martes, 10 de septiembre de 2024

16. La entrega de Vanessa

 

Habían pasado varios días juntos. Todo empezó con el típico coqueteo y juegos un tanto morbosos, entre esos juegos se excitaban en lugares públicos, él la manoseaba con perversión en la calle, a vista de quien pasara, pero no sentían vergüenza, les gustaba ser el centro de las miradas y por qué no decir, también parte del morbo de quienes los miraban. Pasaron dos semanas y quedaron de juntarse en un hotel de la capital, ella debía llegar temprano, debía ir dispuesta a todo lo que pudiera suceder. Vanessa, como se le había indicado llegó antes, pasó a la recepción y recibió la llave que abriría la puerta, entraba primero en la habitación y allí encontraba las instrucciones que debía seguir, al igual que los regalos que aquel hombre le hacía para la ocasión. Había en la cama un sobre con una nota, tenía escrita distintas indicaciones que debía seguir y también sobre la cama había otras cosas que hicieron que el corazón de la chica saltara en su pecho. Un sexy conjunto de ropa interior, un collar con su nombre, era de los anchos y resistente. Un plug anal, unas esposas, cuerdas, diferentes juguetes, un gagball, pinzas para pezones con cadena. Su cuerpo tiembla de excitación al ver todo lo que él había dispuesto. Leyó las instrucciones: “Si estás leyendo esto es que aceptas ser mi sumisa durante esta tarde, aunque aún no lo serás hasta que te entregues sexualmente por completo. Desnúdate y date una ducha, ponte las braguitas y coloca las pinzas en tus pezones con la cadena, para que pueda tirar de ellas, ponte la mordaza en la boca. Espérame tumbada en la cama, deja la puerta entreabierta. Si no quieres acceder a estas peticiones no pasa nada, solo vamos a coger y luego tomar un café”. La respiración se le entrecortaba al leer esas escuetas pero sugerentes líneas.

Realizó todo lo que se le había pedido en la nota, sin cuestionar nada. En su mente estaba solo complacer, era como si estuviera bajo un embrujo del cual no podía salir. Estaba expectante, esperando a que apareciera ese hombre, su corazón palpitaba con fuerza, su respiración estaba agitada, la ansiedad la estaba matando. “Vanessa que bragas más sexys, pero ahora parecen las de una puta. ¿Esperabas la visita de alguien, para que te cogiera?” –fueron las primeras palabras que escuchó cuando aquel hombre entró a la habitación. Esas palabras no hacen más que aumentar su excitación porque tenía razón. Era una puta que estaba dispuesta a entregarse por completo a los caprichos y deseos de ese hombre. Comenzó acariciándola, él no tenía prisas ni límites de tiempo. Con toda la calma del mundo se entregó a las caricias impúdicas del hombre que la tenían al borde de la locura, su cuerpo vibraba cuando esas manos indecorosas la recorrían sin cesar. En algún momento perdió la noción de la realidad, solo sentía excitación y algo de vergüenza, ya que el hombre conocía cada punto de su cuerpo.

De repente, las caricias cesaron, él se apartó de la caliente Vanessa y se colocó entre sus piernas, las separó con fuerza y las levanto, esto hace que a pesar de tener bragas puestas se sienta totalmente desnuda y expuesta a ese hombre. El pecho de Vanessa subía y bajaba a causa de su respiración nerviosa.  Se sentía avergonzada por toda la excitación que la invadía. Los pezones de Vanessa se sentían cada vez más duros, la saliva escurre de boca; sentía como la boca de aquel hombre se acercaba a su vagina, la tibia respiración podía sentirse en su vulva a través de la tela de las bragas. Ella deliraba, se tomaba con fuerza de las sabanas y resoplaba de excitación. Hubo un instante en donde se sintió avergonzada porque su respiración era más agitada que la del hombre, aunque le encantaba esa sensación, también era perturbador sentir que estaba en las manos de ese pervertido ser que la tenía cautiva de lujuria, acto seguido sintió la lengua  de ese hombre deslizarse abajo hasta arriba de su vagina por encima del encaje de sus bragas. No tarda mucho en notar que ya no es delicado, que prácticamente está bebiendo cada gota de sus fluidos, maldice sus bragas porque hacen que el placer no sea completo y sin darse cuenta tus caderas se mueven al sentir como el placer la golpea como las olas a las rocas de la playa. Siente como su cuerpo se estremece por completo al sentir cada lengüetazo que recibe.

