viernes, 27 de diciembre de 2024

62. El culo de Celeste

Al sábado siguiente de la noche con Karina, nos volvimos a encontrar en la disco. Era habitual como todos los sábados. Estaba solo acompañada por Celeste. La tercera amiga había decidido otros planes. Otra vez Karina estaba sola mientras su amiga bailaba. Rato después se acercó y me saludó. “Él es Renato, el chico que te hablé” –dijo Karina presentándome a su amiga. “¡Ah, si! ¡Un gusto Renato! He oído mucho de ti estas últimas semanas. Soy Celeste” –dijo la amiga sonriendo. “¡Un placer Celeste! ¿Espero que hayas escuchado solo cosas buenas?” –le dije con la misma sonrisa. Intuí que algo sabía, que Karina le había contado de nuestra noche de sexo.

Hablamos de tonteras, nos reíamos y bebíamos, hasta que en en un rato Karina se disculpó diciendo que iba al baño. “¿Te acompaño?” –le preguntó Celeste. “No, está bien. Quédate con Renato” –le dijo y desapareció entre la concurrencia. Imagino que estaba planeado. Apenas quedamos solos, Celeste habló de aquello. “Gracias por acompañarla ese sábado. A veces nos vamos a bailar y nos separamos” –dijo la amiga. “Todo bien, no hay nada que agradecer” –dije esbozando una sonrisa. “Bien, bien, sé que contigo la pasó bien” –dice ella con un tono pícaro. “¡Qué rápido corren los rumores!” –exclamé. “¿Rumores? ¡Noticias diría yo! Pero ha sido tema privado entre tú y ella. Solo me alegra que hayan coincidido” –dijo Celeste. “Realmente y en lo personal lo pasé bien, si ella también mejor para ambos” –le contesté. “Así fue, Karina quedó encantada, porque dijo que supiste como prepararla para ese momento” –me contó Celeste.

Karina regresó y cambiamos de tema, pero quedó ahí como flotando. “¿Charlaban?” –preguntó Karina. “Sí, ¡cosas de la vida!” –le respondió la amiga. Después de un rato hablando en voz alta para escucharnos bajo el sonido de la música, Karina comentó: “No sé ustedes, pero, ¡ya quedo casi afónica de hablar como hablo a los gritos!”. “¡Es verdad! Mejor busquemos un sitio más silencioso” –dijo Celeste riendo. “Salgamos a caminar. No sé, a una plaza” –les digo. “¡O nos invitas a tu casa!” –respondió Celeste. “Por mí no hay problema” –añadió Karina. Yo ni opiné. Era mejor seguirlas. Volví a repetir con ambas el camino que semana tras semana he antes había hecho con Karina. Celeste tenía aspecto de una mujer sensual a pesar de sus veinte y más. Era de mirada penetrante, su físico, bien cuidado, de piernas y nalgas firmes, tetas de buen tamaño. Según ella misma me había contado, amante del Rock y el Bourbon. Recordé lo que me contó Karina y no pude evitar imaginarme a un tipo rompiéndole el culo, me calenté de solo dibujar la imagen en mi mente que sentí un cosquilleo en la verga.

