jueves, 23 de enero de 2025

71. Me cogió estando borracha

 

Era viernes, corrí como nunca a mi casa con tal de llegar temprano, ya que sería una noche en que nos juntaríamos en la casa de una compañera de la facultad. Estamos acostumbrados con un grupito de compañeros hacer una fiesta el ultimo viernes del mes para relajarnos y pasar un momento agradable entre alcohol y baile.

Hace varios meses que me gusta un chico de la facultad, tanto él como yo somos muy tímidos. Después de varios meses de buscarnos con la mirada, finalmente esta noche nos besamos, hacia mucho que soñaba con este momento. Él es alto y flaco, muy flaquito, sin músculos, usa anteojos igual que yo, es súper divertido y quizá un poco nerd, como yo también. Yo soy bajita, mido 1.60, tengo pelo negro hasta más abajo de los hombros. Tetas grandes y un culo redondito, grande también. Soy una chica con curvas, muy divertida, algo nerd y uso anteojos.

Esa noche finalmente después de varios intentos, nos besamos mientras bailábamos un lento, no sé si habrá sido la música, la insistencia de mis amigas, o la cantidad de alcohol que tomé esa noche para sacarme la vergüenza. La cosa es que al final nos besamos durante una hora aproximadamente, hubo algún que otro toqueteo también, la cuestión que cuando terminó la fiesta ninguno de los dos se animó a pasar a segunda base, nos despedimos con un beso diciendo que nos volveríamos a ver el lunes en la facultad. Yo esperaba más, pero ni él ni yo fuimos capaces de animarnos a más esa noche.

Ya en el Uber de vuelta a casa no hacia otra cosa que reprocharme a mi misma no haberlo invitado a casa esa noche, había quedado muy caliente. Me bajé del auto y fui directo a abrir la puerta de casa, pero no encontraba las llaves por ningún lado. Para colmo ese fin de semana estaba sola ya que mis padres habían salido de paseo a la costa. Di la vuelta a la casa por el jardín para ver si la suerte me acompañaba esa noche y revisé las ventanas, la puerta trasera, para ver si en una de esas había quedado alguna sin trabar, pero la suerte no estaba de mi lado.

En eso escucho ruido de pisadas sobre las hojas del piso en el jardín, me quedé helada, un poco del susto y otro poco haciendo silencio para poder ver quien era, finalmente pude ver que el ruido era el perro de mi vecina, un pastor alemán grande, fuerte y juguetón que se llama Titán. Se acercó sigiloso hacia mí, yo intenté acariciarlo, pero gracias a lo borrachita que estaba no le apuntaba a la cabeza. “Eres un buen perro, pero me metiste un susto que casi me mata” –le dije hasta que pude acariciarlo. Para mi sorpresa metió su hocico debajo de mi falda y comenzó a olerme la conchita, me hacia cosquillas con su nariz fría, así que intenté alejarlo, pero fue en vano porque todo me daba vueltas. Sentí su lengua también por sobre mi tanguita y debo confesar que me gustó, pero seguía tratando de sacarlo de debajo de mi falda sin suerte. “¡Déjame perro degenerado!” –le dije mientras trataba de empujarlo a un lado, con tanta mala suerte que perdí el equilibrio, me fui contra la pared lateral de mi casa y traté de agarrarme de algo, pero todo se escapaba de mis manos a causa del alcohol, fui a dar al piso que por suerte era pasto. Caí boca abajo desparramada en el pasto junto a Titán, que parecía no importarle en absoluto mi caída, solo me seguía olfateando.

Estuve así quizás uno o dos minutos, hasta que logré juntar algo de fuerza para levantarme. Apoyé mis rodillas primero y cuando estaba a punto de incorporarme sentí un peso enorme sobre mi espalda, sentí como Titán me abrazada por atrás y me obligaba a apoyar mis manos en el piso para no caerme de cara al piso nuevamente. En resumen, quedé en cuatro con un perro atrás mío tratando de cogerme. Al principio me dio miedo y traté de zafarme, pero me di cuenta que si levantaba una mano del piso me caería nuevamente, así que me quede inmóvil. Sentía como Titán movía su cadera como para darme la cogida de mi vida, pero en el fondo estaba tranquila creo, ya que sabía que nunca podría atravesar mi tanguita.

Hasta ese momento solo sentía su movimiento de cadera, pero de golpe comencé a sentir como su verga chocaba contra mi tanguita y rozaba una y otra vez mi conchita, que para ese entonces comenzaba a mojarse. Comencé a sentirme cada vez más caliente con toda esa situación, a tal punto que me preguntaba qué pasaría si corría mi tanga hacia un costado y lo dejaba entrar. Al fin y al cabo, ya me habían cogido varios hombres y un perro no la debería tener más grande que ellos.

