miércoles, 25 de septiembre de 2024

20. Con el papá de un alumno


Trabajo en la misma escuela primaria hace 5 años, actualmente tengo 30 años y soy maestra de tercer grado. Soy una apasionada por mi trabajo y me preocupo mucho por los asuntos de los niños, por eso mismo mis colegas y yo decidimos llamar a los padres de un alumno de 8 años que tiene problemas muy serios de conducta.

Cuando el padre de mi alumno Valentín ingresó levanté la vista de mis papeles y lo miré hasta que él estuvo al frente mío, me di cuenta rápidamente que este hombre es más atractivo de lo que yo imaginaba. “Soy Julián Suárez, el padre de Valentín” –dijo él en tono serio. “Un placer conocerlo señor Julián, yo soy la señorita Valentina, la maestra que está a cargo de su hijo, tome asiento por favor” –le dije de manera cortés. Él se sentó y apenas lo hizo me dijo que su esposa no pudo venir porque estaba trabajando en estos momentos. “¿Cuál es el problema de Valentín?” –me preguntó dirigiendo una mirada nada discreta hacia mis senos que estaban a punto de salirse de mi camisa blanca. “El problema del alumno son problemas de conducta, tiene una energía bastante alta lo que lo hace bueno con los deportes y problemas de aprendizaje no tiene ninguno, pero me distrae a toda la clase cuando estamos en hora de lenguaje, termina de escribir antes que todos lo que le produce un alto grado de aburrimiento y no respeta las reglas de conducta de esta institución, es por todo esto que lo citamos a usted” –le explico. “Voy a hablar con él, pero quiero que usted sepa que no se puede tener a los niños como un ejército” –respondió con ese tono serio, fue la inesperada respuesta del hombre. “Yo no pretendo tenerlos en un ejército, pero su hijo debe respetar las reglas de conducta de esta institución” –le dije. “Es un niño de ocho años, señorita, ningún niño de esa edad entiende de reglas” –contestó. “Los otros niños las respetan, lo que usted dice es una incoherencia” –le dije levantado un poco la voz.  

Me miró con unos ojos que no sabría describir pero me sentí un tanto excitada. “Le voy a enseñar mi nivel de incoherencia maestra” –me respondió riéndose a carcajadas. Don Julián se acerca a mí lentamente como si acechara a una presa y no perdió ni por un segundo, tenía una sonrisa dibujada en el rostro. “¿Qué hace?” –logro murmurar. No estaba preparada para lo que este hombre hizo a continuación, puso su cara a centímetros de la mía, pensé que iba a besarme apasionadamente, pero en vez de eso lo que hizo fue deslizar sus manos hacia la zona de mis tetas y desprender todos los botones de mi camisa, lo hizo con tanta brutalidad que estuvo a punto de romper la tela de mi prenda, me quedé mirando boquiabierta y él solo me dijo: “Soy muy incoherente”.

A causa de mi sorpresa ni tuve tiempo a taparme los pechos que ahora estaban desnudos a la vista de este hombre, avanzó detrás de mi escritorio y fue ahí cuando me puse de pie, pero aun así no le he podido decir nada, no me ha dado tiempo porque me quitó la falda de un tirón y empezó a darme nalgadas que cada vez sonaban más fuertes. Me cuesta admitirlo, pero él me estaba dando un inesperado placer con su actitud, dejó de darme nalgadas y se puso finalmente delante de mí y sin pensarlo fui directo hacia su boca, nos entregamos a la pasión de un húmedo y sucio beso. Cuando nos separamos él se desabrocha el pantalón y deja su verga al aire libre. En ese momento sentí como mi vagina se mojó por completo, tanto que mis fluidos escurrían por mis muslos. “¿Te gusta maestra?” –me dice usando un tono de voz grave pero calmado. “Me encanta “ –le respondo en un susurro. “¡Chúpala!” –fue su respuesta final. Me tomó fuerte del pelo, me hizo ponerme de rodillas y sin soltarme en ningún momento me clavo su verga en mi boca con un solo movimiento y haciéndolo entrar todo entero. Al principio me dio una arcada cuando esa verga toco el fondo de mi garganta y por unos segundos no pude respirar. Sin embargo, no entre en pánico y pude movilizar mi lengua lentamente hasta que hizo contacto con su glande, siguió bajando cada vez más profundo y rápido una vez que ya me había habituado.

Él era un hombre dominante, lo supe apenas empezamos a habla. Estaba disfrutando de la situación de tenerme sometida con su verga en la boca. Me sentía tan caliente y puta, no me importaba que si alguien entraba a la sala me viera, solo quería demorarme por completo esa verga llena de venas. Le dejé la verga completamente mojada con mi saliva, él me la sacó de la boca sin dejar de tenerme tomada de mis cabellos, yo solté un suspiro de excitación y Julián hizo una leve sonrisa. Después agarró mi falda y me la quitó con la misma brusquedad, me estaba encantando la rudeza que este hombre aplicaba en mi cuerpo. Del cabello me puso de pie y pasó su mano por su vagina, no podía resistirme más, me tenía tan caliente que seguía mojada con tanta intensidad , él me miró y dijo: “Eres toda una putita señorita Valentina”. No sabía que responder pero era demasiado evidente que si lo estaba siendo en ese momento, aunque admito que habían oleadas de cordura en mi mente que eran ahora opacadas por las perversión y lujuria que sentía en ese momento.

