Un gusto, me llamo Clara, soy una mujer de 40 años piel
blanca, tetas grandes igual que el culo, cintura algo rellena y con caderas
grandes, con piernas algo gorditas pero sexys. Soy ama de casa así que tengo
mucho tiempo libre.
Me gusta dibujar así que mientras mis hijos van a la escuela y mi esposo trabaja voy al parque a caminar y tal vez dibujar algo. Este día era algo particular, por alguna razón estaba ansiosa por salir. Me di un baño, me puse ropa interior blanca con un vestido pegado hasta el culo y suelto de la falda y unos lindos tacones. Me maquillé y me miré al espejo. No sé qué tenía ese día pero quería sentirme sexi. Me fui al parque y después de caminar un rato me senté en una banca a dibujar algo, mientras estaba dibujando un chico que estaba corriendo se detuvo y se sentó a mi lado. “¿Siempre viene sola no?” –me preguntó. “¿Disculpa? ¿Por qué quieres saber?” –respondí preguntando. “Sí, es que siempre vengo a correr y cuando te veo está sola” –me responde. “Oh, bueno, sí. Siempre vengo sola. Por cierto me llamo Clara” –le dije. “Soy Iván, eres muy linda, las mujeres mayores siempre lo son” –me dice el muchacho. “¡Gracias Iván!” –le respondí con una sonrisa. “Bueno le quiero hacer una pregunta directa desde hace tiempo, ¿puedo?” –me dice con seriedad. “Sí, claro, pegunta sin problemas” –le respondí. “¿Te gustaría tener sexo conmigo? Está bien si no quieres responder ahora o simplemente no quieres” –dijo él. La pregunta me tomó muy de sorpresa y como lo había dicho de manera tan directa me sentía nerviosa pero a la vez halagada, pues mi esposo apenas si podía tener sexo de lo ocupado que estaba en el trabajo, apreté un poco mi vestido y mi respuesta fue: “No me gustaría, me encantaría. Eres un chico muy guapo, pero hay mucha diferencia de edad entre nosotros”. Igual se sorprendió con mi respuesta, por un momento guardó silencio, aunque su mirada no dejaba de recorrerme. Pienso que analizó la situación, pero a la vez le calentaba que estuviera dispuesta a coger con él. Me pasaban muchas ideas morbosas por la cabeza, sentía como mi vagina se mojaba y apretaba mis piernas para no ponerme en evidencia.
Me tomó de la mano me invitó a su casa a pocas calles del parque, lo seguí y al llegar era un lugar lindo, el me rodeó con su brazo y con mis tetas presionando en su pecho me dio un beso profundo y caliente. Durante el beso cerré mis ojos, él acariciaba y apretaba mis grandes nalgas buscando el cierre de mi vestido, yo también metía mis manos bajo su polera y él bajó a besar mi cuello colando sus manos bajo mi vestido. Se separó un poco y me bajó el vestido hasta quedar en ropa interior, me dio algo de vergüenza que fuera lencería pero a él le gustó, se levantó y volvió a besar mi cuerpo mientras metía mi mano a su bóxer sintiendo su verga y decía: “¡Mira lo duro que me pones mujer madura!”. Con mi mano ya dentro aproveché y le quité el pantalón y bóxer para dejarlo desnudo y vaya que tenía razón su verga estaba bien dura y grande escuche un “clic” y pocos segundos después lanzó mi sostén a otra parte del cuarto mientras chupaba mis tetas. En verdad ese jovencito me ponía caliente, sabía bien como tocarme y como ponerme a mil con sus caricias indecorosas. Esa sensación exquisita de sentir como me escurrían los fluidos de mi vagina por los muslos, me hacía gemir.
Estaba tan caliente, solo quería que hiciera conmigo todas las cosas morbosas que tenía pensadas hacerme, quería que me metiera su verga y que me dejara con la vagina llena de su semen. Tomó una bebida fría que estaba ahí y la puso en mis tetas hasta que mis pezones estaban duros y los podía chupar más fuerte, se sentó en la cama y me miró diciendo “Ven amor desde que te vi he fantaseado con tus tetas” y me acerqué a él con el sonar de mis tacones. Me puse de rodillas y llevé mi lengua desde las sus testículos al glande, terminando con una escupida a la punta y una mirada tierna, él tomó del rostro y me dio unos golpes suaves con su verga diciendo: “¡Vamos puta déjate llevar! ¡Se nota que la quieres toda dentro de esa boca!”. Abrí mi boca y enterró un buen pedazo de su verga en ella y lo miré excitada mientras él decía: “¡Sí, las maduras sí que saben tragar una verga!”. Yo no podía más con la calentura y el movía sus caderas enterrando su verga casi por completo, mi garganta colaboraba tragando más su verga. Llegué a la base y me tuvo ahí unos segundos hasta que lo empujé y la sacó toda envuelta con mi saliva. “¿Te gustó eso, verdad?” –me preguntó. “Sí, mucho. Tu verga me tiene loca” –le respondí. “¡Qué buena puta! Cómo te dije antes, tus tetas me encantan y quiero una rusa” –me dijo. No se andaba con rodeos, tenía bastante claro que quería hacer. “¡Sí, me encantó!” –le respondí. A esas alturas mi cuerpo y mi mente estaban a su merced, solo pensaba en complacerlo y dejar que él saciaría sus oscuros deseos como bien le viniera en gana.
