Me llamo Rocío, me ha convertido en una zorra con ganas de sexo. Ni en mis sueños más locos había imaginado que algo así sucedería.
Yo era una mujer conservadora de clase media, para quien hablar de sexo era un tabú, pero ahora me cojo a mi hijo y a sus amigos, y también participo en sexo en grupo con sus madres. Tengo poco más de cuarenta años y soy una mujer de aspecto promedio. Mido alrededor de 160 cm, soy algo morena y un poco curvilínea. En los últimos 20 años de mi vida no he usado pantalón o jeans, simplemente era una ama de casa, mi esposo trabaja en una empresa privada.
Todo comenzó después de que mi hijo terminara sus estudios y comenzara a trabajar. Bernardo es un chico guapo, de poco más de veinte años y tenía un cuerpo bien formado ya que va al gimnasio con regularidad.
Después de comenzar a trabajar en una empresa de retail transnacional, arrendó un apartamento cerca de su oficina junto con sus amigos Samuel y Andrés, que también tienen poco más de veinte años. Son sus amigos cercanos de la universidad y todos trabajan en la misma empresa. Aparte que como eran amigos de mi hijo, también los miraba como mis hijos. Solo después supe que ellos, junto con mi hijo, me miraban con otras intenciones. Comencé a observar pequeños cambios en Bernardo hacia el final de sus días en a la universidad.
Viniendo de una familia rural, no nos gustaban mucho las interacciones físicas, pero poco a poco empezó a rozar mis tetas y mi culo con sus manos. No le di mucha importancia pensando que solo eran accidentes, pero de repente empezó a darme abrazos largos y con fuerza. Al principio me sorprendió, ya que no era común para nosotros, pero me dijo que era cosa de la ciudad y me convenció de que era normal. Al principio me sentí rara, pero me fui acostumbrando poco a poco. Solo pensé que era una forma de mostrar amor, pero nunca me di cuenta de que era una forma de que él sintiera mis tetas. Había algo extraño, incluso en la forma en que solía mirarme de vez en cuando. Podía ver un poco de lujuria en sus ojos, pero pensé que era solo mi imaginación.
Unos meses después de empezar a trabajar, un día me llamó y me pidió que fuera a visitarlo para su cumpleaños. Decidí ir, ya que no lo había visto en mucho tiempo y lo extrañaba. Como de costumbre, mi esposo estaba ocupado con el trabajo y no pudo acompañarme. Me bajé en la parada del autobús y Bernardo vino en su bicicleta a recogerme. De vez en cuando aplicaba frenos bruscos y mis tetas chocaban con su espalda. Tuve la sensación de que tal vez lo estaba haciendo intencionalmente, pero no lo pensé mucho porque estaba feliz de verlo después de mucho tiempo. Llegamos a su apartamento y me sorprendió ver a otras dos mujeres de mediana edad en el piso. Una de esas mujeres mostraba gran parte de su escote. Me quedé impactada al verlas y sus vestidos. Entonces Bernardo me las presentó: “Mamá, ya conoces bien a Samuel y a Daniel. Esta es Juana, la mamá de Samuel y esta es procedió a presentármelas. “Mamá, ya conoces bien a Samuel y Andrés. Esta es Juana, la mamá de Samuel y esta es Camila, la mamá de Andrés” –dijo señalando a la mujer mostrando su escote. Me sorprendió, ya que nunca esperé que una mujer como ella se vistiera de esa manera. Camila, probablemente tendría unos cuarenta años, era muy rubia como su hijo y probablemente de la misma estatura que yo. Estaba muy en forma y tenía una figura perfecta de 95, 61, 98. Estoy segura de que los hombres se volverían locos al mirarla. Juana era un poco morena y más alta y tenía tetas enormes. Su ajustado vestido negro la hacía lucir aún más sexy. No podía creer que estuvieran vestidas de esa manera frente a sus jóvenes y probablemente muy cachondos hijos.