Llegamos, nos acomodamos y la charla continuó durante un buen rato. Temas variados hasta que, entre bromas y tonteras en cuanto al tema de sexo. Karina trajo una botella de whisky para agasajarnos y seguir con la amena charla. “Me alegra por mi amiga Karina, que haya cortado la sequía” –dijo Celeste riendo. “Lo que es yo, hace un tiempo no he pasado más de los manoseos y unas cuantas chupadas” –añadió sin rodeos. “No será por falta de pretendientes” –le dije. Se ruborizó un poco, pero respondió: “Bueno, siempre hay alguno… tal vez me he vuelto cautelosa”.  “Con la cautela no vas a conseguir nada, amiguita” –le dijo Karina sonriendo. La charla seguía de manera distendida y bebíamos lentamente el whisky. “No, de verdad y lo sabes. ¿Sabes Renato que tuve alguna mala y dolorosa experiencia?” –me preguntó. “¡Lo sé! Estoy al tanto de eso” –le respondí. Ya dejemos el tema. Cuando Carina me contó me dio mucha envidia, no por ella. Envidia en el sentido de que tuviera la experiencia que tuvo contigo y que fuera placentera” –dijo Celeste. “Tuviste mala suerte, solo eso” –le dije. “Bueno, sí,  y tonta de no saber adivinar la calaña del que elegí como acompañante” –dijo Celeste. “Amiguita, eso no podías tan siquiera adivinarlo ni saberlo” –dijo Karina. “Tiene razón. La mujer se entrega y el hombre tiene que medir sus impulsos” –le dije. “Vaya si tú los mediste y ocultaste, maldito. Si cuando me di cuenta ya estabas dentro” –dijo Karina. Los tres nos reímos a carcajadas. “Karina, querida amiga, pregunto: Si se me ocurriese reincidir, ¿me asesorarías?” –dijo Celeste. “Yo por mi parte sí te asesoraría. Solo que otra cosa no puedo hacer, ¡no tengo con qué!” –respondió Karina con una sonrisa. “Tonta, será cuestión de hurgar por los rincones, que algo aparecerá” –dice Celeste. ¿Acaso parezco estar pintado?” –pregunté entre risas. “Ah, ¿estabas aquí? ¡No te había visto!” –comentó Celeste riendo. “Ahora me ves y me oyes, pero si sigues tan lejos sentada, no habrá manera de que me sigas viendo” –le dije mirándola a los ojos. Entonces se acercó para sentarse sobre mis piernas. Comprobé así que pesaba lo que una pluma. Se acurrucó en mi pecho, colgada a mi cuello. “Por mí no se preocupen, ya me voy” –dijo Karina esbozando una sonrisa. “¡Tú te quedas ahí, amiga! ¡Te nombré mi asesora y es lo que harás!” –le dice Celeste de manera sugerente. 

Celeste levantó el rostro y me besó. Nos besamos como locos, nos acariciamos como dos seres endemoniados, le tocaba las tetas por encima de la camiseta de Iron Maiden que tenía puesta. Se la levanté para besar esas deliciosas tetas con pezones duros, exquisitas tetas que pervierten la cordura de cualquiera. Ya se sentía la calentura en el ambiente. Miré a Karina que estaba en el sofá del frente recostado con las piernas abiertas masturbándose viéndonos, para ella era un espectáculo caliente que quería disfrutar como espectadora. La inquieta mano de Celeste bajó hasta el cierre de mi pantalón y lo bajó, hurgó y encontró lo que buscaba, dejando mi verga afuera. Me miró con lujuria y empezó a masturbarme lentamente. “¿Me vas a coger tan rico como lo hiciste con mi amiga?” –me preguntaba. “Sí, lo vas a disfrutar tanto como ella” –le respondí. Sin decir más me la empezó a chupar tan rico que me estremecía, Karina por su parte disfrutaba viéndola y se tocaba con perversión. “¡Cómetela amiga! ¡Así, métetela toda en la boca! –le decía a Celeste. Era tan caliente ver a Celeste como a Karina, disfrutando de lo que la perversión del sábado nos estaba ofreciendo. “¿Por qué mejor no van a mi cama, así Renato te coge como tú quieres que lo haga?” –dijo Karina entre gemidos. “¿Y tú, no vienes?” –le preguntó Celeste. “Yo los dejo para que se diviertan. Después, si sobra algo. ¡lo tomo!” –dijo Karina. “¡Acompáñame, amiguita! Además, no es justo, tú empezaste con Renato y me estoy metiendo en medio. Yo estoy aquí porque trato de superar una cuestión traumática, trato de probarme a mí misma que no todos los hombres son unos malditos sin consideración. Gracias a que me contaste de tu experiencia con Renato, decidí que no por culpa de una bestia que me lastimó, deba renunciar a algunos placeres. Si tú, amiga, has podido gozar, ¿por qué no yo? Además, ya está medio trabajo hecho, ¡ya me rompieron el culo!” –le dice Celeste. “¡Que alocada eres, amiga! Tienes razón, es la mejor manera de sacarte la duda y re armarte, re componerte. Soy culpable de lo que pueda pasar pero asumo las consecuencias” –dijo Karina sin sacar la mano de su vagina y estimular su clítoris.  “¿Tú qué crees, Renato?” –me preguntó Karina. “Pues, ya lo dije. Lo último que haría sería lastimar. Si puedo ayudar, bienvenido sea. ¡Será un placer!” –respondí. “De eso no te quepa duda” –dijo Celeste y siguió chupándome la verga, la manera en que se la tragaba y pasaba su lengua me hacía gemir suavemente en señal de aprobación y placer por lo que estaba haciendo.

