Ramón era un joven como cualquiera, a sus dieciocho años recién salido de la escuela se preparaba para ingresar a la universidad, él era de un pequeño pueblo al sur de la capital y por ende debía mudarse si quería entrar a estudiar, para eso dejó la casa de sus padres para vivir con sus tíos.
Jazmín y Ricardo eran una pareja atípica, ella era veinte años menor que él y se habían casado unos pocos meses después de haberse conocido, Ricardo era bastante adinerado por lo que no le costó llevársela a otra ciudad y así fue como la tía de Ramón llegó a vivir en la metrópolis. Jazmín tenía treinta y nueve años y era la hermana menor de Laura, la madre de Ramón con quien se llevaba de maravilla, por lo que no fue difícil convencer para que recibiera al joven en su casa. Ramón por su parte se llevaba muy bien con sus tíos y se puso contento al saber que lo recibirían con los brazos abiertos. Una vez instalado se puso al día con la rutina de la casa, su tío Ricardo era un hombre de negocios por lo que no pasaba mucho tiempo en el hogar durante la semana, los fines de semana gustaba de sus amistades y parrilladas en su gran patio al lado de la piscina, Jazmín por otro lado era una activa mujer que disfrutaba de la vida, el deporte y de su trabajo como administradora en una gran empresa, ella tenía un horario más regular por lo que era común verla más relajada en su día a día, como no se cocinaba mucho, Ramón recibía una especie de mesada por parte de sus tíos para que comiera durante la semana, por lo que él tampoco pasaba mucho tiempo en casa.
Pasaban los meses y todo andaba como reloj a excepción de su tío que a veces estaba y a veces no, un buen día Ramón terminó temprano y no quería pasar más tiempo del necesario en la universidad, días atrás se había armado de valor y se le había declarado a una compañera de clases pero fue rechazado, eso lo tenía muy desmotivado en general, pero nada que no pudiera superar, por lo que decidió no almorzar tampoco como de costumbre y se fue temprano a casa. Al llegar como siempre abrió la puerta y la cerró detrás de él, dejó sus llaves en el colgador de llaves que está a un costado de la entrada, dejó su mochila a un lado de la escalera y cuando se disponía a sacarse la chaqueta escuchó a su tía: “¡No te muevas puta, ahora me toca a mí!”. Él quedó helado, no alcanzó a reaccionar cuando escuchó a una segunda mujer hablar: “Sí Ama, lo que usted quiera”.
Ramón inconsciente caminó hacia el living, que era de dónde venían las voces, al llegar se quedó de una pieza, lo primero que vio fue el gran culo de su tía entallado en una mini falda de cuero negro que apenas le cubría las nalgas, andaba además con unas medias de encaje color rojo bien ajustadas a sus largas y contorneadas piernas y calzaba unas largas botas de cuero negro de prominente taco, la espalda estaba al descubierto salvo por el tirante del sujetador que también era de cuero del mismo color que la mini falda, su larga y negra cabellera ondeaba orgullosa al compás de su prominente culo mientras caminaba hacia el sofá, en su mano derecha Jazmín sostenía una larga fusta y debajo de ella estaba la interlocutora, una joven puesta en cuatro patas mirando hacia el sofá, tenia el culo al aire muy colorado y con algunas marcas, se notaba que había sido azotado hace poco, un llamativo consolador se movía misteriosamente dentro de su ano, el muchacho pudo notar como le chorreaba la vagina, recorrió con la mirada la espalda de la joven, las tetas le colgaban, no se apreciaban muy grandes pero le llamó la atención lo que tenía en el pezón, una cadena ligada a una especie de gancho se sostenía de este de manera que se notaba dolorosa, Ramón vio que la joven tenía en los ojos lo que parecía un antifaz, Jazmín llegó al sofá y se giró para sentarse, lo hizo con sus piernas juntas algo ladeadas para no chocar con la cabeza de la perra que estaba casi que mordiendo el sofá, al sentarse la Jazmín levantó la vista y se