miércoles, 29 de enero de 2025

74. Mi papá me convirtió en la puta familiar 1

 

Hace un tiempo que me viene dando vueltas en la cabeza la idea de contar lo que me sucedió. Han pasado dos años y creo que es necesario contárselo a alguien. Hoy tengo 20 años y mi vida cambió mucho desde entonces. Mis padres se separaron cuando yo era pequeña y como mi madre se fue con otro hombre yo me quedé a vivir con papá junto a mi hermano menor. Mi nombre es Constanza.

Cuando tenia 18 años me gustaba mucho usar falditas y unos shorts y unos tops para estar en la casa y para salir a todo lado, para provocar un poco y presumir mi cuerpo, porque yo tengo un cuerpo delgado mido 1,69 y tengo unas tetas bastante grandes, heredé casi toda mi apariencia de mi madre con un tono de piel blanca y cabello castaño que a diferencia de mi hermano que se parecía a mi padre que es moreno, de cabello negro y bastante corpulento.

Todo comenzó un día cuando volvía una tarde de salir con unas amigas. Al llegar a mi casa descubrí a mi padre durmiendo borracho en el sofá y mi hermano aun no habia llegado, no le di mucha importancia porque él tomaba mucho desde su divorcio y ya era algo normal de ver.

Fui a mi habitación y me cambié de ropa. Me puse una falda y una blusa corta como siempre, después bajé a buscar algo para comer porque tenia un poco de hambre y mientras me preparaba un sándwich sentí que me habían dado una fuerte nalgada, sorprendida me di la vuelta y vi a mi padre. “¿Papá qué haces?” –pregunté aun sorprendida. “Tranquila cariño, te extrañe mucho Carla” –dijo él mientras me abrazaba desde atrás (Carla es el nombre de mi madre). Sintiendo pena por él y también su aliento a alcohol. Dejé que me abrazara mientras sentía que subía sus manos poco a poco hasta llegar a mis tetas. “¡Papá soy tu hija, no soy mamá!” –le dije nerviosa mientras empezaba a manosearme y no se detenía. Él seguía manoseándome por unos minutos hasta que me dijo: cojamos, tengo muchas ganas y nuestros hijos no están, no hay nadie que nos interrumpa”. “No podemos, ¡soy tu hija!” –le dije mientras intentaba soltarme pero mi padre era mas fuerte y me puso contra la mesa. Mientras me sujetaba fuertemente levantó mi falda dejando ver así la tanga que tenia puesta. “¡Cariño me gusta mucho tu nueva tanga!” –dijo mientras rompía mi tanga con sus manos.

Después de romperla seguía intentando soltarme pero era inútil, él se bajó su pantalón dejándome ver su verga que era muy gruesa, venosa. No niego que me gustó verla pero no quería que me cogiera, eso no estaba bien. “Papá no soy mamá y además es muy grande no va a entrar” –le dije asustada al ver el tamaño que tenia su verga. “¡Cállate puta!” –me gritó dándome otra fuerte nalgada. Al ser tratada así no sabía como reaccionar y obedientemente dejé de hablar y de resistirme mientras mi padre empezaba a frotar su verga contra mi vagina que sin darme cuenta se habia puesto muy mojadita. “¡Ves que si querías esto! ¡Ya estás mojadita puta!” –me dijo mientras empezaba meter la punta de su verga en mi. “¡Ah, Dios, me duele!” –solté un fuerte grito, porque era la primera vez que lo hacia y mi padre estaba quitándome la virginidad. No tuvo compasión de lo conchita, siguió metiéndome la verga hasta lo más profundo, me penetraba fuertemente y yo no paraba de soltar gemidos de dolor y placer, mientras el subía la intensidad cada vez mas, cada vez que me penetraba sonaban como aplausos en toda la casa y mi falda se movía de lado a lado. “¡Estás más apretada de lo que recordaba!” –decía mientras me daba fuertes nalgadas. “¡Ah, papi, ah, ya para!” –decía gimiendo incapaz de decir otra cosa.É

l siguió cogiéndome muy duro por varios minutos sin parar y dándome tantas nalgadas que su mano se había quedado marcada en mi culito. “¡Ah, linda ya no aguanto más! ¡Voy a acabar!” –dijo sin dejar de metérmela. “¡Ay papito, no lo hagas dentro! ¡Échamelo fuera por favor! ¡Ay, Dios!” –le decía. No le importó lo que le dije y después de un rato acabó, soltando una gran cantidad de semen dentro de mi vagina, mientras lo hacia pude sentir su verga palpitando y también como su caliente y espeso semen llenaba mi interior.