Había entrado en un modo de sumisa que desconocía y metí su verga entre mis tetas moviéndome, Iván tomó mis pezones y dio unos tirones haciéndome gemir bajando mi cabeza para lamer la punta que sobresalía, yo metía una mano a mis bragas para masturbarme. Estaba disfrutando satisfacer esa verga joven e Iván se separó diciendo: “¡Quítate las bragas y sube a la cama!”. Lo hice y él me empezó a tocar con sus dedos la vagina frotando su verga en mis pezones sensibles por los tirones y el frío. Metió dos dedos y los movía muy rico y cada vez que gemía los sacaba y daba una palmada en mi concha, masturbé su verga con mis tetas y la seguí frotando hasta que en un momento sacó sus dedos y los fluidos en ellos gotearon, se metió entre mis piernas y comenzó a frotar su verga en mi vagina.
Me volvió a besar siendo muy tierno y de un segundo a otro sentí su verga abrir mis labios vaginales, grité: “¡Oh, mierda!”. Gemí en su boca y lo traté de separar pero se quedó pegado y solté mis gemidos en su boca hasta que logré calmarme y él dijo: “¿Lo ves? A las maduras les gusta tragar verga”. Mientras veía su cuerpo pegado al mío y su verga dentro de mí palpitando, se comenzó a mover despacio. Estoy operada así que no me importó que no tuviera condón. Volvió con mis pezones y haciendo más fuertes sus embestidas haciéndome gritar de placer. Gritar de esa manera se sentía muy bien, más aparte tener sexo con un desconocido que me hacía sentir sumiso y puta, eso me ponía más caliente. Cuando Iván vio que ya me había acostumbrado se movía muy duro y rápido haciendo que todo mi cuerpo rebotara. Toda la cama se movía y mientras miraba mi cuerpo, su dedo pulgar frotaba mi clítoris con fuerza, apreté mis tetas y en un momento la sacó de golpe y me causó un orgasmo que con mis fluidos lo mojara a él y la cama. A esas alturas, ya estaba presa de esa verga, me enloquecía la manera en que me la metía, me enloquecía lo salvaje que era y me daba con fuerza.
Se sentía tan rico, era perverso e intenso, yo no hacía nada más que gemir y pedirle que no se detuviera. “¡Oh, sigue así! ¡Quiero que cojas como puta!” –le decía. Me dijo: “Ponte en cuatro. ¡Quiero ver tus nalgas rebotar!”. Obedecí y bajé mi cabeza, no tardó mucho y la volvió a meter diciendo: “Estás muy apretada, se nota que llevas tiempo sin tener sexo”. Tenía razón y eso me hacía sentir más agradecida de coger con él. Me daba nalgadas y apretones, mientras yo jalaba las sábanas y mordía una almohada, mis nalgas se pusieron rojas de tantos choques y él se acostaba en mi espalda mientras jugaba con mis tetas, me levantó con su pecho en mi espalda y me puso frente a un espejo para que ver rebotar mis tetas de nuevo. Me veía tan puta siendo cogida y mi tetas rebotando al ritmo de las brutales embestidas de Iván era alucinante. Caí sobre la cama y él siguió clavándomela hasta el fondo. Me daba besos en la espalda y subió a mi oído para decir: “¡Voy a acabar dentro de ti puta!”. Apenas pude reaccionar cuando sentí su caliente semen dentro de mí y como eso me estaba causando otro orgasmo, nos quedamos quietos unos segundos hasta que terminamos de acabar. La sacó y se la chupé un poco más para limpiarla, tragué el poco semen que tenía y me dijo: ¡Ya te puedes vestir, putita!”. “¿Puedo usar tu baño?” –le pregunté. “No, ve así a tu casa y quiero que me mandes un vídeo en tu baño cuando te limpies” –me respondió. “¡Eres un pervertido!” –le dije. “¡Sí, lo soy! Pero si lo haces es porque quieres que te siga cogiendo. Además, me voy a quedar estás si vuelves” –dijo Iban. Mostró que tenía mis bragas, asentí y me vestí para salir y me dio su número de teléfono. En la calle iba con el olor del sudor de ambos, la concha con semen y sin bragas.