encontró con la asombrada mirada de su sobrino, se notaba a leguas la cara de lujuria de Jazmín y eso a Ramón lo dejó más petrificado de lo que ya estaba, con total naturalidad su tía lo miró sin siquiera cambiar de expresión facial, simplemente se limitó a levantar un dedo y hacer un gesto para que este guardara silencio, la mirada de Jazmín dejó libre la de Ramón para dirigirse a su amiga, levantó una pierna y la pasó hacia el otro lado, se acomodó y obviamente sin importarle la presencia de su sobrino se subió la falda para dejar al descubierto su ya bien lubricada vagina, tomó del pelo a su perra le habló al fin: “¡Has lo que mejor saber hacer zorra de mierda!” –le ordenó al mismo tiempo que levantaba del cabello a su perra para que esta le lamiera bien la concha. “Sí Ama lo que…”. No alcanzó a terminar la frase ya que Jazmín le apretó la cara contra su depilada vagina, un notorio temblor recorrió el cuerpo de esta cuando la esclava comenzó a lamerla, acompañado con sus caderas los movimientos de la lengua con la que chupaba, lamia y a veces mordisqueaba el clítoris de su Ama como si no hubiera un mañana, Jazmín solo se limitó a gozar del momento, azotando de vez en cuando la espalda desnuda de su zorra y tironeándola con la otra mano, de un momento a otro dejó la fusta de lado, jaló del cabello de la esclava, la levantó para que sus miradas se encontraran, un segundo mas tarde Jazmín le escupió directo en la cara, le propinó una sonora bofetada y le metió un dedo de la otra mano en la boca provocando una buena arcada. “¡Así zorra, ahora hazme acabar bien rico perra y tendrás tu premio!” –le dijo. La esclava no alcanzó a responder por que tenía aún el dedo en la boca, Jazmín se lo sacó y apretujó la cara de esta contra su clítoris y se entregó completamente, el sujetador era de esos que se abrochan por delante, por lo que fue fácil liberar esas enormes y apetitosas tetas, dejó caer su cabeza hacia atrás, la mano derecha se mantenía sujeta a los cabellos de la zorra y la izquierda ahora aprisionaba el pezón de una teta, lo apretaba, lo estiraba y lo retorcía para luego apretar con fuerza la teta entera, de cuando en vez se cambiaba a la otra, Jazmín ya gemía como perra en celo al tiempo que su cuerpo se retorcía de placer y no pasó mucho cuando la tía de Ramón estalló, este vio cómo su tía un increíble y retorcido orgasmo, y él con dieciocho años y aún con su virginidad a cuestas también se retorció al tiempo que sintió como su novato pene soltó toda su carga dentro de su bóxer y pantalón, esto lo pilló completamente desprevenido y solo atinó a correr escaleras arriba con las manos en la entrepierna tratando de hacer el menor ruido posible, logró llegar a su habitación y se encerró.
Algo asustado aún el muchacho se cambió rápidamente de ropa y se quedó esperando sin saber bien que, al rato después sintió que la puerta principal se cerraba, su corazón se aceleró, durante ese tiempo se había esforzado para evitar recordar lo que acababa de ver para no tener accidentes, pero al sentir los pasos de su tía subiendo las escaleras le fue imposible, golpearon la puerta y Ramón se paró a abrir, vio a su tía de pie junto a la puerta aún con su excitante uniforme de dominatrix. “¡Hola sobrino!” –le dijo de manera tierna, el joven intentaba mirarla a los ojos pero le estaba constando demasiado. “¡Hola tía!” –respondió el joven casi tartamudeando. “Mira querido, no pensé que llegarías temprano y bueno lo que viste es algo que yo hago hace tiempo” –le dice Jazmín. Él entendió que en esencia la había visto en algo que para ella era un secreto, se limitó a disculparse. “Si tía perdón, es que no tenía ganas de quedarme más de la cuenta en la universidad, además que jamás pensé que te podía encontrar así” –le dijo. Jazmín lo miró tiernamente recordando el por qué Ramón no quería estar de más en la universidad. “Bueno querido, no te disculpes, la que se debe disculpar soy yo” –le dijo la tía con ternura.
