Mi nombre es Jenny, actualmente
tengo 24 años, yo me considero una mujer seria, la verdad no soy de salir a
fiestas o cosas así, más bien soy callada y suelo quedarme en casa a estudiar, hacer
tareas de la universidad, en cuanto al cuerpo que tengo soy delgada y aproximadamente mido 1,57 de estatura. Sí, lo sé. ¡Soy
chiquitita! Pelo largo, color castaño. Tetas tengo pocas, aunque debo decir que lo que me
faltó de tetas lo tengo de culo, incluso no tengo nada que envidiarle a mis
compañeras del salón, Actualmente vivo con mi madre, padre y 1 hermano que es más
chico que yo (10 años) y un perro labrador que tenemos de mascota el cual se
llama Alay.
Desde los 12 años empecé a masturbarme y a partir de ahí casi todo los días lo hacía, buscaba un tiempo para hacerlo a escondidas dentro de mi casa. Obvio, en ese entonces estaba chica pero mi vagina me pedía a gritos una verga que pudiera cogerme y me dejara llena de semen. Pasó un tiempo y tuve un novio en la secundaria pero mi padre lo espantó a los pocos días, ya que el es muy celoso y fue la razón por la que terminamos. Así que al no dejarme tener novio no había más que masturbarme en mi cuarto o en el baño viendo porno. Veía a esas mujeres afortunadas montando esas vergas tan grandes y gruesas, deseaba con todas mis ganas de ser yo y que me destrozaran. Debo decir que siempre aprovechaba que la casa estaba sola para tocarme en mi cuarto, parecía poseída de tanto meterme los dedos, incluso el sonido de mi vagina mojada penetrada por mis dedos era exquisito.
Pasaron los años, ya mayor de edad me han cogido varias veces, incluso hasta más pervertida me he puesto porque he hecho varios gangbang en los que he quedado con la concha y el culo rebosando de semen. Mis padres todavía piensan que soy una blanca paloma pero ni si quiera saben que he manchado mi plumaje con semen en varias ocasiones. Incluso en mi calentura varias veces me he parado en la puerta del cuarto de mis padres para escucharlos coger y masturbarme hasta el cansancio oyéndolos, es un placer culpable hacerlo, aún más que culpa es el placer que produce el morbo de ser descubierta.
Mi
papá es un hombre gruñón, criado a la antigua, mi madre le sigue los pasos, por
lo que es difícil a veces conseguir la oportunidad de salir. Aunque mi papá casi
no está en casa, ya que él es empleado de una tienda de abarrotes y está todo
el día allá, en el caso de mi mamá pues ella es ama de casa y es muy sobre
protectora, más con mi hermano que esta chico por lo que ella lo acompaña a la
escuela en la tarde.
Mi afición por la paja y el porno es total, ya que es la única forma que tengo para desahogarme cuando me caliento. Entre tantas masturbadas, recuerdo que una vez me llamó la atención una imagen (publicidad) de las que aparecen en las páginas porno, pero esta era diferente. Aparecía una señora en 4 y un perro le estaba dando duro, la verdad al principio se me hacia asqueroso, pero luego no se que me paso que me empecé a calentar y en ese momento se me vino a mi mente: “¿Qué diablos te esta pasando Jenny? No debo de excitarme con estas cosas”. Pero debo de admitir que no pude contenerme y, es que el ver como la verga de ese perro entraba y salía de ese culo, tan grande me calentaba mucho. Obvio, era algo nuevo para mí. Además, ya sabía que si una mujer tenía relaciones sexuales con un animal este no la podía embarazar por el ADN que no es compatible, pero sin embargo corría el riesgo de enfermarse. Todo esto lo supe porque siempre me ha llamado mucho la atención el tema de la reproducción humana. Después de unos segundo quedándome pasmada con ese anuncio publicitario, decidí dejar el celular y centrarme en cosas productivas, pero, sin embargo, en mi mente se me venía una y otra vez esa imagen, incluso el solo pensarlo hacia que se me subiera mi calentura al full. Sabía que estaba mal pero mi mente decía: “¿Si buscamos un video de esos? Igual no pasa nada”.