Una vez que salí del shock, intercambiamos nuestras bromas. Entonces Bernardo me llevó a mi habitación y me pidió que me refrescara para que pudiéramos ir de compras. Accedí y me preparé en unos minutos. Los dos fuimos a un centro comercial cercano. Al principio le compramos ropa. Luego, quería comprarme ropa. Me negué, pero él fue inflexible. Finalmente acepté, pero dijo que solo me iba a comprar ropa moderna como las madres de sus amigos. Tan pronto como dije que estaba bien, había un brillo de felicidad en su rostro. Me sorprendió ver los vestidos que consiguió al principio. Eran demasiado cortos. Me negué incluso a probarlos. Volvió a rogarme que al menos probara uno. Después de insistir un poco, me rendí y decidí probar un vestido rojo, me sorprendió. Mostraba mucho escote y apenas cubría mis muslos. Nunca me imaginé con un vestido así. Dudé en ir delante de mi hijo con ese vestido, pero él insistió, tan pronto como abrí la puerta pude ver que estaba atónito. Me miró como si viera un fantasma, sentí vergüenza e inmediatamente cerré la puerta. Me puse mi viejo vestido y salí. Él dijo: ‘Mamá, te veías impresionante con ese vestido rojo. Deberías comprarlo”. “De ninguna manera. No puedo usar un vestido así. Soy tu madre” –le respondí. “Pero te veías increíble con eso mamá. Te lo compraré. ¡Por favor!” –dijo insistiendo. Me negué y me mantuve firme en que no iba a usar ese vestido. Él cedió y finalmente terminamos comprando un vestido que me llegaba hasta las rodillas y no mostraba nada de mi escote.
Me sentía incómoda incluso para probar esto, pero después de recordar a Camila y Juana, decidí intentarlo. Después de comprar ropa, me llevó a un salón de belleza, le contó algo a la chica y se fue. He ido a un salón de belleza para hacerme las cejas, pero nunca me depilé las piernas. La chica se acercó a mí y me hizo un tratamiento facial y luego procedió a depilarme las piernas. Al principio me resistí, pero cedí después de que ella dijo que mi hijo le había pedido que lo hiciera. La dejé hacer lo que mi hijo le pidiera que hiciera. Me dolía un poco, pero estaba bien y mis piernas resultaron ser suaves como. Luego nos fuimos a casa por la noche. No vi a nadie en el pasillo. Bernardo me pidió que me preparara en la habitación. Me refresqué y me puse el vestido que acabábamos de comprar. Me sentí muy feliz cuando me miré en el espejo. Me sentí guapa, después de ver a actrices con esos vestidos durante toda mi vida y finalmente poder probarlo yo misma por primera vez, me sentí emocionada. Cuando abrí la puerta y salí, los tres chicos soltaron con voz unánime un tono precioso, pero me sorprendió más ver a sus madres. Ambas llevaban vestidos muy sexys, igual que el rojo que probé, apenas cubrían sus muslos y mostraban bastante escote. No es de extrañar que Bernardo quisiera que me pusiera algo así. No sabía cómo reaccionar y el único pensamiento que estaba en mi cabeza era cómo podían usar vestidos tan sexys frente a sus hijos y sus amigos. ¿Qué pensarán los chicos? Se sentía incómodo. Quería decir algo, pero no quería arruinar el cumpleaños de mi hijo. Así que me quedé callada. Entonces el chico se preparó y salimos todos. Cuando llegamos al lugar, me quedé en shock de nuevo. Muchas otras chicas estaban vestidas con ropa aún más sexy y corta. Era una especie de club de baile y las chicas y los chicos estaban bebiendo y bailando. Siempre pensé que esto sucedía solo en las películas, pero me sentí extraña al verlo por primera vez en la vida real.
Bernardo también pidió algunas bebidas para nosotros, no soy de las que beben tan seguido, pero me rendí porque secretamente incluso quería probarlo una vez. Todos nos saludamos y bebimos de un tirón. Tan pronto como lo bebí, tuve una sensación de ardor en el cuello. Lo odiaba. Maldije a todos ellos por hacerme beberlo, pero no les importó y empezaron a bailar lentamente. El trago me golpeó después de un tiempo y también me gustó la sensación. Cuando ordenaron la segunda ronda, yo también me ofrecí como voluntaria. Volví a tener una sensación de ardor, pero esta vez lo disfruté. Después de un tiempo, me relajé un poco y comencé a bailar, pero me sorprendí cuando vi a otros. Andrés estaba bailando con Camila en una posición comprometedora. Se comportaban más como una pareja que como madre e hijo. Todos bebimos y bailamos un rato. Después de un par de horas volvimos a casa. Cuando el reloj dio la medianoche, Bernardo cortó el pastel y todos le deseamos su cumpleaños. Luego, Camila y Juana lo abrazaron en un fuerte abrazo grupal. Me di cuenta de dónde aprendió a abrazar. Lo abrazaron durante demasiado tiempo y le susurraron algo al oído, no pude escuchar lo que dijeron, pero eso hizo que Bernardo se sonrojara mucho. Me picó la curiosidad. Entonces, mi hijo se acercó y me dio un fuerte y largo abrazo. Podía sentir algo que me pinchaba el estómago, pero no estaba segura de qué era. Luego, Samuel y Andrés también me abrazaron. Me quedé en shock. Se sintió raro ya que nunca me tocó nadie más que mi esposo y mi hijo. Cuando miré a Bernardo en estado de shock, recibí otra sacudida. Fue su verga en sus pantalones la que sobresalió y me empujó antes. Me quedé sin palabras para decir nada.