Ramón bajó la mirada, su tía continuó hablando: “¿Te quería pedir un gran favor?” –le dijo. El joven la miró a los ojos sin saber que esperar a esa altura. “Te quería pedir que por favor no cuentes nada de lo que viste a tu tío, él no sabe nada de esto” –añadió Jazmín. Ramón se esperaba algo como eso pero igual quedó sorprendido, con lo bien que se llevaban como pareja y que se guardasen secretos de esa magnitud, pero al final de cuentas él no sabía mucho de nada, pero un flechazo de inspiración lo atravesó, o al menos es pensó en ese momento, el joven se había excitado de sobre manera al ver a su tía así y más aun con el contexto de dominación que la vio, por segundos quiso ser él el Dominante. “Tía, ¿tú crees que me podrías enseñar lo que sabes?” –le preguntó el muchacho. Jazmín quedó de una pieza. “¿Qué?” –preguntó incrédula. Ramón se puso muy nervioso, no pensó para nada lo que había dicho pero se dio ánimo y añadió: “”so tía, me gustaría hacer eso que hiciste abajo con la otra mujer”. Jazmín pasó de la incredulidad a la ternura, esbozó una sonrisa y le tomó la mano a su sobrino. “Pero querido, ¿cómo crees que yo voy a hacer algo así? Esto que hago lo llevo practicando hace años, no es tan fácil y que yo sepa, y disculpa que lo diga pero primero hay que tener experiencia en el sexo” –le dice ella. Ramón se había decidido ya y no iba a dar pie atrás. “Por lo mismo tía, tómame como tu discípulo o algo por el estilo y me incluyes en tus cosas” –le dice él con convicción. Jazmín se rió. “Pequeño, sé que puede ser fuerte ver a alguien en esa situación y más si es tu tía, pero no es llegar y hacerlo” –dice Jazmín. Ramón se sintió menospreciado con aquella risa y ese trato condescendiente de parte de su tía y se jugó su última carta, a última hora y ya tarde se dio cuenta que si salía mal esa jugada corría riesgo incluso de tener que volver a su pueblo: “Si no me aceptas como discípulo tía le contaré todo a mi tío” –le dijo en tono de advertencia. Jazmín se limitó a mirarlo fijamente a los ojos sin decir nada, reinó el silencio por un infinito segundo, para Jazmín también esto era muy difícil, si bien le gustaba la idea de tener un aprendiz / esclavo, también le aterraba que ese personaje fuera su propio sobrino, su cabeza dio vueltas y vueltas pensando en innumerables situaciones que podrían salir mal, pero a pesar de todo, ella ya estaba en una etapa en que lo que hacía no le complacía como antes y era que ya habían pasado casi quince años desde que se convirtió en Dominatriz después de haber sido en secreto la perra de una antigua pareja y en el fondo pensándolo bien si lo tenía a la mano y siempre en la casa no tendría por qué correr riesgos y que además fuera su sobrino directo el daba más pimienta al asunto, se decidió a hablar. “Ramón, tu sabes que eres mi sobrino, si alguien se entera de esto no solo yo terminaré muerta, sino que tú también terminarías quizás donde” –le dice Jazmín en tono serio. Él se sorprendió, no lo habían echado de la casa que era lo que ya estaba esperando y la verdad un rayo de luz al final del túnel comenzó a asomarse. “Te juro que no se lo diré a nadie tía, será nuestro secreto” –prometió el muchacho. Jazmín aun incrédula por lo que estaba a punto de hacer lo miró de pies a cabeza y luego se centró en su mirada.
