En ese tiempo aún éramos novios con mi actual esposa, ella quería que yo conociera a su hermano mayor que en ese momento por motivos de trabajo vivía a 2 horas de nuestra, era la primera vez que iba a conocerlo y a su familia, así que habían nervios y ansiedad de por medio. Llegó el día del viaje que por cierto era todo un fin de semana así que íbamos a quedarnos en casa de mi cuñado; cuando llegamos nos recibieron con amabilidad así que me sentí como en familia.
Él está casado con una hermosa mujer, de cuerpo tonificado, piernas y culo de infarto, cabello hasta la cintura. Mi cuñado era un tipo común, sin mucho que resaltar. Todo ese día la pasamos charlando, conociendo la ciudad, pasamos un buen día, eran buenas personas y muy cariñosas, los nervios de la primera impresión se esfumaron y me sentí parte de aquella familia. Llegó la noche y mi intención era dejar a mi novia en casa de su hermano, vivía en un sitio acomodado pero en un departamento de un ambiente, ya que era su departamento de soltero y como aún no tenía hijos, no estaba interesado en mudarse. Iba a ser imposible que por lo menos yo me quedara ahí, me había resignado en volver a mi casa o buscar un lugar donde quedarme, pero para mi buena suerte mi cuñado sacó un colchón y me dijo: “No te preocupes, mi hermana dormiremos en nuestra cama y ustedes en el colchón”. Sentí alivio porque no tenía muchas ganas de conducir dos horas para volver a casa. Lo colocamos a mitad de la sala pero había un inconveniente que si alguno de ellos quería ir al baño debería pasar muy cerca del colchón.
Estuvimos bebiendo y riendo un rato hasta que nos diera sueño, ya era cerca de la 01:00 de la madrugada y nos fuimos a dormir. Después de algunas horas el primero en levantarse al baño fue mi cuñado, haciendo todo lo posible por no despertarme, casi ya amaneciendo, ya no estaba oscuro se levantó mi cuñada, tenía puesto un camisón muy corto, así que se podían ver sus piernas y parte de su suculento culo, yo fingía estar durmiendo así que ella no se cuidó de que pudiera verla. Desde ese día empecé a ver a mi cuñada con otros ojos, sabía que estaba mal, pero quería cogérmela.
Pasaron los años, me casé con mi esposa y ese vinculo amistoso se consolidó con mi cuñada, para esto ellos ya vivían en la capital a unas 8 horas de mi ciudad así que siempre teníamos motivos para visitarlos. Esas visitas solían durar a veces 1 mes, la primera vez que noto algo fuera de lo normal fue en una de esas visitas que hicimos y que por casualidades de la vida ese mes era mi cumpleaños así que decidieron darme una sorpresa. La idea fue de mi cuñada. Cuando llegó la noche ella llega con una tremenda torta, bocadillos, tragos y comida para celebrar, empezó la pequeña fiestita que me habían armado, se sirvieron los tragos, se repartieron los bocadillos, se sirvió la comida y llegó la hora de cantar el feliz cumpleaños, los saludos y regalos, soplé la vela y uno a uno empezó a darme el abrazo, cuando llegó el turno de ella se acercó con una sonrisa enorme pero cuando me abrazó noté demasiado apego físico, mientras me abrazaba me dijo: “Feliz cumpleaños cuñado, espero te haya gustado esta sorpresita, lo preparé yo con todo cariño”. Bailamos y tomamos hasta altas horas de la madrugada y con el pretexto de ser el cumpleañero ella me sacaba a bailar a cada rato, sobre todo cuando era salsa (no es por nada pero bailo bien la salsa y siempre la empiezo bailado pegado) así que eso hacía que en cada baile, nuestros cuerpos se juntaban y de rato en rato había fricciones que a ella no le desagradaban, todo eso pasaba mientras los demás bailaban, así que nadie se percataba de lo que sucedía entre mi cuñada y yo.
