sábado, 17 de agosto de 2024

7. Casi nos descubren


Bueno, en mi familia las salidas de vacaciones suelen ser en conjunto con varias personas. Casi siempre nos acompañan un par de tíos junto a sus familias.

Bueno el año pasado fuimos a una playa del Litoral Central. Iba mi tío Eduardo, hermano de mi mamá y mi exquisita tía Katherine. Lo que sucedió ese viaje fue perverso, caliente y muy lujurioso. Mis primos no fueron con nosotros ya que tenían sus propios planes.

Katherine, mi tía, es una mujer de una estatura promedio, pasando ya los cuarenta, piernas torneadas y un culo tremendo que hace que cualquier pantalón se amolde a la deliciosa figura de esas firmes nalgas. Además, de tener un tono de bronceado que siempre me ha encantado. Es de esas mujeres que tiene lo necesario para despertar la lujuria en los hombres y sin duda, en mí ya lo había hecho.

Mis padres habían quedado con mis tíos de juntarnos en el hotel. Iba en el asiento trasero pensando morbosamente en mi tía. Miraba por la ventana intentando disimular la erección que tenía. Era una deliciosa tortura sentir mi verga rozando con el bóxer y sentir que palpitaba imaginando la boca de mi tía tragársela. Al llegar al hotel, nos dieron nuestras habitaciones, y algo muy raro es que la habitación de mis tíos estaba cercana a la mía, lo que aprovecharía en mi beneficio. Estaba tendido en la cama pensando en un plan para sacar partido de tan coincidente  cercanía. Mi tía y yo siempre nos hemos echado nuestras miradas, no importa la implícita diferencia de edad que tenemos, alrededor de 20 años. Cuando nos abrazamos, restriega sus tetas en mi pecho y al darme un beso en ocasiones prácticamente me besa en los labios, así que muchas de mis pajas habían sido dedicadas a ella y su espléndido cuerpo. Sentía como al cerrar los ojos la excitación se apoderaba de mí, en mis pensamientos sentía como Katherine se movía encima de mí y gemía con lujuria al sentir mi verga entrando y saliendo de esa conchita húmeda. Ahora estaba tendido en la cama, pensando en todas las cochinadas que le haría a mi tía y me pajeaba como si en verdad se la estuviera metiendo. Con calentura me masturbaba y me retorcía de placer imaginando que me cogía a la mujer de mis sueños más lascivos. Ya sin poder contenerme, eyaculé profusamente, dejando que las gotas de semen cayeran en mi vientre y en mi mano, imaginaba a la sucia de mi tía pasando la lengua para tragarse cada chorro de semen.

Debo decirles que durante el primer día esperé la oportunidad de que estuviéramos a solas pero solo ocurrió durante unos pocos minutos, ya que veníamos de la playa al hotel y en trayecto de la playa a los ascensores decidí contarle mi verdad y ver que tal me iba. Mientras estábamos esperando el ascensor para subir a nuestras respectivas habitaciones, me armé de valor y le dije: “Tía, usted sabe que siempre me ha atraído, su cuerpo, su forma de ser y su belleza. Siempre ha sido de mi interés y quería aprovechar este momento para decírselo”. Al momento sentí como si una tremenda mochila se me hubiera puesto en los hombros, ya que podían pasar varias cosas: Podía reaccionar mal, contar todo y meterme en un gran problema; así como también podía ignorar lo que dije y hubiéramos hecho como si no hubiera pasado, o podía corresponderme. Mi cabeza ya no pensaba de manera coherente y me perdí por varios minutos buscando la forma de retractarme, sin conseguirlo. Se abrió la puerta del ascensor y gracias a dios ocurrió lo último ya que ella solo se pegó a mí y me dio un beso en la mejilla, yo me moví para pegar nuestros labios y ella continuó. Por alguna razón que desconozco, ella no quitó su boca, al contrario nos besamos como dos apasionados amantes. Mi lengua estaba dentro de su boca y la de ella dentro de la mía, las movíamos apasionadamente y yo obviamente coloqué mi mano en su enorme culo, agarrándolo y apretándolo, era tan firme, grande y redondo que tuve de inmediato una erección la cual comencé a rozarla con su entrepierna.

