
Resulta que hace unas semanas me percaté de un mensaje que tenía en Tinder de parte de un joven de 18 años llamado Emiliano, quien me comentaba que deseaba perder su virginidad, aprender a tener relaciones sexuales y consideraba que yo, dado que tengo 30 años, podría contar con la experiencia para enseñarle. Aunque no se veía muy atractivo, el chico si tenía lo suyo y la verdad me excitaba la idea de ser quien le quitara la virginidad, además que me llamó mucho la atención ser una especie de “profesora sexual”.
Me contacté con él y entablamos diversas conversaciones, intercambiamos fotografías, era muy directo en lo que buscaba, me contaba de su vida, su falta de experiencia en el ámbito sexual y cada vez que hablábamos me decía lo atractiva que me encontraba, que le encantaría conocerme y que yo sea su maestra en la cama.
No podíamos encontrarnos en su casa, ya que Emiliano vive con sus padres, tampoco podíamos en la mía, ya que vivo con mi marido y mi hijo, lo que hacía casi imposible un posible encuentro para la “primera lección”. Así me convenció para que nos reunamos en un mote. Así fue como un día en que tenía libre del trabajo, cosa que no le informé a mi marido y así el creyó que había salido a mi jornada laboral, me reuní con Emiliano en un café, nos saludamos un tanto distantes y pude notar que el pobre estaba muy nervioso y cohibido. Para que se sintiera más cómodo y en confianza le comenté que no se preocupara conmigo, que lo iba a tratar bien, que me avisara si algo no le gustaba o le podía molestar y que estaba dispuesta a llegar a lo que él quisiera aprender en la cama.
Ya cuando Emiliano se notó más tranquilo y comprendió que conmigo podrá aprender y practicar en la cama libre de perjuicios decidimos irnos al motel. Llegando a la habitación ya nadie nos veía, así que podíamos dejar de ser tan distantes, además que ya estaba decidida a ser su profesora sexual y el asumió el papel de alumno. Nos sentamos al borde de la cama y le pregunté si sabía besar, nuevamente lo noté muy cohibido, así que le pedí que me besara y el me dio un beso en el que nuestros labios apenas se tocaron, evidentemente, no tenía experiencia besando así que le pedí que lo intentara nuevamente, pero que está vez abriera un poco la boca y apenas lo hizo inserté mi lengua en su boca buscando la suya con el fin que hiciera lo mismo, lo cual al principio no le resultaba, pero luego creo que comprendió la dinámica y terminó besando bastante bien para mí sorpresa.
Estuvimos besándonos a medida que lo acariciaba cuando le pregunté si le gustaría verme desnuda. Emiliano me miró y sonriendo me dijo que le gustaría mucho, lo miré, le sonreí y luego me comencé a desnudar por completo mientras él me miraba sorprendido y aunque lo notaba algo tímido no dejaba de halagar mi cuerpo y piropeándome en todo momento. Le dije que también se desnudara, lo cual hizo rápidamente, ante lo cual pude ver que tenía la verga completamente dura, le dije que se pusiera un condón, sin embargo me dijo que no traía condones, que le había dado vergüenza comprarlos y esperaba que yo llevara conmigo. No supe si enojarme o reír, finalmente conversé con él sobre su experiencia previa y como me dijo que efectivamente nunca antes había estado con una mujer, sumado a que yo no estaba en mis días fértiles, acordamos hacerlo sin condón.
Me acosté boca arriba en la cama. “Bésame las tetas” –le dije. Algo que me sorprendió porque me los acariciaba, besaba y succionaba de una manera que me excitaba bastante, bromeábamos con que tenía un talento innato para tratar las tetas de una mujer. Me dijo: “Los tuyos son enormes y me encantan”. “Ahora quiero que bajes despacio, sin dejar de pasar tu lengua por mi cuerpo” –le dije. Lo empezó a hacer lento, lamiendo mi cuello, otra vez por mis tetas, por los pezones, por el borde de ellas y por mi abdomen. Ya estaba mojada y caliente sintiendo como esa virginal lengua se apoderaba de mi cuerpo por cada centímetro de piel. Llegó a mi vagina, estuvo ahí jugando con mi clítoris y metiendo su lengua por un largo rato, debo reconocer que no lo hacía nada de mal, pero se le notaba la inexperiencia.
