechas en las que nos encontrábamos. En aquel día me detuve. Ese día narraba que la noche antes había vuelto a mantener relaciones con Gilberto después de mucho tiempo. Me sentí mal por leer aquello, pero lo que ponía me inquietaba y no era capaz de parar. En aquellas líneas ponía que Gilberto, lo consideraba ella como mi “padre”, que desde que llegó con nosotros él había sido muy fogoso pero que, con el paso de los años, cada vez lo era menos, al revés que ella. Que aquella noche, después de muchos preámbulos, consiguió “calentar” a Gilberto pero que, como de costumbre, mi madre había acabado demasiado rápido, dejándolo a medias. Era duro leer eso, pero mi madre ponía literalmente: “Me dejó cansada, me hizo sentir perra”. Dudé si seguir leyendo. Sabía qué hacía mal, pero la curiosidad podía más. Decidí echar una última y rápida ojeada, hasta que llegué por fin a las páginas que necesitaba, como se había iniciado su relación, las que había escrito hace dos años.

Fueron precisamente aquellas páginas las que me dejaron de piedra y sin palabras. Allí pude leer: “VIERNES, 07-SEP Hoy he vuelto a cometer una locura. No he podido evitar dejarme llevar. Después de cenar me he vuelto a sentir sola. El libro que estoy leyendo no ha logrado entretenerme por mucho tiempo y finalmente he terminado encendiendo la tele del salón, para esperar así a que volviera a tener sueño. Ese ha sido mi gran error. Serían las 12 de la noche y cambiando de canal en canal cuando de repente una conocida del trabajo me mando unos videos por WhatsApp y que estaba DESCARGANDO una película algo más que erótica. Nunca me han gustado ese tipo de películas pero confieso que hoy sin saber por qué, me detuve a verla. Quizás haya sido por ese interés tardío por el sexo que en mí se ha despertado o quizás porque las relaciones sexuales con hombres ya no me atraen por malas experiencias, que siempre fueron muy ocasionales o solo me sacaban dinero, ahora son prácticamente inexistentes. No lo sé. Lo que sí sé es que no debí hacerlo. En la primera escena que he visto, una joven de hotel atendía con esmero en su despacho a un perro que le presentaba una huésped casada. Confieso que ha llegado a excitarme y mucho. Aquella era una mujer casada que, como he hecho yo, satisfacía sus instintos más bajos fuera del matrimonio. Aquellas secuencias han conseguido despertar en mí auténtico deseo por un perro como aquel, un amante capaz de satisfacer al máximo a una mujer hecha y derecha, pero fue cuando terminó aquella escena cuando me di cuenta que en la parte inferior de la pantalla de mi teléfono aparecían mensajes de texto que envía la gente a modo de mensaje y que en su mayor parte son de contactos de hombres buscando mujer que quiera probar la Zoofilia. Al dame cuenta, han acaparado mi atención y decidí ingresar a internet, no tardé en ver anuncios de hombres en Santiago que necesitaban lo mismo que yo, una perra dispuesta a complacer a su mascota y de paso complacerlos a ellos. Cada vez que llegaban más y más mensajes, pero ni siquiera por la curiosidad había pensado que terminaría respondiendo uno de ellos. Me intrigaba saber si eran si eran reales pero Santiago es una ciudad relativamente grande y solo le hecho de dar con alguien que me conociera ya fuese por solo por azar o no, me frenaba cualquier impulso a responder. A los pocos minutos, una página se despliega tipo anuncio y llamo mi atención: ‘¿Cómo tener sexo con tu perro – Guía para mujeres’. Decidí abrirlo y leerlo. Al terminar, tomé la decisión de llevarme a Gilberto a la habitación y hacer lo impensable para una mujer madura, con hijo, trabadora y católica”.