Fuimos a la habitación y a la cama que me eran familiares. Me acerqué a Celeste para abrazarla, acariciarla y empezar a quitarle la ropa, ya conocía sus tetas y ahora quería conocer el resto de ese precioso cuerpo. Ya fuera de los jeans, su físico decía mucho, estaba como si la hubieran hecho a mano, la perfección estaba frente a mis ojos, aunque era más baja que yo y que Karina, era toda una hermosa mujer. No esperé que ella lo hiciera y me quité la ropa, no había tiempo que perder. Se acostó con las piernas colgando de la cama, lucia su pubis depilado, sus labios vaginales me resultaban apetecibles, moría de ganas pro probarlos y degustar la tibieza de sus fluidos, pero también quería apreciar los detalles de ese cuerpo que estaba llamándome a la lujuria. Ahora sí, estaba listo y sin pensar me perdí entre sus piernas, empecé a lamer lentamente su vagina, de arriba abajo y a los lados. Lo primero que dijo Celeste fue: “¡Qué rico!”. Pronto los fluidos empezaron a hacer su trabajo de lubricación, los de mi boca y los que brotaron de su vagina. Escuchar a las dos mujeres gemir en la habitación era absolutamente perverso. Celeste se apretaba las tetas y gemía deliciosamente. “¡Por favor no te detengas, Renato!” –decía con exacerbada lujuria. Sus tibios fluidos me embriagaban con ese delicioso sabor de placer.  Cuando ya estaba jadeando como loca, me puse de rodillas frente a ella y puse sus piernas sobre mis hombros y acomodé mi glande en la entrada de su vagina. La penetré con cuidado, suave pero sin titubear. Simplemente se la metí y esperé su reacción. “¡Oh, esto es delicioso!” –decía y me miraba mordiéndose el labio inferior. Por otro lado Karina nos miraba sin dejar de masturbarse y gemir, en sus ojos se notaba que disfrutaba tanto como su amiga. Entonces la empecé a coger. Primero en vaivenes lentos. Luego en golpes cortos y manteniendo la profundidad. La manejaba a voluntad, su cuerpo era una delicia, esa sincronía con la que se movía era alucinante. Nos olvidamos de Karina, que estaba sentada en una silla al frente de la cama, desnuda y masturbándose, también se amasaba las tetas con lujuria y decía: “¡Eso, dale así! ¡Hazla que grite!”. Le daba con fuerza, la boca de Celeste se abría y dejaba salir exquisitos gemidos. “¡Quiero que me cojas más duro!” –decía con perversión. “¡Sí, hazme tu perrita! ¡Dame por el culo! –dijo Celeste. Saqué mi verga y  sola se acomodó en cuatro, respiraba ansiosa, estaba jadeando pero con ganas de que se la metiera por ese rico agujero que me invitaba a ser perverso. La estocada fue lenta y profunda, llegando al fondo de su vagina, no quería aun usar el culo, pero me tenía muy caliente verlo. Mi contextura no es exageradamente grande, pero así y todo me quedaba pequeña. Por supuesto, desde mi postura tenía vista a su ano.