Para ese momento Emiliano había conseguido excitarme mucho, me sentía muy húmeda y ya necesitaba sentirlo dentro mío. Entre cada gemido que se me escapaba le decía: “¡Cógeme, quiero tu verga en mi concha!”. Él no se detenía con su lengua, pude ver que le encantaba embriagarse con mis fluidos. Me retorcía en la cama y me apretaba los pezones gimiendo y pidiéndole su verga. Le dije que ahora él se acostara boca arriba en la cama para poder subirme sobre él, lo hizo sin rechistar, entonces me monté encima, acomodé su verga en la entrada de mi vagina y de a poco comencé a bajar hasta que entró completamente, entonces lo miré a los ojos, aunque él estaba con la mirada fija en mis pechos, le dije que oficialmente ya no era virgen y nos reímos nuevamente. Estando sobre él, le sonreí, le di un rico beso y comencé a menearme, subir y bajar, le preguntaba cómo se sentía y claramente ambos lo estábamos disfrutando. Me dijo: “Es mejor de lo que había imaginado, me gusta mucho”. Se notaba que lo estaba disfrutando, yo también por cierto, ya que Emiliano tenía una verga enorme y gruesa que podía sentir hasta lo más profundo de mi ser.
Estuve montada encima de él disfrutando de su verga, mis gemidos eran perversamente intensos, no creí que ese muchacho con poca experiencia me hiciera gozar tanto del sexo como lo estaba haciendo en ese momento. Me agarraba las tetas y apretaba mis pezones, él me miraba con deseo, eso me calentaba mucho más. Estaba tan caliente que le decía: “¡Eso papito, dame verga! ¡Mira lo caliente que me tienes!”. Él ya con más confianza me acariciaba la espalda, el trasero, apretaba y lamía mis tetas. Nos besábamos constantemente, yo disfrutaba como Emiliano intentaba succionar mi lengua. Para mí, a pesar de ser la primera vez de ese chiquillo, era como si estuviera cogiendo con un experto, había algo en esos ojos lujuriosos que me estremecía, me calentaba y quería más. Debo confesar que me sentía como una puta, no de esas que cobran por favores sexuales, sino una puta que disfrutaba del sexo; se había despertado en mí una fiera dormida que era tan caliente que no la podía controlar. Mis movimientos iban cada vez más rápido, estaba enloquecida, me acercaba al orgasmo estaba caminando en ese angosto precipicio que me llevaría al clímax, me dejé caer y el placer invadió mi cuerpo con tal fuerza que fue como si un vendaval me golpeara con fuerza. Empecé a gemir y a retorcerme, mi concha palpitaba candente, ardía de lujuria y placer desmedido, mis ojos se pusieron blancos y con la boca abierta gemía y jadeaba. Cuando finalmente escuché unos gemidos de su parte que intentó disimular, pero que no logró contener y pude sentir una potente descarga de semen en mi interior que también me hizo gemir de placer.
Me quedé estirada sobre el con su verga dentro mío mientras nos besábamos y acariciábamos, a la vez que le comentaba lo buen alumno que era, mientras él me halagaba y agradecía por ser su maestra. Después de unos minutos, una vez que me levanté y Emiliano sacó su verga de mi vagina, comenzó a gotear parte del semen, lo que nos causó mucha risa y con una mirada cómplice me dijo que tenía más por si quería. La verdad es que yo pensaba que después de esto nos íbamos a ir del motel, pero en vista de que había recuperado su erección y yo por mi parte lo estaba pasando tan bien, le dije: ¡Si quieres podemos hacerlo de nuevo!”. “Estoy listo para otro round, no voy a perder la oportunidad. Me recosté en la cama boca arriba y le dije que ahora a él le tocaba estar arriba, a lo que ni lento ni perezoso se subió sobre mí, intentó acomodar su verga en mi vagina, pero noté que le estaba dificultando, así que lo ayudé dirigiéndola a la entrada de mi vagina y entonces me la metió fuerte, hasta el fondo, algo que me encantó, lo acerqué a mí, lo abracé y sin soltarlo comenzó a sacarla y meterla rápidamente a un ritmo frenético que me excitó de sobremanera, a la vez que nos besábamos, él lamía y besaba mis tetas, mientras yo abría las piernas para que entrara todo lo posible y así estuvimos varios minutos hasta que al terminar lo rodeé con mis piernas para que no se alejara y pude sentir nuevamente una gran descarga de semen dentro de mi vagina. Nos quedamos un buen rato en esa posición, su pene descargándose dentro de mi vagina, mientras yo lo rodeaba con mis piernas y nos besábamos apasionadamente.