Estuve varios días luchando con el morbo de volver a ver un video de esos, de solo pensarlo me ponía caliente, entendía que era parte del experimentar y como no podía hacerlo por no estar sola en casa lo hacía más intenso y lujurioso. Al fin caí en la tentación y busqué un video de mujeres teniendo sexo con perros, sabía que al estar sola en casa ya no habría vuelta atrás y es que tenía que ser rápida ya que mi madre solamente duraba unos minutos en ir y venir de dejar a mi hermano a la escuela. Vi un video el cual me excitó mucho. Se trataba de una zorra que se llevaba a un perro de día de campo y el perro se la follaba en cuatro al aire libre. Se me hacía agua la boca al ver al perro darle duro y sin parar a esa mujer culona y más porque después de unos minutos ellos habían quedado pegados culo con culo. ¡Qué delicia, sin duda una obra de arte!
Así estuve varios meses hasta que un día se me vino un pensamiento muy loco: “¿Si intento que el perro de mi hermano me monte? Total lo haré con mis bragas puesta nada puede pasar”. ¡Sé que fue algo loco! Pero créanme que una parte de mi tenia esas ganas de experimentar algo diferente algo distinto a la masturbación, sabía que si quería hacerlo tenía que buscar la manera de que mi mamá no estuviera en casa por unos minutos y nada que mejor que aprovechar cuando ella se iba a dejar a mi hermano a la escuela, obviamente, no quería quedar pegada con Alay porque mi madre se daría cuenta, así que lo más conveniente era que el perro me montara por unos minutos con las bragas puestas mientras ella dejaba a mi hermano. Llegó el día en el que estaba decidida hacerlo, estaba en la universidad, la verdad no podía concentrarme, el simple hecho de sentir la verga de Alay rozando en mis bragas me ponía demasiado caliente. Sabía que al salir de clases tenía que apurarme a llegar a casa, ya que debía aprovechar todos los minutos a solas con Alay. Al llegar mi madre ya se estaba lista para salir con mi hermano e incluso ya había hecho comida, ella me dijo: “Jenny, en unos minutos vuelvo, voy a dejar a tu hermano a la escuela”. Yo sabía que en ese momento que ella saliera tendría que meter Alay a mi cuarto lo más rápido posible, con eso no iba a tener ningún problema ya que Alay es muy obediente y dócil. Después de unos momento mi madre se fue y a partir de ahí comenzó mis ganas, mis locuras por ser puesta en cuatro por la mascota de mi hermano. Rápidamente me fijé por la ventana para ver cómo se iba mi madre y cerré las cortinas para que nadie viera lo que estaba por suceder. “¡Alay, ven muchachito!” –le dije con la calentura derritiéndome la sangre. Alay al ser un perro dócil y bien cuidado se le permitía estar dentro de casa, así que no batallé para meterlo en mi cuarto, después rápidamente me quité la falda que tenía puesta quedándome solo en bragas y de ahí me dirigí a Alay. Empecé a acariciarlo y hacer que el oliera mis intenciones, incluso le daba masajes por todo el cuerpo, así estuvimos por unos minutos, de ahí me puse en cuatro, en ese momento veía que Alay empezaba a mover la cola y se ponía más alegre de lo normal, parecía que ya había adivinado lo que yo quería. “¡Ven muchachito, móntame quiero sentir tu verga! ¡Aquí está tu perrita!” –le dije. Alay parecía dispuesto a montarme, después de unos minutos por fin se animó y me abrazo poniendo sus patas sobre mis caderas. ¡No lo podía creer, me tenía en cuatro! Empecé a sentir una adrenalina tan grande cuando Alay me daba piquetes queriendo meter su verga en mi concha, obvio no podía porque tenía puestas las bragas, pero el simple hecho de sentir su verga rozando por mi vagina me ponía más caliente. Incluso me daban ganas de quitarme la ropa interior y dejar que Alay me diera duro, sin importar que mi madre llegara y me viera pegada con ese macho. Después de un rato de sentir como Alay me daba sin parar, me fijé en mi celular y vi que ya habían pasado 20 minutos. Rápidamente hice que Alay se me bajara aunque él no quería y ni yo tampoco, pero sabía que si duraba más mi madre llegaría y me vería.