Desde esa noche todo cambió, tengo por costumbre ducharme todas las noches antes de dormirme y el único baño disponible con ducha para nosotros era el de ellos el que estaba en su dormitorio, así que todas las noches entraba a su ducha y desde la siguiente noche de mi cumpleaños siempre encontraba un calzón de ella colgado en el colgador de toallas o sobre las cortinas del baño, la primera noche pensé que era casualidad así que no toqué el calzón de donde estaba, pero cuando salí del baño me di cuenta que ella entró a su dormitorio, así que decidí hacer algo al día siguiente.
La noche siguiente entré a ducharme y volví a ver otro calzón en el colgador, eso me excitó, lo olí, me masturbé y dejé algo de mi semen en su calzón, cuando salí del baño ella entró, y al salir y volver a la sala tenía una sonrisa pícara y así fue todas esas vacaciones.
Terminaron nuestras vacaciones tuvimos que regresarnos a nuestra ciudad, a nuestras vidas pero para sorpresa mía al llegar me llega un mensaje a mi Facebook: “Hola precioso, espero hayas llegado bien, cuando gustes tienes las puertas de la casa abiertas”. Desde ahí empezamos a conversar diariamente con ella al principio de todo, de cosas sin importancia hasta que una noche me escribe: “Hola, ¿estás? ¿Podemos hablar?”. “Dame cinco minutos y soy todo tuyo, porque en este momento estoy terminando un trabajo” –le respondí. “Bueno, te espero” –escribió ella. “¡Listo! Soy todo tuyo” –escribí. “Si así me dijera tu cuñado sería lindo” –escribió. “¡Ups! ¿Pasó algo?” –pregunté. “¡Ya no aguanto más! ¡No sé qué hacer! Soy cero a la izquierda, no me mira, no me toca, no me hace nada” –respondió. Sabiendo a quien y a qué se refería, y solo para estar seguro de lo que yo iba a decir le pregunto: “¿Me estás diciendo que Javier no te hace nada de nada? ¿Desde cuando?”. “Hace 3 años que fuimos al médico y me detectaron una pequeña alergia en mi cuerpo que hace que si no tomo mis pastillas mi cuerpo ante cualquier estímulo le salga ronchas y todo este tiempo con el pretexto de que me puede pasar algo tu cuñado no me hace nada” –respondió.
Hubo un momento de silencio, estaba pensando que responde ante tal confesión. “¿Puedo ser sincero y crudo?” –le escribí. “¡Sí, claro!” –respondió. “Me pareces una mujer muy bella, muy sensual, tienes una cuerpo espectacular unas piernas de infarto y un trasero que quitan el aliento a cualquiera” –escribí con osadía. “Pero al parecer a tu cuñado no le quito el aliento. ¿De verdad te parezco bella y sensual?” –escribió ella. “¡Claro! No solo bella y sensual, ¡Me pareces riquísima! Qué tonto tu esposo; si yo fuera el…” –escribía y ella respondió: “Si tú fueras él, ¿qué?”. “¿Debo de medirme en lo que digo o escribo?” –le pregunté. “Dime, no hay problemas” –respondió. Pensando mi respuesta dejé de teclear, luego de unos segundos, le escribí: “Si yo fuera tu esposo te comería enterita, lo haría contigo todas las noches, en todas las poses posibles y por todos los lados posibles”. “Jajajajajaja, ¡loco! Mentiroso, seguro que a tu esposa no le haces nada” –escribió. “Si gustas pregúntale y que ella te diga que le hago, por donde lo hago y cuantas veces lo hago” –le respondí. “¡Jajajajajaja! Le voy a preguntar para sacarme de las dudas” –me escribió.