Apoyé la mano en una nalga y con el pulgar húmedo, comencé a acariciarlo.  “¿Ya?” –preguntó Celeste con ansias. “No, tranquila. Estamos en la previa. Tu culo se debe preparar antes, no seas ansiosa” –le respondí. La cogida y manoseos de clítoris desembocaron en un orgasmo anunciado por chillidos y jadeos. Saqué mi verga para ir derechamente a lamerle el culo y reforzar esas sensaciones de placer que la invadían, para mi sorpresa Karina no dejó pasar la oportunidad y se puso debajo de mía para chuparme la verga como ella sabe hacerlo, de esa forma tan exquisita como lo hace Celeste. Al sentir el contacto de mi lengua con su ano, Celeste metió su mano para tocarse su mojada concha, yo disfrutaba de la mamada que Karina me estaba dando, así como yo jugaba en ese ano que pronto sería mío. Ahora si Celeste estaba perdida en el placer, entre sus jadeos y gemidos tuvo otro orgasmo que la dejó temblando. Karina  dejó de chupármela y se acercó, dejó cerca de la cama un gel lubricante. No sé por qué, pero imaginaba que había cierto de acuerdo, como tanto resguardo, pero me pareció prudente. “Gracias, amiga. Siempre en los detalles” –le dijo Celeste. Tomé un poco en mis dedos y lo unté en la entrada. Masajeaba hasta que presioné, le metí la punta del dedo en el ano. “Tú relájate, amiga. Tranquila y relajada. No solo te asesoraré, también voy a prepararte, ya conozco tu culo y esto es para que disfrutes, no para curar heridas” –dijo Karina.

Untó también sus dedos con lubricante y vino a ayudarme, o mejor dicho tomó mi lugar y la dejé hacer. Casi enseguida logró meter dos en el delicado agujero, ayudada por la excitación de Celeste. “Si te molesta me avisas. Vamos despacio, ¿sí?” –le dijo Karina. “Va de puta madre, amiga mía. ¡Se siente genial!” –le respondió Celeste. Yo simplemente miraba y me masturbaba para no perder la erección, aunque eso sería difícil, ya que me tenían ambas demasiado caliente. Cuando Karina sintió que su amiga estaba distendida y bien lubricada, me miró. Sacó los dedos, tomó mi verga para apuntarla a la entrada del culo. Dio dos palmaditas en las nalgas de Celeste y le dijo: “¡Ahí vamos, amiga!” –le dijo a Celeste. Simplemente empujé mi verga y se metió casi sin esfuerzo, Celeste suspiró hondo y contuvo la respiración, pata luego dejar que sus gemidos se escaparan mostrando el dolor y el placer que se mezclaban. Estaba casi inerte, solo gemía pero luego de unos minutos estaba moviéndose, siguiendo mis embestidas. “¡Dame duro! ¡Quiero que me la metas toda!” –me decía. Me tomó de sus candentes caderas e inicié el juego perverso. Mi verga se escurrió entera por su diminuto agujero desatando en ella un vendaval de sensaciones nuevas y placenteras. “¡Oh, se siente rico!” –decía Celeste con lujuria en su voz. Karina no se perdía detalle de cómo le cogía el culo a su amiga. A ratos sacaba mi verga y Karina me daba unas perversas mamadas para volver a entrar en el culo de Celeste. “¿Estás bien, amiga?” –le preguntó Karina. “¡Genial! ¡Me siento genial! ¡Cómo ni me imaginaba!” –le respondió entre jadeos. “¡Te ayudo un poco más!” –le dijo y metió la mano en la vagina de Celeste para masturbarla. “¡Si, así, me encanta! ¡Méteme los dedos, Karinita! ¡Quiero tener mis agujeros ocupados! ¡Cójanme!” –decía Celeste.

No solo la cogimos, sino que además tuvo varios orgasmos. Sin duda con Karina nos habíamos congeniado bastante bien con la perversión y no me dábamos descanso a Celeste Yo tampoco pude contenerme por esas divinas contracciones de su ano que apresaban mi verga y acabé profusamente, le llené el culo de semen. Caí sobre la espalda de Celeste sudando y exhausto, Celeste se dejó caer en la cama al sentir mi peso en la espalda y Karina disfrutaba lamiéndose los labios, probando los fluidos de su amiga. Aunque estaba exhausto de tanto coger, aun me quedaba algo para Karina, hice que se pusiera de espaldas en la cama con las piernas abiertas. Celeste me miró con perversión y le dije: “Puedes comerle la concha a tu amiga si quieres”. Sin pensarlo, dio una sonrisa con malicia y se perdió entre las piernas de su amiga, mientras le ponía la verga en la boca a Karina para que me la chupara, la sensación se d lengua jugando con mi verga en su boca hacía que se me pusiera dura, los gemidos de Karina eran contenidos por mi verga, pero se notaba que Celeste la tenía al borde la locura. Después de unos largos minutos de placer, Karina y yo acabamos casi al mismo tiempo, se tragó hasta la última gota de mi semen, coronando esa noche de placer de la mejor manera posible.