Pasaron los días y solamente pensaba en lo que hice con Alay, no era arrepentimiento si no que eran unas ganas inmensas de quedarme pegada a él, pero sabía que no se podría porque mi madre casi todo el tiempo estaba en casa, solamente me conformaba viéndoles el bulto a los chicos de mi escuela, llegaba a casa y me masturba pensado en como me vería con Alay dándome por el culo. Aunque me gustaban los orgasmos que tenía cuando me pajeaba, ya no me sentía tan satisfecha, quería algo más y era la verga de mi perrito. Deseaba que me cogiera y me calentaba demasiado imaginarlo. Si quería hacer eso con Alay debía que tener la casa sola por horas pero no había forma, hasta que me acordé que hace unos meses atrás nos habían invitado a mí y a mi familia a una fiesta de cumpleaños de una prima, ese momento era perfecto para quedar a solas con Alay. Estuve contando los días una y otra vez, incluso con la afán de controlar mis hormonas aprovechaba cada que mi mamá salía para meter Alay a mi cuarto y más que sea intentar montarme con pantalón o con lo que traía puesto, obvio no se sentía igual, mi deseo era estar desnuda y pegada con mi hombre, con mi macho, sentir su semen en mi vagina.
Después de casi dos meses y medio llegó el día anhelado, dicho día caería el domingo y mis padres me llevarían a esa fiesta, pero yo me las ingeniaría para quedarme en casa con algún pretexto y estar a solas con Alay y hacer lo que tanto quería. Cuando estaba cercano en día pensaba en que mi familia se fuera y por fin darle rinda suelta a mis morbosos pensamientos con Alay. Pasaron las horas y todos se andaban alistado para ir a la fiesta de cumpleaños. “Hija, ¿por qué no te has arreglado? La fiesta será en unas horas” –dice mi madre. “No creo que vaya mamá, la verdad tengo mucho trabajo y mañana tengo examen” –le respondí. “Hija vamos un rato, nos regresamos antes de las doce” –insiste mi madre. Yo sabía que ellos no eran de un rato de fiesta y si yo les decía que si ya no habría otra oportunidad, así que insistí y les dije que no iría. “Mujer que se quede mejor a estudiar, es lo mejor. Sabes que le va bien en la universidad debido al empeño que le pone estudiando” –le dice mi papá. “Bueno está bien, pero con la condición de que si estudie y no se ponga a ver el celular, porque pasa metida en ese aparato viendo quien sabe qué cosa” –dice mi madre. La verdad no me lo podía creer que al fin esto iba a pasar, así que después de unas horas, alrededor de las cuatro de la tarde pasaron unos amigos por mis padres y mi hermano. Podía ver cómo se iba alejando cada vez más el auto, mientras más lejos lo veía, más me empezaban a temblar las piernas, era una exquisita mezcla de excitación y nervios, para asegurarme de que no regresarían quise esperarme unos 30 minutos. Se me hicieron tan largos, pero esto con el fin de que no me descubrieran con el perro de mi hermano Alay.
El perro siempre se encontraba en la sala, fui a buscarlo mojada, caliente y nerviosa por lo que iba a hacer y le dije: “¡”Por fin solos! ¿Dónde está mi macho? ¡Aquí está tu perrita para que la cojas y la dejes llena de semen!”. Él ya sabía a lo que me refería porque rápido empezó a mover la cola y a oler entre mis piernas, así que decidí llevármelo a mí cuarto, cerré la puerta y me quite todo lo que traía, blusa, bragas, Estaba desnuda ante él, mi respiración era jadeante, con ansiedad y excitación, sabía que tenía mucho para pasarla delicioso con Alay porque mis padre no volverían hasta que la fiesta acabara, porque son de quedarse hasta que se vienen todos. Alay parecía vuelto loco, todavía ni me ponía en cuatro y ya quería darme duro, es que todavía no estaba lista, buscaba una colcha para ponerla en el piso de mi cuarto y así no lastimarme mis rodillas, después de eso empecé acariciar a mi macho, incluso le masturbarlo, en cada movimiento de mi mano parecía que su verga crecía mucho más. No me pude contener y empecé a chupárselo, debo de decir que al principio me dio algo de asquito pero después me dejé llevar y lo disfrutaba como lo loca, la forma en que esa verga roja y brillante entraba y salía de mi boca era alucinante. Estuve como diez minutos chupándole la verga, los chorros de semen no se hicieron esperar, sentir como llenaban mi boca me poni caliente, saborearlos era un deleite y saber que pronto ya me tendría ensartada me tenía ansiosamente caliente. ¡Necesitaba que me la metiera ya! Me puse en 4 rápidamente sentía mi corazón latir con mucha adrenalina y calentura por todo mi cuerpo. “¡Aquí está tu puta Alay! ¡Ven cógeme duro! ¡Monta a esta perra! –le decía. Sin pensarlo dos veces Alay me empezó a montar, la verdad quería que me la metiera, sabía que si lo hacía no había vuelta atrás, estaba desnuda, húmeda, caliente, deseosa. Intentaba montarme pero después de un rato se bajaba y me daba lengüetazos en mi vagina, eso me excitaba más y más, hasta que otra vez me empezó a montar y me clavaba su verga fallando el objetivo, no entraban en mi vagina hambrienta por su verga.
