jueves, 20 de febrero de 2025

85. La consentida de papi

Como pueden leer en el título de mi historia, se darán cuenta de que soy la hija consentida de mi padre. Desde que me recuerdo he visto a mi padre como una figura imponente, voz ronca, mirada severa, para mí era alguien que no solo decía tener autoridad, también sabía ejercerla. Pasaron los años y yo estaba en mis 18, papá era un hombre interesante a mis ojos. Tan interesante, que en varias ocasiones tuvimos sexo, para mí era estar en el paraíso cuando entraba a mi habitación y me cogía haciéndome saber que le pertenecía y que él podía saciarse con mi cuerpo cuando lo dispusiera. Nunca me negué, siempre estuve para él y darle el placer como macho requería. Ya en la actualidad soy una mujer que está cercana a los 40 años, separada y con un hijo de 20.

 Una gran fiesta estaba por celebrarse. Mi padre cumplía 68 años, acababa de tener una operación de corazón y todos estábamos muy felices de poder tenerlo con nosotros; en especial yo porque mi padre es el hombre que más amo en este mundo, como padre y como hombre.

Mi hijo y yo preparábamos todo en casa para la gran fiesta. Mi hijo fue a comprar todos los aperitivos y botanas, yo por mi parte me puse a cocinar el platillo favorito de mi padre. Recordé que no había del alcohol preferido de mi padre y llamé a mi hijo para que no se olvidara de comprarlo. Pasaron más de 2 horas en lo que la comida y los aperitivos y el alcohol llego a casa. Yo tenía preparada una sorpresa muy especial para mi padre para esa noche.

Tocaron el timbre de mi casa. El olor a comida ya invadía toda mi casa. Mi padre había llegado junto con mi hermano. Saludé a mi hermano de beso en la mejilla y de inmediato lo dejé para abrazar fuertemente a mi padre. “Felicidades papito” –le dije mientras mi busto se estrechaba contra el suyo. Pude sentir como sus traviesas manos estrechaban mi trasero y su gran bulto se restregó contra mí, el miembro que tanto me hizo sufrir y llorar de dolor en mi juventud. “¡Muchas gracias mi amor!” –dijo él.  “¿Estuvo agitador el viaje, te sientes cansado?” –le pregunté con algo de preocupación. “¡Estoy perfecto mi cielo!” –me respondió. “La comida ya está lista por si tienes hambre papito” –le dije. “Tal vez después mi amor, quiero que me cuentes como has estado primero” –dijo él sonriendo. “Pues ya sabes, el trabajo, mi hijo, siempre días muy atareados, pero sobre todo extrañándote mucho papi” –le dije como una niña boba. “Yo también te he extrañado mucho mi cielo, sabes, todos los días extraño tu calor en mi cama” –dijo susurrándome al oído. Mi cuerpo tembló de excitación y mi respiración se aceleró descontroladamente. “Yo también te he extrañado mucho papito, no sabes lo difícil que es encontrar un verdadero hombre que realmente me haga sentir mujer como tú lo hacías cada noche, cuando estábamos juntos, pero no te preocupes que hoy te tengo un regalo que te va a enloquecer. Solo debes decirle a mi hermano al final de la fiesta que te quedaras a dormir aquí” –le dije. “Perfecto mi amor, así lo haré” –dijo mientras besaba mi mejilla dulcemente.

La fiesta comenzó cuando todos los miembros de la familia invitados llegaron a mi casa. Una gran comida con nietos hijos y mucha diversión. Mi padre brindó con una sola copa de su licor favorito y nos la pasamos muy bien. Charlamos amenamente, bailamos muy juntos y nos decíamos cosas sucias al oído enfrente de todos, las cuales se perdían en la música por el volumen tan alto, pero aun así nos excitaba hacerlo. Ya pasada la medianoche los invitados y toda la familia comenzaron a irse. Mi hermano se acercó a mi padre para ofrecerle llevarlo a su casa, pero mi padre se negó, dijo que se quedaría en mi casa el fin de semana entero y le pidió que si al día siguiente podría llevarle algo de ropa de su casa, mi hermano aceptó y se fue diciendo que estaría aquí temprano por la mañana con sus cosas.