Cuando todavía me estaba recuperando del shock anterior, tuve el mayor shock de mi vida. Andrés se acercó a su madre y le dijo: “No puedo esperar más, mamá. Mi verga se muere por una vagina”. La levantó en sus brazos, la besó en los labios y comenzó a chuparlos. Mi mente dejó de funcionar y estaba tratando de procesar lo que estaba pasando. Después de un minuto, Camila soltó sus labios de la boca de Andrés y dijo: “¡Soy toda tuya bebé! ¡Entremos en la habitación!”. Con eso, Andrés llevó a su madre a la habitación y ni siquiera se molestó en cerrar la puerta correctamente. Empezaron a besarse. Todavía podíamos oír ruidos en el pasillo. Mientras los miraba en estado de shock, Juana dijo: “Entremos también en la habitación y démosle a la nueva pareja algo de privacidad”. Tan pronto como escuché eso, mi cerebro se congeló. ¿A qué mierda se refería con nueva pareja y qué demonios está pasando aquí? Justo cuando entraron en la habitación, me volví hacia Bernardo con ira y grité: “¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Son realmente madre e hijo? ¿Cómo pueden besarse y besarse así? ¿Y qué mierda quería decir con nueva pareja?”.
El efecto del alcohol prácticamente se ha evaporado. Bernardo respondió: “¡Cálmate, mamá, te lo explicaré todo! Primero entremos en la habitación”. Dicho eso me tomó del brazo y me llevó hacia la habitación. Al pasar por la habitación de Andrés, pude oír a Camila gemir a voz en cuello. Adiviné lo que estaba pasando, pero no quería creerlo ya que son madre e hijo. Tan pronto como entramos en la habitación, cerré la puerta y miré a Bernardo con incredulidad. Grité a voz en cuello: ‘¿Qué demonios está pasando en esta casa?”. No podía creer lo que estaba en las habitaciones contiguas, dos hijos cogiendo con sus respectivas madres. Era el guión de una película porno de los 80’s. Él respondió con calma: “Lo mismo que sucede en todas las casas. Una pareja amorosa teniendo sexo”. Me sorprendió su respuesta. Le respondí: ‘¿A qué te refieres con una pareja amorosa? ¿No dices que son madre e hijo?”. Él respondió: “Lo son, pero antes de eso son hombre y mujer, se aman. Así que no hay nada de malo en satisfacer sus necesidades y deseos”. Me sorprendió escuchar esto, le dije: “Pero, ¿cómo puede una madre tener relaciones sexuales con su hijo? Es una aberración, no es natural”. Él respondió: “¿Y quién dijo eso? Un hijo de puta que quería controlar a la gente. El sexo es lo más natural en este mundo, mamá. Puede suceder entre dos individuos cualesquiera. Todo lo demás viene después. Relaciones, género, raza, etc. Todo lo que importa es el amor y la lujuria entre ellos. Cuanto más intentas controlarlo, más reprimido te pones. El sexo debe ser disfrutado y adorado, ya que es un placer que te muestra el cielo en la tierra”.