Supongo que la conversación estaba interesante, porque ninguno de los dos intentaba terminarla. “Pregúntale cuando quieras, pero ten cuidado que no sospeche por que le preguntas” –le escribí. No niego que me estaba calentando escribirnos, mi verga se estaba poniendo dura. “Tranquilo no soy tonta, con tu esposa conversamos de todo pero menos de nuestros esposos así que será motivo de hacerlo. ¿De verdad mi cuerpo te parece espectacular? ¿De verdad mi pernas son de infarto? ¿Y mi trasero te quitan el aliento?” –escribió llenándome de preguntas. “¡Si preciosa! Perdón, ¿puedo llamarte así?” –le respondí. La conversación estaba tomando otro tinte, nos íbamos acercando a ese limite casi invisible, al final éramos dos adultos conversando de temas de adultos. “Nadie me dice así, se siente bonito. ¡Puedes llamarme o decirme como quieras! Nunca me han dicho que mis piernas son de infarto o que mi trasero quite el aliento, suena fuerte pero al leer lo que escribes se estremece mi cuerpo, tengo una sensación rara pero rica a la vez” –escribió. Si yo estaba caliente en medio de la conversación, supongo que ella también, por algo me lo escribía. “Tus piernas son lindas bebe. Mejor no te digo donde me encantaría tenerlas” –le escribí tocando mi verga encima del pantalón. “Eres un loco. Me gusta lo que dices pero no te creo, no creo que mis piernas sean lindas o de infarto como dices o que mi culo te quite el aliento” –me escribió.
Ya no me podía resistir, estaba tan caliente que me empecé a masturbar, estaba ansioso, quería cogérmela pero no sabía hasta donde ella estuviera dispuesta a llegar, pero como se iba dando la conversación no niego que ella también se estaría tocando. “Si estuvieras aquí a mi lado o si tuviera una imagen describiría cada rincón de esas piernas y cada centímetro de ese delicioso culo, pero lástima que no lo estés” –escribí dando un paso más allá. “Espera, te voy a enviar algo” –escribió. Esperaba con ansias. “¡Mierda! ¡Dios que rica!” –escribí mirando las fotos que se había tomado en calzón de sus piernas y de su apetitoso culo. El solo de hecho de verla así aceleró el movimiento de mi mano, estaba disfrutando de esas imágenes.
Hubo segundos se silencio que se hicieron eternos. “¡Qué grosero!” –escribió. “¿Te molesta que hable así?” –le pregunté. “La verdad no y no sé porque pero leo lo que escribes y haces que mi cuerpo se estremezca, hace tiempo que no me sentía así” –escribió ella. “¿Deseada?” –pregunté. “¿Me deseas?” –contra preguntó. “¿La verdad?” –pregunté una vez más. “Sí, ¡por favor!” –respondió.
“Sí, te deseo desde que te conocí, desde la primera vez que te vi en camisón cuando pasaste por mi lado para ir al baño cuando vivías al norte. Te deseo desde aquella vez que me abrazaste por mi cumpleaños y por primera vez sentí tu cuerpo pegado al mío y bailamos casi toda la noche. Te deseo desde la primera vez que olí tus calzones, que por cierto fue el olor más rico y exquisito que haya olido. Por cierto, ¿puedo preguntarte algo?” –le escribí. “¡Haces que me estremezca! Mi cuerpo está temblando, hace tiempo que no sentía esto. Sé lo que me vas a preguntar y mi respuesta es sí. Dejaba el calzón que utilizaba en el día para ver que hacías y desde el día que dejaste tu semen en mis calzones no había un día que no la lamiera y lo poquito que dejabas me lo tragaba imaginándote oliendo mis calzones mientras te masturbabas por mi” –respondió.
En ese momento le escribí: “No sabes lo rico que me masturbo pensando en ti y en todas las cosas que me provocas. Sacas ese lado lujurioso que me encanta”. “Tengo que confesar que yo también me he estado tocando desde que estamos hablando y más sabiendo lo delicioso que es tu semen” –escribió.
Desde ese día nuestras conversaciones cambiaron, todo era sexo, me enviaba fotos de ella en ropa interior, aún tenía vergüenza de mandarme fotos desnuda, hasta que conversó con mi esposa pero esa historia que tal vez les cuente en otra ocasión.
Pasiones Prohibidas ®
Q rico y delicioso relato como siempre exquisito
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