En ese momento, la lectura para mí se había vuelto interesante, por lo que seguí. “Estaba tan caliente que fui a mi cuarto, cerré la puerta con la pestillo, me quité la ropa, también el calzón que usaba para que junto con mi brasier, comencé a masturbarme frente a Gilberto y cerré los ojos imaginando la verga de Gilberto dentro de mí, estaba tan sumida en mis fantasías que no me percate que Gilberto me estaba observando, el placer me ganó así que llamé a Gilberto “¡Ven hermoso! ¡Ven perrito, sube a la cama!” –le dije casi susurrando, ya que todos estaban durmiendo. El perro me obedeció, abrí mis piernas para él y por instinto comenzó a olfatearme, sentía el olor a sexo de mi conchita mojada, estaba tan excitada por la situación, me toqué un poco llenándome los dedos de mis fluidos y los acerqué al hocico de Gilberto. “Vamos amor, lame los dedos de esta perra, ¿te gusta?” –le decía, parecía que entendía lo que le hablaba ya que seguía lamiendo mis dedos. Aproveché que seguía lamiendo mi mano así que lo acerqué hasta mi conchita, guiándolo y rápido supo lo que debía hacer. Comenzó dando lengüetazos por toda mi vagina, sentí un escalofrío al sentir su lengua áspera por mi sexo. No me lo podía creer, mi perro me estaba comiendo la conchita, no podía evitar gemir. “¡Oh, Gilberto, qué bien lo haces!” –le decía con la lujuria y el deseo encendidos a tal punto que mi vista se nublaba. Sentía que yo no iba aguantar, esta situación me ponía a mil, y cuando menos me acuerdo sentí como me retorcía en un orgasmo y salían los fluidos de mi vagina, los que Gilberto disfrutó lamiendo más y más rápido mi vagina, me sentía más excitada que antes, no podía creer lo que bien que se sentía solo con su lengua, quería tener su verga ya en mi vagina. Observé a Gilberto que no dejaba de lamer mi conchita, lo aparté un poco, estaba jadeando y pude notar como su verga se asomaba, la calentura me ganó, que comencé a masturbar a mi perro, quería que sacara todo su verga y lo logré, ya estaba gran parte fuera como decía ese manual de internet. Estaba nerviosa, pero quería que me cogiera, ya no era virgen así que podía aguantar la verga de mi perro, me puse en cuatro como hizo la muchacha del video del celular, levante mi culo y puse mi cara contra el colchón, abrí mis nalgas y comencé dando nalgaditas para llamar la atención de Gilberto. “Ven perrito, monta a tu perra, vamos, cógeme” –le decía. Pero Gilberto solo acerco su nariz para oler nuevamente. “Vamos bebé, huéleme, quiero que me cojas, quiero ser tu perra” –le decía. Estaba tan caliente que casi le suplicaba que lo hiciera”.