Me sorprendió escuchar esto. No tuve palabras para responder. Mi argumento se había caído solo con par de palabras de mi hijo. Todavía estaba procesando todo y continuó diciendo: “Te he estado amando y codiciando durante años. Cada vez que te tocaba sentía electricidad corriendo por mis venas. He estado esperando esta noche durante muchos años. Quiero besarte, sentirte y cogerte. He estado fantaseando contigo desde hace años. Por una vez, olvidemos que somos madre e hijo y seamos amantes. Te mostraré el placer del cielo y del infierno en esta tierra”. Tan pronto como escuché eso, sentí como si un trueno me golpeara. No tuve palabras para responder, las lágrimas comenzaron a correr de mis ojos. “¿Cómo puedes hacerme esto? Yo soy tu madre. Esto es un error. ¿Cómo puedes pedirme que engañe a tu padre? Lo mismo contigo, mi único hijo” –le respondí. Se quedó en silencio por unos momentos antes de responder, mirándome a los ojos, dijo: “Todo el concepto del matrimonio y el engaño, permanecer leal a una sola persona de por vida es horrible. Es creado por algunos hombres poderosos y celosos. El sexo es lo más hermoso de este mundo y está destinado a ser explorado y disfrutado con varias personas, al igual que los diferentes tipos de comida que disfrutamos todos los días. Incluso después de explicarte todo esto, si sientes que esto está mal, lo dejaremos así, pero ya no puedo ser tu hijo. Me duele el corazón cada día que paso contigo y te miro y no puedo hacer nada. Esta será la última vez que me veas”. Claramente estaba usando su argumento para chantajearme, apelando a mi lado de madre y también de mujer, me sorprendió escucharlo, pero me armé de valor y le respondí: “¿Cómo puede ser eso? Te amo más que a cualquier otra cosa en este mundo. Eres mi único hijo”. “Entonces tienes que decidir si vas a convertirte en mi amante hoy o si nunca me volverás a ver” –dijo él con tono serio.
No sé si fue el alcohol o los gemidos de la habitación de al lado o la falta de buen sexo en mi vida, pero empecé a convencerme. Le respondí: “No sé qué hacer. Por un lado, siento que esto está mal, pero por otro lado, quiero hacer cualquier cosa que te haga feliz”. Eso fue suficiente para que se abalanzara sobre mí. “Me aseguraré de que esta sea la mejor decisión que tomes en tu vida y no te arrepentirás” –me dijo. Me atrajo hacia él y me besó en los labios. Luego empezó a chuparlos y a morderlos. Sentí una sacudida en mi cuerpo, ya que no me habían besado tan apasionadamente en mucho tiempo. Con mi esposo rara vez tenemos relaciones sexuales en estos días y el romance se ha ido hace mucho tiempo. Realmente disfruté de mis labios siendo mordidos por él. Luego, me besó en toda la cara, los ojos, la nariz y las mejillas. Luego me besó en el cuello. Eso me hizo sentir cosquillas y me dio escalofríos. Empezó a desabrocharme el vestido. En cuestión de segundos, mi vestido estaba en el suelo y solo estaba en brasier y bragas frente a mi propio hijo. Se sintió muy raro, pero me gustó la sensación. Lo detuvo todo y me miró con asombro. “¿Qué te pasó?” –le pregunté. “Tienes un cuerpo muy hermoso. Me muero de ganas de verlo desde hace mucho tiempo, pero nunca me diste una oportunidad. ¿Sabes cuántas veces me asomé a tu habitación desde la ventana con la esperanza de verte así? Estoy muy feliz de que esto finalmente esté sucediendo” –respondió. “¡Maldito pervertido! Ahora no me dejes caliente” –le dije. Lamió mis tetas expuestas y las besó, mordió mis pezones y me los chupó por encima del brasier. Luego lo desabrochó salieron mis tetas. Me sentí tímida, esa fue la primera vez que un hombre me vio así, aparte de mi esposo. “¡Estas son unas tetas increíbles! ¡Me encantan!” –dijo al verme. Luego, tomó mis dos tetas con sus dos manos y las acarició lentamente, mientras de vez en cuando pellizcaba mis pezones. Me encantó la sensación. Luego, se llevó una teta a la boca y la chupó como solía chupar cuando era un bebé. Lo estaba disfrutando mucho y esto me estaba mojando en el coño. Después de jugar un rato con mis tetas, me lamió todo el estómago hasta la ropa interior. Luego, me empujó sobre la cama y me bajó las bragas. Por primera vez, mi hijo se encontró cara a cara con la vagina que lo trajo a este mundo. Bernardo me dijo: “Parece que nunca te has afeitado ahí abajo, mamá”. “Puedes hacer lo que quieras. Este es tu regalo de cumpleaños” –le respondí. Con una sonrisa dijo: “Te amo mamá. Eres la mejor”. Luego fue al baño y regresó con un kit de afeitado. Luego afeitó cuidadosamente los vellos cerca de mi vagina, después que terminó, dijo: “Es la concha más hermosa que he visto”. La empezó a lamer, una deliciosa sensación recorrió mi cuerpo y a la vez me preguntaba cuántas conchas se había comido y pensé en preguntarle más tarde, aunque en verdad eso no importaba, empecé a gemir como loca al sentir como esa lengua exquisita se apoderaba de mi clítoris y me hacia estremecer por completo, era sublime, divino y pecaminoso tal como él lo había descrito. Después de lamer mi clítoris, metió la lengua. “¿Qué estás haciendo?” –le pregunté ardiendo en placer. Aunque sentía algo de pudor con la poca cordura que me quedaba .Él respondió: “¡No me digas que papá nunca te hizo esto!”. “Nunca. Ni siquiera bajó la cara allí” –le contesté. Él dijo: ¡Oh, mami! Esta es una de las mejores cosas que se pueden hacer. Te has perdido mucho”. Siguió metiendo su lengua dentro de mi vagina, yo estaba perdida en ese riquísimo placer que no había experimentado nunca y me cogió con la lengua durante varios minutos, mientras yo me acariciaba las tetas y pellizcaba los pezones con ambas manos.