Vanessa comienza a entregarse de forma involuntaria. Siente que la tomó de forma salvaje, sin darle nada de tregua, La boca del hombre no se despegaba de su vagina y con sus fuertes manos apretaba sus tetas y jugaba con las cadenas de las pinzas que le causaban esa dolorosa y placentera sensación. En ese momento las caderas de la chica se mueven al ritmo de esa perversa lengua. Por primera vez sintió odio por las putas bragas que tenía puestas, la privaban del placer absoluto. El hombre aumentaba el ritmo de cada lengüetazo pero después lo frenaba con la finalidad de controlar su orgasmo y mantenerla en un estado de excitación descontrolada. Al fin Vanessa entendió que estaba jugando con ella y que cada vez que él dominaba esa parte tan especial de su intimidad mas placer sentía y era cada vez controlarse para no caer en los brazos del orgasmo, aunque después se lo negaba, al punto que una de las veces que se acercó tanto que sus piernas se cierran violentamente aprisionando su cabeza y a la vez sus caderas se mueven para que aquella boca no se separe de su vagina. Tuvo que dar un tirón brusco a la cadena de sus tetas y unas cuantas cachetadas a tus tetas para que lo liberara, aunque para él solo era algo que ocurriría en cualquier momento. “¡Mierda Vanessa, qué puta te has vuelto haciendo eso! Pero así no obtendrás lo que quieres, solo lo tendrás cuando te entregues totalmente y estés totalmente sometida a mis deseos” –le dice él.  “¿Te parece que estoy poco entregada y sometida?” –es lo primero que se le viene a la mente de forma súbita al oir esas palabras del hombre. Los ojos de la chica se abren por completo al ver como sus piernas son abiertas completamente y atados sus tobillos a la cama para que no pueda moverse. Ahora se siente desnuda y expuesta, no se había dejado controlar al juicio del hombre pero ya tenía una solución al alcance de sus manos. “Así evitaremos más tonterías Vanessa” –le dice con una sonrisa perversa. La joven estaba envuelta en un mar de emociones que no podía controlar, por un lado estaba ansiosa por probar todas aquellas cosas que le habían sido prometidas, pero también luchaba con el pudor y el decoro, la vergüenza también era algo que la dominaba aunque sentía que era lo que deseaba con todas sus fuerzas.

Mientras seguía en esa enfermiza lucha, otra vez sintió la tibia respiración en su entrepierna, se dio cuenta que solo podía mover los dedos de sus pies. Una de las manos indecorosas del hombre mueve a un lado la tela de su braga. Sintió Vanessa que su respiración se agitó mucho más de lo que estaba. Ella no podía ver el rostro de ese hombre pero imaginaba su cara con semejante espectáculo, su vagina chorreaba y palpitaba caliente, deseando sentir esa lengua deslizarse para hacerla gemir y llevarla al placer. Al fin, tuvo el placer de sentir la lengua del hombre que la recorría por completo, incluso abría sus labios vaginales de una forma tan sublime que incluso ella babeaba de placer. Esa lengua morbosa incluso la penetraba Con la respiración entrecortada, Vanessa tiraba de la cadena que estaba unida a las pinzas, lo que hacía que sus pezones se inflamaran y se pusieran mas duros al punto que las pinzas se soltaron. Todo lo que en ese momento la joven era tan intenso que solo piensa en acabar, pero él nunca se lo permitió, ella solo gemía y se retorcía en la cama, incluso sus ojos se ponían blancos por culpa de la lujuria que la tenía presa. Él la mantenía en ese punto que tan hábilmente había aprendido a encontrar, siempre al borde del abismo, cuando iba a dejarse caer, era traída a la realidad de que su orgasmo era de él. Volvió a colocarle la braga y le dice: “Me encanta el sabor de tu concha, putita”.