 Descansamos por un momento, yo estaba de espaldas en la cama y Karina con Celeste pegada cada una a mis muslos, como buenas perritas obedientes mientras les acariciaba el cabello, los sonreíamos satisfechos. Más tarde volvimos a hacer algunas travesuras, pero ya el paso principal estaba dado, Celeste pudo disfrutar por fin del sexo anal.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

lunes, 23 de diciembre de 2024

61. La primera cogida con mi tía


Hola, me llamo
José Luis. Al momento de los hechos tenía 19 años, soy alto, no soy ni delgado ni gordo, pero me mantengo en buena forma física, eso no es lo relevante, lo que importa es aquello que les contaré ahora. 
Todo comenzó el verano 2024, o sea a principios de este año. Era el me de febrero. Fue en una salida familiar a una playa, todo era común, una simple salida, hasta que vi a mi tía en bikini, lo que me produjo una atracción por ella enorme. Para darles más detalles se llama Marcela, ella es alta, pelo castaño, tiene unos pechos grandes y unas nalgas de bastante buen tamaño que dejarían loco a cualquiera, ella es casada con mi tío llevan 9 años y tuvo un hijo a los 17 años con el cual me llevo muy bien. Bueno volviendo al tema principal, a partir de ese momento en mi mente pensaba como seria coger con ella, pensaba en miles de planes de cómo me la podría coger, etc. Así estuve todo el resto del día. La cantidad de pajas que me hice solo pensando en ella. El verano fue tortuoso, cada día era una nueva paja pensando en mi tía y en lo rico que debe ser tenerla encima de la verga, también sentía cierta envidia por mi tío, ya que me imaginaba como le daba duro al tenerla cerca.  

 

Pasó mucho tiempo en que mi sueño se pudiera volver realidad, para ser más exacto fue 4 meses después de aquel viaje familiar. 

 

Un día junto a mis padres fuimos a la casa de mis tíos, estábamos invitados a una celebración familiar, me puse contento con volverla a ver, ya que no era lo mismo ver sus candentes fotos de Instagram que verla en persona. Sin ella saberlo, se había transformado en la musa de mi perversión. Mi tía ese día llevaba un escote que mostraba una buena parte de sus tetas y unos jeans un poco ajustados, pero daban una vista espectacular a sus nalgas.  

 

Como la cosa había comenzado con tragos y cervezas, mi papá y mi tío iban a comprar más, a lo que mi madre se unió en la travesía de dos casi ebrios para ir por más alcohol. Bueno, tenía a mi tía a libre disposición, mi primo después de las vacaciones de fue a vivir solo por  los temas de la universidad. Era cerca de las 7 de la tarde, hacía un poco de calor ese día, además debía estar pendiente de la carne en la parrilla.  Me fui a sentar en la sala un rato al lado del ventilador y relajarme un rato.  En eso apareció mi sensual tía, se sienta a mi lado y nos ponemos a conversar con naturalidad. “Oye, ¿tienes novia?” –preguntó. No, que va” –respondí. “¡Como que no! Pero si eres bastante apuesto” –dijo.  No tanto como usted, tía” –le dije. “¡Me halagas sobrino! Eres guapo, supongo que las pretendientes no te faltan” –dijo ella. “Si, pero ninguna igual de guapa como usted –le contesté. “¿Perdón? ¿Me estás coqueteando? –me preguntó.  “¡Lo siento, creo que dije algo malo!” –dije pensando en lo que había dicho. “No hay problema, solo bromeo” –me respondió. Sonreí aliviado. “¿Me podrías ayudar a ordenar unas cosas en la cocina?” –preguntó. “Claro tía, no hay problema” –le respondí. 