Después de que se quedó sin aliento de tanto cogerme con la lengua, metió su dedo en mi vagina y me penetró con el dedo, mis delirantes gemidos creo que se escuchan más que los de Juana y Camila, era la primera vez que me sentía así de libre en el sexo y haciendo cosas que solo he imaginado y encontraba sucias, pero gracias a mi hijo las estaba viviendo y disfrutando con total descaro. Siguió metiendo su dedo, mi respiración estaba más que sobresaltada, sentía que mi cuerpo perdía el control y me retorcía de manera perversa al sentir como su dedo entraba y salía de mi concha con rapidez, no se detuvo hasta que acabé. Fue mi primer orgasmo en mucho, mucho tiempo y todo mi cuerpo tembló y me sentí realmente bien. Era muy bueno en eso y de hecho, tenía razón en que el cielo está aquí en la tierra. Cuando estaba recuperando el aliento, se desnudó y puso su verga frente a mi cara. Me sorprendió verla. Me miró con un signo de interrogación en su rostro. Le pregunté: “¿Qué?”. Él respondió con otra pregunta: “¿No me vas a chupar la verga?”. Yo dije: “Emmmm, no. ¿Cómo puedo hacer eso?”. Se sorprendió y preguntó: “¿Nunca se la chupaste a papá? Es triste, pero estoy feliz de que mi verga sea la primera que chupes”. Me resistí, pero después de mucho insistir, cedí y puse su verga en mi boca. Después de chuparlo durante unos segundos, me atraganté con él y lo retiré de inmediato. Me dijo: “No te preocupes, mamá. Pronto te acostumbrarás”. Luego empezó a frotar su verga en los labios de mi verga. Le rogué que fuera suave, pero de un solo golpe la metió toda. Grité de dolor mientras mi concha estaba apretada ya que no tenía una verga en mucho tiempo. Él entendió y comenzó a acariciar suavemente, mientras acariciaba y chupaba mis tetas, también nos besábamos. Era tan divino e infernal tenerlo encima de mí, yo con las piernas abiertas disfrutando de su verga como el hombre que es, me cogía rico aunque lo hacía despacio, mi vagina se contraía y mi respiración se agitaba con fuerza. Poco a poco aumentó sus movimientos y la suavidad dio paso a un toro embravecido que se cogía a su hembra con fuera, nuestros cuerpos se golpeaban con candente pasión y mi corazón se quería escapar del pecho al sentir el ímpetu de mi joven hijo saciando su calentura. “¡Ah, dame con fuerza!” –le decía sintiendo el ritmo de sus frenéticas embestidas. “¡Mírame a los ojos y cógeme! ¡No pares!” –le gritaba ya sin un ápice de cordura.