En ese momento, el hombre se desabrocha el pantalón, baja su ropa interior y se acomoda ente las piernas de Vanessa, aparta de forma brusca las bragas de la caliente chica y con una perversa sonrisa a penetra fuertemente, metiéndosela de una, se agarró del culo de la mujer y ella lanza un gemido que queda ahogado por el gagball y se recostó sobre ella, siente el peso en sus tetas y sin darle mucho tiempo de reacción, se la cogía salvajemente, mientras le decía todas las palabras sucias que se ocurrían al oído. Se la sacaba despacio y se la metía con fuerza, siente el dolor en cada embestida y e placer, ambos se mezclan con el armonioso ruido de sus gemidos. En ese momento ella piensa en solo complacerlo, en devolverle todo ese placer en forma de sumisión, en ese momento ella haría lo que él quisiera. No detuvo el ritmo en ningún momento, se la cogía con fuerza y con un endemoniado ritmo que tenía a Vanessa al borde del colapso. El hombre luchaba por no eyacular, ya que sus ansias eran tantas que sentía que la verga le explotaría en cualquier momento. Ya cuando estaba a punto de acabar se detuvo segundos antes y respirando profundo calmó sus emociones, para luego seguir cogiéndosela como un animal. ella era incapaz de pensar en algo más que no sea en complacerlo, puede percibir en sus ojos que algo trama, no la deja acabar, ella se desespera pero está cada vez más caliente, pero la vergüenza se mezcla con un intenso placer que el hombre sabe dominar a la perfección.

El hombre jadeaba y entre sus jadeos le decía a la chica: “Vanessa te veo más dócil ahora, parece que tener mi verga dentro, te tranquiliza, pero ya no seguirás disfrutándola, aún no estás totalmente entregada, veo que haya sumisión de tu parte”. No entienda que significan esas frases que le fueron dichas, pero ella se sentía toda una puta entregada a los deseos morbosos de ese hombre que la tenía prisionera de sus emociones. Desató sus piernas, apenas podía moverse, todo su cuerpo vibra, la mirada el hombre se pone siniestra, pero Vanessa no tiene miedo, está esperando lo que viene. “Ahora voy a darte un premio, porque sé que estás deseando más. Ponte a cuatro como una perra” –le dice él. Intenta hacerlo, pero te cuesta un poco, entonces le ayudó de forma brusca, dando cachetadas en sus tetas y en el culo para que se moviera. Levantó sus caderas haciendo que la cara de Vanessa se hundiera de forma brusca en la cama.

No la hace esperar mucho, Vanessa sintió como las manos del hombre separando sus nalgas sin ninguna delicadeza y pegó la boca al culo de la caliente Vanessa mis manos separando tus nalgas sin ninguna delicadeza y directamente pego mi boca a tu culo, el hilo de la diminuta braga se empapó con la saliva del hombre, lanzó un gemido al sentir como la lengua del ser despiadado hacia círculos en el agujero de Vanessa. Esa posición la excita por completo y no la ayuda a que se pueda controlar, se retorcía con lujuria al sentir como su culo y vagina eran invadidos con tal perversión. Aquel hombre había encontrado el punto de clímax en Vanessa, el sexo anal le gusta demasiado y ahora ese hombre la estaba llevando al cielo, mientras con su dedo se la seguía cogiendo como un loco poseído por el placer, quedando embadurnado de sus fluidos. Ese dedo acaricia el agujero de Vanessa y se mete lentamente en él y al sacarlo se lo mete en la boca a la chica, la que lo lame con delirante calentura. Está ansiosa, quiere que se la coja y la haga sentir más puta de lo que se siente ahora.

