miércoles, 23 de octubre de 2024

34. El secreto de la vecina

 

Mis inicio en este mundo de la zoofilia fue hace añitos, aun recuerdo eso como si fuera ayer, esto paso en marzo del 2023. En mi casa teníamos un siberiano, al cual le habíamos puesto pulgas (le pusimos así ya que cuando me lo trajeron tenía muchas pulgas). Mi perrito era apuesto y aunque era ya adulto no había montado en su vida a una perrita.

En esos días llegó una vecina y me dijo si le podría prestar a pulgas para que montara a su perrita y tener unas crías, de las cual me regalaría a los machos. Acepté dejando en claro que no podía aceptar a los cachorros ya que mi casa a pesar de tener patio, no es lo suficiente como para tener mas animales. Me imaginaba en lo bien que lo estaba pasando Mike con la perrita de la vecina, a estas alturas ya había perdido la virginidad. Pasaron los días y la vecina me dijo que la perrita había quedado preñada y que la proposición de los cachorros aun estaba en pie, ya fuera para tenerlos o venderlos.

Pasó un tiempo y la vecina llegó con los cachorrito, eran 3, de los cuales yo me enamoré a primera vista, pero recordé que no podía tenerlos, me puse muy triste por eso y por eso mismo fue que al otro día fui a la casa de mi vecina preguntándole que como era que mi perrito pulgas había dejado preñada a su perrita, a lo cual mi vecina se sonrojó y me dijo que pulgas le había dejado una semillita de amor a su perrita, solo me dijo eso y me dijo que si me interesaría saber como le dejaba la semilla, a lo cual yo le respondí que sí. Sí bien es cierto, sé cómo pasó pero el morbo me ganó y quise presenciar el acto de apareamiento en vivo.

Después de eso no me volví a ver con la vecina si no hasta 4 días más tarde. Fue otra vez a mi casa para pedir prestado a pulgas otra vez, ya que le habían regalado una hermosa perrita, ella solo quería cruzarla con pulgas porque los cachorritos que había engendrado la vez pasada eran tan lindos.

Fue ahí donde la vecina me recordó la propuesta de la vez pasada, si quería ver como dejaba mi perrito la semilla en su nueva perrita, aprovechando que yo era amiga de su hija Karla, aproveché de decirle si podría quedarme en su casa el fin de semana en su casa, ella accedió sin ningún problema, ya que podríamos aprovechar la noche para ver películas o beber algo.

Ese mismo día, a eso de las 4 de la tarde estábamos en el patio de la casa de mi vecina, su hija y yo, yo conversaba con mi amiga Karla y le comentaba de la proposición de su mama de ver como mi perrito dejaba su semilla en la perrita. “¿Así te dijo? Todavía piensa que somos niñas pero hace tiempo que dejamos de serlo” –me dice ella. “Sí, pero para ella siempre serás su niña y está bien, pero si se enterara de las cosas que hemos hecho ya no serías su niña buena” –le dije riendo. “¡Ay, no seas así! A mi también me da curiosidad como se coge a la perra” –dijo Karla con morbo en su voz. Eran ya las 5 de la tarde cuando la vecina llevó a pulgas, la perrita, Karla y yo al patio de la casa y dijo: “Pongan atención como pulgas deja su semilla”. En eso, la perrita se notaba rara, se la pasaba ahí quieta como esperando algo. Entonces pulgas empezó a meter su cabeza entre las patas de la perra y lamia su vagina. Con total “inocencia” le pregunté a mi vecina si pulgas ya había dejado su semilla en la perra. “Esperen y verán” –respondió ella. No sé si ella en verdad pensaba que no teníamos idea de cómo los perros cogían o nos seguía el juego.

