Con mi esposa tenemos películas pornográficas, pues nos gusta verlas, antes, durante y después de coger. Un sábado fui a trabajar, generalmente estaba de vuelta en casa a eso de las tres de la tarde, pero ese día no, fui con los compañeros a un pequeño bar a celebrar el cumpleaños de uno.
Al llegar a casa alrededor de las 8 de la noche, estaban mis hijos, mi esposa y mi sobrina en la habitación viendo películas. Mi esposa estaba sentada en la cama, mientras mis hijos estaban en la alfombra, pero mi sobrina estaba costada boca abajo junto muy junto a mi esposa, sus nalgas pegadas a los muslos de ella. Mi mujer le acariciaba las piernas llegando al pliegue de sus nalgas; mis hijos me recibieron como siempre entusiastas, mi sobrina a penas me saludó y mi esposa me dio un beso en la boca y con mirada picara casi de lujuria me susurró: “Tengo algo que contarte”. Yo solo asentí con la cabeza. Casi de inmediato mi sobrina se despidió y junto con ella mis hijos, pero al levantarse de la cama, vestía de pijama qué hizo que la verga se me pusiera tiesa de solo verla: Un short muy corto que deja ver las nalgas y una camiseta de tirantes color rosa transparente, dejaba ver sus pezones duros. También se podía ver una pequeña tanga blanca con ese hilo diminuto entre sus nalgas y la parte de adelante que apenas le cubría la vagina.
Cuando nos quedamos solos, mi esposa comenzó el relato. Ella salió a hacer unas comprar, mi sobrina no quiso ir y mis hijos decidieron quedarse en casa con ella. Al regresar mis hijos dormían en su recamara, pero no vio a mi sobrina, al llegar a la recamara escuchó gemidos, al abrir la puerta vio a su sobrina acostada sobre nuestra cama, solo traía puesta una pequeña tanga y se masturbaba con un consolador de mi esposa, el que tenía metido debajo de la tanga y estaba con las tetas al aire. Ella se sobresaltó, y mi esposa dice que apenas si pudo decir algo. Dijo mi mujer que lejos de molestarse por la situación en la que encontró a su sobrina, la calentó muchísimo. Nunca pensó en verla así y dijo que tuvo que reconocer que tiene un cuerpo que llama la atención hasta a una mujer. Le pregunté: “¿A ti te llamó la atención?”. Se sonrojó y me respondió: “Sí, me calentó mucho”. Entonces mi esposa con más calma vio que tenía puesta una película porno de lesbianas, y sobre la cama, una revista de hombres desnudos y todos con sus vergas a todo lo largo, mi esposa le dijo que eso era de nosotros, y que si lo quería, se lo hubiese pedido, y le dijo que no se preocupara, que ella sabía lo que era estar en esa edad y lo que sentía”. Siguió contándome, le dijo que se veía muy bien en tanga, pero debía rasurarse el vello, que en estos tiempos se veía más estética sin nada debajo. “Aunque un poco desconcertada mi sobrina me le preguntó: “¿Cómo lo hago tía?” –me dijo ella, y no le quedó más que ofrecerse a ayudarle.
Me sentía tan caliente al escucharla, si tan solo hubiese llegado antes y haber visto in situ ese espectáculo. Cuando siguió contándome yo me estaba tocando la verga, mi esposa sabía que estaba caliente pero yo quería que siguiera relatando lo que sucedió. Dice que ella fue por sus cosas al baño, trajo la crema y una máquina para rasurarle la vagina. “Mi sobrina se quitó la tanguita, separó las piernas, permitiéndome ver esa joven y rosada vagina. Se veía hermosa ya que no tenía mucho bello, le unté crema, mi manos temblaban era la primera vez que tenía la vagina de otra mujer así de cerca y más encima yo acariciándola, menos pensé que sería la vagina de mi sobrina, me sentía caliente. Mi concha adulta y experimentada se mojaba al pasar mis dedos con su suavidad. La depilé suave y sin prisas, más que una depilación eran caricias. Intencionalmente le rosaba los dedos en los labios de su vagina, argumentando que los hacia a un lado para que no le quemara la crema. Sentía una ganas locas de meter mis dedos, ya que veía como afloran esos tibios fluidos de su exquisita vagina, podía escuchar sus gemidos suaves y ver cómo mordía su labio al sentir el candente roce de mis labios” –me contaba. “En ese momento me recordé de la película, aunque siguió corriendo ninguna de las dos estaba pendiente de lo que sucedía en las escenas, estábamos más pendientes de las reacciones No te niego mi amor que estábamos demasiado calientes” –me contaba entre suspiros.