Le quitó la braga, Vanessa sentía que su corazón se escaparía por la boca, temblaba. “Vamos Vanessa, sé que lo estás deseando. Entrégame tu culo, quiero meterte la verga” –le dice él mientras coloca la punta en la entrada de ese delicioso culo. Ella está tan caliente, que siente la necesidad de ser penetrada. Él la observa con una sonrisa burlona. Ya no se podía contenerse más y con toda la sensualidad de su voz, ella dice: “Quiero que me lo metas, hazme tu puta”. Él sonríe al ver la disposición de Vanessa, pero también sabe que esas palabras son dichas por la calentura del momento, por lo que le dice: “¿Estás segura de lo que pides? Porque no habrá vuelta a atrás”. “Yo lo sé, es lo que quiero. ¡Quiero ser tu puta! ¡Haz conmigo lo que quieras!” –le dice ella sin contener su deseo. Parecía un animal enjaulado, estaba ansiosa y caliente por sentir esa verga llenado su culo. “Sí que me sorprendes, pensaba que eras una de esas santitas, pero veo que solo eres una puta deseosa de verga” –le dice él. El hombre volvió a hundir su boca en el apetitoso y palpitante culo de la chica, esta vez más salvaje, incluso incrustando la punta de la lengua en el agujero, mientras con sus dedos asaltaba la vagina de Vanessa que se retorcía gimiendo. Le abrió las nalgas, deslizó la verga por la vagina y la puso en la entrada de su culo. Le agarró el pelo y tiró fuertemente de él haciendo que su espalda se arquee. “Eres mi putita” –le dice él con lujuria en su voz. Tiró con fuerza de su pelo y ella se dio cuenta que en vez de luchar por liberarse, solo peleaba con su excitación. Vanessa se dio cuenta que el hombre tenía razón, deseaba ser usada por su perversión y de forma instintiva poco acercaba sus nalgas hacia él. Sintió como su ano se abría al sentir como la punta de esa verga se adentraba furtiva, ella se movía lentamente para sentir como su culo se amoldaba para recibirla mejor, el hombre empieza a presionar para metérsela pero no la suelta del cabello, las sensaciones que recorren a Vanessa la hacen gemir y suspirar. Ahora, ya tenía toda la verga en el culo e intenta sentir el vaivén de los movimientos bruscos de ese hombre que estaba usando su agujero con lujuria. Ahora Vanessa se siente completamente sometida, está totalmente entregada a ese hombre que la hace gritar de placer.

Por primera vez Vanessa estaba experimentando la sumisión, anteriormente era ella quien tomaba el control de la situación, ahora era distinto, había cedido cada ápice de su cuerpo y de su deseo con tal de complacer a alguien. Su culo sentía el ímpetu con el que era cogido, a ella le encantaba pero su mente se resistía a procesar lo que estaba viviendo, por un momento cesó de moverse pero aunque su mente le decía que no, su calentura y su instinto le hacía seguir moviéndose. El hombre como el cazador furtivo acechaba el culo de Vanessa metiendo su verga hasta el fondo de sus entrañas. Él sonríe complacido al ver lo puta que se había vuelto Vanessa, pero ese era su punto débil, no iba a resistirse a ser cogida por el culo. Ahora él fue quien se detuvo, a Vanessa le parecía una eternidad, él la volvió a jalar del cabello mientras jadeaba. La chica notó como la verga se puso más dura dentro de su culo y él empezó a nalguearla con fuerza para dejarle la mano marcada en el culo. Por un momento sintió algo de vergüenza al haber entregado su culo a un desconocido, ni siquiera sabía su verdadero nombre, pero ya había cruzado el umbral a un mundo sin retorno.

