domingo, 3 de noviembre de 2024

40. A papi le gusta como brinco

Antes de comenzar tan mágica historia me presento, soy una mujer de 24 años, soy de tez blanca, cabellera larga y castaña, tetas muy grandes y bonitas, en general una figura llamativa. Siempre me he caracterizado por ser una persona muy amable y empática y con papi no podía ser la excepción.

Soy de una familia tradicional, vivo con mis padres y últimamente mis padres han tenido muchas discusiones, los llegaba a escuchar discutir, mamá es de carácter muy fuerte, llega a ser atrevida y gritona. Papá es más tranquilo, él solo intenta complacer y no discutir, lo cuál hace que mamá se enoje más, esto nos lleva a la gran historia que sucedió hace un par de meses.

Dentro de tanta discusión, mamá decidió irse de vacaciones con sus hermanas a la playa, usualmente estos viajes los hacemos en familia pero esta vez fue distinto, por cuestiones de trabajo ni papá ni yo podíamos ir, por lo que mamá decidió irse ella con su familia y dejarnos a nosotros, al inicio eso nos molestó, pero después creí que era un buen momento para pasar tiempo con papá y consentirlo, así también ayudarlo para que olvide los malos ratos.

El primer día después de que mamá se fuera le propuse a papá que después del trabajo viéramos una película en casa para relajarnos, yo propuse una peli romántica y él como siempre accedió. Conforme la peli avanzaba se iba poniendo erótica y yo veía cómo eso a papá le incomodaba. Entonces quise romper la tensión y le dije: “Si quieres podemos cambiarla y poner otra?”. “No hija, no es para tanto” –me contestó. Entonces tomé el control para pausarla y él me lo quitó.

Yo esto lo tomé a juego y entonces empezamos una pelea campal por el control de la tv, entre risas y cosquillas de pronto yo ya estaba montada encima de él, de pronto comencé a sentir cómo poco a poco se iba poniendo muy duro y no voy a mentir, hasta con más gusto me restregaba en él, sentía tan delicioso y comencé a sentirme muy mojadita.

Papá notó cómo ya era muy adrede este movimiento y de la nada me quitó y se subió a su cuarto. Yo me quedé caliente y confundida en la sala, pero no me rendí, después de unos minutos subí a su cuarto con el pretexto de ofrecerle un vaso de agua ya que el calor era insoportable. Papá solo me dijo que si, que lo pusiera en su buró y que ya quería dormir, que era mejor me fuera a mi cuarto, a lo que le dije: “Papi, no quiero dormir, prefiero seguir contigo ¿Qué te parece si te hago un masajito para que te relajes? El trabajo ha estado pesado y tú estás muy tenso”. Papá sin mayor complicación se quitó la camisa, se tumbó boca abajo y me dijo: “Solo lo acepto porque no he podido dormir bien”.

Comencé a masajear su espalda con un poco de aceite, me senté encima de su trasero y entre masaje y musiquita, se podía sentir las ganas en el ambiente. Yo muy morbosa, me quité mi blusa y dejé mis tetas al aire y con ellos empecé a masajear su espalda, no sé si lo notó, pero papá no dijo nada, sólo oía cómo disfrutaba. Después de un rato le pedí que se volteara para ponerle una mascarilla, le dije que se mantuviera con los ojos cerrados y también le pedí quitarse el pantalón para estar más cómodo, él no reclamó y lo hizo tal como le había indicado. “Papi, no me acomodo, tengo que sentarme un poquito en ti de nuevo para colocarte la mascarilla, disculpa” –le dije con tono infantil.  “Si mi amor, tu acomódate. ¡Me estás consintiendo mucho! Más bien gracias por hacerlo” –dijo en tono dulce.

Me acomodé sin mi short y la tela que nos separaba era solo la de su bóxer y mi tanga. Comencé a sentir cómo a papi se le paraba la verga otra vez. Disfrutaba tanto sentirlo así, tan mío, que ya no pude. Me mordía el labio, intentaba mantener mi respiración calmada para que no se diera cuenta, cada vez me mojaba más y cada vez su verga estaba más tiesa. Mi cabeza daba vueltas, mis pezones durísimos y mi vagina mojada, no podía pensar en otra cosa que mi papi me cogiera. Mi corazón latía a mil y no pude soportar más y me hice a un lado mi tanguita, saqué la verga de papi y sin más me la metí. De lo mojada que estaba resbaló súper fácil y solo vi los ojos de papi abrirse enormes y soltar un gemido riquísimo. “¡Mi amor, no! Esto no es…! Por favor, ah! ¡No podemos hacer esto! ¡Ah! ¡Qué rico se siente, qué estrechita!” –decía papi disfrutando de mis movimientos. “Papi, es parte del masaje, tranquilo, tú solo disfruta y deja que tu niña disfrute. No sabes las ganas que tenia y desde cuándo” –le decía con lujuria mientras me movía subiendo y bajando.

