sábado, 9 de noviembre de 2024

43. Una suegra madura y dispuesta

 

Mi nombre es Luis, actualmente tengo 35 años. Lo que les contaré pasó hace ya varios años. Siendo honesto no sé cómo pasó, pero vivirlo fue uno de los más delirantes placeres que he disfrutado.

Tuve una novia con la que duré 5 años y de quién estuve profundamente enamorado, éramos complemento el uno del otro, su nombre es Luz, con ella supe de muchos rincones del sexo, los exploramos casi todos, pero mi gran pasión la despertó su mamá, a quien veía con ojos de hijo, le tenía un cariño especial, pues su trato era maternal y muy respetuoso además de distante. Hasta que un día recibí un mensaje de texto en mi teléfono, eran más o menos las 10 de la noche, estaba visitando a su hija en su propia casa, acabábamos de tener sexo, esperaba que Luz saliera del baño pues había entrado a limpiarse la cara que tenía llena de mi semen y le goteaba en los senos.

Miro el mensaje: “Hola Luis. ¿Aún estás en casa?”… Cuando reviso quien lo envía, veo que es Martha, mi suegra, era súper extraño que me escribiera por lo que me apresuré a responder: “Sí señora, aún estoy en su casa, dígame, ¿necesita algo o pasó algo? Dígame con confianza para ayudarle”. Me respondió a los pocos minutos: “Tranquilo hijo, no ha pasado nada malo, solo escríbeme cuando ya estés solo”.

Quedé frío y sorprendido, pues no sabía ni que pensar, no tenía ni idea de por qué me escribía a esa hora y menos a decirme que le escribiera al estar solo. Sin embargo, tan pronto salí de visitar a su hija le escribí: “Hola suegra, ya salí de su casa y voy camino a la mía, cualquier cosa que necesite me avisa”. De inmediato recibí respuesta: “Necesito que vengas por mí, estuve tomando y aunque no estoy borracha, no confío en el amigo que me invitó”. En un siguiente mensaje me mandó la dirección del lugar y me agradeció que no le dijera a Luz pues le daba vergüenza.

Para ser sincero, me incómodo tener que ir a buscarla, pues ella fácilmente podría haber tomado un taxi. Sin embargo, llegué al lugar y para mí sorpresa era tremenda fiesta, había una orquesta en vivo, cantidad de personas, licor en cantidades industriales, varios ambientes, por lo que me sentí cómodo en minutos, le escribí a Luz y le dije que ya iba a dormir, pues después de la tremenda cogida había quedado súper cansado, por lo que sabía que no me llamaría ni escribiría el resto de la noche. Llamé a un mesero, le pedí un vaso con whisky con hielo, mientras tanto buscaba a la señora Martha entre tanta gente.

Es de anotar que Martha en ese momento era una mujer de unos 45 años, muy bien conservada, con unas nalgas gigantes y unas piernas enormes, de cintura estrecha y de senos pequeños, cabello negro lacio y largo hasta la cintura, una típica y sensual MILF, totalmente natural y de piel trigueña, era muy hermosa, estaba divorciada poco antes de yo llegar a la vida de su hija, quizás 2 años antes de conocerla, pero no había vuelto a rehacer su vida, en cierto modo tenía una obsesión con su exmarido, que era un narco que siempre estaba huyendo de la policía y quién tenía hijos y mujeres por todas partes, era una mierda que tenía los días contados debido a su estilo de vida.

La vi a lo lejos, estaba sentada cerca de una de las piscinas del lugar, al lado de una palmera, tenía un pantalón blanco pegado y una blusa de algodón roja, unos zapatos de plataforma que la hacían ver imponente, el cabello suelto y su hermosa sonrisa que la adornaba siempre, se veía contenta, no entendía por qué me había hecho ir hasta allá. Me quedé viéndola un rato mientras acababa mi trago de whisky, hasta que me dirigí a ella, se levantó de su silla y me dio un abrazo que sentí su cuerpo pegado al mío, de verdad que se le notaba la emoción por verme, hasta ese momento yo no entendía mucho. Sin embargo, decidí disfrutar el momento y acompañarla. Me presentó a sus amigos que estaban en la mesa, eran tres parejas y dos hombres más, uno de ellos era quien la había invitado.