Cada detalle que ella escribía me calentaba, imaginaba esa primera cogida y mi verga se ponía tan dura que no pude resistir las ganas de masturbarme para seguir con la lectura. “La verdad, así como estaba era una perra en celo. De pronto, Gilberto estaba lamiendo mi conchita otra vez, pasaba su lengua por todas partes, mojándome con su baba, llenándome desde mi clítoris hasta mi ano, se sentía tan rico, pero lo que yo quería era que me montara y sentir su verga dentro. Trataba de frotarme contra la lengua de Gilberto y eso solo ayudó a provocar mi segundo orgasmo, empecé a temblar mientras sentía como escurrían mis fluidos y se mezclaban con la baba de Gilberto. “¡Ah, Gilberto, me tienes loca! ¡Fóllate a esta zorra! ¡Vamos, folla a esta perra!” –le decía casi con desesperación. Como que comprendió o solo fue su instinto que supo que debía montarme, estaba lista para sentir verga de Gilberto. Comenzó a embestir, pero aún no me había penetrado. No aguantaba ya las ganas, quería sentir su verga ya dentro de mí, llenándome, así que comencé a moverme para ayudarlo a encontrar mi entrada, y eso hice, buscaba su verga en movimiento para que pudiera entrar, cuando sentí como entró de un golpe en mi vagina, se me escapó un gemido. “¡Ah, mierda!” –grité. Traté de aguantar mis gemidos no quería despertar a mis padres o a mi hijo. Gilberto estaba cogiéndome como su perra, porque si, en ese momento era su perra en celo lista para recibir su semen. “Eso, mi amor cógeme, soy tu perra” –le decía susurrando. Estaba tan entregada a mi perro, que me cogía de una forma bestial, sentía como su verga se hinchaba en mi interior, era lo más delicioso del mundo, tener la verga de mi macho guardián en mi conchita. Tuve un delirante orgasmo que me dejó exhausta. Me cogía sin piedad, cada embestida me regalaba un placer distinto. “Haces que acabe como una puta” –le decía y me mojé como nunca lo había hecho.  “¡Ah, qué rico!” –dije cuando entró su bolas, en ese entonces yo no sabía lo delicioso que era sentir quedar pegada, pero me encantó. Sentía como su verga palpitaba dentro de mí, el dolor se fue y solo la excitación me dominaba, tenía la verga de mi perro en mi vagina. “¿Te gusta cogerte a tu perra?” –le preguntaba. Me excitaba demasiado hablarle así. No podía creer que estaba ensartada por la verga tan grande de mi perro, comencé a hacer fricción, y moverme, cuando de pronto Gilberto comenzó a eyacular dentro de mi vagina ¡Dios! Me estaba volviendo loca de placer. “¡Ay, Dios mío, Gilberto!” –gemía. Lo que me causó otros orgasmos junto con él, de mi concha salían chorros de semen junto con mis fluidos, no sé cuánto tiempo estuvo eyaculando dentro de mí que acabé otra vez. “¡Ah, Gilberto, maldita sea, cómo me llenas de semen!” –le decía con la calentura desbordando mi razón”.

Yo estaba al borde del colapso leyendo su diario, me seguía masturbando más rápido, quería imaginar que era yo quien le llenaba su conchita con semen. Seguí sumergido en la lectura. “Sentía como estaba llena de su semen hasta las entrañas y más lo mojada que estaba, la verga de mi perro fue perdiendo tamaño y por fin pudo sacarla de mí ya adolorida vagina por la cogida que me dio. Al sacarlo, Gilberto no dudo en lamer mi conchita sucia de semen canino, yo me sentía en la gloria, hasta que paró, bajó de la cama y se fue a echar al piso, yo quede cansada y con mi conchita palpitando aún del placer, me fui a poner ropa interior limpia y pijama, quite las sábanas sucias y me dormí”. Sin darme cuenta acabé al leer las líneas, cayendo gotas de semen en las páginas de su diario. Así fue como me enteré de ese momento tan íntimo y especial en la vida de mi madre, ese momento en que descubrió el placer del sexo con nuestro perro. Después de haber leído el diario de mi madre, les tomé unas fotos a las mejores partes y se las mande a mi amiga de internet, ya que ella no creía lo que le contaba del diario de mi madre. Estuvimos hablando, compartiendo videos, e incluso hablando largas horas del diario de mi madre y su gusto por la Zoofilia con Gilberto nuestro perro. Pero llegamos a la conclusión que tal vez en la psique de mi madre esto no era ni Bestialismo ni Zoofilia ella se sentía atraída y con una relación de pareja con Gilberto, hay partes de su diario que se refiere a él como “su marido o bien como mi esposo”. Bastante raro la verdad que se refiera así a mi perro Gilberto, pero no es la única que así se refiere hay una chica en Twitter es Gringa que se llama Zoosanaszoo, una chica en sus 20 tal vez no se ve de 30 a un que tenga personas traga años, pero la descripción de Twitter dice “Married with my dog, mi husband and my true love” y sube fotos SOFT de ella con su perro que se ve medio callejero, pero igual y solo es mi percepción. Total, seguía hablando con mi amiga y me convenció de pasarle un link para que a través de internet viera las cámaras que conecté para espiar a mi madre. Tenía un poco de desconfianza de que ella lo grabara y la subiera a internet. Gracias a Dios nunca pasó.