Esa posición nos quedaba perfecta porque papá podía morder mis pezones y masajear mis nalgas a la par que yo lo montaba como toda una experta, no podía parar, comencé a saltar sobre él sin pensar en nada más, solo en lo salvaje que me movía y en lo mucho que disfrutaba tener la verga de papi dentro de mí. “Si mamá me viera que soy capaz de complacerte mejor de lo que hace ella se volvería loca” –le decía subiendo y bajando sin parar. Él me tenía tomada de las nalgas y las apretaba con fuerza, me miraba a los ojos y me decía: “No tendría derecho a decir nada, ya que no es capaz de satisfacerme como tú lo haces”. “Ahora tienes a tu nenita para que te entretengas papito” –le respondí gimiendo como loca. Resistirme al orgasmo era un crimen, pero quería disfrutar hasta que ya no pudiera más, hasta que mi cuerpo cayera en éxtasis, la calentura que me recorría me hacía estremecer, espasmos constantes en mi conchita eran un detonante de desenfreno que me hacía perderme en el placer. Ya sin fuerza caí sobre el pecho de mi padre gritando y temblando, apenas podía respirar al sentir los fuertes espasmos en mi vagina, pero papi seguía disfrutando de mi conchita, ahora él se movía tan perversamente que me hacía gritar y resoplar al sentir su verga que entraba y salía sin compasión.

Luego de varios minutos más dándome verga, papi me dijo: “¡Voy a acabar, no puedo más!”. Al escuchar esas sublimes palabras empecé a moverme lento, pero él dijo: Oh, mi amor, brinca para que tus tetas reboten en mi cara”. Me encantaba que papi fuera un pervertido y que le gustarán mis tetas. “¡Así nenita! ¡Sigue! ¡Ya casi!” –decía con perversión. Intentó que me bajara para no acabar adentro pero no quise, quería que llenara mi conchita con su semen.

Sentí cómo explotó y eso me hizo tener un orgasmo más fuerte que el anterior. Al terminar me recosté a su lado, nos besamos un buen rato y nos quedamos dormidos juntitos, sudados y felices. Ahora ya sabia como ayudar a papi a ser más feliz, aún nos quedaba una semana a solas que podríamos disfrutar del placer del incesto de la manera más indecente que pudiera existir.

Al día siguiente del encuentro con mi papi yo me sentía la más contenta creyendo que de ahora en adelante tenía asegurado sexo en casa, pero me llevé gran sorpresa cuando vi que él no estaba conmigo en la cama, lo busqué en la casa y nada, entonces le llamé: “Hola papi, ¿Dónde estás? Pensé que íbamos a desayunar juntos” –le dije. “Ahora no puedo hablar, si es urgente me escribes” –me respondió y colgó.

Yo no entendía por qué me trataba así pero no me preocupé, me ocupé con cosas de mi trabajo hasta que escuché que él llegó y se fue directo a su estudio. Yo al escuchar bajé feliz para saludarlo pero cuando entré noté que no me miró, estaba hablando por teléfono con mamá, al parecer estaban discutiendo de nuevo, por lo que yo fui a mi cuarto, me puse unos ligueros negros que me encantan y sé que a papi también y bajé solo con esos ligeros y una blusita larga que hacía que se lograran ver mis pezones muy parados por el frío y emoción. 

Al entrar vestida así fue inevitable que papá no me mirara, pero seguía hablando por teléfono, entonces yo entré calladita y me senté en sus piernas y comencé a mecerme. Al poco tiempo empecé a sentir como su verga reaccionaba y supe que era el momento de aprovecharlo. Me arrodillé y abrir su pantalón, él estaba concentrado peleando con mamá, lo cuál no voy a negarles que me puso muy celosa, por lo debía captar su atención. 