Hasta que de repente, ¡oh, bendito placer! La verga de mi macho se metió en mi vagina, me embestía de manera salvaje, entrando y saliendo una y otra vez. “¡Alay ten cuidado con tu perrita!” –le decía, aunque eso era lo que menos le importaba, se seguía moviéndose manera violenta y perversa. “¡Así papito! ¡Dame duro!” –gritaba, mientras me la metía completa. Sentí un dolor muy grande pero a la vez me gustaba y es que era mi primera relación sexual con un macho de esa calidad. Así estuvimos por unos segundos, el sonido que hacían los testículos de mi perro pegando con mi culo se escuchaban tan rico, parecía que estábamos aplaudiendo. Después de unos segundo sentí una velocidad mucho más rápida por parte de Alay, sabía que era ese momento en el que me iba a quedar pegada con él, podía sentir como esa verga se hinchaba deliciosamente en mi interior, en mi calentura gemí tan fuerte que incluso mordí la colcha para apagar la fuerza de mis gemidos. ¡Era tan excitante! En un abrir y cerrar de ojos Alay se detuvo y vi cómo me había quedado pegada con mi macho, la verdad sentía mucho dolor, pero él simple hecho de pensar que estaba cogiendo con ese macho tranquilamente en casa me ponía caliente, incluso tuve un violento orgasmo. Estuvimos culo con culo por un poco más de media hora. Ahora esa verga deliciosa palpitaba en mi conchita y cada vez que lo hacía sentía como un chorro de semen salía despedido. La verdad no me importaba si mi familia en ese entonces llegaba y me viera cogiendo con Alay, quería que todos se dieran cuenta de que un perro me estaba haciendo suya. No imaginaban lo rico que lo estaba pasando con la mascota de su hermano mientras todos están en esa puta fiesta. Mientras yo estaba cogiendo con ese macho de cuatro patas que me tenía enganchada a su verga. Después de estar pegados, sentí como lentamente esa verga salía y me dejaba llena la vagina de ese delicioso semen que ya había probado con mi boca. Él por supuesto empezó a lamerse, pero yo no estaba satisfecha, quería más y más de esa verga y es que con la familia fuera de casa debía aprovechar, ya que no se volvería a repetir quien sabe en cuanto tiempo, así que me levanté con las piernas temblorosas y me fui hasta donde estaba mi perrito y ofrecerme como una puta para que coja otra vez. Al cabo de unos minutos la verga de Alay se fue haciendo más chica y por fin pudo salir de mi vagina con todo y esa bola. Terminé muy adolorida y sin fuerza, tanto así que estuve un ratos tirada en el piso con tremenda cogida que me había dado, su semen escurría por mis piernas y él contento se lamia su verga tirado en un rincón. Al cabo de un rato y con un poco más de fuerza me levanté y me di un baño para encontrar algo de alivio.
Mis
padres llegaron bien tarde esa noche, por lo que nunca se dieron cuenta de lo
que su hijita hizo y espero que nunca se den cuenta ¿Se imaginan qué pasaría?
Me echarían de la casa o me matarían si se enteraran que zorra es su hija.
Una
de esas tardes de soledad en casa estaba en la sala, tenía puesto solo un corto
vestido y Alay ya sabía bien lo que debía hacer. Metió su hocico entre mis
piernas y a lamerme perversamente como lo suele hacer. Enseguida me calenté y subí
mi vestido para que la lengua de mi perro me lamiera con libertad y disfrutarlo
hasta el orgasmo. Estaba tan caliente que gemía como loca, cerraba mis ojos y me
agarraba las tetas disfrutando el frenesí de la lengua de Alay. Ya no aguantaba
las ganas de que me montara pero la sensación del orgasmo estaba tan cerca que
interrumpirlo hubiese sido un crimen.