Hizo que me acostara en el suelo completamente desnuda, me tomó de las muñecas llevando mis manos hacia atrás y puso su verga en el medio de mis tetas desnudas, mis pezones estaban duros y mi respiración agitada, estaba dispuesta a dejar que hiciera lo que quisiera conmigo pero al menos pondría una mínima resistencia. Me moví un poco tratando de resistirme y le dije: “¿Usted sabe que lo puedo denunciar por esto?”. “No lo vas a hacer” –respondió él. “¿Por qué está tan seguro?” –pregunté, aunque sabía su respuesta. “Por qué estás disfrutando de todo esto al igual que yo, se le nota en la expresión de su rostro maestra” –fue su respuesta. Quedé inmovilizada en esa posición y él empezó a embestir el hueco de mis tetas, en el medio de las embestidas don Julián se inclinaba y lanzaba un poco de su saliva en mis pezones. Mis tetas se llenaron de su tibia saliva y fue ahí cuando decidió tomarme levantarme del suelo por los muslos, yo enredé mis piernas en su cintura y luego él me lanzó arriba de mi escritorio donde solía corregir los trabajos de mis alumnos. Se colocó ambas de mis piernas en sus fuertes hombros, me puso una mano en mi cuello y me embistió de una sola vez. Abrí los ojos sorprendida de la rudeza de su embestida, él empezó a moverse y lo hizo sin ninguna compasión, su penetración era totalmente salvaje y hacia cada vez más presión en mi cuello. Aunque de momentos me faltaba el aire, deseaba que siguiera cogiéndome de esa forma salvaje y que me tuviera al borde el placer. Estaba entregada y sometida ante su rudeza, solo quería que se saciara por completo con mi cuerpo. Era la primera vez que alguien me cogía con esa brutalidad, sentía que mi concha se desgarraba en cada embestida y me encantaba. “Hermosa puta, quiero que me digas ahora que soy muy incoherente” –dice él. Con la voz agitada mientras apaga mis gemidos ejerciendo presión en mi cuello. “Es usted muy incoherente don Julián” -le digo obedeciéndolo. “Así me gusta, que seas una puta obediente” –me dice. Se inclina hacia mí y fundimos nuestras lenguas a la vez que sigo sintiendo su verga dentro.

Se separa de mi boca y me dice; ‘Aún no he terminado” -me dice mientras me acaricia el cabello y hace que me de la vuelta de modo que quedo en cuatro con mi culo bien parado sobre mi escritorio. Doy un gemido bien alto cuando su verga se abre espacio en mi culo, me agarra fuertemente de mis pechos y los masajea con rudeza mientras siento sus testículos chocando contra mi culo que está siendo ferozmente penetrado. Deja pasar unos minutos y finalmente hace una última fuerza como si quisiera meterme hasta los testículos. Me abre mucho más con estas nuevas embestidas. Me la saca un poco y luego me la vuelve a meter hasta el fondo, haciéndome casi gritar de placer. “¡Vaya puta que resultó ser señorita Valentina” –me dice jalando mi pelo y haciendo que mi cabeza se vaya hacia atrás. “Sí, lo soy, soy una puta que se están cogiendo en un salón de clases” –le respondí. Él siguió afanado clavándome la verga y yo gimiendo como loca, mi culo estaba demasiado abierto, fácilmente podría haberme metido sus testículos y mi culo no se hubiese opuesto. Mi cuerpo temblaba y mi corazón saltaba despavorido en mi pecho, era una carga de emociones llena de perversión y erotismo, me atrevería a decir que hasta pornográfico, ya que podríamos ser descubiertos y eso le daba ese toque especial de morbo. Ahora, lo que deseaba era sentir su semen vaciándose en mi agujero, quería sentir ese torrente tibio inundando mis entrañas y que me hiciera sentir más puta de lo que ya estaba siendo. Sí, por favor no pare!” –le decía intentando contener mis ganas por acabar en ese instante.

En medio de sus delirantes embestidas cedí al placer y gemí con perversión, me entregué por completo a un lujurioso orgasmo que hacía temblar cada fibra de mi ser, me movía intentando seguir sus movimientos, quería terminar llena de semen y él seguía torturando mi culo como si no tuviera pensado hacerlo. Sentía como sus manos golpeaban mis nalgas con tanta fuerza que ardían deliciosamente. “¡Por favor don Julián! ¡Llene mi culo con su semen!” –le decía pero sus movimientos y las nalgadas que me daba me estremecían. Por fin se tomó con firmeza de mis caderas y me embestía con más fuerza, haciendo que mis tetas se deslicen por el escritorio. Su verga se hinchaba y palpitaba, era la indudable señal de que pronto eyacularía. Seguí intentando copiar esos movimientos para que acabara pronto pero me era imposible seguirlo. Pasaron un par de minutos y me dice: “¡Qué linda putita, me has complacido!”. Su verga se descargó por completo, sentí los borbotones de su semen saliendo de su verga y llenando mi culo, era como si un volcán hubiera hecho erupción en mi culo y quemaba mis entrañas. Cayó desplomado sobre mi espalda y me susurró: “Eres una buena puta”. Sonreí y agradecí como la puta que soy.

Quedé con el culo abierto y escurriendo semen, jadeaba y resoplaba. Me tomó del cabello y me puso de rodillas, hizo que limpiara su verga con la boca dándole el broche perfecto a ese momento de sexo desenfrenado. Cuando quedó completamente satisfecho guardó su verga y me dijo: “Valeria, si Valentín vuelve a dar problemas me llamas, no tardaré en venir y aprovechar de jugar contigo”. Salió del salón y me quedé con cara de satisfacción. Aunque Valentín ya no está a mi cargo porque ya han pasado varios años, seguimos viéndonos cada semana, ya que soy yo la que se porta mal y necesita ser castigada.



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