Como era viernes mí hijo se iba a ir de fiesta con sus amigos y amigas a un bar que frecuentaban mucho, yo ya estaba ansiosa por que se fuera. Mi vagina estaba tan humedecida que ya había comenzado a chorrear por el interior de mis muslos, solo por pensar en estar de nuevo en la intimidad con mi padre. Ya había pasado tiempo desde que había sentido ese dolor inigualable que su verga gruesa me hacía sentir. Después de media hora mi hijo se acercó a mí para despedirse, me dio un beso, se despidió de mi papá deseándole de nuevo un feliz cumpleaños y se fue en su auto. “Por fin se fue” –le dije a mi padre con una voz de alivio. “Si hija, ¿sabes a qué hora regresará?” –me preguntó. “La verdad siempre se queda con un amigo a dormir o con alguna chica, así que no estará aquí hasta la mañana, tenemos la casa para nosotros dos solos papi” –le contesté. “Eso me alegra hijita” –me dijo. “Porque no te vas a mí cuarto y te pones cómodo, así yo me preparo para nuestra noche, te tengo preparado un regalo de cumpleaños que te va a gustar mucho papito” –le dije con un toque de sensualidad. “Está bien hija, voy a recostarme y a esperarte con ansias, me muero por saber que es” –dijo él. “No comas ansias, pronto lo vas a descubrir” –dije hablando muy cerca de sus labios casi besándolos pero sin tocarlos. Él se quedó inmóvil ante mi seducción y luego me fui.

Mi padre subió las escaleras hacia el segundo piso y se dirigió a mi cuarto. Yo fui a un vestidor y me puse un babydoll negro transparente que había comprado para él. Me quedaba muy bien mis senos se veían enormes, aún más de lo normal y mi culo lo partía en dos una diminuta tanga con encaje que venía con el juego. Me puse el perfume favorito de mi padre y anteriormente ya había preparado unos juguetes sexuales y los había dejado en mi habitación en los cajones de la cómoda junto a mi cama. Todo estaba listo para una noche de sexo inolvidable. Algo que deben saber, mi padre tiene una espalda muy fuerte porque se ejercitaba cuando joven, pero ahora que ya es mayor se carga una pequeña barriga, ya no tiene cabello y el poco que tenía se lo afeita y tiene una barba blanca que raspa al besarlo. Mi sangre fluía con fuerza y hacia mi corazón estar a punto de estallar por nuestro inminente encuentro. Mi vagina estaba hambrienta de él y no podía disimularlo. Era como si mi vagina se saboreara y se le hiciera agua la “boca” de cierta manera, era algo divertido de pensar pero también algo intenso. Subí a mi habitación y mi padre levantó la vista y me vio parada junto a la puerta. Mis prominentes tetas apenas eran sostenidas por el encaje en mi babydoll y mi cabello caía encima de ellos acariciándolos suavemente. Estaba nerviosa y sudaba un poco por lo mismo. Las gotas de mi sudor caían por mi cuello hasta mis tetas surcándolas de manera suave y apetecible. Mi padre estaba sin habla, totalmente petrificado. “Di algo, no te quedes callado” –le dije. “Estas hecha todo una hembra mi amor, tienes un cuerpo que me vuelve loco” –me respondió. “Muchas gracias papito, tú estás muy guapo también” –le dije. “Yo, ya estoy viejo mi vida, mis mejores años ya fueron, siento que a ti solo te quede el resto de lo que algún día fui” –dijo él con nostalgia. “Ojala los hombres que he conocido fuera la mitad de lo que tú eres hoy papito” –le dije acariciando su rostro. “Por eso te amo mi amor ven aquí, déjame enseñarte cuanto te amo” –dijo él.