El joven no cabía más de alegría, era como si un sinfín de oportunidades se abrieran ante sus ojos y estaba dispuesto a aprender cada cosa que su tía le enseñara sin importar lo que fuera. “Está bien, pero hay reglas” –dijo Jazmín. La alegría de Ramón era total, jamás pensó que podría sucederle algo así, se pasó innumerables situaciones en su cabeza pero al final le resonó el de “pero hay reglas”. “Lo que tú digas tía, seré tu aprendiz” –dijo con emoción el muchacho. La sonrisa que esbozó su tía le dio un leve pinchazo de incertidumbre, como que escuchó del otro lado del túnel un suspiro de miedo. “Lo que yo diga es ley primero que todo, y la única forma de aprender esto es siendo un perro fiel hasta la muerte” –le dijo Jazmín. Ramos aun no comprendía del todo donde se estaba metiendo pero no dijo nada, se limitó a escuchar. “Desde ahora cuando estemos solos serás completamente mío, lo que yo diga lo haces sin pensar y te daré el beneficio de decirme tía y no Ama, solo porque me calienta más, ¿queda claro?” –añadió. El muchacho se cagó de miedo y su rostro no logró disimularlo. “Ya no te puedes retractar, si quieres tener una perra como las mías o un perro, tendrás que hacerme caso en todo, ¿estamos?” –sentenció Jazmín. El joven se animó a responder: “¡Si tía!”. Su tía lo miró satisfecha al tiempo que se llevaba las manos al broche de su sujetador, el cual desabrochó y dejo caer al suelo, liberando de manera desprevenida sus enormes tetas, Ramos se volvió a congelar. “¡Chúpame las tetas!” –le ordenó. Ramón no atinó, en eso una veloz y rasante mano surco el aire y fue a dar directo en la mejilla del muchacho quien no supo bien lo que paso. “¡Dije que me chupes las tetas!” –le dice Jazmín con voz de mando. Ramón reaccionó y se acercó con miedo a su tía, esta lo agarró del pelo y lo acercó a su pezón. “¡Abre la boca!” –ordenó Jazmín. Ramón hizo lo que se le dijo y una vez abierta su tía acercó su cuerpo para que la teta entrara de lleno en la boca de su sobrino. “¡Chúpala o te vuelvo a pegar!” –le dice la tía al temeroso sobrino. Ramón comenzó a chupar como pudo, luego de un rato Jazmín se separó de su sobrino. “¡Sácate los pantalones!”. Asustado aun, Ramón hizo caso y se sacó los pantalones, quedó en bóxer, su tía lo miró y este entendió sin que le dijeran nada y se sacó también el bóxer. “¡Pajéate!” –le ordena. Lo miraba muy seria y autoritaria, Ramón no esperó el golpe así que agarró su verga y comenzó a masturbarse, en muy poco rato ya estaba dura, Jazmín sabía que su sobrino no tenía experiencia en lo más mínimo, cosa que la excitaba. Además, sabía que tendría que educarlo muy duro. Se acercó y lo empujó sobre la cama, el joven cayó de espalda con las manos a los costados y su verga bien dura, Jazmín se inclinó sobre él, lo miró y le dijo: “Tienes absolutamente prohibido acabar sin que te lo ordene, ¿me escuchaste?”. Ramón la miró muy temeroso, ya se estaba arrepintiendo incluso de vivir. “¡Si tía!” –fue su respuesta,
Jazmín asintió a la respuesta, con su mano agarró con firmeza la verga de su sobrino y al momento de dar la primera estocada este no aguantó nada y le soltó todo el semen en las tetas a su tía quien aun estaba sobre él, este se retorció de placer en un orgasmo que pronto se convirtió en suplicio cuando Jazmín enfurecida por lo que había pasado y le estaba apretando el miembro demasiado fuerte, Ramón se atrevió a abrir los ojos y mirar a tu tía mientras se empezaba ya a retorcer de dolor por la mano que apretaba. “¡Eres un puerco asqueroso y desobediente, tendré que enseñarte desde cero!” –sentencia Jazmín soltando la verga de su sobrino quien se alivió demasiado, pero no por mucho tiempo, Jazmín se había incorporado y mirándose al espejo que tenía en una pared la habitación de su sobrino se vio las tetas y el vientre llenos de semen, enojada miró a Ramón y le dijo: “¡Párate y acércate!”. Este sin demorar hizo caso. “Mira como me dejaste cerdo inmundo, ¡límpiame!” –le ordenó. Ramón se volvió a buscar algo con que limpiar a su tía pero un fuerte golpe en la cabeza lo devolvió. “¡Límpiame te ordené!” –le dijo bruscamente. El joven se atrevió a hablar: “Estoy buscando con qué limpiarla tía” –le dice algo temeroso. Vino la otra cachetada que tanto había evitado y le dieron vuelta la cara al pobre muchacho. “Primero no te pedí que hablaras, segundo cuando me chorreas con tu asqueroso semen sin que te lo ordene me limpias con tu lengua y te lo tragas, ¡cerdo de mierda!” –dice Jazmín con voz de enojo.