Un lunes de este 2023 mi mamá le dijo a mi abuela que llegaría una paquetería con ropa interior para ella, así que hice una cuenta en Amazon a nombre de mi madre y le compre un plug Anal de cola de perro. No dije nada así que espere a que llegara el día que decía mi mamá que llegaría su ropa interior. Ese día llego primero Amazon y yo lo recibí era el paquete que había pedido a nombre de mi mamá, en la tarde que ella seguía en el trabajo llegó el paquete de ella y cuando mi abuela o como le digo yo mi otra mamá ya que ella me crio, le habló a mi mamá en la tarde y le dijo que llegaron dos paquetes diferentes de Amazon, no le tomó mucha importancia hasta la cena donde mi mamá comento que se le hacía raro hubiera llegado en paqueterías diferentes, a lo que le comenté que en ocasiones Amazon manda productos de más por error en su sistema pero que si estaban equivocados ella podía regresar el equivocado o el extra. Mi mamá agarró sus cajas y se las llevó a su cuarto no las abrió ahí, me imagino que después de que le dije que tuviéramos sexo ya no se siente en confianza conmigo. Le dije a mis abuelos que tenía trabajo y que tenía que estudiar por que buscaba subir de puesto y quería pasar los exámenes para la plaza que se abriría les pedí que no me molestaran y que les mandaba WhatsApp cuando quisiera cenar si es que cenaba. Prendí la computadora y encendí las cámaras, eran alrededor de las ocho de la noche y vi que ella aun no abría los paquetes, tal vez 30 minutos después al acabar su telenovela que veía,  agarro unas tijeras y los abrió, primero compró su lencería, unas como de color blanco o color hueso no se veían mal, me excitaron la verdad y después mi regalo el plug anal de perro, lo abrió y solo se le quedó viendo como 5 minutos, estaba estupefacta, y volteaba a todos lados como si sintiera que alguien la miraba, me dio algo de pavor ella se diera cuenta que la espiaba y que mi amiga, y yo estábamos conectados chateando mientras veíamos ambos las cámaras esperando ver como tenía sexo con mi perro Gilberto. Ella lo abrió y entró a su baño a abrir ese “Juguete”, vi que le puso vaselina o crema, no puedo definir bien que era y se lo metió, pero, así como se lo metió se miró en su espejo se lo volvió a quitar.

Mi abuela tocó mi puerta y me dijo que quería cenar, si se me antojaba algo, le dije que me gustaría comer unas hamburguesas o si no unos tacos con papas. Mientras eso pasaba mi mamá, salió con mi abuela, a lo que decidí darle una pastilla de Sialis a Gilberto, mi amiga me dijo que era como el Viagra pero que solo funcionaba ese medicamento cuando había estimulación. Cené con ellos y para las 10 en punto que todos se duermen, mi mamá se despidió de mí y le dije que ya apagaría la computador me dormiría, que como estaba cansado cerraría mi cuarto para que no me despierte el ruido de los vecinos o de los autos, le pedí a ella me despertara temprano el sábado para limpiar mi cuarto. Así que quité una cobija, la puse en la ventana para que no se viera la luz de mi computadora, cerré mi cuarto y como si mi madre tuviera carta abierta, vi que se metió a su baño, se desnudó, se puso la cola de perro y pude ver su lencería, unos pantis de encaje, un brasier semitransparente, no puedo describir bien que forma tenía, su liguero y se hizo una trenza en el cabello. Al cambiar a la cámara del cuarto pude ver a mi madre que ya estaba acostada viendo la televisión muy atenta y tocándose poco a poco, tenía una mano en la teta derecha y otra sobre el calzón en la vagina. Mi amiga ya estaba desesperada, ya quería ver al perro montarla, hice un ligero acercamiento y se veía que ella soltaba sus primeros gemidos, me imaginaba que decía algo rico y el suertudo de mi perro solo movía la cola, ni para hablarle, que caliente mi madre ya necesitaba la verga del perro, se arquea sobre su cuerpo, moviendo las caderas me imagino que murmurando, cuantos años sin un hombre y ella satisfaciéndose con el perro de la familia, se veía que ya necesitaba ser cogida, yo me empecé a calentar también y a tocarme, lo mismo hacía mi amiga al otro lado de la pantalla.