Le desabroché su cinturón, su pantalón y saqué de su bóxer su tan perfecta, se la lamí desde la punta a la base en varias ocasiones como un delicioso helado chorreante de fluidos, empecé a chuparla, lo metí a mi boca lo más profundo que pude para no hacer ruido de arcadas, primero fui despacio, pero la sensación de su erección en mi boca me provocaba tanto, que comencé a hacer más rápido, arriba y abajo, sin parar, mientras escuchaba cómo intentaba modular la voz con mamá. “Sí Ana, ya te dije que yo estoy al tanto de Tamara, no tienes por qué estar llamando todo el día, ayer dormimos temprano y por eso no respondimos. Después de esa respuesta me tomó por el pelo y empujó mi cabeza para que pudiera chupársela a su ritmo, eso me hizo mojarme, me gusta que de pronto él quiera tener el control. Después de un rato de escuchar a mi madre discutir colgó y ahora sí pudo disfrutar bien y de forma lasciva como se la estaba chupando. “¡Ah, hija! ¿Por qué haces esto? No ves que está mal. ¡Pero que rico la chupas! Ya no quería que volviera a pasar, ¡esto no puede seguir así! ¡No puedo negar que lo haces tan rico!” –decía él entre gemidos. 

Yo dejé de chupársela y lo empecé a masturbar con mis tetas. Sentir esa rica verga en el surco de mis tetas era tan placentero que le pasaba la lengua a su glande y lo metía en mi boca. ¡Me calentaba tanto! “Papi, ¿por qué no me quieres? Yo te consiento, te hago mimos y tú me tratas así” –le decía mientras seguía moviendo mis tetas en su verga. “¡Con tus tetas siempre quise que lo hicieras! ¡Estás bien rica! Muchas veces me pajeé imaginado esto, pero está mal” –decía con perversión. Me calentaba saber que papi me deseaba y se pajeaba pensando en mí. “¿Te gusta papito? ¿Te gusta que tu hijita sea putita?” –le preguntaba poniendo voz de niña traviesa. “¡Si me gusta! ¡Me gusta que seas putita conmigo! Coges más rico que tu mamá y me calienta. ¡Sí, más rápido! Eso sigue así hija! ¡Estoy por acabar!” –me decía gimiendo de placer. Cuando sentí que papá iba a acabar, metí su verga en mi boca de niña tragona y me tragué todo su semen. Era una delicia sentir cada chorro en mi boca y degustarlo, se la chupé y le dejé la verga limpia con mi lengua. Cuando me iba a sentar sobre él, papi se puso de pie, acomodó su pantalón y salió de la casa.

No pensaba quedarme con las ganas, así que me fui a la habitación de mi papi y tomé una de sus camisas, la empecé a oler y sentir su aroma de macho me puso a mil. Me saqué la ropa y me tiré a la cama, estaba tan caliente que empecé a tocarme, primer, pellizcando mis pezones que de por sí ya estaban muy duros, después acomodé una almohada y encima coloqué su camisa, quería dejarle mi aroma en su ropa para que no me olvidara y me monté en la almohada, comencé a rozarme en ella y a gemir. “¡Sí papi, quiero ser tuya una y mil veces! ¡Ah, sí, quiero dejarte mi aroma impregnado en todo!” –decía como loca cogiéndome la almohada imaginando que estaba encima de papi. 

Después de un buen rato en el vaivén encima de la almohada y varios orgasmo, me metí tres deditos en mi conchita que estaba mojada, deseando a mi papi y comencé a cogerme sola, no era lo mismo que con papi pero necesitaba quitarme las ganas, al poco rato exploté en éxtasis gimiendo y temblando. “¡Ay si papi! ¡Sí papito, soy tu putita! ¡Tú bebita quiere tu verga!” –gritaba mientras el orgasmo me abrazaba con fuerza. quité la camisa de mi papi y pude vi que la había dejado muy mojadita, la dejé sobre su cama como un regalito junto a mi tanguita y una nota que decía: “Cuando vuelvas, no olvides que necesito de ti papi, disfruta de mi olor”.