Después me sacó la verga y me soltó, quedé con las piernas temblando, era la primera vez que cogía y jamás pensé que sería tan brutal, él había sido muy rudo conmigo hasta me susurró al oído: “¡Eres mejor que tu madre!”. “¿Sabías que era yo?” –le pregunté sorprendida por lo que acababa de escuchar. “Sí, siempre lo supe, pero fingir que eras tu madre para que me dejes acercarme. Además, es tu culpa por vestirte como puta y provocarme siempre que llegas a casa” –me dijo. Escuchamos la puerta de casa abrirse, lo que significaba que mi hermano habia llegado y al oírlo mi padre me dijo con una sonrisa maliciosa: “Tu hermano llegó, ve a arreglarte luego me divertiré más contigo”. Me dio una ultima nalgada antes de salir de la cocina.

Me quedé arreglando mi ropa y secando mis muslos, ya que mi vagina seguía chorreando el semen de papá. Cansada, saludé a mi hermano, me fui al baño a darme una ducha y me tiré en la cama pensando, no sabía si estuvo mal que haya disfrutado coger con mi padre. En cierta forma me sentía culpable, ya que resonaban en mi mente qué por mi culpa había pasado, por vestirme de puta y provocarlo. Con esos pensamientos en mi mente, cerré los ojos y me dormí sobre la cama. No sé cuánto tiempo había pasado, pero una extraña sensación me despertó, sentía placer, estaba gimiendo entre dormida. Sentía que mi clítoris era estimulado, pensando que era un sueño húmedo no le di mucha importancia, hasta que abrí los ojos porque la sensación era más intensa, en eso veo a mi padre que estaba pasando su lengua en mi vagina. “¡Ay papá! ¿Qué haces?” –le dije. No tuve respuesta de su parte, siguió con su cabeza metida entre mis piernas y su lengua se deslizaba de una manera en que jamás había experimentado.

Estaba caliente, mi cuerpo y mi mente habían cedido ya a la voracidad de aquella lengua invasora que me daba placer. “¡Ay papito, qué rico!” –le decía. No entendía porque me encantaba lo que hacía pero si sabía que lo estaba disfrutando mucho. Me agarraba las tetas y las apretaba, lo que aumentaba el placer. De pronto, se detuvo. Me dijo que me subiera encima de el. Obediente lo monté en horcajadas y su gruesa verga se incrustó en mi conchita. Otra vez sentí dolor pero no tardó en llegar el placer, él tomado de mis muslos me indicaba como debía moverme mientras los apretaba con fuerza. Empecé despacio, su cara de placer era perversa. “¡Eso, así! Sigue más rápido” –me decía. Poco a poco aumenté el ritmo, yo estaba disfrutando haciéndolo de adelante hacía atrás, meciéndome cada vez más rápido. Mi conchita se había amoldado a su verga y la disfrutaba con lujuria. Caí sobre su pecho pero seguí moviéndome de arriba a abajo rápido. Intentaba contener mis gemidos para que mi hermano no escuchara, sentía que su verga se hinchaba y entre gemidos le decía que no acabara, me faltaba poco para descubrir mi primer orgasmo y quería sentirlo con toda la calentura que me tenía prisionera.

Fue cosa de minutos, mi vagina palpitaba, punzaba y me estremecía por completo. Era divino, no podía contener mis gemidos pero los ahogué besando apasionadamente a papá, segundos después sentí como su verga se vació e inundó mi vagina una vez más con su caliente semen. “¡Te has comportado como una buena puta!” –me dijo. Otra vez sentí la necesidad de besarlo y tragarme su lengua. Después de besarnos, me dijo: “Ahora descansa. Esto es solo el principio de todo lo que tengo planeado hacer contigo”. Se despidió retorciendo uno de mis pezones.