Presos de la lujuria restregábamos nuestros cuerpos en una candente danza llena de morbo, incluso ella metió la mano debajo de mi traje de baño y sintió como verga estaba tiesa y deseosa por meterse en su vagina. Entre gemidos perdimos la noción del tiempo y reaccionamos cuando sentimos que las puertas del ascensor se abrían. Nos separamos e hicimos que nada pasaba pero la erección que tenía no la podía disimular, ya que estaba demasiado marcada. Caminamos por el pasillo y nos metimos en su habitación para terminar ese delirante encuentro, pero nos tuvimos que aguantar las ganas ya que mi tío y mi papá estaban tomando un trago y se veía que llevaban ya un tiempo en eso. “¡Mierda!” –dije en mis adentros. Tampoco podía decirles que se fueran porque iba a coger. Haciéndome el tonto le dije a mi tía: “Bueno, espero que ahora se sienta mejor”. “Sí, muchas gracias por ayudarme. Lamento arruinar tu diversión” –me dice con una sonrisa. Éramos los cómplices perfectos. Esa noche me masturbé como nunca escuchando como mi tío le daba verga a Katherine, estaba tan caliente que me pajeaba pegado a la pared como si me uniera a esa caliente escena.

Al día siguiente, traté de que se repitiera el momento pero no pudo ser, porque mi tío andaba pegado a ella como perro en celo, parece que hace tiempo no tenían sexo y él estaba como embobado. No lo culpo, de poder hacerlo yo estaría igual. Todo cambió cuando quiso quedarse en la piscina del hotel. Katherine, se puso el que creo yo era el mejor de los bikinis. De color rojo intenso, la parte superior reducida, que apenas le cubría sus ricas tetas y una tanga que se perdía en medio de ese poderoso par de nalgas. Ella sabía que había cautivado la mirada de muchos y caminaba sensual, con esos pasos seguros y delirantes que cautivaban la atención de todos los que disfrutaban del caminar de esa exuberante mujer. Gran parte de esa tarde estuve embobado viéndola, hacía calor y decidió darse un chapuzón en la piscina, fue un momento mágico verla salir con el agua escurriendo por su sensual cuerpo, se dio cuenta que la estaba mirando y me miró fijamente, me lanzó un beso que hizo que mi verga saltará con solo ese gesto. Verla caminar era como estar hipnotizado, el movimiento de su culo era tan perfecto como las olas del mar. Es excitante, incluso la forma en que sus tetas se mueven con cada paso, ya no podían aguatar mis ganas de sentir su boca chupándomela hasta acabar y que saboreara mi semen. Incluso me calentaba demasiado ver como los demás huéspedes del hotel la miraban, era para ellos el objeto prohibido de deseo que solo en sus más sucios sueños podían tener y disfrutar. Ahora entiendo porque el baboso de mi tío después de habérsela cogido la noche anterior, no la dejaba a sol ni a sombra. Solo tuve que conformarme con mi imaginación y mi mano, tuve que pajearme como un loco pensando en que ya no iba a dejar pasar tiempo para cogérmela como lo he soñado.

Ya es el tercer día de vacaciones y todo da a entender que este día sería el momento en que conseguiría el excitante cuerpo de mi tía Katherine a como diera lugar. Ya me había convertido en un degenerado y pervertido, al punto de sacar de los cajones en la habitación de mi madre una de sus tangas y masturbarme pensando en mi adorada Katherine. Obviamente, esa evidencia no podía quedar a la vista, así que guardaba esa tanga como si de un tesoro se tratara. Sabía que era de mi madre pero me masturbaba pensando en mi tía, dándole un toque perverso de morbo. Decidí ir a dar una vuelta a piscina a ver si me encontraba con la musa de mis pajas, el sol estaba intenso, decidí quedarme tendido en una de las reposeras y esperar pacientemente pero para mi desgracia no la vi en el rato que estuve. Desanimado me fui a mi habitación y me puse a escuchar música tendido en la cama. Al cabo de una hora sentí ruidos fuera de la habitación, incluso golpearon la puerta. Me levanté y abrí la puerta, era mi tía vistiendo un bikini más revelador que el de ayer. Obviamente no perdí la oportunidad e hice que entrara.

Lo primero que hice antes que cualquier cosa fue abalanzarme a sus dulces labios y besarlos, ella respondió con lujuria pero por un momento se detuvo y me dijo: “Lo que pasó el otro día en el ascensor fue impulsivo, nos dejamos llevar por el calor de nuestros y caímos en esa espiral que por lo menos a mí me tiene como una adolescente pensando en hacer travesuras contigo”. “Tal vez haya sido impulsivo pero para mí fue más que placentero tenerte en mis brazos. No me arrepiento de lo que pasó y por lo que veo tú tampoco, sino no estarías aquí” –le dije con morbo y acariciándole una teta. “Lo sé, pero lo de ahora será mucho más que un impulso, es porque te deseo y sé que también tú a mí” –dijo. Sin perder tiempo en charlas nos besamos con esa delirante pasión que nos consumía. La lancé sobre la cama y sus ojos se encendieron en perversión. Como un animal hambriento ataqué a la presa y mis manos empezaron a recorrer con avidez su cuerpo candente y deseoso de placer.  Katherine se quitó el bikini en un segundo, pude apreciar su cuerpo desnudo. Sus tetas coronadas por sus pezones duros y su vagina humedeciéndose en cada caricia. Yo solo disfrutaba de su cuerpo, me sentía como un explorador que recorre un camino nuevo para él y descubre las sorpresas que hay ahí.

