jueves, 31 de octubre de 2024

38. Mi cuñada favorita 2


Después de varios días de nuestras charlas intensas me envía una captura de pantalla, había conversado con mi esposa y le había contado todo.

Una noche me llega un mensaje con varías capturas de pantalla con lo siguiente: “Ahora entiendo porque a pesar de ser un huevón caliente tu esposa está loca por ti”. “Hola bebé, veo que conversaste con mi esposa, magino que fuiste precavida” –respondí. “¡Obvio! ¿Quieres leer toda nuestra conversación?” –me preguntó. “¡claro! Sería interesante” –respondí. “¡Ok! ¡Luego seguimos con lo nuestro!” –escribió. “¡Bueno preciosa!” –le respondí.

Voy a intentar reescribir los pantallazos que me envió mi cuñada, bueno solo la parte más interesante, para que puedan entender. Por eso identificaré la conversación con C de cuñada y E de esposa, asi para no alargar tanto el escrito.

C: “Cuñadita se que quizá te parezca tonto, atrevido o tal vez sin importancia pero no sé qué hacer y menos a quien recurrir, por eso es que me atrevo a contarte todo a ti para que me ayudes y me digas que debo de hacer”.

E: “¡Me asustas! Pero dime, ¿en qué te puedo ayudar?”.

C: “Tú sabes que hace 3 años me detectaron la alergia, ¿verdad?”.

E: “Claro que si recuerdo, también recuerdo que lloramos juntas”.

C: “Bien, me da vergüenza” –escribe mi cuñada.

E: “Ya empezaste no me dejes con la intriga” –dice mi esposa.

C: “Ok, desde esa fecha que el médico me dijo que tenga cuidado con los ejercicios que si no tomaba mis pastillas, el mismo hecho de generar energía en mi cuerpo iba a enrroncharme, lo que nos ha llevado a tener problemas en la vida marital, tu hermano no me toca”.

E: “¡¿Qué?!”.

C: “No sé qué hacer, me le he insinuado de muchas maneras, le he pedido, le he rogado que me toque, que me acaricie, que me haga el amor. Me siento fea y hasta he pensado que los años, mi alergia, la rutina han provocado esto”.

E: “¿Años, rutina? Eso es imposible, no te puedo hablar por otras parejas, pero mi experiencia me dice otra cosa, tu cuñado busca cualquier pretexto para hacerme el amor, que le toqué; que le rocé; que soñó conmigo; que vimos una película y pasaron una escena caliente; que se le antojó, que para que cambie de ropa delante de él; en fin cualquier pretexto es bueno para que me haga suya.

C: “Siempre fue así?”.

E: Antes de casarnos hacíamos el amor en todas partes, llegué a perder la vergüenza de hacerlo en la calle, en los parques, en el cine, en la playa; cuando salía con él por más que sea invierno tenía que salir en falda, mini falda o vestido, nunca en buzo o pantalón; regresaba a casa sin calzones. Después de casarnos créeme hacíamos el amor todas los días, antes que nacieran los chicos cuando estábamos en casa prácticamente andábamos desnudos porque lo hacíamos en la sala, en la cocina, en el baño, hubo un tiempo en que dejamos de hacerlo por toda la casa, pero no dejamos de hacerlo todos los días; los años pasaron y para serte sincera pensé que se iba a calmar pero no fue así. Lo que hacemos ahora es que él me va a recoger a mi trabajo, nos vamos a almorzar y luego a un hotel, eso es en el día y por las noches los fines de semana salimos a bailar o tomar algo y terminamos en el hotel.

C: “¡me dejaste muda! Y, ¿tienen límites en el sexo?”.

E: “Si te refieres a que si hemos tenido sexo oral o sexo anal. ¡Sí! Para él no hay límites, tú sabes cuñada de que familia provengo, conservadora y sobre todo muy religiosa, tu cuñado fue el primer y único hombre en mi vida, yo no sabía nada de nada con decirte que yo pensaba que el sexo oral era hablar de sexo, él fue muy paciente pero sobre todo astuto, al inicio veíamos videos porno amateur para que me explique qué hacían la parejas, poco a poco fui aprendiendo y disfrutando del sexo oral. También me enseñó como masturbarme, de las poses, de los disfraces, hasta que llegó el momento que él tanto esperaba, hacerlo por el culo. Esa noche fuimos a bailar, tomamos unos tragos yo estaba algo ebria. Luego nos fuimos al hotel, seguimos tomando porque llevamos una botella de vino; esa noche tenía que ser especial, hicimos el amor como locos y cuando mi cuerpo ya no daba de no sé cuantos orgasmos tuve, me dijo que me colocara de costado, respirara profundo, me relajara; colocó gel en uno de sus dedos y en lo untó en mi trasero, metió su dedo luego lo sacó me pidió que no ajustara y que respirara, y poco a poco fue metiendo su verga

C: “¿Eso te habrá destrozado el culo?”.