Pulgas no perdió el tiempo y montó a la perrita, empezando esos movimientos para metérsela, en eso sonó el teléfono de la casa y la vecina fue a contestar, casi al momento regresó y nos dijo que iba a demorar un poco, que estuviéramos pendientes de cómo pulgas dejaba su semilla en la perrita. A penas ella salió, yo me acerqué a mi perrito y él me ladró, sentí un poco de miedo pero la curiosidad era mayor. Karla y yo estábamos casi al lado de los animales viendo cómo copulaban, sentía cosquillas en mi vagina y como se humedecía al estar pendiente de ese momento que no sé si definirlo como erótico pero era excitante. Miré a Karla y ella no podía disimular su excitación, veía como tocaba sus tetas por encima de la ropa. Estábamos viendo cómo pulgas se movía intentando atinarle a la vagina de la perrita, la punta roja y brillante se paseaba buscando la entrada. Con Karla estábamos calientes viendo ese espectáculo hasta que la verga se metió en la vagina de la perrita perdiéndose por completo. Pulgas se bajó de la perrita y dándose vuelta para quedar cola con cola. Al cabo de unos minutos mi perrito se separó de la perrita y dejo ver esa verga llena de venas que goteaba y palpitaba. La vagina de la perrita había quedado abierta al tener esa apetitosa verga. Estábamos tan calientes que no nos dimos cuenta cuando llegó la vecina y nos preguntó curiosa: “¿Están felices de ver como pulgas ponía su semilla en la perrita?”. A lo cuál le dijimos que sí. “Qué bueno, eso es lo que los machos hacen con las hembras” –dijo.

Al llegar la noche estábamos con Karla y su madre tomando unas cervezas, el hecho de recordar la cogida que le habían dado a la perrita me ponía la sangre a hervir, otra vez sentía mi vagina mojada, miraba a mi amiga, ella también estaba experimentando lo mismo que yo, era un momento lleno de morbo que se podía sentir en el aire. Mi vecina nos miraba con cierta lujuria, al parecer nos había leído perfectamente bien en la forma en que nos movíamos y respirábamos. Pasada la medianoche nos fuimos a acostar, no podía dormir ni Karla tampoco, nuestra mente estaba conectada y hablamos de lo rica que se veía la verga de pulgas, y que la perra era afortunada al ser cogida por él. Ya con la calentura haciendo mella en nosotras nos empezamos a tocar de la manera más perversa, estábamos a un lado y escuchar gemir a mi amiga me calentaba más. “Sácate la blusa” –le dije. Sin pensarlo Karla, se quitó la blusa y dejó sus tetas al aire, se veían tan deliciosos sus pezones duros, yo también me quité la mía y ahí estábamos las dos viendo nuestras tetas y disfrutando del placer de una rica paja.

Ya demasiado calientes, nos quitamos la tanga y nos dejamos llevar por la lujuria, puse mis manos en las tetas de Karla y las comencé a tocar con delicadeza, ella gimió e hizo lo propio con las mías. Nos dimos vuelta quedando de frente y nos empezamos a besar con pasión, mis manos bajaron por los muslos de mi amiga y se fueron mis dedos a su vagina, estaba tan mojada como yo, estaba caliente sintiendo la tibieza de los fluidos de Karla. Los probaba lamiendo mis dedos. “Ponte de espaldas y abre las piernas” –le dije, como si fuera una perrita obediente hizo caso y empezó a jadear con la lengua afuera. Bajé por su abdomen con la punta de mi lengua y al llegar a su vagina, Karla dio un hilarante gemido. Recorría su vagina con lujuria y perversión, escucharla jadear era un deleite, parecía una perrita en celo. Se agarraba de las sábanas y decía: “¡Oh, qué rico! ¡Sigue!”. Estaba al borde del orgasmo, las niñas inocentes estaban pensando en la verga de pulgas y en esa lengua que lamía la vagina de la perrita preparándola para cogérsela.

Cruzamos nuestras piernas y quedamos con nuestras vaginas unidas, nos empezamos a mover cada una a su ritmo, lo que causaba en nosotras un pervertido placer. Nuestras caras llenas de morbo y perversión reflejaba lo caliente quedamos viendo a pulgas cogiéndose a la perrita. Ya sin poder contenernos acabamos en un delicioso orgasmo que nos hizo caer rendidas. Ahora exhaustas pudimos conciliar el sueño. Al despertar en la mañana la vecina nos preguntó: “¿Cómo durmieron las niñas?”. “Como dos ángeles mamá” –le respondió Karla. Estuvimos todo el fin de semana viendo cómo la perrita se comía la verga de pulgas y nosotras dándonos placer en el silencio de la noche.