Esperé hasta tarde para ver si mi papi volvía, pero no lo hizo y al final me ganó el sueño hasta que de pronto sentí unas manos muy frías tocándome mis piernas que me despertaron. Era papi, al instante abrí mis piernas y él se metió en mi vagina con su boca, empezó a saborear mi clítoris y la humedad de mi conchita que fluía al sentir ese delicioso recorrido. “¡Oh, papito, qué rico!” –le decía mientras me agarraba las tetas y me apretaba los pezones. Él seguía pegado a mi vagina haciéndome gemir y retorcerme, mi calentura se encendió cuando uno a uno sus dedos se metían, estaba en éxtasis, papi me estaba metiendo toda su mano en mi conchita glotona que se la comía de forma perversa. “¡Sigue papito! ¡No pares!” –le decía. Mis manos se agarraban a las sábanas y mis ojos se cerraban por tanto placer. Su mano entraba y salía, solo podía venir y gritar por las sensaciones que estaba experimentando, era la primera vez que me cogían de tan exquisita forma. Ya no me podía resistir, ya el desenfreno era brutal, quería acabar y entregarme al orgasmo pero papi seguía haciendo lo suyo en mi conchita. “¡Eso, gime Tamara! ¡Saca la zorrita que tienes dentro!” –me decía calentándome más. “¡Ay papito! ¡Qué rico! ¡Sabes que soy una putita!” –le contesté gimiendo. En ese momento mi respiración se detuvo, mi cuerpo se sacudió con violencia como si estuviera poseída, ya no pude contenerme y acabé en un delicioso e intenso orgasmo. 

No tuve descanso, me volteó y me puso en cuatro, me dio unas nalgadas que me enloquecieron y dijo: “Si esto va a seguir voy a ocupar todos tus agujeros”. “Sí papi. Úsalos, son tuyos” –le respondí. Sentí como su boca invadió mi culo, sentía como lo mojaba con saliva, yo deliraba y gemía. Cuando ya lo tuvo lo suficiente mojado me metió el dedo medio para dilatar mi ano, sentí un pequeño dolor placentero, mi culo se estaba adaptando. Puso su glande en la entrada de mi agujerito y empujó despacio, sentir como ese orificio tan pequeño se abría y su verga entraba lentamente fue celestial. Ya tenía la mitad adentro y yo había tenido como tres orgasmos. “¡Ay papi, métela toda!” –le dije. Ya no hubo compasión, se tomó de mis caderas y me embistió como un toro, esa fuerza incontrolable me hizo gritar y sacudirme hasta que al fin mi ano se acostumbró al tamaño y grosor de su verga. El placer era perverso y divino, él sabía que lo estaba disfrutando y seguía con esa fuerza imparable dándole a mi culito. También me daba nalgadas, lo que me indicaba que debía seguirle el ritmo. Yo muy puta sincronizaba mis movimientos con los suyos. Una de sus manos se deslizó por mi espada y sentí como sus dedos se enredaron en mi pelo y lo tiró haciendo que mi cabeza se fuera hacía atrás. Era tan candente que pronto tuve otro orgasmo y papi seguía como animal en celo masacrando mi culo con su verga. “¡Oh, mierda! ¡Papi dame fuerte! ¡Tírame el pelo, nalguéame!” –le decía. Él usaba mi cuerpo a su antojo y me encantaba la manera en que lo hacía. Sin decir nada papi me regaló su tibio semen en el fondo de mi culo, haciéndome vibrar de placer y quedar rendida a otro orgasmo.

La mañana había llegado, me desperté abrazada a papi, estábamos desnudos. Mi deseo por él era más poderoso que mi razón, verlo desnudo en mi cama y con su verga tiesa por el descanso de la noche me provocó despertarlo de forma más placentera, sin hacer ruido me metí su verga a la boca y se la empecé a chupar. A los pocos minutos se despertó sintiendo ese exquisito placer que le brindaban mis labios y mi lengua. “¡Qué rica forma de despertar!” –dijo acariciando mi pelo. Me sentía feliz de saber que él disfrutaba de mis atenciones. Él gemía deliciosamente, hasta qué sentí su tibio semen en mi boca. Lo miré, abrí la boca y le mostré el semen mezclado con mi saliva y lo tragué delante de sus morbosos ojos.

Los siguientes días fueron más intensos y placenteros, papi aceptó lo que pasaba entre nosotros, él era feliz cogiéndome y yo era feliz sabiendo que papi disfrutaba de mi cuerpo. Nuestros encuentros sexuales continúan hasta ahora, no sé si mi madre intuye algo y aunque lo haga para mí da lo mismo, si ella no sabe cómo complacer a papi, estoy yo para hacerlo. 



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