Conocí a una persona que fue un salvavidas para mi precaria situación económica, se trataba de un médico que necesitaba a alguien para atender a sus padres, ya que eran mayores. La labor a realizar consistía en que tomaran sus remedios en los horarios indicados, cocinar y preocuparse de los quehaceres de la casa. Cuando me entrevisté con él, me ofreció una remuneración que no pude rechazar, ya que era el triple de lo que ganaba en mi último trabajo. Además, de una habitación con baño privado y otras regalías más en bonos. También me dijo que sus padres no ensuciaban mucho, por lo que las labores de la casa no serían extenuantes, sería más una compañía para ellos. Además, me dijo que tenían un perro que tendría unos 8 años y que se lo habían regalado unos amigos de él cuando estaba soltero y luego se casó, se fue a vivir en un departamento en el centro de la ciudad donde no permiten animales. Entusiasmada acepté la oferta, me dijo que si podía empezar cuánto antes mejor.
Cuando llego a la casa, me recibieron muy bien, no había mucho por hacer, la señora me enseñó la casa y el jardín pero de eso se encarga un jardinero y al fondo tenían un perro enorme, muy alto. Estaba atado durante el día, pero en las noche lo sueltan para que cuide, solo tenía que darle su alimento y agua. Cuando fui a saludarlo se paró y me puso sus patas delantera en mis hombros, su cuello y cabeza me pasaba unos 25 centímetros. Además, está muy gordo, pesaba unos 70 kg más o menos. Era un monstruo.
Después de unos cinco días de trabajar ahí, llamo a su hijo y le digo que su papá tiene vómitos y está descompuesto. Él viene y se lleva a los dos por unos días. Aprovecho para limpiar su cuarto, lavar sus sábanas, cortinas, todo. Después de un día muy cansador llega la noche, me preparo mi cena, pero antes cierro todo con llave. Luego me baño, estaba desnuda sobre la cama pensando en hacer travesuras y jugar un poco conmigo misma, ya que estaba sola. Me acuerdo que no le había llevado el alimento al perro, me tapé con una toalla y salí para el fondo del jardín a oscuras. Cuando llego estaba sentado observándome, cuando me acerco para agarrar su plato se viene encima de mí queriendo jugar y hace que se me caiga el alimento. “¿Quieres jugar o tienes hambre?” –le pregunto. Me mira con ojos de ternura, acaricié su cabeza y me agachó para levantarlo. Un maldito descuido hace que se me caiga la toalla, ahí estaba, desnuda debajo del perro.
Él automáticamente me monta y quiere cogerme, yo bajo mi culito y el pasa por encima de mí, me agarra fuerte de la cintura y me gruñe para que levanté mi culito; la verdad que eso me estaba calentando mucho me excitaba pensar que pasaría si me dejo coger por este perro. Luego pensé que al ser grande y pesado debe tener una verga grande. He estado con hombres grandes y dotados pero hacía mucho que no tenía una buena cogida, así que no aguanté más y levanté mi culo empezó a atinar meterla en mi culito, creo que no había cogido nunca una perrita, ya que se notaba su poca expertica o tal vez era demasiada calentura que lo desesperaba. Le agarré la verga para guiarla hacia mi vagina, cuando la toqué era algo grueso, no sentí espanto, más bien calentura, quería sentir esa verga metiéndose completa en mi vagina húmeda. Apenas entró la puntita se fue hasta el fondo porque abrió de golpe mi vagina, me tuve que acomodar y abrir más mis nalgas para que no me doliera, me estaba volviendo loca. Me la estaba metiendo como nunca antes me la habían metido, era impresionante la manera bestial en que se movía. Bueno, convengamos que era una bestia pero también la primera vez de ambos. Sentía como su verga grande y gruesa me penetraba y crecía más en mi interior, me tocaba el fondo y eso me gustaba mucho. Estaba tan caliente al ser clavada en la oscuridad por ese exquisito animal. eso nunca lo pensé, ni en más morbosas fantasías.
Además,
sabía que no podía gritar, ya que eso alertaría a los vecinos chismosos y creo
que no seria un lindo espectáculo para ellos, aunque para mí era un delicioso
placer. Estaba teniendo un orgasmo tan grande que no lo podía expresar, solo
cerraba mis ojos y clavaba mis uñas en el pasto cuando siento que me viene otro
orgasmo y en ese momento me mete su bola que se resbala de golpe dentro mío, eso
me termina de llenar de placer y lujuria; me sentía toda una perra complaciendo
a un macho tan caliente como yo. Me aprieta muy fuerte y siento algo caliente
dentro mío, me llegó un chorro de semen canino y luego otro y otro. Se queda
quieto un ratito, luego trata de sacarla, le costó un poco pero salió todo, mi
vagina sonó como una botella descorchándose, fue exquisito. No pude ver su pija
esa noche por la oscuridad, pero como me gustó mucho esa brutalidad con la que
impuso que él era el macho y yo su perra. Sabía que íbamos a estar solos varios
días, por lo que me aguanté ver el tamaño de su verga esa noche pero sí que la
sentí. Le acomodé el alimento y agua, acaricié su cabeza y le dije: “Ahora eres
un macho de verdad. Te has comportado como un buen chico”.