Él estaba recostado en la cabecera de la cama con solo una sábana blanca cubriendo su entrepierna. La sábana estaba formando una enorme tienda de campaña y él me dijo sensualmente: “Ven para que le des un besito a mi verga que te extrañaba tanto mi vida”. Me subí a la cama lentamente como una gata en celo y el me miraba fijamente a los ojos. Me acerqué lo suficiente y pude tocar con mis manos por encima de la suave sabana aquella bestia enfurecida. Su verga estaba dura como el titanio y firme como un soldado. Al tocarla, él se mordió el labio, yo lo sobé de arriba abajo. Me acerqué a ella y la besé como me lo había pedido. Después lo besé a él, mi lengua se desató agresivamente casi violando su garganta. El respondió estrechándome y correspondió a mi beso con su lengua dentro de mí boca moviéndola y succionando mi lengua. Comenzó a masajear mi trasero mientras nuestra lujuria se desbordaba en una serie de besos apasionados. Sus manos se deslizaron debajo de mi babydoll y sus dedos entraron en mi ano y vagina. Yo gemí sorprendida. Él no se detuvo, incluso fue más profundo. “No papito, no limpié mi culo para tener sexo anal” –dije mientras lo veía al rostro. “Eso no me importa mi amor, yo me como de ti lo que sea” –dijo con lujuria. Se llevó los dedos que me había metido al ano y la vagina a la boca saboreándolos lentamente, después me tomo fuertemente del cuello y me dijo: “Prueba a que sabes mi amor” –me dijo. Me besó de nuevo, pero esta vez el sabor de sus labios estaba invadido a vagina y trasero sudados. El sabor erizó mi piel y me puso aún más caliente.

No pude resistir más y me quité el babydoll por la calentura que tenía. Mi sudoroso cuerpo quedó desnudo frente a mi padre y el de nuevo se quedó mudo. Quité la sabana de golpe y dejé a mi padre totalmente desnudo enfrente de mí. Su verga gruesa y enorme pulsaba con las venas sobresaltándose y una pequeña gota de pre eyaculación se asomaba en su glande. Yo me abalancé sobre ella y la metí a mi boca. Mi padre gruñó y me tomó la cabeza empujándola con fuerza, pero su gruesa verga no bajaba por mi garganta, ni siquiera la mitad. La saliva se desbordaba por su verga y yo a punto de ahogarme. El comenzó a penetrarme la garganta, cada vez conquistando un poco más de ella. Centímetro a centímetro él avanzaba, después de un sexo oral violento y salvaje gruño fuertemente y desbocó un rio de su semen cálido dentro de mi garganta yo me arquee de asco y arrojé su semen en la sabana tosiendo. “Perdón hija, no me pude contener” –dijo mientras respiraba agitado. Yo me recuperé de aquel ataque y me limpié la boca de todo ese semen. Bebí lo que quedaba en mi boca y le dije: “Prepárate porque ahora la que va a ser violenta soy yo”.