Ramón se quedó tieso, nunca pensó en eso, alcanzó a ver como su tía estiraba el brazo para darle de nuevo cuando se adelantó y sin pensarlo demasiado comenzó a lamer su propio semen de las tetas de su tía, Jazmín a pesar de su enérgica actitud de enfado y enojo estaba a mil y ver a su sobrino limpiando su semen de sus tetas la mojó aún más, pero no quería alegrar a su nuevo esclavo con ese placer, en el fondo claramente se estaba vengando de la osadía de su sobrino. Luego de un rato en que este lamió y lamió, Jazmín lo único que quería era acabar y se empezó a masturbar mientras la lengua de su sobrino recorría sus tetas, hasta que al fin recibió tan anhelado orgasmo. “¡Acuéstate!” –le ordena. Ramón con claras manifestaciones de nauseas hizo caso, se acostó con la cabeza donde hacía el respaldo. “¡Con la cabeza acá cerdo!” –corrigió Jazmín señalando hacía los pies de la cama. El muchacho se dio vuelta quedando con la cabeza casi en el aire. Vio como su tía se quitaba la falda y quedaba desnuda, salvo por las botas y las medias, ella se acercó le tomó la cabeza con ambas manos, lo miró y le escupió la cara. “Me la vas a chupar y te vas a tragar todo lo que te tire” –dijo la tía Jazmín a su sobrino. Ramón iba a responder pero tal y como hizo con la esclava anterior no espero respuesta y se sentó en su cara, comenzó de inmediato con fuertes movimientos frotando su vagina contra la cara de su sobrino, el éxtasis de Jazmín era aún más grande que antes, se estaba masturbando con la cara de su sobrino querido, algo que la ponía más caliente, este por su lado sentía ese fuerte olor a hembra que tanto excita y el sabor de los constantes fluidos que le daba su tía y eso hizo que su verga se pusiera dura otra vez, no por mucho la verdad porque fue reducido por un agudo dolor en la punta de su glande y era porque su tía le había propinado un fuerte golpe con la uña, el joven se retorció de dolor. “No te ordené que te excitaras, ¡asqueroso!” –le dice ella entre jadeos. Ramón resignado entendió por fin donde se había metido, continuó siendo el consolador humano hasta que su tía volvió a gemir como una perra en celo y aumentaba la velocidad de sus embistes, el joven no podía evitar que su verga se le pusiera dura pero pensó que su tía no lo estaba notando porque estaría con los ojos cerrados, pensaba en eso cuando una chorreada descomunal lo sacó de sus pensamientos, seguido de un agudo y sonoro gemido de su tía, Jazmín había estallado nuevamente en orgasmo de aquellos, luego de un rato se retiró y miró a su sobrino con una sonrisa que no pudo disimular, se incorporó como pudo, aun le temblaban las piernas. “¡Levántate!” –ordenó Jazmín. EL muchacho se puso de pie enseguida, aún tenía su verga erecta, Jazmín lo miró y le dio un largo y candente beso, con eso Ramón quedó en las nubes. “Al final te portaste bien sobrino y por eso te daré un premio, en el baño quedaron mis calzones, quiero que te masturbes con ellos y que lo dejes bien llenos de semen, ¿me escuchaste?” –le dijo con ternura Jazmín. Ramón solo pudo asentir, ya que de sus labios no salían las palabras. “Luego te bañas y te vistes, ya está por llegar tu tío. Nos vemos luego querido” –añadió su sensual tía dándole otro candente beso que le sirvió de motivación.
Ramón obediente al requerimiento de su tía se fue al baño y encontró el calzón usado por Jazmín, primero lo olió y tenía el olor a hembra que ya había sentido antes, lo había usado. Pensar en lo que había vivido y aunque no entendía mucho al respecto lo había disfrutado, su verga no tardó en ponerse dura y se pajeó cumpliendo la orden de su tía, no tardó muchos minutos en eyacular y dejarlos impregnado de semen. Luego se dio una ducha, se vistió y bajó para hacer de familia feliz con sus tíos. El joven se sentía contento, ya que a sus ojos se abría un mundo nuevo y qué mejor de recorrerlo guiado por aquella mujer que lo llevaría a conocer el más oscuro de los placeres.
Pasiones Prohibidas ®
Que delicia de relato Caballero como siempre
ResponderBorrarVolver a leer un relato de usted después de un tiempo es algo exquisito. Nunca decepciona.
ResponderBorrarExcelente relato mucha curiosidad despertó mi lívido
ResponderBorrar