Me fui a bañar, ya que todavía salía algo de su semen de mi conchita que estaba abierta por la cogida que había recibido. Comí algo, apagué las luce y me acosté. En la cama pensaba en lo que había pasado, no lo busqué solo se dio, recordar sus embestidassuego me fui a bañar me lave mi conchita que todavía estaba un poco abierta, me salía su semen de adentro, comí algo, apagué las luces y me dormí hasta el otro día.
Cuando desperté era cerca del mediodía, me levanté desnuda tal como había dormido. Me paré en la puerta del patio para ver a mi amante perruno. Estaba dando vueltas por jardín jugando con una pelota. Se veía tan inocente, pero sabía que era un maldito degenerado. Ahora con la luz del día tendría la oportunidad de observar su verga y coger otra vez. Lo llamé y enseguida se acercó, sabía muy bien dónde ir, ya que apegó su hocico a mi vagina, deslizando su lengua de forma perversa. “¡Uy, tú sí que eres caliente!” –le dije. Lo tomé de la correa y lo llevé a la sala. Me tiré en el piso y abrí mis piernas, sin dudarlo ese hermoso animal invadió mi vagina con su lengua. “¡Ah, qué rico lo haces!” –le decía entre gemidos. Su inmensa lengua recorría por completo mi vagina y mi culo, lo hacía de una manera tan exquisita que me tenía gimiendo como loca en la sala. Fueron interminables los orgasmos que me regaló ese pervertido animal. Quería que me cogiera, pero también quería ver su verga y chupársela, ya que anoche me quedé con las ganas. Como pude me senté, él se acercó como si supiera que ahora era su turno. Metí mi mano toqué aquella funda que esconde ese exquisito aparato de placer. Lo masturbé hasta que su verga salió en su esplendor, deliciosamente grande, gruesa y emanaba tibios fluidos. Sentí hambre de meterla en mi boca y no dudé. Se la chupé lento, con calma para acostumbrarme a su tamaño y sabor, era la primera vez que se la chupaba a un animal, pero mi calentura era tan desmedida que solo disfruté cada segundo.
Estaba tan caliente que me puse en cuatro, le dije al animal: “¡Hazme tu perra otra vez! ¡Métemela bien duro, hazme gritar!”. No pasó ni un minuto y me tenía tomada de las caderas. Estaba con esos movimientos salvajes cuando la clavó en mi vagina. Se sentía tan rica esa verga invadiendo mi intimidad, que gemía y gritaba tan perversamente que no me importó si alguien me escuchaba. “¡Eso, dame duro!” –le decía entre gemidos. Sentí como su bola se metió y me arrancó un grito tan lleno de lujuria que caí exhausta. Quedamos pegados culo con culo. Me sentía tan perra que jadeaba de placer, su verga me encantaba y me tenía presa mi conchita. Uno a uno los orgasmos fueron llegando, dejándome casi tendida en el piso, sentía su verga palpitando en mi interior dejando chorros de semen. “¡Oh, sí, llena mi concha con tu semen cosita rica!” –le decía. Cuando salió la verga de mi vagina, el semen escurrió cayendo al piso y como buena perra lo lamí hasta no dejar rastro. Al verlo lamerse después de la cogida que me había dado, sentí la necesidad de chupársela una vez más, así que casi arrastrándome me puso a su lado chupándosela como loca. “¡Soy tu perrita sucia!” –le decía y engullía su verga completa. El muy hijo de puta acabó en mi boca, dándome su semen, el cual tragué completo.
Nuestros
días eran así, empezábamos el día cogiendo, seguíamos por la tarde y en la
noche ya estaba metido en mi cama. Me sentía plena, mi concha no tenía
descanso, en mi vida había cogido tanto como el tiempo en la casa de mis
patrones con ese perro pervertido. Incluso llegué a pensar en que a la mamá del
doctor le hacia las mismas travesuras que a mí, porque sabía muy bien cómo
hacer su trabajo de macho.