 

La cocina era un poco angosta, prácticamente era un pasillo, con suerte podían pasar dos personas. En esa caja están las cosas, puedes dejarlas en las repisas mientras yo ordenó estos platos y vasos aquí. en las repisas, mientras yo ordenare estos los platos y vasos aquí–dijo mí tía caminando a la cocina. Mi tía se puso frente a un mueble en el cual guardaban platos, vasos, yo pasaba por detrás y podía apoyar con total facilidad mi verga en sus grandes nalgas cada vez que  pasaba. Me miraba de reojo cada vez que sentía lo verga pegarse en sus nalgas con una sonrisa pícara,  yo me quedo parado con mi verga tan dura que una roca, ella pone su culo en pompa y me dice con una sonrisa: “Parece que alguien está feliz ahí abajo. Es que con tal increíble hembra no aguanto la excitación” –le dije respirando agitado. Mi tía sonrió y me preguntó: “¿Te gustaría cogerme?”. Claro tía, quien no te querría coger” –le dije sin despegar la verga de sus nalgas. Ella estaba tan caliente como yo. Me sacó la verga del pantalón, sin duda estaba teniendo la mayor erección de mi vida, mi tía se da vuelta y se arrodilla frente a mi verga,  diciendo: “¡Wow! Jamás imagine que estaría a punto de comerme la verga de mi sobrino”.  

 

Lentamente me la empezó a chupar, pasaba la lengua por el tronco de mi verga y se la metía hasta la mitad y después se la tragaba toda, llegando hasta su garganta. Era un lujo de mujer, sabía cómo encender mis pasiones ocultas y me estremecía con su endemoniada boca que se comía cada centímetro de mi verga. “Ya es hora de que me metas tu verga, estoy deseando que me cojas y que me des duro” –me dice. Se levanta y me toma de la mano y me lleva hasta la sala de estar, en la cual se saca los jeans, la tanga y se coloca en el sofá lista para ser penetrada. Pasé mi mano por su concha, estaba nervioso, no por cogérmela sino porque podrían llegar mis padres y mi tío, y no creo que les guste la escena que verían. Recorría su vagina con mi mano izquierda y con la derecha tenía agarrada mi verga. Estaba tan húmeda y jadeante al sentir como mis dedos jugaban en su clítoris. Acomodé mi verga y se la metí despacio, suave; no tuve problemas para que entrara, me movía lento y pequeños gemidos salían de sus labios. “¡Ah, qué rico se siente sobrino!” –me decia mientras le daba despacio y se la metía completa. De a poco aumentaba la intensidad de mis embestidas y me aferre de su cintura. “¡Quiero que me des con todo! ¡Hazme gozar!” –decía jadeando. La  comencé a penetrar con toda mi fuerza, eran embestidas fuertes y muy profundas. “¡Ah sí, dame más! ¡Me gusta como me la metes! ¡Me vas a partir en dos! ¡Ah, Dios mío!” –gritaba cada vez que le llegaba al fondo. 

 

Mi tía estaba descontrolada, daba fuertes gritos,  yo más me calentaba y la tomaba más fuertemente del pelo para poder penetrarla más fuerte. “¡Ay, qué rico sobrino! ¡Me vas a hacer acabar!” –gritaba. Yo seguía como mis brutales embestidas. Disfrutaba casa segundo en que se la estaba metiendo. Ella gemía y pedía que fuera más violento. “¡Dámela por el culo, bebito!” –me dijo. Caliente como estaba, se la saqué y la acomodé en su delicioso culo. Se sentía tan apretado, tan rico que cuando ya el glande estaba adentro se la metí con fuerza hasta sentir como nuestros cuerpos chocaron. “¡Ay, mi culo! ¡Pártelo y cógeme duro!” –gritó. Con lo caliente que estaba no necesitaba pedirlo, se la empecé a meter con la misma fuerza que le habia dado por la concha. Me tomé otra vez de su pelo y se clavaba con fuerza. Me parecía alucinante estar a solas con ella, sin que nadie nos molestara, era como si el universo conspiraba a nuestro favor. “¡Qué rico culo tienes tía!” –le decía mientras se la metía hasta hacer chocar mis testículos. “¡Me encanta que me cojan el culo!” –decía ella gimiendo. “¡Ya no aguanto más!” –le decía. ¡Acaba en mi culo! ¡Quiero toda tu leche dentro!” –me decía en tono suplicante. Yo como estaba cumpliendo mi fantasía, ese sería la cúspide de todo. Sin pensarlo mi verga explotó en su interior. La sensación de mi verga vaciándose era lo más perverso y lujurioso que había vivido hasta ese momento. Escucharla gemir y decir lo rico que lo había pasado era tan perverso, me encantaba. “¡Ay Dios que rico!” –gritó. Después se sentir como su culo palpitaba se pone de pie y dice: ¡Qué increíble cogida me has dado!”.  