E: “Me partió en dos, pero cuando dejó de dolerme y arderme empecé a disfrutarlo, hoy el sexo anal es parte de nuestros encuentros, me da tristeza que mi hermano te tenga descuidada, no te ofrezco hablar con él porque lo más probable es que se moleste conmigo y luego contigo por haberme contado lo que te está pasando, si gustas le comento algo a mi esposo y cuando los visitemos tu cuñado discretamente hable con él”.

C: “¡Qué vergüenza! ¿Qué dirá tu esposo?”.

E: No lo sé, pero conociéndolo creo que charlaran bastante.

Esa es parte de la conversación que tuvo mi esposa con mi cuñada. La verdad estaba sorprendido de que mi esposa contara cosas de nuestra intimidad, pero también me calentaba que se lo contara, ya que el morbo se apoderaba de mí al leer. Después de leer, seguí conversando con mi sensual cuñada. “Bueno, ¿ahora me crees lo que te digo?” –le pregunté. “¿Me crees si te digo que mientras tu esposa me contaba todo yo estaba desnuda en mi casa masturbándome como loca?” –respondió ella. “Si te creo porque después de leer todo lo que me has enviado has provocado en mí una erección” –le escribí. “¡Qué rico! ¿Es cierto que le rompiste el culo a tu esposa?” –me preguntó. “¡Sí!” –le respondí. “¡Qué ganas de tenerla dentro! Desde que tu esposa me dijo no paro de imaginar que me partes el culo” –escribió. “Cuando tengamos la oportunidad lo haré, lo malo es que tendrás que disimular en tu casa, pero de que te voy a coger como loco ese culo que tienes, tenlo por seguro que lo haré. “¿Te la afeitas?” –me preguntó. “Sí, al igual que mi esposa, me gusta que tenga su concha depilada” –le respondí. Ella escribió: “A tu cuñado no le gusta eso, yo la tengo peluda”. “Para eso hay solución, si gustas te enseño como afeitarte” –le escribí. “Pero, ¿cómo? Estamos lejos” –me escribió. Con el morbo en la sangre, les respondí: “Hacemos una videollamada y de paso te muestro mi verga para que fantasees”. “¡Ok, me convenciste! Voy a meterme a la ducha, déjame buscar los audífonos para que mi hija no escuche” –escribió ella. “Bueno, te espero” –escribí. Mi cabeza empezó a fantasear, quería verla desnuda y pajearme viéndola, se había metido en mi cabeza, al punto de cuando cojo con mi esposa, la imagino a ella. Los minutos pasaron y la espera me mataba. “¡Listo, llámame!” –escribió.