Mis dedos juegan hábilmente en su vagina, su clítoris está hinchado y palpita al sentir el recorrido de mis dedos, los gemidos de mi tía eran deliciosamente perversos, esa mujer era capaz de hacer eyacular a un hombre con solo oírla gemir. Estaba preso de esa sinfonía que salía de sus labios como el hipnótico canto de una sirena. “Ahora es mi turno” –me dijo. Me recosté en la cama y ella con esa habilidad que posee me quita los pantalones y sin decir nada se metió mi verga a la boca y la empezó a chupar tiernamente. Sus labios gruesos se sentían deliciosos alrededor de mi verga. Katherine se podía meter toda mi verga en su boca sin dificultad y ella disfrutaba hacerlo, lo sabía por cómo me miraba mientras lo hacía. Después de disfrutar  esa boca que me la chupaba con toda la lujuria de una mujer deseosa, hice que se recostará, abrí sus piernas no para jugar con mis dedos en su clítoris, sino para disfrutar con mi lengua de la humedad que se impregnaba en su exquisita vagina. Ella gemía y se agarraba las tetas, abría su boca deliciosamente intentando absorber el aire. “¡Ah, qué rico lo haces!” –me decía entre gemidos. “¡Por favor, no te detengas!” –decía suplicante. Seguí lamiendo su concha como un loco, incluso hasta la penetraba con mis dedos, ella gemía enloquecida. “¡Me haces sentir tan puta!” –decía jadeando. Cada segundo pegado a su vagina era un exquisito y perverso momento.

En ese momento no podíamos escudarnos detrás de los títulos de sobrino y tía, éramos un hombre y una mujer que disfrutaba del sexo, ese sexo prohibido e incestuoso que tanto placer nos estaba brindando. Con la perversión corriendo por mis venas, fui hasta donde estaba la tanga de mi madre con semen impregnado y la puse en la boca de mi tía, ella abrió la boca sin ninguna objeción, apretó los dientes y empezó a jadear como loca. Katherine recostada en la cama con las piernas abiertas, jadeando y expectante con lo que sucedería, sin hacerla mucho esperar decidí que ya era tiempo de llevar esa morbosa fantasía a la realidad. Lentamente la penetré, sus ojos se abrían hasta ya no poder, estaba tan húmeda que su vagina no presentó oposición, mi verga entraba y salía con facilidad, Katherine solo jadeaba y se retorcía de placer, podía sentir como sus piernas temblaban. Sus tetas se movían siguiendo el ritmo de mis salvajes embestidas, lo que hacía la escena más candente de lo que ya era. Se veía hermosa, por lo que decidí quitarle la tanga de la boca y besarla con delirio, ella correspondía de la misma forma mis besos, incluso se aferró con sus piernas a mi cintura y sus brazos rodearon mi cuello. “¡No quiero que te detengas!” –me decía. Mis embestidas se volvieron brutales, ella no paraba de gemir, entre más fuerte se la metía más intensos se hacían sus gemidos, casi al borde de los gritos, le metía la lengua en la boca para intentar aplacar sus alaridos de placer, el sonido de su húmeda concha siendo penetrada se intensificaba más, era delirante y lleno de lujuria. “¡Ah, ya no aguanto!” –me decía gimiendo. Sus gemidos ahogados por mis besos más el sonido del como la penetraba formaban una excitante sinfonía sexual.

Luego de un par de minutos, Katherine soltó un agónico gemido que estremeció su cuerpo y despues hizo que una ola de intensos gemidos la sobresaltaran, estaba teniendo un salvaje orgasmo, incluso sus ojos se ponían blancos por esa perversa intensidad que recorría su cuerpo. No paso mucho tiempo para que yo también acabara, dejándola llena de semen. Respiraba exhausto, estaba con la mirada perdida, no podía creer que mi perversa fantasía se había cumplido y con tan grande placer. Estuvimos por unos minutos tendidos en la cama desnudos, acariciándonos y besándonos cuando una llamada entra al celular de Katherine, era mi tío que le decía: “Prepárate porque saldremos a cenar”. Se levantó de la cama y de manera sigilosa salió de mi habitación para no ser descubierta.  Obviamente, las vacaciones fueron diferentes, aunque debíamos escondernos para no ser descubiertos, el placer que sentíamos en esos momentos en que estábamos cogiendo no se podían comparar con nada. En varias ocasiones estuvieron a punto de descubrirnos, lo que deba una dosis adicional de morbo a nuestros perversos encuentros.

  

Pasiones Prohibidas ®

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