Siguió dándome verga durante 10 minutos. Esto fue lo más largo que me han cogido, ya que mi esposo nunca duró tanto. Lo estaba disfrutando mucho y después sentir como mi vagina palpitaba furiosa al sentir entrar y salir la verga de Bernardo, tuve otro orgasmo. “¡Oh, por Dios o por Lucifer! ¡Esto es pecaminosamente divino!” –decía intentando recobrar las fuerzas, pero eso a él no lo detuvo, siguió hasta que gritó que ya estaba pronto a acabar. Antes de que pudiera decir nada, acabó en la misma concha que lo había parido, era riquísimo sentir el semen de mi hijo llenando mi interior y que mi vagina lo haya recibido tibio y espeso. “¿Lo disfrutaste, mamá?” –me preguntó. Aunque la respuesta era evidente, le respondí: “Sí, demasiado. Gracias por mostrarme cómo se siente el sexo real y mucho más dos orgasmos consecutivos, rara vez solía tener orgasmos con tu papá. Ahora puedo entender lo que quieres decir con el cielo en la tierra. Tengo ganas de hacer cualquier cosa con para que me cojas tan rico como lo hiciste ahora. Ojalá lo hubiéramos hecho antes”. Tomé su cara y besé apasionadamente sus labios, ya no me importaba que fuera mi hijo, éramos dos personas adultas entregándose placer. “No te preocupes, mamá. Esto es solo el comienzo. Tendremos muchas más noches increíbles como estas” –dijo él. Después de tener el mejor sexo de mi vida, quería descansar un poco y hablar con mi hijo. Cuando estaba a punto de preguntarle por sus amigos, continuó besando todo mi cuerpo de nuevo. “¿No has terminado todavía?” –le pregunté. “Todavía no. Todavía no he llegado ni a mi parte favorita” –respondió. Le pregunté: “¿Qué cosa?” –le pregunté. Él respondió: “Tu hermoso culo que amo tanto y espero pronto destrozar”. Luego de decirlo, me dio vuelta en la cama y empezó a lamer y besar mi espalda mientras masajeaba mis nalgas. La sensación era un tanto morbosa, me gustaba sentir las manos de mi hijo masajeándome las nalgas, sentí algo de cosquillas pero encantó. Luego, siguió agarrando mis nalgas durante un rato, las besó y las mordió. Me puso en cuatro, le pregunté: “¿Qué estás haciendo?”. “Voy a cogerte por el culo” –respondió. Le rogué: “¡No, por favor, duele! Tu papá lo intentó un par de veces y me dolió y nunca más lo intentamos. Bernardo dijo: “Bien por mí entonces. Voy a quitarte la virginidad del culo”. Entonces me di cuenta de que él no es como su padre y no iba a renunciar a ello. Así que cedí y le rogué que fuera delicado. Él obedeció y lentamente empujó su verga en mi culo. Me dolió mucho y grité a todo pulmón, pero siguió adelante y me cogió el culo durante unos minutos, estaba aferrada a las sabanas y las mordía, el dolor era insoportable, era como si mi culo se rompiera, él lo disfrutaba y yo también a esas alturas ya lo estaba disfrutando. Ahora estaba gritando que no se detuviera y que me cogiera con más fuerza, fue como si estuviera esperando esas palabras, ya que se aferró con fuerza a mis caderas y empezó a embestirme con fuerza, antes de volver a meter su verga en mi vagina. Me siguió cogiendo hasta que tuve otro orgasmo. Unos minutos más tarde, acabó en mis nalgas, fue una sensación tan placentera que caí casi muerta sobre la cama. Estaba cansada de tanto coher y me quedé dormida en su pecho abrazándolo fuerte.
Cuando me desperté por la mañana, él no estaba a mi
lado. Me refresqué y entré en el pasillo para ver a Camila y Juana sentadas charlando
en la mesa del comedor. Cuando me vieron, se rieron y me recibieron con una
sonrisa. Juana dijo: “Bienvenida al club de incesto Rocío. ¿Qué tal anoche? Escuché
algunos gritos realmente fuertes”. Me daba vergüenza responder y me quedé en
silencio. Camila dijo: “Está bien, Rocío. Puedes compartirlo con nosotros. De
hecho, ya lo sabemos, pero queremos escucharlo directo de tu boca”. Le
respondí: “¡Fue increíble! ¡Nunca pensé que el sexo pudiera ser tan bueno! No
sabía que Bernardo podía ser tan increíble”. “Lo sé. Al fin y al cabo nosotras
lo entrenamos” –dijo y me guiñó un ojo. Me sorprendí y le pregunté: “¿Qué
quieres decir? ¿Lo entrenaste?”. Ella sonrió y respondió: “No solo a él, a los
tres” .Me quedé atónita. “Me gustaría saber más. ¿Cómo empezó todo? ¿Me lo
dirás?” –le pregunté. Ella respondió: “Por supuesto. Al igual que tu esposo, mi
esposo también es malo en el sexo y nunca satisfizo realmente todas mis
necesidades, pero, yo, por otro lado, soy una mujer muy caliente. Tenía ganas
de sexo y terminé teniendo una aventura con un vecino. Solíamos ser muy
cuidadosos, pero para mí mala suerte o tal vez para buena suerte, Andrés me
atrapó en el acto. Me asusté mucho y le rogué a Andrés que no se lo dijera a su
padre. Aceptó con una condición. Quería cogerme. Yo también me sorprendí al
escuchar eso. Me negué diciendo que no podía hacerlo con mi propio hijo, pero
él siguió diciéndome cuánto me amaba y me deseaba durante mucho tiempo. Cómo ha
estado fantaseando conmigo y cogiéndome en sus sueños. Después de muchas
súplicas y chantajes, finalmente cedí vacilante y accedí a tener relaciones
sexuales con él. Abrió un nuevo horizonte en mis pensamientos pervertidos en mi
cerebro. La idea de hacer las cosas prohibidas me emocionaba mucho. Siempre
pensé en el incesto como un tabú, pero cuando realmente lo experimenté, sentí
que era lo mejor del mundo”. No daba crédito a lo que escuchaba, pero a la vez
me calentaba oírlo.