La llamé, estaba completamente desnuda. ¡Qué delicia de mujer! ¡Qué tetas más apetitosas! Le pedí que se sentara en el wáter y que tenga a la mano tijeras, agua, jabón y una máquina de afeitar femenina. Luego le dije que primero con las tijeras con mucho cuidado cortara los pelos hasta casi la raíz pero sin hacerse daño, pero que colocara el celular frente a ella en algo para que yo pueda ver lo que hace y obediente lo hizo. “Listo, yo tendré las manos ocupadas así que el teléfono voy a colocarlo encima de la cesta de ropa recostado contra la pared, dime, ¿cómo lo hago?” –dijo. “Lo estás haciendo bien. Me gusta cómo está quedando, se ve apetitosa. Ahora vas a tomar el jabón y vas a ponerlo en tu vagina, luego pasarás la máquina de afeitar con sumo cuidado para que no te vayas a cortar” –le dije. “Ok, tu disfruta del panorama” –me respondió con una sonrisa maliciosa. Verla afeitarse la vagina me ponía caliente, me empecé a masturbar viéndola, ella miraba la cámara cuando terminaba y se mordía el labio. Luego de unos minutos, me dice: “¡Listo!”. “Acerca el teléfono a tu conchita y muéstrame como quedó. “Eres un pervertido” –me dijo. “Seguro no te gusta que sea así” –le respondí. “Me encanta, me seduce, me calienta. Quiero que metas tu verga y me hagas sentir puta” –dijo ella. Acercó el teléfono a su vagina y me preguntó: “¿Te gusta?”. “¡Qué maravilla! ¡Se ve deliciosa! Ahora quiero que te eches agua y te enjuagues” –le ordené. Obediente lo hizo. “¡Ya aprendiste! Conmigo vas a hacer lo que yo te diga. ¿Está claro?” –le dije. “Ok, señor, ¡no se moleste!” –dijo sonriendo. “Me gusta como se te ve la concha sin ningún vello, no sabes cómo me la comería. A partir de ahora esa conchita es mía. Solo yo puedo verla peladita, rosada y jugosa como está ahora, ni siquiera te voy a compartir con el imbécil de tu marido, cuando quiera estar contigo vas a ponerle miles de pretextos” –le dije. “¡Qué excitante se oye! ¡Sí quiero ser tuya, quiero que me cojas como un animal y que me hagas gritar de placer” –me decía. “¿Estás caliente?” –le pregunté. “Sí, mucho” –respondió ella. “Quiero que te abras de piernas y empieces a tocarte, quiero escucharte gemir como puta y que digas cuanto quieres que te coja” –le ordené. “Nunca me han hablado así, suenas a macho. ¡Me encanta!” –dijo con lujuria. Empezó a tocarse como se lo había pedido, lo lento, su boca se abría al sentir en roce de sus en el clítoris, para ir poco a poco aumentar el movimiento de sus dedos, intensificando sus gemidos. ¡Ay, que rico!” –decía. “Sigue tocándote putita” –le dije. “Sí, quiero imaginar que es tu lengua la que me recorre y me hace gemir. ¡Oh, se siente tan rico!” –decía entre sus gemidos. Yo me pajeaba frenético viéndola, pero no quería acabar aun hasta saber que ella había llegado al orgasmo. Bajé mi celular y le mostré mi verga tiesa por ella y el movimiento de mi mano al estimularla, le dije que deseaba que fuera su boca. “¡Qué rica se ve! ¡Me la comería entera!” –dijo metiéndose dos dedos en la concha. “¡Ah, ay, delicioso!” –decía mientras se cogía metiendo y sacando sus dedos con intensidad. Con una mano se apretaba una teta y con la otra se pajeaba como loca, me pedía que me la cogiera, que destrozara su concha y su culo. Le dije que buscara algo para que se metiera en la concha, presurosa buscó en un mueble y encontró un frasco de perfume con forma fálica. “Ahora ponlo sobre la tapa del inodoro y súbete encima de él como si estuvieras encima de mi verga.

Sin dudarlo, hizo lo que le ordené y se deslizó lentamente, su vagina estaba hambrienta, deseosa de ser usada. Poco a poco el frasco entraba y se perdía casi por completo. Se empezó a mover más rápido subiendo y bajando mientras se apretaba las tetas y decía: “¿Te gusta verme así de caliente? ¡Dime que soy puta!” –decia con jadeos y gemidos. “¡Eres toda una puta! ¡Me gusta que seas una zorra caliente!” –le decía mientras me seguía pajeando. “¡Ya no aguanto más!” –me decía, se notaba que estaba al borde del orgasmo, su cara de caliente era un deleite a mis ojos, la mirada en sus ojos y la manera en que pellizcaba sus pezones daban cuenta del placer que la estaba invadiendo. Yo también estaba a punto de acabar, como dos máquinas perfectamente sincronizadas nos entregamos al placer y ambos acabamos deliciosamente. “¡Oh qué rico! ¡Quiero sentir ese rico semen en mi culo!” –me decía temblando. Terminamos la llamada porque mi cuñado estaba por llegar de su trabajo. Esa noche me corrí la mejor paja en años, ver esa conchita peladita de mi cuñada eso hacía que me excite más. Antes de despedirnos me dijo: “Nunca disfruté tanto, ni con tu cuñado, no sabía lo que es un orgasmo”. Le recordé que ahora me pertenecía y que recordara que no la iba a compartir con nadie.

Si es que quieren en algún momento les contaré lo que pasó en nuestro primer encuentro y todas las cosas que hicimos.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

1 comentario:

  1. Muy bueno el traslado lo disfrute mucho hace que me moje y desee tocarme al tiempo que avanzo en la lectura, me exita hasta terminar a la vez con la historia...

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