Después de una mamada descomunal y de haber casi muerto por el río desbocado de semen que mi padre había liberado dentro de mi garganta, yo me preparé mentalmente para aquel dolor. Con deseo froté mi vagina y miraba apasionadamente a mi padre. Me recosté en la cama y con fuerte voz le dije: “¡Comete mi concha!”. Mi padre se lamió los labios, deseoso por poder probar de nuevo aquellos dulces y eróticos jugos vaginales que emanaban de mí añorando su bestial verga. Él se acercó lentamente y pude sentir su cálido aliento. Miraba fijamente mi vagina admirándola como el más valioso de los tesoros pero no la tocaba. Yo me moría de angustia y esos segundos me parecían eternos. Tomé su calva cabeza y lo empujé con fuerza contra mi vagina y le dije: “¡Cómetela ya!”. El comenzó a mamar mis labios exteriores chupándolos con fuerza y luego soltándolos, el sonido que emanaban sus labios era muy gracioso. Su determinación en el sexo oral era increíble. A mi padre le gustaba dar sexo oral hasta que su pareja se viniera en él, pero yo no se la iba a poner tan fácil. “Esta noche papito, usted le va a batallar más para hacerme acabar, va a ver” –le dije. “Bueno hija, eso ya lo veremos. Esta lengua tiene muchísimos años de experiencia y mujeres recorridas, tanto que le puedo asegurar que no me va a dar ni 5 minutos sin dar el grito mojándome toda la cara” –respondió con seguridad. “Pues eso ya lo veremos, pero esta vez quiero que me coma el culo” –le dije con determinación. “¿Cómo así? ¿No que no te habías preparado hija?” –me preguntó. “Eso no me importa, ya me puso bien caliente y quiero que lo hago sucio, que se manche y vaya a lugares insospechados” –le respondí. “¡Uy hija! ¡No sabes cómo me caliente comerme culos sucios!” –dijo él con perversión en sus ojos. “Pues, ¡entonces vaya a trabajar papito! ¿Qué espera?” –le dije con la misma perversión. “Huele delicioso hija” –me dice con esa seducción en su voz que me encanta.

Mi padre se inclinó más y pude sentir como su lengua gruesa y húmeda invadía mi fétido esfínter. Era un placer indescriptible. Mis dedos se torcían y mis labios estaban mordiéndose por sí solos con tanta intensidad que casi los hacia sangrar. Tanta era mi excitación que con ambas manos empujaba la cabeza de mi padre ya sudorosa contra mi ano, como si al empujarlo su lengua entrara aún más dentro. Él a veces era salvaje y trataba de penetrarme con su lengua como si fuera su verga y lamia mi trasero con suciedad y otras veces cambiaba su técnica y se volvía más tierno, besaba mi trasero con dulzura y mi ano igual. Tantos cambios me tenían vuelta loca. Yo cerraba mis ojos y me dejaba llevar. Mis brazos estaba tendidos en la cama y mi cuerpo estaba completamente a su merced. Él lo tomaba como si toda la vida le hubiera pertenecido. Elevaba mis piernas para tener mejor espacio y comodidad y seguir en su sucia labor.

De pronto, un fuerte calambre en mi pie junto a una corriente eléctrica llegó a mí. Él me succionó fuertemente el clítoris y al instante lo frotó violentamente de lado a lado. Yo grité con fuerza: “¡Puta madre!”. Abundantes e inmensos chorros de fluidos salieron disparados de mi vagina en todas direcciones. Mi padre abrió la boca mientras seguía frotando con intensidad y bebiendo con determinación casi religiosa cada chorro que caía en su boca. Mi cuerpo se convulsionaba violentamente mientras mis fluidos salían, con los ojos completamente en blanco y la lengua de fuera estaba totalmente fuera de mí. Estaba enteramente poseída por aquel brutal y dulce placer. “Veo que si te pusiste algo ruda mi amor, nunca habías sido así de dominante conmigo” –me dijo. “Bueno, me gusta, me gusta ser la que lleva las riendas en ocasiones” –le contesté con la voz agitada. “Sí, eso ya lo noté, yo creo que ya estoy listo para recibir mi regalo de cumpleaños mi amor” –dijo mientras masturbaba lentamente, haciéndolo cada vez más duro. “Sé gentil papi, hace mucho que no tengo dentro un hombre como tú y me puedes lastimar” –le dije con algo de temor. “Tú no te preocupes mi amor, deja todo en mis manos que yo sabré tratarte con delicadeza, pero como es mi cumpleaños no voy a usar condón quiero disfrutar a lo grande esta noche” –dijo él. “No papito espérate, yo nunca dije que lo haríamos sin protección, no estoy tomando la píldora, no podemos” –le dije casi implorando. “No pasa nada mi cielo, acabo afuera y ya” –me dijo. “No, espérate papito que ya te dije que no estoy tomando la…” –fue lo que alcancé a decir antes de que pusiera su dedo en mi boca para callarme. “A ver, usted no diga nada y déjeme disfrutar de mi regalo” –dijo con autoridad. Mi padre se abalanzó sobre mí y me tomó del cuello, se puso saliva en su mano y se la untó lentamente alrededor de su verga y me abrazó. Se acomodó un poco y me dijo: “¡Recíbala miijta!”. Gruño y entró más de la mitad de golpe, yo grité y lo abracé fuertemente. En su segunda embestida fue aún más profundo y volvió a gruñir. Yo arañé su espalda y estoy segura que su piel se quedó en mis uñas, pero él respondió mi acto con otra embestida más fuerte, besó mi cuello y lamió el sudor que lo cubría. “Eres toda una delicia hijita” –dijo mientras lamia cada gota de sudor de mi cuello. “Papito se lo ruego, no acabe adentro papito, que son mis días peligrosos aun” –le dije suplicando, aunque mi voz salía cortada por lo agitada de mi respiración. “Usted no se preocupe yo acabo afuera” –dijo él.