Al terminar su relato, me preguntó ¿qué pensaba? Le respondí que me gustaba lo que había escuchado y que por mi parte no había problemas con que sintiera esas cosas y si quería experimentar, lo hiciera. También le dije que había dibujado la escena en mi mente perversa y que mi verga era la nuestra de lo mucho que me había gustado lo que me contó. La empecé a besar y le dije: “Debes estar muy caliente, porque no te la puedes sacar de la cabeza”. “Sí, mucho, quería que llegaras para que me cogieras y me quitaras las ganas” –dijo ella. Metió su mano entre mi pantalón y sintió mi verga, mira a los ojos y me dice: “¡Parece que tienes ganas de coger!”. “Claro, después de todo lo que me dijiste!” –le respondí. Le quité el camisón las bragas que cubrían su vagina. La empecé a acariciar sin ningún pudor sabiendo que ambos estábamos igual de calientes. Le quité su diminuta braga y mis dedos empezaron el recorrido perverso en su entrepierna, arrancándole dulces gemidos. Kelly me pidió que me detuviera por unos minutos, me dijo que quería decirme algo. “Tengo muchas ganas de coger pero quiero proponerte algo, pero me da un poco de vergüenza, si tú quieres se hace y si no quieres, pues, no vuelvo a proponerlo” –me dijo. “A ver mi amor, dime que tienes en mente” –le dije. “¿Qué te parece si dejo la puerta abierta y cogemos de espaldas a la puerta, así Katty se puede asomar y vernos. Eso me excitaría muchísimo” –dijo ella con un encendido entusiasmo. Nos pusimos de lado con la puerta abierta, quien pasara por el pasillo podría vernos sin problemas, ya fuera algunos de nuestros hijos o el fetiche de Kelly, su sobrina. Pensar que su sobrina nos pudiera estar viendo, la calentó tanto a ella como a mí la éxito tanto a ella como a mí. Se nos fue a la mierda poner una película porno, pero los gemidos de mi esposa eran suficientes para llamar la atención de cualquiera en casa. La tenía con las manos apoyadas en la pared y su culo en pompa, mi verga entraba y salía salvajemente en su vagina, lo que nos tenía demasiado calientes.
De pronto, me dijo: “Nos está viendo, ya la vi, sácame tu verga para que la pueda ver ella y métemela en la boca, y así lo hice. Lentamente saqué mi verga, me detuve por un momento frente a la boca de mi esposa para que mi sobrina la pudiera ver y lentamente la acerqué a la boca Kelly y se la metí. Mi esposa volteo hacia fuera y vio a su sobrina completamente desnuda en la oscuridad. Al verla, Katherine se quiso esconder, pero Kelly le hizo una seña para que se acercara, me pidió que no mirara a Katherine hasta que las dos perdieran la vergüenza. No puse objeción ya que mi calentura era demasiada. Mi mujer siguió comiéndome la verga como poseída y le decía a Katty: “Así tienes que hacerlo y conseguirás lo que quieras de cualquier hombre”. Poco a poco se la tragaba y yo estaba enloquecido por el morboso momento. Al parecer, fue el turno de Katty porque sentí unas manos titubeantes agarrar mi verga y pasarle la lengua como si fuera la primera vez. Poco a poco tomó confianza y adquirió el ritmo necesario para enloquecer mi lujuria. “¡Eso, sigue así! ¡Lo haces muy bien sobrina!” –le decía. Sentía otra boca jugando en mis testículos, solo por la curiosidad miré y Katty me la chupaba y mi esposa me comía los testículos, era tan delicioso y lujurioso verlas unidas en esa perversión. Cerré los ojos y me dejé llevar por el placer, lo disfruté con todo el morbo, sobre todo cuando acabé en la boca de Katty, mi esposa la besó en los labios y compartieron mi semen de boca a boca.
Me moría de ganas por cogerme a mi sobrina, pero Kelly no
me lo permitió, porque habían sido demasiadas emociones fuertes por un día.
Katty salió sonriendo de la habitación, como si hubiera hecho una travesura. Ya
era de madrugada, me desperté para ir al baño pero mi esposa no estaba a su
lado de la cama, movido por las ganas de mear, pero más por el morbo me levanté.
Pasé por la pieza de mis hijos y los dos dormían como troncos, al pasar por la habitación
que ocupaba Katty sentí leves gemidos, así como contenidos para no llamar la atención.