Me quedé en la cama, sudada y caliente. Pude conciliar el sueño hasta que sonó la alarma del celular para empezar un nuevo día. Me desperté y comencé a alistarme para poder ir a mis clases, me puse una falda un poco más arriba de la rodilla y una polera con tirantes, tanga y brasier. Fui a la cocina para desayunar, no veía a mi padre antes de salir, entonces fui a la universidad como siempre, pero esta ves recordado y sin poder olvidar lo que pasó la noche anterior. Pasé todo el día distraída y sin poder concentrarme, no podía dejar de pensar en la verga de mi padre y como me habia quitado la virginidad. Tampoco podía sacar de mi mente la cogida que tuvimos en la madrugada, por alguna razón sentía como mi conchita se mojaba con solo recordar.


Así terminé mis clases del día y cuando me dirigía a la puerta de salida vi a mi padre esperándome y eso no era normal, él me vio y dijo sonriendo al ver que me acercaba: “¡Hola cariño vine a recogerte!”. “¡Hola papá! ¿Qué haces aquí?” –pregunté nerviosa y confundida al verlo. “Vine a recoger a mi linda y querida hija. ¡Vamos sube al auto” –dijo sonriendo aun más. Obediente asentí con la cabeza mientras subía al auto y mi padre subía al asiento del conductor. Comenzó a conducir y me di cuenta que estaba llevándome por un camino mucho mas largo. “Papá este no es el camino, ¿por qué venimos por aquí?” –le pregunté, pero él seguía manejando sin darme respuesta. “Oye cariño necesito tu ayuda mientras te llevo a casa” –dijo mientras abría el pantalón y sacaba su verga frente a mi. “No quiero hacerlo papá” –dije sin poder dejar de ver su verga. Él se molestó con mi respuesta y enfadado me agarró del cabello, acercando mi cara y frotándola contra su verga. “No te estoy preguntando, te lo estoy ordenando” –decía mientras seguía frotando su verga contra mi cara. Sin poder hacer nada y empezando a excitarme por el olor y tamaño de su verga frente a mi empecé a chupársela. “Ves no era tan difícil cariño” –me dijo tranquilizándose y disfrutando mientras conducía.

Pasaron varios minutos y antes de darme cuenta estaba disfrutando de chupar la verga de mi padre, estaba disfrutando tanto que sin darme cuenta empecé a chupársela cada vez más rápido y metiéndola más profundo en mi boca. “¡Querida eres mucho mejor que tu madre! Si sigues así soltare todo mi semen en tu boquita” –me decía. Me calentaba que dijera que era mejor que mamá para complacerlo, Sabia que eso estaba mal, pero no podía evitarlo. Seguí chupando su verga mientras la saboreaba. Sin avisarme acabó en mi boca, era tanto semen que no pude con todo y terminó manchando mi ropa también. “Tienes que tragarte todo el semen de papá hijita” –dijo sonriendo. Sin saber que mas hacer tragué todo el espeso semen que había en mi boca. “Buena puta, ahora ya llegamos entra a casa para seguir divirtiéndonos” –dijo con perversión en su voz. “Sí papá” –dije obediente mientras trataba de sacar las manchas de semen de la ropa.