A lo largo de la noche, hablamos cosas generales y sin mucha importancia, me contó además su historia con el papá de Luz, y me contó las pretensiones del amigo de la fiesta, un tal Javier, quien estaba ebrio, pesado y atrevido, por lo que le propuse a Martha cambiarnos de mesa para seguir charlando. Nos sentamos en otro lugar y pedimos más whisky, yo estaba tan sorprendido de su conversación, de esa forma de ser que no conocía, de verdad que mujer tan interesante e inteligente, súper completa.

Iban a ser las 4 de la mañana y ni cuenta nos dimos, por lo que decidimos irnos, su amigo se quedó dormido y aprovechamos para embarcarnos en mi auto y seguir charlando en el camino, en ese momento ya me había cambiado toda la imagen que tenía de esa mujer, la miraba con otros ojos, me parecía de lo más sexy que había visto, me estaba despertando mucho deseo e interés.

Al llegar a casa nos quedamos afuera en el auto charlando, apagué el motor pues no quería se despertara Luz y me viera ahí con su mamá, en medio de tantas confesiones, le conté que su hija era la mejor pareja sexual que había tenido en la vida, al principio la noté incómoda pues no es fácil para una madre descubrir que su angelito es una puta con quién apenas es su novio. Sin embargo, supe manejar la situación y le brindé la confianza para que ella también se abriera, por lo que me contó que tenía dos años sin probar a un hombre, que se había comprado un dildo y que ese era su compañía para esos días de deseo incontrolable, yo quedé atónito, no entendía como ese monumento de mujer estaba tan desperdiciado.

Le pedí que me contara como le gustaría que fuera su siguiente pareja sexual, no me dio mayores detalles pero dijo que debe ser un hombre que no tenga reparos en la cama, que estuviera dispuesto a satisfacer esos morbosos deseos que la invadían cuando estaba caliente, que la dejara exhausta después de cógersela por todos lados y qué siempre estuviera dispuesto a más. Quería que fantaseara ahí conmigo, que me contara sus más íntimos deseos, pero ella insistía en que le contará como eran mis encuentros con Luz. “Si gusta puede vernos en acción y así sale de dudas, tampoco se pierde de ningún detalle” –le dije tal vez envalentonado por el whisky. “Me parece perfecto y morboso. Claro que me gustaría ver si mi hija es tan puta como me dices” –respondió. Sonrió perversamente, antes de bajarse me dio un beso en la mejilla y me susurró al oído: “¡Mañana te espero!”. Llegué a mi casa con la verga a punto de explotar, Martha no se salía de mi cabeza, me calentó la conversación que tuvimos y que estuviera dispuesta a mirar cómo me cogería a Luz, el solo hecho de imaginar la situación me llevó a masturbarme, mi eyaculación fue abundante a pesar de cogido antes con Luz.

Al día siguiente llegué después de mediodía, Luz no había llegado del trabajo, era sábado y salía a las 2 de la tarde, me senté en la sala a esperarla, Martha mientras tanto hacia algunas cosas en la cocina, yo no sabía cómo abordar una nueva conversación, así que solo la observaba de reojo, hasta que ella me llamó para que la ayudara con unas ollas que no encontraba. Entré a buscarlas, tuve que agacharme, pues estaban debajo del lavaplatos. Ella guardaba unos platos en el mueble de la cocina, me volteé para decirle que las había encontrado, en ese momento vi sus nalgas y su tanga metida que solo le cubría el agujero de su culo y parte de su vagina. Vestía un vestido azul cielo que al levantar los brazos quedaba sumamente corto, de inmediato mi verga se endureció de una forma que no podía ocultar, ella en su desespero de acomodar las cosas me pidió que dejara eso de las ollas así y le sostuviera pues ya estaba cansada de tener los brazos levantados con tanto peso. Me acerqué por detrás, pero mi erección era tal, que le rocé su enorme culo, ella lo sintió pero solo se sonrió y me miró de reojo y dijo: “Sabía que le había gustado buscar las ollas”. Esa voz insinuante y calentona no hacía más que aumentarme la calentura. Sentí algo de vergüenza y en ese momento llegó Luz.