Pasaron los días y solo me la pasaba pensando en ese fin de semana, no podía concentrarme en el trabajo, por lo que intentaba olvidarme de lo vivido, pero al cabo de unos días Karla fue a quedarse en mi casa. “Te tengo una sorpresa” –me dice. Claro que me sorprendí al ver lo que tenía preparado para mí. Había estado limpiando en su casa y encontró un vídeo en el que aparecía su mamá cogiendo con pulgas. Conectamos el celular a la TV y nos pusimos a ver ese video detenidamente. Pasamos toda la noche viendo el video. La vecina solo tenía puesta sus bragas y pulgas pasaba su lengua por la vagina de mi vecina. Ella gemía al sentir como su lengua se deslizaba por encima de su braga, la hizo a un lado y la nariz de mi perro hurgaba en su concha. Luego la empezó a lamer haciendo el recorrido desde su vagina hasta su culo. Luego ella se puso entre las patas de mi perrito y le agarró la verga, lo empezó a masturbar para que saliera de la funda que la escondía. Pulgas se movía al sentir el movimiento de la mano de mi vecina y poco a poco empezó a asomar su verga. “¡Tienes una rica verga!” –le decía. Cuando ya la tuvo toda afuera le dijo: “Es un desperdicio que esa perra la disfrute sola”. Se la empezó a chupar como endemoniada, se escuchaban los gemidos de pulgas al sentir como se la tragaba entera y después la sacaba de su boca que babeaba como una perra. La dejó dentro de su boca y de pronto la sacó dejando salir el semen de mi perrito, pero ella como buena perra lamió hasta la última gota de semen que cayó al piso. Después ella se quitó la braga y se puso en cuatro. Pulgas se le subió encima y empezó a buscar con velocidad la entrada de su concha. No está más decir que con Karla estábamos desnudas en el sofá masturbándonos viendo como pulgas se iba a coger a su madre. Cuando ya le entró la punta y empezó con sus embestidas brutales la mamá de mi amiga empezó a gritar: “¡Ay dámela toda pulgas! ¡Déjala adentro y dame tu semen caliente!”.

Apagué el video y le dije Karla: “¡Quiero que pulgas me coja”. Me miró con lujuria en los ojos y dijo: “Te ayudo con la condición, que dejes que me coja a mi también”. A lo que accedí. Decididas salimos las dos al patio y soltamos a pulgas y lo metimos a la casa. Le dije: “¿Quien será la primera?”. y decidimos que pulgas seria el que eligiera a que perra se cogería primero. No podía creerlo, estábamos a punto de ser cabalgadas por un lindo perrito. Las dos fuimos a buscar entre las patas de pulgas al igual que en el video habíamos visto a su madre, pero no encontrábamos esa verga gruesa y venosa, sino la funda que la cubría. Fue Karla quien decidida empezó a meterse la funda en la boca y la chupó como su madre en el video y en menos de nada, la verga de mi perro ya había salido de su escondite, fue ahí mismo cuando yo me apresure a luchar por esa verga y sentirla en mi boca. Parecíamos dos locas luchando, la chupábamos entre las dos o alternábamos de manera perversa. No nos dimos cuenta cuando la verga de pulgas empezó a soltar esos tibios chorros de semen en nuestras bocas y tal como lo hizo su madre lo empezamos a beber. Si sabor era salado pero no era desagradable, luego ambas nos pusimos en cuatro, respetando el acuerdo de que fuera el perro que escogiera con quién empezaría. Para mi sorpresa pulgas escogió a Karla primero, le lamía las piernas y luego siguió hasta su vagina, ella empezó a gemir de placer. “Me decía que yo y mi perrito sabíamos cómo comerle la concha. Luego de unos minutos pulgas pasó sus patas delanteras por las caderas de mi amiga y empezó a hacer su movimiento, hasta que de pronto dio un pequeño grito y decía: “¡Pulgas me haces daño”. Eso no duró nada, cuando lo único que decía mi amiga era: “¡Ah, sí, métemela!” . Yo estaba tan caliente que me masturbaba viendo como mi perro le daba verga a mi amiga.

Después de unos minutos pulgas pasó sus patas por encima de Karla y quedaron pegados cola con cola, habían pasado tan solo 20 minutos cuando sonó la puerta, era la mamá de mi amiga, la cual había decidido pasar a ver como estábamos, yo solo atiné a ponerme una bata y salir a abrirle sin pensar en lo que podría pasar. Karla no se veía desde la puerta, entonces su mamá escuchó un fuerte gemido de parte de Karla, de inmediato fue a ver, a lo cual no tuve tiempo de reaccionar, ella la vio en cuatro pegada a pulgas, quedó atónita y como en éxtasis al ver a su hijita culo con culo con mi perro. Lo más extraño fue que no se enojó, sino que dijo que nos enseñaría. Nos tocó esperar que pasaran treinta minutos más, pero mientras tanto yo estaba besándola y ella masajeaba mis tetas, en esa media hora la vecina me hizo estremecer al pasar su lengua por mi mojada vagina y me penetraba con los dedos, era tan morbosa la escena que no tardé mucho en tener un orgasmo y ella se bebió mis fluidos deliciosamente. Al fin la verga de pulgas liberó la vagina de Karla y su madre sin importarle nada, se puso detrás de su hija y la empezó a lamer para tragarse el semen de mi perrito que le escurría por la concha. La cara de placer de Karla era total, al punto de caer rendida por el orgasmo.