Ambos salimos del auto y caminamos hasta la entrada, cuando mi padre cerró la puerta me empujo contra el sofá que teníamos en frente y empezó a besarme apasionadamente mientras me manoseaba las tetas y el culo. “¡Papá aquí no! Mi hermano llegará en cualquier momento” –le decía. “No me importa, no quiero esperar más” –dijo girándome y levantando mi falda. Apartó mi tanga y metiéndome su verga de golpe en la vagina. “¡Ay papá es muy gruesa! Aun no me acostumbro. ¡Ah, pero me gusta como se siente” –le dije. No le importo y siguió cogiéndome fuertemente, ya no podía aguantar, me bajé los tirantes y saqué mis tetas por encima del brasier, quería que me cogiera desnuda pero él estaba más preocupado en darme duro y hacerme gemir. Hasta que escuchamos la puerta abrirse, mi hermano habia llegado a casa. “¡Ah, papá detente! ¡Nos verá!” –le dije. A él pareció no importarle y siguió cogiéndome despiadadamente. Al entrar mi hermano se quedó viéndonos fijamente un momento antes de hablar. “¡Vaya, vaya! Querida hermana sabia que te vestías como puta pero no sabia que eras una” –dijo con una sonrisa. No pude decir ni hacer nada, mi papá me tenía firmemente tomada de las caderas mientras seguía embistiéndome con rudeza. “Ven Henry, juguemos con tu hermana” –dijo papá sin parar de metérmela. “¡Claro ya voy!” –dijo mientras se quitaba la ropa.

Se acercó y pude ver que su verga mientras seguía siendo cogida sin descanso por mi padre. “Ahora hermanita me vas a satisfacer” –dijo metiendo su verga mi boca. Sin compasión me cogía la boca, haciendo que me ahogara y babeara al sentir que me llegaba hasta el fondo. Eran unos malditos perversos, intercambiaban lugares, recibía verga en mi concha y en la boca. Me sentía exhausta pero quería seguir disfrutando de su perversión. “Es tan puta como lo era mamá” –dice mi hermano. Mi asombro fue tal al enterarme que mi papá compartía a mi madre con mi hermano. Imaginaba lo puta que se había vuelto para satisfacer a esos dos lobos hambrientos de lujuria. “Ahora es tiempo que aprendas a disfrutar como lo hacía tu madre” –dijo papá. No entendí lo que quiso decir, pero quería saberlo.

Mi hermano se tumbó en el sofá, yo me subí encima de él y me metió la verga en mi conchita que estaba mojada y abierta. Papá empezó a jugar con mi culo, pasaba su lengua haciéndome temblar. Disfrutaba con malicia de su lengua, sintiendo como su saliva me mojaba mi agujero. Estaba caliente y nerviosa a la vez, sabía lo que iba a pasar y que mi culo sufriría las consecuencias. Papá acomodó su verga en la entrada de mi culo y empezó a empujar. “¡Ay, papito, me duele!” –le decía suplicante. Eso para él era un estímulo a su perversión y siguió empujando. “¡Papá, por favor! ¡No me entra!” –decía pero mis palabras no surtían efecto. Un tercer empujón y mi culo empezó a ceder, su verga se hundia y él empezó a moverse lentamente. “Si que tienes el culo apretado, pero ya está abierto” –dijo. Sentí un dolor insoportable, que un grito desgarrador salió de mis labios. Mi culo se distendió y él me penetró más rápido, lo mismo hacia mi hermano, me sentí invadida por un delicioso placer, al punto de empezar a gemir y a suplicar que no pararan, que siguieran cogiéndome. Papá desgarró mi falda y mis bragas, y mi hermano hizo lo propio con mi polera y el brasier. Papá me nalgueaba y mi hermano me daba cachetadas, me sentía una puta barata que era abusada por dos machos que se beneficiaban de su cuerpo. No pude aguantar más y tuve varios orgasmos que me dejaron rendida. Mi hermano tardó unos minutos en acabar en mi maltrecha conchita inundándola de semen, luego lo hizo papá en mi culo.

Me dejaron tirada en el piso, no podía pararme estaba muy cansada y mis piernas no dejaban de temblar, estaba con el semen de mi padre y mi hermano saliendo a chorros de mi vagina y mi culo. No conforme de haberme cogido como salvajes, me hicieron ponerme de rodillas y entre los dos me orinaron, lo que me hizo tener otro orgasmo de solo sentir la tibieza de su orina recorriendo mi cara, mi boca y mis tetas. “¡Uy hermanita! ¡Sí que eres una buena puta!” –me dijo dándome una cachetada. Papá le dijo: “¡Claro que sí! A partir de ahora pondré nuevas reglas para que todos vivamos como una familia feliz”.


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