Me tomó de nuevo por el cuello e hizo que me pusiera en cuatro, comenzó a darme hasta que sus testículos tocaran mi vulva, sonaban fuerte y con ritmo. Mi vagina estaba en un terrible dolor, pero estaba bien estaba muy mojada se desbordaba de placer y mi padre lo sabía. “¿Verdad que te está gustando hija?” –me preguntó. “¡Sí papito, mucho!” –le respondí. No podía parar de gemir y jadear, cada vez que nuestros cuerpos chocaban, más caliente me ponía. “¡Va a ver que esto le va a gustar muchísimo más!” –dijo con lujuria. Tomó mis caderas y apretándolas caí con violencia boca abajo, me dijo: “Ahora si va a saber lo que es gozar como una perrita”. Tomó su verga y antes de que pudiera decir una solo palabra, la clavó muy dentro de mí. Yo grité de nuevo ahogando mi dolor en una almohada que tenía a mi lado. Él me tomó de la cintura con firmeza y comenzó a darme con intensidad a un ritmo muy acelerado. Mis glúteos retumbaban en su pelvis y sus manos sudorosas me nalgueaban con fuerza haciéndolo estremecer una y otra vez. De pronto, escuché que su respiración estaba más acelerada y sus embestidas eran más rápidas. Al parecer iba a acabar, pero le dije que no lo hiciera dentro. Parecía no escucharme y seguía con ese ritmo endemoniado que me hacía gemir y retorcerme. Seguía con su brutal cometido dándome toda su verga en mi culito, solo podía gemir y disfrutar, ya que mi cuerpo era sacudido por violentos orgasmos que me dejaban casi sin voz. “Tranquila hija, ¿acaso no sabes que por el culo no te puede embarazar?” –me dijo sin detener sus embestidas. “¡Ay, papito, qué rico me partes el culo!” –le decía totalmente entregada a sus morbosos deseos.  Él me tomó de las caderas para no dejarme ir y eyaculó vaciándose en mi culo, dejó escapar un suspiro de alivio y cayó rendido en mi espada, me dijo: “¡Gracias por tan exquisito regalo de cumpleaños!”. Ya habían pasado varias horas desde que empezamos a coger, estaba exhausta, con la concha y el culo abierto, por esa deliciosa verga que sabe hacerme sufrir y gozar.

Después de estar tirados en la cama envueltos de sudor le dije que se fuera a la habitación de huéspedes, por si nos quedábamos dormidos hasta tarde mi hijo no nos viera desnudos y se diera cuenta de lo zorra que es su madre. Estuvimos todo el fin de semana cogiendo como condenados a muerte, disfrutando de nuestros cuerpos de todas las formas posibles. Es maravilloso ser la consentida de papi y recibir su verga como recompensa por ser una “niña buena”.



Pasiones Prohibidas ®


1 comentario:

  1. Waoooo que rico y exquisito relato las líneas morosas que tienen en cada párrafo totalmente rico ser una niña buena y consentida de su padre como siempre delicioso relato Caballero

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