La tarde fue pasando, con Martha nos mirábamos de manera cómplice, sabía que debía proponerle a Luz tener sexo, pero ella iba a rechazarlo por estar su madre cerca. Martha entendió y dijo: “¡Voy a dormir la siesta, estoy algo cansada!”. “Bueno, mamá te despierto en un par de horas” –le dijo Luz. “Luis quedas en tu casa” –me dijo. Cuando se fue empecé a besar a Luz, mientras la besaba y la tocaba me imaginaba que era Martha, ya que las dos compartían una figura de infarto. No podía sacar de mi cabeza a mi suegra, Luz lo noto y me dijo: “¡Wow amor, esa erección no te la conocía! Hoy está más dura e hinchada que nunca. ¡Qué delicia!”. Se la metió en la boca y comenzó a chuparla mirándome a los ojos, Imaginaba la mirada de Martha mientras se la engullía toda. Era tan excitante como perverso, pero mis ganas por Martha me ponían más caliente. Tomé a Luz y la desnudé, la llevé al sofá y le separé las piernas, me puse a hacer lo que más me enloquece, lamerle la concha y hacerla gemir. Luz se tocaba las tetas y apretaba la cabeza con sus muslos. La tomé de las piernas y las levanté para ver ese delicioso agujero escondido por sus exquisitas nalgas. Empecé a lamer y a chupar su ano con lujuria, mientras ella se masturbaba y gemía de placer, no pasó mucho tiempo para que se dejara alcanzar por el orgasmo, teniendo espasmos de placer que desembocaban en su culo.

Miré a la habitación de Martha, ahí estaba para viendo cómo su hija era consumida por el placer, eso me prendió más y decidí metérsela a luz en cuatro, para poder voltear a mirar a su madre que se tocaba mientras nos veía, me daba temor pero también mucho morbo, se la metí solo para mojarla con sus fluidos vaginales y se la metí por el culo. Dio un grito desesperado de placer, le susurré al oído: “¡Te van a escuchar!”. Lejos de importarle, la putita estaba entregada al placer, seguía gimiendo y gritando. Volteaba a mirar a Martha y ella desde la puerta se masturbaba y me hacía señas que acabará en su culo. Luego de taladrarle el culo con fuerza la descarga de semen que tuve la llenó por completo, incluso le chorreaba y corría por su vulva, el placer para mí era único y perverso, cogerme a mi novia y saber que mi suegra estaba mirando dándose placer. Tenía la verga tan tiesa y era tal mi calentura que nunca se bajó, así que Luz se montó a horcajadas pidiéndome que le chupara las tetas y se los azotara con palmadas, se daba unos sentones casi le entraban mis testículos, sus ojos estaban en blanco y, su cuerpo se enroscaba en lujuria y placer. Fue en ese momento de éxtasis total cuando la azotó un orgasmo intenso, duró temblando y con espasmos en su vagina por varios minutos. Martha acababa de ver cómo su hija me daba y se daba placer. A luz poco o nada le importo que su madre se despertara y la viera pidiendo verga.

Nos acostamos a dormir, ya que la cogida nos había dejado rendidos, nos despertó el hambre y nos fuimos a la cocina, nos encontramos con la sorpresa de ver a mi hermosa suegra en tanga y brasier tomando agua. Sin embargo, no hizo el menor intento de taparse, por lo que Luz le tiró una tomó de la lavadora, y le dijo: “¡Toma! ¡Tápate mamá! ¿No te da vergüenza que Luis te ve así?”. Ella de inmediato le respondió: “No te da vergüenza a ti coger como puta en mi sofá, no veo por qué me deba dar vergüenza estar en ropa interior en mi propia casa”. La cara de Luz fue de total asombro y vergüenza, yo no sabía que decir, hubo un silencio tenso, hasta que la misma Martha se sonrió y nos dijo: “No se preocupen muchachos, ustedes son una pareja más que estable y entiendo que el deseo los agarre en cualquier parte. Además, mi casa es la de ustedes y pueden hacerlo cuando gusten, de hecho, me encantó verlos”. Soltó una carcajada, sabía que Luz estaba muerta de vergüenza, la abrazo y me guiñó el ojo, en ese momento nos dijo: “Enséñenme a coger de esa forma, les juro que me calentaron demasiado”. Luz, algo estupefacta le dijo: “¡Pero mamá soy tu hija! ¿Cómo se te ocurre decir esas cosas? ¿Estás bien? ¿Te pasa algo?”. Martha respondió: “Me pasa que llevo dos años sin probar una verga y tú tienes un novio que te coge como un toro, yo te dejo coger en mi casa y no me molesto, pero déjenme coger con ustedes, al menos un poco, hazlo por mí hija, no confío en más nadie”. Yo estaba estupefacto, mudo, frío, callado, sin reacción, no sabía en qué momento mi noviazgo se estaba convirtiendo una película porno, creo que ni en la más sucia de mis fantasías habría imaginado tal cosa.