Era emocionante ver la calentura de mi madre en cámara, como se chupaba la otra teta  a placer y se tocaba la vagina sobre el calzón con muchos movimientos, mirando cómo se moría de placer. Se daba golpecitos sobre la conchita, era algo rico de ver. Luego se quitó el calzón botándolo hacia la puerta que da al pasillo donde esta Gilberto, fue ahí que despertó su olfato y es cuando apareció en escena saltando a la cama, luego se fue a darle lengüetazos a esa húmeda vagina, mi madre trató de ponerse en pie pero Gilberto parecía que le gruñó  y mordió sobre la teta que tenía brasier todavía, mostrándose un poco agresivo, dominante. Mi Madre quería gritar, yo creo que pidiendo auxilio, pero nadie podría escucharla porque en primera estaban mis abuelos dormidos como a 30 metros y en segunda ella no la podían ver en esas condiciones a lo que se quedó quieta y Gilberto metió el hocico entre sus piernas lamiendo de vez en cuando, pero se dedicaba a lamer solo como él lo sabe hacer, después de unos minutos mi madre se relajó abrió más las piernas y comenzaba a gemir y hacia muecas de placer, que rico y hermoso era ese espectáculo, más cuando le lamió la vagina y el culo a la vez, dando un pequeño salto de placer. Luego Gilberto la movía con su hocico como si la tratara de voltear, eso lo aprendió muy bien después de años de aparearse con mi mamá, esa es la señal de que ya era hora de montarla. Mi madre no parecía estar más que dispuesta y se bajó de lado poco a poco de la cama quedando en cuatro, vaya error, fue cuando Gilberto colocó una pata sobre su espalda y ella se quedó quieta al momento de que Gilberto la ensartaba más fuerte de lo normal que había visto, acto seguido la montó y comenzó el movimiento de penetrar, pero mi madre se encontraba encogida y dificultaba la penetración, Gilberto le echó todo su peso encima y en una de esas que ella se acomodó, Gilberto la penetro dándole muy duro y jalándola fuertemente con sus patas, ella parecía que gritaba o bien estaba hablándole con placer, me pareció ver que ella empezó a llorar, a Gilberto pareció no importarle y siguió cogiendo a mi madre más duro, ella se limpió como lágrimas de placer o de alegría con la sabana, poco a poco sus movimientos se convirtieron en gemidos de placer porque se notaba que mi madre también movía sus caderas mientras sentía las embestidas de Gilberto.