Vanessa jadeaba, gemía y babeaba, se masturbaba mientras su culo era taladrado con perversión, tenía el clítoris hinchado y el pulsaba, eso la hacía vibrar por completo. Se tocaba muy despacio, sin separar la de su clítoris, estimulándolo. Al principio sus caderas seguían el movimiento del hombre para que su verga no saliera ni un centímetro, pero una nalgada detiene su movimiento. Él la sacó por uno segundos, acarició la nuca de Vanessa y enredo sus dedos en su cabello. Empujó con fuerza y pareció que el culo de la chica había engullido por completo su verga. Ambos jadeaban y gemían como locos. El hombre repitió sus brutales embestidas sin detenerse, el ritmo era constante y brusco. Vanessa chorreaba sus fluidos a causa del placentero orgasmo que recibía al ser cogida con vehemencia y por las caricias indecorosas que le brindaban sus dedos al estimular su clítoris. Era como una corriente eléctrica que atraviesa todo su cuerpo, su mente ya no piensa en otra cosa, solo está atenta al momento en que le pida algo que desee, es tanto el placer que siente que piensa que todo ha valido la pena  y que está dispuesta a seguir hasta donde puedan llegar. Ahora, el hombre la tomó con sus manos por las caderas y comenzó con un movimiento más violento, sus cuerpos chocaban de manera brutal, las tetas de Vanessa se arrastraban por la cama, deseaba que él la pudiera escuchar gemir en plenitud pero el gagball ahogaba sus gemidos, aunque el placer era casi insostenible, pero aun así no quería que el hombre se detuviera. Ese era el castigo por el orgasmo que se había provocado sin permiso. “Acabaste sin mi permiso, tendré que corregir esa actitud, puta” –decía él sin parar de embestirla con fuerza. Por un momento Vanessa agradeció tener el gagball puesto, ya que los gritos que se ahogaban podrían haberse escuchado a lo largo del pasillo del hotel. El cuerpo de la chica temblaba, pero él no se detenía, la tomó del cabello y la llevó a uno de los ventanales gigantes de la habitación, hizo que su cuerpo se apoyara en él y siguió cogiéndole el culo con violencia. La vista de la ciudad ya cubierta por el manto de la noche y las luces iluminando las calles y los edificios contrastaba con el cuerpo de Vanessa que brillaba en el ventanal por la capa de sudor que lo cubría.

Las sucias palabras que él le decía al oído la calentaban mucho más. Vanessa sentía que sus fuerzas la dejaban casi por completo, aunque al hombre pareció no importarle, si no que cada vez más violento la embestía para dejarle el culo abierto. Ella sentía como esa verga se ponía más dura, palpitante, ya estaba a punto de explotar. Se detuvo y la hizo que se diera vuelta y la miró con lujuria, el culo le palpitaba a Vanessa pero se veía en su rostro lo mucho que había disfrutado. Verle la cara de satisfacción al hombre calentaba mucho más a la chica. Después de cogérsela y verla sudaba, babeante y despeinada para el hombre era excitante. La miraba y notaba como las piernas a Vanessa le temblaban, se veía irresistible, ella jadeaba al sentir mis ojos recorriendo su cuerpo, ella temblaba, quizá por excitación o incertidumbre, tenía las mejillas sonrojadas. Estaba deseosa por chuparle la verga, pero no decía nada, él la miraba masturbándose lentamente como si disfrutara la desesperación de Vanessa. “¡Esto no ha acabo!” –le dice el hombre, ella no sabe lo que viene pero la ansiedad la mata. La mano del hombre baja otra vez hasta llegarle al clítoris, lo acaricia y lo humedece con los fluidos de esa vagina que chorrea perversamente. Le pasa los dedos por los labios, los recorre con suavidad, Vanessa respira agitada, luce sensual, morbosa y pasa la lengua con lujuria por ellos, disfruta del sabor de sus fluidos pero la perversión era tanta que no se conformaba con solo lamerlos, los chupó de la misma forma que lo haría con la verga del hombre. “Mira lo que soy capaz de hacer si me dejas” –le dice ella con tono sensual.

Al sacarle el dedo de la boca se siente exasperada, realmente deseaba chuparle la verga, realmente le suplica que se la meta en la boca, quería sentirla llenándole la garganta, deseaba sentir las manos del hombre tomándola de la cabeza para marcarle el ritmo. “¡Por favor, déjame chupártela!” –le decía. Él hace que se ponga de pie, ella lo mira suplicante, coloca una silla en donde se sienta y le ordena a Vanessa ponerse de rodillas, le dice en forma calmada: “No te puedes imaginar lo que me ha gustado sentir tu entrega y descubrir tu punto débil. Eres una puta extraordinaria, pero me has desobedecido, no tenías permiso para acabar pero lo hiciste y no solo una vez, sino que tres. No lo puedo dejar pasar por alto, no quiero que pienses que vas a ser mi puta consentida, por ser la primera vez no te castigaré estrictamente, pero vas a aprender a controlar esos orgasmos”. En medio de la conversación le ordenó colocarse el plug en el culo e hizo que se tendiera en la cama de espaldas y con las piernas abiertas, él se levantó de la silla, tomó un vibrador y lo encendió. Los ojos se Vanessa se abrieron como si fueran platos. “Ahora vas a tener el plug siempre puesto, tu culo debe estar listo para cuando quiera usarlo” –le dice. Vanessa alucinó al ver lo fácil que ha entrado, un escalofrío recorrió su cuerpo, está otra vez caliente y ese plug no hace más que darle más morbo a la situación, pensar que en cualquier momento él va a reclamar su culito otra vez la calienta y pensar que lo tomará para su placer más aún, hasta el punto que su boca se llena de saliva.