No sé en qué momento pasó pero no me había dado cuenta que mi madre había vuelto de dejar a mi hermano en la escuela, cuando abrí los ojos la vi ahí parada frente a mi como si le gustara lo que estaba viendo. “Mira cómo te encuentro” –me dice. En ese momento mi corazón se paralizó por unos segundos, sentí miedo y vergüenza al verla ahí. “Veo que Alay tiene juguete nuevo” –dice. “Mamá, yo…” –intento decir. “No digas nada, solo sigue con lo que estás haciendo. Quiero ver cómo el perro se entretiene contigo” –dice callando mis explicaciones. Me puse en cuatro en el piso de la sala con los brazos apoyados en el sofá y mi sorpresa fue que Alay se acercó para empezar a cogerme a vista y paciencia de mi madre. Si bien lo estaba disfrutando me sentía algo contrariada al saber que mamá era testigo de esa delirante escena. Si bien es cierto me encantaba como me estaba cogiendo el perrito, también me sentía incomoda sabiendo que ella estaba ahí, pero como soy una perrita caliente, me dejé llevar y empecé a disfrutar plenamente la cogida que Alay me estaba dando.
Poco a poco su verga se hinchaba y quedó aprisionada en mi vagina, yo estaba gimiendo como loca y mi madre me decía: “¡Qué puta saliste!”. Escucharla decir eso me calentó demasiado y empecé a gritar: “¡Sí, soy una puta! ¡La puta de Alay!”. Mi madre se acercó hasta donde estaba, me toma del cabello y me dice: “¡No solo tú lo eres!”. Entendí que mamá también había tenido sus aventuras con la mascota, pero ¿en qué momento? La verdad es que ahora no importaba, ambas compartíamos el mismo macho para saciarnos y era muy excitante. Mamá se empezó a quitar la ropa y quedó desnuda ante mis ojos, la muy perra tenia buen cuerpo, sus tetas eran grandes y su culo generoso, el cabello largo hasta un poco más arriba de la cintura, por primera vez la estaba viendo como una mujer cogible y no como mi madre.
En medio de la calentura estaba pegada a Alay y a mi madre pegada a mi boca, besándome con lujuria, como les había contado antes, algunas veces me paraba en la puerta de la habitación de mis padres para escucharlos coger y si había algo excitante, eran los gemidos de ella. Ahora que lo pienso, son igual de intensos a los míos, haciendo que me calentara y le metiera la lengua hasta la garganta. Al fin nuestro amante se descargó en mi conchita y mi mamita hambrienta se fue a chuparle la verga. Alay se quedó quieto, ella se la chupaba de forma endiablada y el perrito le regaló de su delicioso semen, el que ella saboreó como buena putita. Mi concha destilaba semen y mi lujuria estaba a full, me tiré en el piso con las piernas y le dije a mi madre: “Aquí también hay semen”. Entendió perfectamente el mensaje y sin decir más hundió su cabeza en mi concha, lamiendo cada centímetro. Me tenía la lengua, jugaba con mi clítoris, lo mordía y yo me agarraba las tetas gimiendo. “¡Eres una buena perrita!” –le decía. Ella jadeaba como una perra en celo, ya que Alay no perdió el tiempo y se la metió hasta que también quedo pegado ella. Era la escena más caliente que he vivido, nunca pensé que con mi madre compartíamos el mismo secreto y que ambas a la vez nos estábamos disfrutando.
Al cabo de unos minutos quedamos las dos unidas por un intenso orgasmo y cogidas por el mismo macho, ya no me tendría que esconder para disfrutar la verga de Alay, ya que mi madre también la disfrutaba, era muy perverso y me gustaba. Ahora entiendo que lo que se hereda no se hurta y yo era tan puta como lo es mi madre cuando está con el perrito. Puedo decir sin lugar a dudas que no hay nada más placentero y más morboso que compartir ese delicioso secreto con ella.
Pasiones
Prohibidas ®
Que rico relato. Leer mientras me tocó y me doy placer imaginado cómo ese perro me daba a mi
ResponderBorrarQue rico
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