Lo mejor estaba por venir, cuando se hincha la verga de Gilberto, Mi amiga y yo nos imaginábamos que ya estaban pegados y se está llenando la vagina de mamá. “¡Qué rico!” –decía mi amiga sin parar de masturbarse y yo también. Se veía hermoso ese momento, mi amiga y yo estábamos calientes compartiendo ese momento placentero que no siempre se puede ver en vivo todos los días. Cuando Gilberto se quedó quieto ella trató como de bajarlo, pero vaya que se llevó una sorpresa al estar pegada a la verga de Gilberto. “¿Qué pasó? Ay mamá y ahora ¿Qué sigue?” –me pregunté. Fue cuando la verga de Gilberto comenzó a latir y ella a experimentar el placer de las contracciones y chorritos de semen. “Puta madre, eres toda una perra” –decía mirando detenidamente. ¡Qué ricura de espectáculo! Comenzó la serie de orgasmos, la verga de Gilberto sabe cómo provocar a mi perra madre, ella solo entre que arqueaba la espalda y movía las piernas sin control llena de mucho placer. Mi amiga gemía sin control al ver como mi madre se acercaba al orgasmo. “¡Ah, mierda! ¡Qué rico se la coge!” decía al ver el cuerpo de mi madre temblar sin control. Nunca había visto un “squirt”, que una delicia, era muy caliente para mí y mi amiga. Mi mamá tenía sus orgasmos y en el suelo se veía que ella estaba orinándose de placer, siento que voy a explotar por estarme masturbando mientras mamá a unos metros se apareaba con el perro de la familia. Gilberto pasó una pata encima y quedaron cola con cola, mi madre no se había quitado el plug anal y era como ver a Gilberto con otra perra de su raza y me gustó ver los movimientos del cuerpo de Gilberto al tener la verga adentro de la panocha de mi madre, después de veinte minutos se despegaron, no pude ver si mi mamá estaba escurriendo el semen aparte de que estaba oscuro y con infrarrojo hay detalles que te pierdes, no se puede ver la vagina de mamá con la bola dentro de su vagina atorada. Mi amiga no podría más de placer y terminó en un exquisito orgasmo que casi me dejó sordo al tener los audífonos puestos. Después que el perro liberó la concha de mi madre, mi amiga se quedó fijamente viendo la verga de Gilberto y su gran bola. “Ay mamacita ¿eso te comiste? –dijo. Toda la noche cogió con Gilberto, quien no le dio respiro. Estaba adicta a su verga y ¿quién no? Si tienes tanto placer, es entendible que no quieras estar con ningún hombre.

El sábado me despertó mi abuela y estaba todo desvelado, pero feliz, cuando desayuné en la mañana Gilberto se me acerco y le di un tocino le dije: “Papi, toma necesitas energía para cuidar a mi mamá”. Ella me miro y se quedó petrificada, yo solo le cerré el ojo y ella bajó la mirada, estuvo hablando con mi abuela de su trabajo y chismes de Tv y novelas. Llegando el lunes, tuve algo de suerte ya que no estaban mis abuelos y mi madre estaba en su trabajo. Fui a ver el diario de mi madre, seguramente había escrito lo que pasó el fin de semana. Solo decía esto: “SABADO 11 DE FEBREO 2023: Compré una lencería divina para cumplirle a Gilberto y bendita suerte Amazon se equivocó y mando una cola de perra, no dudé en ponérmela y creo surtió efecto, Gilberto me cogió como un loco y me llenó de semen, dormimos juntos en la cama, como marido y mujer, debo decir soy su perra y me la metió hasta el fondo, ya siempre extraño que me coja como poseído. Su bola en esta ocasión comenzó a hincharse y a darme deliciosos orgasmos. Acabé varias veces, inclusive me oriné cuatro veces. Gilberto me mata de placer y a él le encanta morderme las tetas, tengo miedo de que alguna vez me haga daño pero sería genial”.