Colocó el vibrador en la vulva de Vanessa y lo puso a vibrar al máximo, los gemidos y alaridos de placer de ella se podían escuchar incluso en los pasillos del hotel, el hombre reía con malicia al ver como la pobre Vanessa se perdía en medio del placer pero lo disfrutaba tanto que entre gemidos suplicaba que no se detuviera. “¡Eres toda una puta!” –le dice él. Ella responde sin dudarlo: “¡Soy tu puta! ¿Es lo qué querías? Es lo que soy ahora”. Vanessa temblaba, se retorcía y babeaba pero intentaba aguantar de la mejor manera posible la tortura a la que estaba siendo sometida. Después de largos minutos de agonía le permitió tener un orgasmo, el que se tornó intenso y lleno de morbo, los fluidos de Vanessa salían chorreando y dejando la cama mojada, él sonrió y le dijo: “¡Muy bien hecho puta! Ahora tendrás el premio que esperas”. Le metió la verga en la boca y ella como una loca empezó a chuparla, la tragaba, la lamia y engullía por completo, estaba hambrienta devorando aquel delicioso bocado que le habían regalado. La cara de placer de ese hombre al sentir como la lengua de Vanessa se envolvía en su verga, solo ver esa candente forma en que se la chupaba lo hacía bufar de placer. Ya casi sin contenerse el hombre entre gemidos le decía: “¡Eso Puta! ¡Sigue chupando!”. Vanessa no podía negarse a esa perversa invitación y siguió tragándole la verga al hombre. Ella se ahogaba al chuparla, ya que sentía que le llegaba a la garganta, además el vibrador la tenía en las nubes, era cosa de segundos de que explotara, pero sabía que si lo hacía sin el permiso del hombre sería castigada con severidad.

El hombre le decía obscenidades que la estremecían, le encantaba saber que era la más puta de todas. Al fin el hombre acabó en la boca de Vanessa, la que sin pensar sorbió hasta la última gota de semen, era un deleite estar con su boca llena de semen y que jugaba con su lengua disfrutando de esa empalagosa sensación. El hombre la miraba y le decía: “¡Sí que resultaste ser una buena zorra! Creo que te ganaste el derecho de tener un orgasmo”. No hizo más que decir eso y la vagina de Vanessa se contrajo y en medio de un mar de pulsaciones acabó deliciosamente, haciendo que tiemble y que sus fluidos mojaran las sabanas. Casi al borde del colapso gemía y se retorcía por el intenso placer que la golpeaba. Cuando su cuerpo y sus emociones se calmaron, el hombre le dijo que se vistiera, que era tiempo de volver a su casa. “No te olvides que me perteneces” –le dice él. “Lo sé mi Señor” –responde ella con lujuria. Esa tarde el cuerpo de Vanessa dejó de pertenecerle y lo entregó por completo a los deseos de aquel hombre que supo cómo doblegarla y la volvió en la mejor de las putas.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

3 comentarios:

  1. Cómo me gustaría que me traten así, yo entregarme por completo de esa forma sería esquisito

    ResponderBorrar
  2. Me gustó! disfrute cada momento de la historia

    ResponderBorrar
  3. Que delicioso relato que exquisitas líneas de como ser llevada al más ferviente placer y entregarse totalmente a los deseo más oscuros como siempre exquisito Caballero

    ResponderBorrar