La narrativa de Camila continuó: “Ningún hombre
puede amar a una mujer en el mundo como la ama su propio hijo. Después de tener
relaciones sexuales con él, pensé, ¿por qué ir a buscar a un extraño para tener
relaciones sexuales y tener miedo de que me atrapen, cuando puedo entrenar a mi
propio hijo para que haga todas las cosas que quiero, para cumplir todos mis
deseos. Empecé a tener sexo con él regularmente y a hacer que hiciera todas las
locuras que siempre quise que hiciera mi marido. Como lamer mi vagina. Dándome
orgasmos múltiples. Tener sexo en el baño y en la mesa del comedor. Recibo
masajes sexys de él. Tengo un gran fetiche por los juegos de rol. Solíamos
tener sexo regularmente, imaginándonos a nosotros mismos como diferentes
personajes. Como Superman y la Mujer Maravilla o el Amo y la esclava, incluso
probamos el bondage. Un día, me contó cómo sus amigos también me deseaban y sus
propias mamás también. Eso me dio una idea. Siempre quise probar el sexo en
grupo. Le pregunté si le parecería bien tener sexo con sus amigos, a lo que
aceptó gustoso. Así que un día los invité a los tres a mi casa. Me vestí con un
traje negro muy obsceno y apretado. Todo era transparente y la blusa de cuello
bajo, lo que dejaba ver gran parte de mi escote y espalda descubierta. Sonreí
por dentro cuando los sorprendí mirándome las tetas. Podía ver claramente como
sus vergas se marcaban en sus pantalones. Podía ver la desesperación y la
lujuria en sus ojos. Estábamos charlando en la sala de estar y no costó mucho
seducirlos, ya que una cosa llevó a la otra y en poco tiempo, estaba cogiendo con
los tres en la misma cama. La cama en la que mi marido debería haberme estado
follando. Lo disfruté mucho, pero como todavía eran vírgenes, necesitaron mucho
entrenamiento para llegar a la etapa en la que están ahora. Una vez que
estuvieron listos, llegó el momento de dejar que cumplieran sus propios deseos
y aquí estamos por eso”. Me sorprendió escuchar eso. “Eres toda una perra. Así
que todo fue obra tuya, pero me alegro de que lo hayas hecho” –le dije. “Estoy
muy agradecida con ustedes. ¿Y tú, Juana? ¿Cómo te involucraste?” –pregunté.
Luego los muchachos regresaron y todos nos sentamos en la
sala abrazándonos. Me sentí como una adolescente otra vez abrazada a mi propio
hijo. Camila y Juana estaban abrazando a sus propios hijos. Desde que Camila
mencionó sobre ese grupo para coger, se me quedó grabado en la mente. Sonaba
interesante y tal vez algo que me gustaría probar. Mientras nos abrazábamos y
conversábamos sobre varias cosas, Camila preguntó: “Entonces, Rocío. ¿Qué te
gustaría hacer ahora?”. Me sorprendí por la pregunta y respondí: “¿Qué quieres
decir?”. Me dijo: “Ya que te has follado a tu hijo, ¿Qué es lo que te gustaría
probar a continuación?”. Tenía muchas ganas de decir sexo en grupo, pero me
sentí tímida y respondí: “No lo sé. Lo que sea que ustedes digan, supongo”. Señalando
a Andrés y Samuel, Camila dijo: “Estos dos idiotas se mueren por follarte. ¿Qué
dices?”. Miré a Bernardo con un signo de interrogación en mi rostro. Él dijo: “Adelante,
mamá. Me ayudaron a coger con sus mamás. Ahora me toca a mí”. Tan pronto como
señalé que estaba bien, tanto Andrés como Samuel se abalanzaron sobre mí.
Empujaron a Bernardo a un lado y ambos se sentaron a ambos lados de mí. Se
turnaban para besarme mientras me acariciaban las tetas por encima del vestido.