Aquella noche mi mamá cogió como nunca con Gilberto, por alguna razón me olvidé de cerrar la puerta y mi abuela me descubrió con las manos en la masa, bueno para ser exacto en la verga y miró la pantalla y pudo ver la misma escena que me tenía caliente. En ese momento el corazón se me paralizó, pensé que me regañaría, pero solo me abrazó y me dijo: “Ay, hijo, ya lo sabía, hace como un año me enteré al leer su diario, pero no le digo nada ni la regaño, tienes que entender que está cansada de los hombres y lo mejor es guardar el secreto. Solo promete que dejarás de espiarla”.  Al sentir ese cálido abrazo mi verga se puso más dura y le dije: “Si quieres que deje de hacerlo, debes hacer algo por mí”. Me miró con extrañeza, no entendiendo lo que decía. Le tomé una mano y la puse en mi verga. “¿Estás loco?” –me preguntó. “No, loco no, caliente sí” –le respondí. Al sentir lo dura que estaba mi verga de manera instintiva empezó a moverla lentamente. “Ves que sabes lo que quiero” –le dije. Ella sin decir nada siguió hasta aumentar sus movimientos, tal vez el temblor en sus manos por lo inusual del momento me daba más placer. Mi abuela se estaba calentando, lo podía ver en sus ojos. “¿Hace cuánto que no te coge mi abuelo?” –le pregunté. Me miró con sus ojos encendidos en morbo y respondió: “Hace tiempo ya”. “Bueno, ahora lo haré yo” –le dije. Le quité el camisón que tenía puesto quedando desnuda a mi vista, si bien su figura no es la de una adolescente, mi morbo y excitación crecía. Metí la mano en su entrepierna, su vagina peluda estaba húmeda, deseosa por ser cogida. Me senté en la silla y ella se sentó en mi verga, haciendo que entrara lentamente. Empezó con suaves movimientos, mientras mis manos buscaban sus grandes tetas, adornadas por un par de pezones grandes y duros, los que apretaba en cada movimiento. Me había olvidado que mi amiga estaba al otro lado de la pantalla viendo no solo como cogía mamá con Gilberto, ahora me veía a mí coger con mi abuela. Sus movimientos se hicieron intensos, al igual que sus gemidos. Yo lo disfrutaba, estaba aferrado a sus tetas y ella no paraba de moverse. Cada movimiento que hacía la acercaba más a ese placer olvidado por los años. Me decía lo rico que se sentía y que lo disfrutaba, pude sentir como su vagina se contraía, como su cuerpo temblaba, hasta que llegó ese idílico momento para ella, el placer la envolvió con intensidad y la hizo estremecer por completo, quedando rendida, recostada sobre mi cuerpo. Mis manos no dejaban de apretar sus pezones, pero esta vez mi morbo fue más allá. Empecé a masajear su clítoris y ella dijo: “¡Ay hijo, me vas a matar!”. “Sí, pero de placer” –le respondí. Mis dedos hacían que se estremeciera y empezará a moverse sobre mi verga, quería sacar ese lado perverso que estaba perdido con los años y no descansaría hasta conseguirlo. Ahora era ella quien jugaba con sus tetas mientras mis dedos causaban estragos en su clítoris y mi verga seguía metida en su interior, siendo sacudida por sus movimientos. Otra vez estaba al borde del orgasmo, otra vez iba a acabar para mí y para mi perversión. Bastó solo un par de minutos más para que mi abuela tuviera otro intenso orgasmo que la dejó casi sin respirar. “Quiero que me la chupes” –le dije. Ella se bajó como pudo y se puso de rodillas para empezar a chupármela con candente lujuria. Su lengua envolvía mi glande y se la metía entera en la boca, me la chupaba como una experta, quizá allá recordado sus tiempos de juventud, ya que eso no se olvida. Era tanta la perversión en ella que cuando acabé en su boca no dudo en tragarse todo mi semen y dejar limpia mi verga con esa boca excitante.

Cuando terminamos, me dijo: “No te olvides de lo que te pedí”. “Claro que no olvidaré” –le respondí. Se pudo el camisón y se fue a su habitación. Obviamente no dejé de hacerlo, pero es un secreto entre mi abuela y yo. Lo que pasaba en las noches cuando mamá estaba con Gilberto se intensifica con las visitas de mi abuela. Bueno espero mi mamá no se entere que mi abuela y yo sabemos su secreto, ya que terminaría quedándome sin ese momento perverso en que se vuelve la perra de Gilberto y recibe placer. Tampoco de ese secreto que mi abuela tenemos y que se vuelve más intenso.

 

 

 

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