En medio de esa calentura que ambos sentíamos, me dijo: “¡Aun tenemos tiempo para otra lección!”. Me encantó que lo dijera, obviamente yo quería más. Entonces tomé el control y lo tiré en la cama, me puse entre sus piernas y se la empecé a chupar, su cara de placer era un deleite para mis pervertidos ojos. Le pasaba la lengua a su glande, lo lamía y probaba los rastros de semen que quedaban, era exquisito. Lamia de la punta a la base y me la metía a la boca, su verga se ponía más tiesa con el roce de mi lengua, me encantaba sentirla, tenerla en la boca, devorarla. No sabía lo puta que podía llegar a ser, en verdad ese muchacho sin experiencia me calentaba. Él parecía obnubilado al sentir como mi boca devoraba su apetitosa verga. Después de un rato, me puse en cuatro y separé mis nalgas dejando a su vista mis agujeros, como si fuera un pervertido se lanzó a lamer mi culo y mi vagina. “¡Dios, qué placer!” –le decía. El pasaba la lengua por completo desde mi ano a mi concha, haciéndome delirar de placer. Estaba en sus manos y podía hacer conmigo lo que se le viniera en gana, no estaba ahí para protestar, estaba para que él obtuviera experiencia, pero más que la experiencia de coger, estaba para darle placer.
Se acomodó en la entrada de mi concha y empujó, clavándomela por completo, me hizo temblar, fue instantáneo, tuve un riquísimo orgasmo. Él empezó a moverse como un salvaje, taladraba mi vagina con fuerza mientras mis tetas y pezones se arrastraban por la cama. “¡Eso papito, dame fuerte! ¡Dame tu verga hasta el fondo!” –le decía. Detuvo sus movimientos y ahora empujaba solo con fuerza, después la sacaba casi por completo y volvía a empujar con más fuerza. “¡Mierda, he creado monstruo!” –le decía y Emiliano seguía enterrándome deliciosamente su verga. Se detuvo y me susurró al oído: “¡Vaya si que he aprendido contigo!”. Mientras me la metía me daba de nalgadas, ¡oh, qué sensación más exquisita! Sentir como me la metía y golpeaba mis nalgas con fuerza. En ese momento mi delirio era total, al punto de rogarle que me la metiera por el culo. No lo dudó, solo me la metió y entregó otro orgasmo de tantos que ya había tenido. “¡Mi culo, me lo vas a romper! ¡No te detengas! ¡Déjamelo abierto!” –le decía. Eso fue como música a sus oídos. Se aferró con fuerza a mis candentes caderas y embistió, embistió con tanta fuerza que sentía como mi ano se abría dolorosamente al ser invadido por esa caliente verga. “¿Así te gusta?” –me preguntaba entre jadeos. ¡Sí, cariño, así! ¡Con fuerza! ¡Has aprendido bien, tesoro!” –le respondí. Cada embestida era un mar embravecido de placer que azotaba mi cuerpo, ya notaba más de tanto placer. Después de varios minutos destrozando mi culo, sentí como su semen caliente inundó mi ya abierto agujero. “¡Oh, eso es delicioso!” –le decía casi sin poder hablar. “¡Es exquisito!” –exclamó cuando ya dejó de vaciarse y cayó sobre mi espalda. Me besaba el cuello mientras su verga se deshinchaba. Después de varios minutos de besos y caricias lujuriosas, era tiempo de volver a mi realidad de esposa devota.
Nos levantamos y nos vestimos, quería irme con su semen en mi culo y en mi concha, quería tener el sudor de aquellas horas de lujurioso placer. Quedamos de juntarnos nuevamente en cuanto nos sea posible para otras clases de sexo, practicar lo aprendido y probar cosas nuevas. Llegué a mi casa y mi cuerpo olía a sexo, me sentía puta, sentía que había hecho un buen trabajo. Decidí editar mi perfil, sin pensarlo puse: “Soy una excelente profesora sexual”. Demasiados match y placenteros encuentros se suscitaron, desde jóvenes, adultos e incluso algunas orgias en las que solo yo era el plato principal. Así fui la profesora sexual de Emiliano por mucho tiempo, pero faltaba quien quisiera aprender nuevos trucos.
Pasiones Prohibidas ®
Que delicioso relato Caballero exquisito como siempre uffff que caliente y perverso
ResponderBorrarDelicioso relato.. todos necesitamos una profesora así
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