Luz y Martha me miraron, solo dije: “Yo puedo con ambas, pero me preocupa más que su relación se dañe, así que decidan ustedes, y yo lo haré”. Martha me respondió: “Esto no se trata de una relación sentimental, solo quisiera volver a sentir a un hombre y vivir así sea la mitad de lo que vive Luz. Además, vivo en un estado de desconfianza total con cualquier hombre y saber que entrego mi intimidad a ustedes me hace sentir tranquila. Yo sé que no es algo que se decide de un momento a otro, por lo que les propongo que lo charlen y analicen, me dicen su decisión después, no están obligados y yo sabré entender si deciden no hacerlo”.

Luz y yo nos miramos, no supimos que decir, después de pensar un rato, Luz le dice a mi suegra: “Está bien, nosotros lo hablaremos y te decimos. Como dice Luis, la relación se puede quebrar entre nosotras y no sería bueno”. Martha no quedó muy contenta y sentí que en ese momento si le dio vergüenza, se encogió de hombros, bajó su mirada y se fue a su habitación con la toalla que Luz le había tirado en la mano. Mientras se alejaba veía su gran culo moverse mientras caminaba y le dije a mi novia que yo no tenía problema, pues la amaba y eso no cambiaría. Además, que era su mamá, iba a ser un secreto de los tres.

Luz no estaba de tan de acuerdo e insistía en que era aberrante y que le daba miedo, también vergüenza, pero le generaba morbo saber que su madre quería coger con su novio. Entonces decidimos llamarla y darle una oportunidad Martha. Pasaron quizás un par de semanas en qué la relación entre los tres cambio full, hablábamos más, intercambiábamos opiniones, nos reíamos, coqueteábamos, incluso la relación conmigo se volvió más estrecha, la trataba casi como otra novia, obvio que sin besos ni caricias, era como una amistad con bastante confianza pues hasta era capaz de cambiarse en frente mío, al fin y al cabo ya nos había visto coger. Cabe señalar que ganas de darle no me faltaban, pero quería hacer todo bien y no saltar ningún paso y pecar por acelerado.

Una tarde de domingo salimos a un centro comercial a hacer unas compras y a comer, recuerdo haberles sugerido ir en falda, me encantaban sus piernas y la manera como sus nalgas jugaban con la tela y parecía que fuera a levantarse, me calentaba mucho aquello, así que fueron complacientes. Fue una tarde normal, risas, miradas, coqueteo, mensajes con doble sentido y deseo, mucho deseo, ya no podíamos esconder la calentura que sentíamos los tres, pero ninguno se atrevía a dar el primer paso, así que decidí comprar unas cervezas y llevarlas a casa. Allá las destapamos y seguimos conversando, el alcohol iba rompiendo el hielo y ya no les importaba como se sentaban, si lograba verles todo o si agarraba a Luz y la nalgueaba, en fin. La cosa empezó a calentarse. Luego de bailar con mi novia y sin más vergüenza le pedí que desvistiera a Martha, se sonrojó pero fue hacia el sofá y le dijo: “Mamá levántate que te voy a desvestir”. Martha de inmediato se levantó y dejó que Luz le soltará la falda y le sacará la blusa, quedando en un hermoso hilo blanco y sin brasier, sus pezones se notaban duros, su piel adornada por un brillo único, mi verga no podía estar más dura, así que me levanté y le pedí a luz que se sentara y viera como me cogería a su mamá.