Mientras yo estaba ocupada siendo manoseada por Andrés y Samuel, Bernardo comenzó
a besar a Camila mientras acariciaba las tetas de Juana. Era una sensación
extraña ver a tu propio hijo besarse con otras mujeres, mientras sus amigos te
disfrutaban. En poco tiempo, ambos se turnaron para quitarme toda la ropa. Me
hicieron sentar en el sofá. Mientras Andrés estaba ocupado chupando mi concha,
Samuel estaba ocupado chupando mis tetas. En el otro extremo del sofá, Bernardo
dejaba que Camila le chupara la verga, mientras chupaba las tetas de Juana y la
tocaba con los dedos. Después de un rato, todos en la habitación se desnudaron.
Nunca había visto a tanta gente desnuda y realmente fue algo muy morboso. Tanto
Andrés como Samuel también tenían unas deliciosas vergas. Se turnaron para cogerme
con la lengua y finalmente me dieron un orgasmo. Ahora, Bernardo le estaba devorando
la concha a Camila, mientras que ella hacia lo mismo con la vagina de Juana. Me
sorprendió ver a las dos mujeres hacer eso, pero estaba demasiado ocupada
disfrutando de mis propios placeres.
Andrés metió su verga en mi vagina, mientras Samuel me la metía en la boca, se la
chupé como Camila lo hacía a Bernardo. Al cabo de un rato cambiaron de posición,
me puse a horcajadas encima de Samuel mientras se la chupaba a Andrés. Nunca,
ni en mis sueños más locos, había pensado que haría algo así. Al cabo de un
rato, mientras seguía montada encima de Samuel, Andrés me puso en una posición
tal que podía metérmela por el culo. Poco a poco Andrés metió su verga en mi culo.
Al ver esto, Bernardo decidió unirse a nosotros también y metió su verga en mi
boca. Tres vergas en tres de mis agujeros a la vez, fue una gran sensación.
Tanto Camila como Juana se llevaron cada teta a la boca y se las chuparon.
Después de unos buenos minutos, Bernardo acabó en mi boca. Samuel y Andrés
acabaron llenando mi culo y concha con su semen. Me sentía tan puta por lo que
estaba viviendo, que al sentir como se descargaban tuve un estrepitoso orgasmo.
Caí desplomada en la cama con mis agujeros abiertos y escurriendo semen, Camila
me besó en los labios, los chupó y lamió el exceso de semen que fluía de mi
boca, mientras Juana lamía mi vagina para limpiarla del semen de su hijo.
Mientras los chicos estaban sentados y disfrutaban del espectáculo, Camila continuó besándome mientras Juana me comía la concha. Luego, Camila colocó su vagina en mi boca y exigió que se la lamiera, a lo que accedí sin oponer resistencia. Era una sensación extraña lamerle la vagina a otra mujer, pero ahora estaba lista para hacer cualquier cosa. Luego, Camila y Juana intercambiaron lugares y yo también lamí la vagina de Juana. Esto hizo que los chicos se calentaran de nuevo y se abalanzaron sobre nosotras. Estaba demasiado cansada y me acosté en el piso. Samuel se estaba cogiendo a su madre, mientras que Andrés y Manuel se estaban follando los dos agujeros de Camila. Después de un rato, todos estaban envueltos en ese momento de placer perverso y me hicieron lamer las vaginas de las otras dos mujeres para limpiarles el rastro de semen. Fue demasiado sexo para mí en dos días. El número de orgasmos que tuve en los dos días, fueron mucho más de los que tuve con mi marido en toda mi vida de casados.
Todos nos cansamos mucho y nos quedamos dormidos. Nos despertamos ya al anochecer, seguimos con la rutina incansable de sexo, los dos días en casa de Bernardo me parecieron mucho tiempo, ya no tenía ganas de volver con mi marido, pero no tenía otra opción, había que mantener las apariencias. Ahora visito a mi hijo y a sus amigos una vez a la semana, para dejarme coger por ellos, también tengo que reconocer que con Camila y Juana tenemos nuestros juegos aparte y ellos lo saben y cuando estamos los seis juntos es como si el tiempo se hiciera lento de tanto disfrutar los mejores momentos de mi vida. No sé si se corrió la voz pero con el tiempo habíamos más madres disfrutando del placer prohibido de coger con sus hijos.
Pasiones Prohibidas ®
Wao que exquisito relato Caballero me gustó mucho
ResponderBorrarExcelente 👌 muy emocionante caballero 👏 🔥😈
ResponderBorrarQuedé agotado
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