 

Luego de coger, ella me susurró al oído: Te tengo una sorpresa. Desnudos subimos la escalera y nos fuimos a su habitación. Lo que vi me dejó realmente atónito, la puerta estaba abierta y sobre la cama estaban mi papá, mi madre y mi tío, los dos se la estaban cogiendo, estaba siendo penetrada por la concha y el culo a la vez. Por alguna razón me puso caliente ver la escena y mi verga se puso dura, mi tía no dudó en ponerse de rodillas y chupármela como una loca. Después de un rato, se puso de pie y se unió a la candente escena, abrazando a mi madre y pasándole las manos por sus tetas, mi madre le preguntó: ¿Te costó conversarlo?”. “No, para nada. Coge riquísimo” –le responde ella. Me hace una seña y me acercó. “¡Hazme gritar como hace rato!” –dice mi tía. No lo dudé, me acomodé detrás de ella y se la metí en el culo. A mi tío pareció no importarle que me cogiera a su esposa, ya que estaba compartiendo a mi madre con tu papá. Las dos gemían endemoniadamente sensuales. Aunque no entendía lo que pasaba, estaba disfrutando perversamente de lo que estaba pasando. 

 

Ya con calentura haciéndome coger como loco, mi papá me dijo Es hora de que cojas con tu madre”. Hicimos el intercambio caliente y ellos se cogieron a mi tía, mientras mi madre me acostó a un lado y empezó a chuparme la verga, lo hacía tan delicioso como lo hace mi tía. La sensualidad de su lengua recorriendo mi verga y la voracidad de su boca tragándola era perversa, me encantaba, cerraba los ojos y me perdía disfrutando de exquisito placer que recibía. Luego de un rato se me sube encima y me dice: “Pensé que iba a ser más difícil que te quisieras unir”. “Bueno, mamá, ves que no” –le respondí. Empezó a moverse lentamente para luego ir aumentado el ritmo. Miro hacia donde estaba mi tía y ella no perdía su tiempo, estaba recibiendo verga por el culo y la vagina, papá y mi tío sabían cómo hacerla gritar. Fueron solo cosas de minutos y mamá estaba envuelta en el placer, moviéndose con lujuria ya apretando sus tetas. 

 

No sabía si estaba soñando o era parte de una realidad alterna. Jamás pensé que pasaba esto entre mis tíos y mis papás, mucho menos que me harían parte de tan morboso secreto. Entre tanta lujuria y miradas sensuales de mi madre, seguidos por esos calientes gemidos, no aguanté las ganas de acabar y le dejé llena de semen su concha, ella sonrió con placer y dijo: “¡Haz estado maravillo cariño!”. Se bajó y me la chupó una vez para tragar cada rastro de semen que hubiese quedado. Al ver a mi tía ella estaba arrodillada en el piso recibiendo el semen de mi tío y mi papá en su cara. Fue una escena cargada de erotismo. Pasado unos minutos, nos vestimos y el resto del día pasó con tranquilidad. Cuando llegó la hora de despedirnos, mi tía de despide de un beso en la mejilla y me susurra: Te llamare, quiero que esto se repita, pero solo los dos”. 

 

Desde ese momento supe que las revolcadas con mi tía seguirían y que siempre podría disfrutar de su lujuria. También sabía que ya con mamá las cosas habían cambiado, que también podría disfrutarla sin restricciones. 

 

 

 

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