Me asomé sin hacer ruido y vi a mi sobrina tendida en la cama, desnuda y con
las piernas abiertas. Entre sus piernas estaba Kelly lamiendo su vagina de forma
incesante. Katty disfrutaba de la lengua de su tía, con gemidos que apenas se podían
escuchar y masajeándose las tetas, por su parte Kelly disfrutaba de los tibios
fluidos de la entrepierna de su sobrina, fue un espectáculo morboso y lleno de
erotismo. Quería unirme y aprovechar la situación, pero a la vez me contenía para
no arruinarles el momento. Las dejé que siguieran en su juego perverso y me fui
a mi habitación. A los minutos regresó Kelly y se acostó sin decir nada,
pensando que estaba dormido. Ahora el que esperó a que se durmiera fui yo, me
levanté y caminé entre las sombras a la habitación de Katty, estaba de espaldas
acostada, completamente desnuda, entré con sigilo para observar con detalle su exquisito
cuerpo. No puede resistir la tentación e igual que un pervertido le toqué esas
turgentes tetas y apretaba esos ricos pezones, se los lamia y los mordía, acariciaba
su vagina rasurada y suave. Le acariciaba las piernas y mi calentura creció, ya
no me conformaba con pasarle las manos solo por encima de la vagina, le separé
las piernas y empecé a jugar su clítoris. Me puse sin hacer ruido entre sus
piernas y empecé a lamerlo, disfrutando de esa sensación prohibida y tomar
provecho de mi sobrina que duerme sin enterarse de nada.
Ya sin poder contenerme le abrí más las piernas, dejando
su vagina a mi disposición. Acomodé mi verga en esa húmeda y tibia entrada,
empujé despacio, poco a poco mi verga se metía, ya la tenía toda adentro cuando
Katty abrió los ojos y se encontró con los míos, al verme sonrió y me dijo: “Ustedes
con mi tía tienen una manera muy particular de despertarme esta noche”. Se enredó
con sus piernas en mi cintura y me dijo que me la cogiera. Al oírla decirlo la
calentura se encendió más en mí y se la empecé a meter con fuerza, haciendo que
nuestros cuerpos choquen con furia en cada embestida. En medio de ese mar de
emociones que ambos vivíamos, Katherine me dice entre suaves gemidos: “No sabes
las ganas de que esto que estoy viviendo pasara antes, siempre los he visto
como una pareja que tiene mucho para competir en la cama”. No besamos con
lujuria y se pone en cuatro, dándome un espectáculo maravilloso de ese poderoso
culo. Sin pensarlo dos veces se la metí en su joven concha, ella me recibió con
un delicioso gemido que me calentó mucho más. Me tomé de sus caderas y se la empecé
a meter con fuerza que ya para ella se le hizo imposible contener sus gemidos, haciéndose
más intensos y deliciosos. Me movía de forma impetuosa y ella seguía mi ritmo,
en verdad Katherine sabía perfectamente como coger y no era la niña torpe de
hace unas horas. “¡Quiero tu semen tío!” –me dijo. Seguí dándole hasta que ya
no pude aguantarme. Le dije que ya estaba por acabar y rápidamente se puso de rodillas
en el piso y abrió su boca de forma sensual, no tuve más que posar mi glande en
sus labios y mi verga empezó a explotar, soltando los chorros de semen en esa
exquisita boca. Lo tragó completo, sin desperdiciar ni una sola gota. “¡Eres
toda una traviesa!” –le dije. Ella sonrió y me respondió: “¡No solo traviesa
tío! ¡Todo lo que puedes imaginar puedo ser!”. Le di un tierno beso de buenas
noches en los labios y me fui a la habitación. No hago nada más que acostarme
cuando escucho la voz de Kelly, me quedé paralizado, no sabía cuál sería su reacción,
me preguntó: “¿No pudiste quedarte con las ganas de cogértela?”. “La verdad no,
solo te puedo decir que Katty sabe más de lo que aparenta” –le respondí. “¿No
me digas que recién lo notaste?” –me dijo con un sonrisa. “Ya mujer vamos a
dormir, mira que esta noche ha sido intensa para todos” –le dije. No fue precisamente
lo que hicimos, cogimos como poseídos hasta que el sol comenzó a alumbrar con
sus primeros rayos.
Les puedo decir que las cosas han cambiado en casa, Kelly y su sobrina se hicieron más cercas, una cercanía un tanto lujuriosa e incestuosa, que al menos a mí me hace disfrutar de ambas y esas perversiones que acarrean de una cama a la otra.
Pasiones Prohibidas ®
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