Finalmente, como pude me corrí la tanga a un lado y sentí su verga golpeando contra mis nalgas y por un momento pensé en que estaba tan regalada que me la podría meter por mi culito virgen y me iba a hacer gritar del dolor, pero mis pensamientos fueron interrumpidos cuando su verga comenzó a entrar en mi conchita, apenas si entraba un poquito cuando comencé a notar como se movía más y más rápido, seguía entrando y entrando. Nunca me habían metido una verga tan grande, mucho menos a esa velocidad.

Ahora si que me estaba dando la cogida de mi vida, yo estaba borracha y en cuatro en el jardín de mi casa, totalmente a oscuras y era salvajemente cogida por el perro de mi vecina, ¡y que cogida! No podía dejar de gemir, trataba de hacerlo en voz baja pero no estoy tan segura de haberlo logrado. “¡Ay, maldito perro degenerado! ¡Dame rico con esa verga deliciosa que tienes!” –le decía gimiendo

De repente, comencé a sentirla más y más adentro, pero a su vez sentía como si me estuviera tratando de meter los testículos, me acordé que tienen una bola del tamaño de una pelota de tenis que una vez que entra adentro de su hembra, hace que queden pegados y traté de zafarme, cuando sentí que terminó de entrar esa pelota en mi. Una mezcla de dolor y placer me invadió, quería que no pasara pero a su vez sentía tanto placer que me enloquecía. Titán se quedó quieto y comencé a sentir como me llenaba de semen ese semen calentito que me hacía sentir su perrita. Estuvo acabando adentro por un minuto y finalmente se quedó quieto, pero sin poder salir de Mi conchita, estábamos pegados.

De pronto, sentí que se bajó de mi espalda, pero aún seguíamos pegados, ahora que podía usar mis manos traté de tocarme la conchita para ver si estaba mojada por su semen, pero no había rastros aún, pero lo que sentí fue esa bola dentro mío, la tocaba con mi mano por fuera, pero podía sentirla, era algo que no puedo definir con palabras. Comencé a masturbarme pensando que era su perrita y que me había cogido mucho mejor que todos los hombres que habían tratado también, muchos de ellos sin siquiera hacerme acabar. Eso me puso muy caliente y cada vez me tocaba más y más rápido, sintiéndolo dentro mío. ¡Ah, qué placer! Un orgasmo tremendo me sacudió, fue uno de los más fuertes que había tenido en mi vida. Estuve unos segundos disfrutando de mi orgasmo cuando sentí que la bola se salía, imposible describir la cantidad de semen que salió de mi conchita, pero lo seguro es que es por lejos el que más semen me dejó adentro en toda mi vida.

Titán comenzó a limpiarse él mismo mientras yo lo miraba. Ya casi amanecía, así que me puse de pie y pude ver como mi vecina venia caminando hacia nosotros. Al llegar me preguntó si estaba bien, le conté que me había quedado afuera de casa porque perdí mis llaves y me dijo que ella tenia un juego extra que le había dejado mi mamá por cualquier inconveniente, que en un minuto me las traía.

Cuando volvió con las llaves yo ya estaba más arreglada. Agarré las llaves y le agradecí, mientras me alejaba para irme para casa me dijo que lo estaba buscando a su perro porque estaba en celo y siempre se le escapa cuando está así. “pero tú ya lo sabes, ¿no?” –me dijo mientras me guiñaba un ojo y seguramente veía como mi cara se ponía roja como un tomate. “Otro día vamos a hablar del tema si quieres, me cuentas como te fue y yo te cuento mis historias con Titán” –me dijo esto con una sonrisa picara en la cara mientras se iba para su casa con su perro.

Yo entré a mi casa y fui directo a darme una ducha. Todavía podía sentir todo su semen pegado en mis piernas, mi conchita me ardía al contacto con el agua. ¡Seguramente por la tremenda cogida que ese maravilloso perro me dio! Me tendí en la cama desnuda y me calenté al recordar como me ensartaba su verga, esa brutalidad animal que por primera vez había disfrutado y no me podía sacar de la cabeza. Un delicioso orgasmo llegó haciéndome vibrar, mis ojos se cerraron y mi boca se abría gimiendo y jadeando. Pensaba en que sucias historias tendría mi vecina para contar y que estaba ansiosa por escuchar.



Pasiones Prohibidas ®

1 comentario:

  1. Tremendo escrito Caballero me gustó mucho como siempre exquisito relato Caballero

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