Cuando llegué a casa, mi esposo estaba viendo la TV y me metí directo al baño. Me quité la ropa y cuando iba a abrir la ducha, un poco avergonzada puse mi teléfono a grabar hacia donde yo estaba y tomé una rica ducha. Al terminar dejé de grabar y se lo mandé para después volver a mi vida normal pero aun pensando en esa aventura. La normalidad duraría poco, porque al otro día me lo encontré en el parque, no hubo palabras, solo un gesto indicando que iríamos a su casa. Esta vez, no llevaba bragas, solo un vestido corto. Cuando entramos, se lanzó sobre mí y me empezó a besar con lujuria. ¡Dios! Solo sentir su lengua en mi boca me hacía humedecer. Esta vez no me llevó a su cuarto, me desnudó en la sala y me dijo: “Las putas maduras cogen en todos lados”. Sentí una punción en mi vagina que me estremeció, me quitó el vestido y con la misma habilidad del día anterior desabrochó mi brasier. Mis pezones estaban duros y mi concha brillaba por los fluidos que emanaban a raudales. Esta vez no hubieron preámbulos, él se bajó los pantalones, de inmediato me puse de rodillas y se la empecé a chupar. “Se nota que querías más” –me dijo. Yo seguí comiéndome su verga completa. Cuando estuvo lleva de mi saliva Iván se sentó en el sofá y me hizo señas con su dedo, fui a gastas hasta donde estaba, me toma de la barbilla y me dice: “Ahora, quiero que me montes”. No dudé en obedecer, quería su verga dentro.
Poco a poco su verga entró y cuando ya estuvo toda dentro me empecé a mover rápido, su cara al ver como mis tetas subían y bajaban me calentaba. Iván se agarraba de mis tetas y apretaba mis pezones, era exquisito. Mordía mis pezones con un poquito de fuerza que me hacía estremecer. Sentía como mi vagina palpitaba con esos movimientos de mi cuerpo subiendo y bajando. Estaba al borde del orgasmo y sin mucho esfuerzo caí en el pecho de aquel jovencito que me hacía vibrar, gemía y resoplaba mientras mi concha estaba palpitante de placer. Casi al instante Iván me tenía con su verga en la boca, yo la chupaba con lujuria y perversión, él me tenía tomada del cabello y marcaba el ritmo en que quería que se la comiera. “¡Eso, así putita madura! ¡Trágatela toda!” –me decía. Escuchar su voz diciendo como lo debía hacer me calentaba mucho más, no me detendría hasta que él me lo pidiera.
Despues de juguetear con su verga en mi boca, me detuvo e hizo que me pusiera en cuatro. Obediente me acomodé en el piso de la sala y él llevó su boca a mi culo, lo empezó a lamer como un animal, mis gemidos se hacían intensos, estaba preparando mi culo para usarlo. No iba a detenerlo, quería que viera lo puta y obediente que era a sus perversos deseos. Su lengua se paseaba de forma indecente por mi ano pero a la vez era terriblemente excitante. Cuando ya mi culo estuvo cubierto por su saliva, metió su verga de golpe, arrancándome un delicioso grito de placer. “¡Ah, hijo de puta! ¡Qué rico!” –le dije. Él empezó con sus movimientos rítmicos, haciendo que mi culo se amolde a su verga, era tan perversa la manera en que me la metía que yo cerraba los ojos y gemia, le pedía que no tuviera compasión de mi agujero y me la metiera con fuerza. No pasaron dos segundos y estaba sintiendo sus brutales embestidas. Puse mis manos hacía atrás y abrí de par en par mis nalgas, ofreciéndole mi culo: me tenía enloquecida con su verga que entraba y salía con fuerza. Ya no podía resistir más, mis ojos estaban en blanco, mi respiración era más que agitada y mis gemidos se podían escuchar por toda la casa. El orgasmo estaba a las puertas, mientras seguía dándole verga a mi culo. Ya entregada totalmente a la lujuria tuve un intenso orgasmo que me hizo temblar y estremeció cada fibra de mi ser. Iván siguió metiéndole la verga con fuerza, lo escuchaba bufar y decir: “¡Qué rico culo tienes putita!”. Entre más intensas eran sus embestidas sentía como su verga se hinchaba, hasta que de una fuerte clavada sentí como explotó en mi ano. Sentir ese semen caliente después de que me cogiera era un placer de lo más intenso.
Cuando terminó de cogerme, le chupé la verga para tragar el último rastro de semen que pudiera quedar. Aunque me dolía el culo lo había disfrutado. “¡Ahora puedes irte!” –me dijo. Me puse el vestido y salí con el culo abierto y chorreando semen, no tuvo necesidad de decirme que le mostrara mientras me limpiaba, lo hice porque era su puta. Ahora, tenía una motivación para ir al parque a diario y regresar casa cogida por un jovencito morboso que había despertado a la puta que dormía en mi interior.
Pasiones Prohibidas ®
Cuando un joven logra entrar al corazón de una mujer una hace lo imposible por darle gusto a todas sus perversas intenciones y así su marido esté dispuesto ella buscará al joven mozo para calentar sin pasiones y dar placer y gusto a ambos. Gracias mi señor por interpretar los ocultos deseos de una.
ResponderBorrarGracias mi señor mi Amo.
ResponderBorrarVerdad es Srta
ResponderBorrarMmm que rico 🤤🤤 cómo siempre con tus relatos haces que me moje y mis dedos me den ese placer
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