El papá del doctor no pudo salir de su gravedad y falleció a las dos semanas, el joven me dijo que la casa se iba a vender y por obvias razones iban a tener que prescindir de mis servicios, ya que su madre iría a un asilo, pero que me iba a pagar la indemnización de un año de trabajo. Él llegó con su esposa, una joven rubia, flaquita, muy blanca, de sobre 1.70 de altura. Andaba recorriendo la casa y me preguntó por el perro, le dije que está en el jardín del fondo. Luego su esposo me lleva al estudio para pagarme la indemnización. Todo estaba en regla y me dice: “Es una lástima dejarte ir Aurora, pero la vida es así”. “Pierda usted cuidado, hay cosas que son inevitables” –le digo mirándolo a los ojos. “Tienes razón. Gracias por todo lo que has hecho, pero no puedo dejar que te vayas sin darte un extra” –me dice. Se pone de pie y se pone delante del escritorio. Lo miro expectante, él me mira y sonríe. “Esto tendríamos que haberlo hecho antes” –me dice. Sé muy bien a lo que se refiere, me puse de rodillas ante él y bajé el cierre de su pantalón, meto mi mano y saco su verga, estaba dura. Sin pensarlo dos veces me la meto en la boca y se la empiezo a chupar, él apoya sus manos en el escritorio disfrutando de la mamada que le estaba dando. “¡Aurora, eres toda una puta!” –me dice. “Así es señor, lo soy” –le respondo. Seguí comiéndome su verga con lujuria. Por varios minutos. Me hace que me ponga de pie y me apoya en el escritorio, bajó mi pantalón y mis bragas, de una sola embestida la metió por culo. “¡Oh, qué rico!” –le digo. “¡Tienes el culito apretado!” –me dice. Se toma de mis caderas y empieza a moverse tan perversamente como lo hace su perro, mi culo era invadido con fuerza, yo no ponía ningún tipo de resistencia, al contrario quería se vaciara en mi culo. Seguía sus movimientos haciendo más intenso el momento. “¡Déjeme el culo abierto doctor!” –le decía gimiendo y bufando. Sentí cuando eyaculó y mi culo se llenó de su semen. “¡Ha sido exquisito Aurora!” –me dice. Nos arreglamos y salimos del estudio.
Va donde su esposa y le dice que debe salir y que lo espere, ya que algo sucedió en el hospital. Terminé de empacar mis cosas y voy a avisarle a la señora que me retiro, ella jugaba con el perro que estaba amarrado. “Suéltelo, es un buen chico, no hace desorden” –le digo. Antes de salir me percato que había olvidado unos documentos, me devolví en silencio cuando escucho gritos y risas. Voy a la puerta del patio, ella estaba en el pasto sentada y el perro insistía en meter su hocico debajo de su falda, hasta que lo logró y pudo meter su lengua en la conchita de la señora, ella se quedó quieta y abrió sus piernas, hizo a un lado su tanga y la lengua de ese peludo amante la recorrió por completo. Sentía un placer enorme, se podía ver en su rostro. Miró por la ventana pero no pudo verme cortina, entonces ella se quitó las bragas y su falda, quedó desnuda de la cintura para abajo. Yo estaba caliente mirando la escena, metí mi mano entre mi ropa interior, estaba húmeda, me empecé a masturbar suavemente viéndolos. El perro estaba quieto como esperando que se acomodara y así fue, ella buscó un almohadón para centrarse y abrir las piernas, pero el animal quería otra cosa y con sus patas delanteras la quería dar vuelta hasta que lo logró, cuando ella cae y trata de levantarse, la toma de la cintura y trata de clavarla; ella piensa que es esa verguita colorada y finita que muestra al principio. Seguí en mi escondite viéndolos, esta vez me masturbaba frenéticamente y ponía una mano en mi boca para no ser descubierta, aun sentía el culo abierto por la follada que me había dado su esposo de despedida, y la escena que tenia ante mis ojos me calentaba mucho más. Entonces ella levanta su culo, se acomoda y se queda quietita, hasta que el animal logra acertar su conchita y de un empujón le mete casi todo; ella suelta un grito, trata de escaparse pero es imposible. Él la tiene ensartada con su enorme verga que cada vez crece y crece dentro suyo, sus embestidas hacen que sienta dolor pero también mucho placer porque su vagina se va acomodando a su grosor y eso hace que ella abra más sus nalgas y sus piernas gozando de una caliente, mojada y enorme verga canina.
Cierra
sus ojos, se entrega un poco y saca dentro suyo esa hembra en celo que toda
mujer tenemos y se dedica a gozar del morbo que le provoca esa situación y la
excitación que en ese momento tiene. Yo estaba casi a punto de acabar, así que
seguí con mi tarea de darme placer siendo una zorra voyerista. Él sigue
moviéndose hasta que de repente le mete su bola, ella grita pero está vez creo
que fue de placer, en ese momento el animal la aprieta muy fuerte y derrama dentro
suyo un manantial de semen, ella con su cabeza mirando el piso y su cadera
levantada y abiertas con sus ojos llenos de lágrimas y su cuerpo de sudor y
pelos de su macho se da por vencida y se deja hacer todo lo que él quiera. Se quedan
pegados unos minutos luego él animal logra sacar su verga dentro de ella y
siente que cae un chorro de semen y otras cosas por sus piernas. Trata de
levantarse, pero es en vano, su cuerpo no responde, el perro al verla así sigue
lamiéndole la concha. En ese momento yo me retiro de la casa sin hacer ruido.
Pasiones Prohibidas ®
Wao es un relato muy exquisito me encanto Caballero
ResponderBorrarMe encantó, el giro inesperado que tienes es muy exitante
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