Dejamos que pulgas descansara un rato, la mamá de mi amiga se quitó la ropa y se tiró al piso, nosotros estábamos cada una a un lado chupándole las tetas, parecíamos dos perras amamantando. Ella gemía al sentir como nuestros labios succionaban sus pezones y nos decía: “Son unas perritas muy putas”. Le mordíamos los pezones a la vez lo que la hacía gemir y estremecerse. “Las escuché el fin de semana en la habitación. ¿Ustedes creen que no sabía lo que querían? Por eso hoy se van a graduar de perras” –nos decía entre gemidos. “Ángela es tu turno” –me dijo. Me puse en cuatro y ella se encargó de calentar a pulgas, lo puso a mi espalda y cuando me montó dirigió su verga a mi vagina que rebosaba de fluidos, sentir como me la metía me hacía gritar. “¡Así mi amor! ¡Dame verga!” –le decía. Mi perrito me estaba haciendo su perra y yo lo estaba gozando como loca. Si bien ya había cogido antes, no se comparaba a la fuerza con la que mi perrito destrozaba mi concha. Pude sentir como su verga se metió completa y también lo hizo esa bola gigante haciendo que cruzara sus patas encima de mi y quedamos perversamente pegados. “¡Qué rica verga tienes muchacho!” –decía, la sentía palpitar en mi interior, sentía que llenaba toda mi concha, estaba perdida en placer y en medio de esos tirones quedaba yo caía presa de deliciosos orgasmos que me hacían estremecer. “¡Al fin soy tuya! ¡Al fin soy tu perra!” –le decía. Estaba gritando como una putita. Sentía un exquisito escozor en mi vagina, me gustaba ser la perra de pulgas y lo que más me gustaba que mi amiga y su madre también lo eran. De repente miré hacia donde estaban madre e hija y estaban cogiéndose entre ellas, no se cuánto tiempo estuve pegada a mi perro ni cuántos orgasmos tuve, pero si sabía perfectamente bien que era una perra. El tiempo era eterno y fatigante, hasta que sentí como mi perrito se vació en mi dejándome tirada con la concha llena de semen y abierta.

Ahora era el turno de nuestra perversa maestra. Ella hizo que pulgas recostarse y lo empezó a masturbar, era impresionante ver el aguante que tenia mi mascota. Su verga se asomó completa y ella se subió a horcajadas encima de él. Con la verga agarrada la apuntó a su vagina y lentamente se empezó a deslizar sobre ella, nosotras con Karla estábamos extasiadas viendo la forma en que se lo estaba cogiendo. Era como si estuviera montando la verga de un hombre, se masajeaba las tetas y tiraba de sus pezones. La calentura era total en las tres, nosotras viendo como la vecina se cogía a pulgas y ella disfrutando de su verga. No tardamos mucho con Karla en unirnos a la escena en un candente sesenta y nueve. Poco a poco ya nuestros cuerpos reaccionaban acercándonos al orgasmo, lo que nos hacía gemir descontroladas y la vecina también gemía como la perrita que estaba siendo. Ya los espasmos en mi concha eran incontrastables, me perdí en el placer que me provocaba la lengua de mi amiga, ella también no tardó mucho en acabar mientras no perdíamos detalle de su madre encima de pulgas. “¡Ah, así pulgas! ¿Te gusta como me muevo?” –le decía, lo que aumentaba el morbo en nosotras. “¡Ya casi chiquito! ¡Ya casi papito!” –gritaba. Luego, en un agónico gemido cayó en el orgasmo, quedó tirada en el piso y buscó la verga de mi mascota para tragarse su semen y disfrutarlo.

Esa noche dormimos en la sala tiradas en la alfombra. Habíamos descubierto su secreto y obviamente lo mantendríamos así, ya que también éramos las perras de pulgas, pero lo más placentero fue que siempre podíamos ir a su casa o en la mía para seguir disfrutando de esa deliciosa verga a la que nos hicimos adictas.



Pasiones Prohibidas ®

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