Tomé a Martha de la cintura, la atraje hacía mi cuerpo y nos fundimos en un beso que mojó su vagina de inmediato, mis manos tenían tanto que agarrar que no las podía dejar quietas, luego me agache a lamerle esas ricas nalgas, ella soltaba suaves gemidos y mis dedos la masturbaban, separó sus nalgas y le dio permiso a mi lengua para recorriera su ano, para mí era el más morboso de los placeres y también ver a Luz que se tocaba ante la semejante escena. Martha me pedía que la dejara chuparme la verga. “¡Déjame chupártela! ¡Muero de ganas por chupart3 la verga! ¡Luz dile que me deje meter ese pedazo de carne en mi boca!” –decía mientras gemía y suplicaba. Le dije que si, ella de inmediato arrancó mi pantalón y metió mi glande en su boca, de un momento a otro se la tragó entera y la sostuvo en su garganta hasta ahogarse, pero lo disfrutaba mucho. Mientras tanto, Luz seguía masturbándose al ver a la zorra de su mamá chupármela sin parar y me preguntaba: “¿Te gusta amor? ¿Te gusta que tu suegra te la chupe?”. Yo la miraba con ojos de deseo y asentía con la cabeza, no podía pronunciar palabra, de mi boca solo salían gemidos de placer y una agitación única. “Recuéstate en el sofá, corazón, te voy a dar una chupada que en tu vida te han dado” –me dijo Martha. Mirando a Luz, le dijo: “Hija mira como volver loco a un hombre con la boca”. Agarró mi verga desde la base, la mira de frente y pasaba la lengua por el frenillo, esas cosquillas era única, le pasaba la lengua y se la metía en la boca, la sacaba y pasaba la lengua a mis testículos, los saboreaba y tragaba, jugaba con ellos en su boca mientras me miraba fijamente, era una experta comedora de verga.

De un momento a otro Martha me masturbaba mientras chupaba mis testículos y con la otra mano empezó a jugar con mi ano. En ese momento la frené un poco, no sabía si resistirme a tremendo placer que nunca había sentido o dejarla seguir, así que ella con su voz tierna me dijo: “Tranquilo, solo lo vas a disfrutar”. ¡Vaya que lo disfrute! Lamió mi culo y bordeaba el mismo con sus dedos mientras nunca paro de masturbarme, hasta que me metió un dedo, después dos, fue algo que me hizo eyacular de inmediato, la zorra había estimulado mi próstata, lo que provocó que saliera semen en grandes cantidades.

Su cara se llenó de semen que ella misma recogió y se llevó a la boca, no había vivido una escena más caliente y placentera en mi vida. Mi verga no se bajó nunca, era una sensación única y que no dudaba en repetir, así que se abalanzó sobre mi y puso su gran concha en mi cara y me pidió que se la lamiera, obvio que al tenerla en mi cara mi lengua hacía recorridos perversos y se perdía en su vagina húmeda. Luz ya no aguantó la calentura y se montó encima de mí dándome la espalda. Se empezó a mover de manera salvaje, tener a la dos calientes y recibiendo placer era impensado pero morboso.

Con Luz ensartada en mi verga y con Martha montada en mi cara para lamerle la concha, prendido de sus caderas no podía pedirle más a la vida, ¿o si? Le dije a Luz que subiera a la posición de su madre y a Martha que se montara en mi verga.

Era tan perversa la escena, aunque no podía ver la cara de Martha sabía que lo estaba disfrutando, la forma en que se movía, en como gemía la delataban. Los tres éramos uno en ese momento, unidos por el morbo, la lujuria y la perversión. Con mi boca y mi lengua ambas tuvieron un delicioso orgasmo que las dejó rendidas. Yo estaba casi por acabar pero quería que las dos compartieran mi semen. Al indicarles se pusieron de rodillas y me empecé a masturbar frente a ellas hasta que el semen salió llenando sus caras y parte de su boca. Martha y Luz se veían preciosas con mi semen escurriendo por su cara, lo lamieron y lo compartieron en un candente beso. Ese domingo por la noche fue solo de sexo y exploración. Así nació la relación poliamorosa con mi novia y su madre.



Pasiones Prohibidas ®

4 comentarios:

  1. Wao que relato más morboso y candente como siempre exquisito relato Caballero

    ResponderBorrar
  2. Excelente relato,excitante,provoca de inmediato el deseo sexual,en espera del próximo relato.

    ResponderBorrar
  3. es imposible leer este relato sin mastúrbarse..

    ResponderBorrar