Hola, me llamo José Luis. Al momento de los hechos tenía 19 años, soy alto, no soy ni delgado ni gordo, pero me mantengo en buena forma física, eso no es lo relevante, lo que importa es aquello que les contaré ahora. Todo comenzó el verano 2024, o sea a principios de este año. Era el me de febrero. Fue en una salida familiar a una playa, todo era común, una simple salida, hasta que vi a mi tía en bikini, lo que me produjo una atracción por ella enorme. Para darles más detalles se llama Marcela, ella es alta, pelo castaño, tiene unos pechos grandes y unas nalgas de bastante buen tamaño que dejarían loco a cualquiera, ella es casada con mi tío llevan 9 años y tuvo un hijo a los 17 años con el cual me llevo muy bien. Bueno volviendo al tema principal, a partir de ese momento en mi mente pensaba como seria coger con ella, pensaba en miles de planes de cómo me la podría coger, etc. Así estuve todo el resto del día. La cantidad de pajas que me hice solo pensando en ella. El verano fue tortuoso, cada día era una nueva paja pensando en mi tía y en lo rico que debe ser tenerla encima de la verga, también sentía cierta envidia por mi tío, ya que me imaginaba como le daba duro al tenerla cerca.
Pasó mucho tiempo en que mi sueño se pudiera volver realidad, para ser más exacto fue 4 meses después de aquel viaje familiar.
Un día junto a mis padres fuimos a la casa de mis tíos, estábamos invitados a una celebración familiar, me puse contento con volverla a ver, ya que no era lo mismo ver sus candentes fotos de Instagram que verla en persona. Sin ella saberlo, se había transformado en la musa de mi perversión. Mi tía ese día llevaba un escote que mostraba una buena parte de sus tetas y unos jeans un poco ajustados, pero daban una vista espectacular a sus nalgas.
Como la cosa había comenzado con tragos y cervezas, mi papá y mi tío iban a comprar más, a lo que mi madre se unió en la travesía de dos casi ebrios para ir por más alcohol. Bueno, tenía a mi tía a libre disposición, mi primo después de las vacaciones de fue a vivir solo por los temas de la universidad. Era cerca de las 7 de la tarde, hacía un poco de calor ese día, además debía estar pendiente de la carne en la parrilla. Me fui a sentar en la sala un rato al lado del ventilador y relajarme un rato. En eso apareció mi sensual tía, se sienta a mi lado y nos ponemos a conversar con naturalidad. “Oye, ¿tienes novia?” –preguntó. “No, que va” –respondí. “¡Como que no! Pero si eres bastante apuesto” –dijo. “No tanto como usted, tía” –le dije. “¡Me halagas sobrino! Eres guapo, supongo que las pretendientes no te faltan” –dijo ella. “Si, pero ninguna igual de guapa como usted” –le contesté. “¿Perdón? ¿Me estás coqueteando? –me preguntó. “¡Lo siento, creo que dije algo malo!” –dije pensando en lo que había dicho. “No hay problema, solo bromeo” –me respondió. Sonreí aliviado. “¿Me podrías ayudar a ordenar unas cosas en la cocina?” –preguntó. “Claro tía, no hay problema” –le respondí.
La cocina era un poco angosta, prácticamente era un pasillo, con suerte podían pasar dos personas. “En esa caja están las cosas, puedes dejarlas en las repisas mientras yo ordenó estos platos y vasos aquí. en las repisas, mientras yo ordenare estos los platos y vasos aquí” –dijo mí tía caminando a la cocina. Mi tía se puso frente a un mueble en el cual guardaban platos, vasos, yo pasaba por detrás y podía apoyar con total facilidad mi verga en sus grandes nalgas cada vez que pasaba. Me miraba de reojo cada vez que sentía lo verga pegarse en sus nalgas con una sonrisa pícara, yo me quedo parado con mi verga tan dura que una roca, ella pone su culo en pompa y me dice con una sonrisa: “Parece que alguien está feliz ahí abajo”. “Es que con tal increíble hembra no aguanto la excitación” –le dije respirando agitado. Mi tía sonrió y me preguntó: “¿Te gustaría cogerme?”. “Claro tía, quien no te querría coger” –le dije sin despegar la verga de sus nalgas. Ella estaba tan caliente como yo. Me sacó la verga del pantalón, sin duda estaba teniendo la mayor erección de mi vida, mi tía se da vuelta y se arrodilla frente a mi verga, diciendo: “¡Wow! Jamás imagine que estaría a punto de comerme la verga de mi sobrino”.
Lentamente me la empezó a chupar, pasaba la lengua por el tronco de mi verga y se la metía hasta la mitad y después se la tragaba toda, llegando hasta su garganta. Era un lujo de mujer, sabía cómo encender mis pasiones ocultas y me estremecía con su endemoniada boca que se comía cada centímetro de mi verga. “Ya es hora de que me metas tu verga, estoy deseando que me cojas y que me des duro” –me dice. Se levanta y me toma de la mano y me lleva hasta la sala de estar, en la cual se saca los jeans, la tanga y se coloca en el sofá lista para ser penetrada. Pasé mi mano por su concha, estaba nervioso, no por cogérmela sino porque podrían llegar mis padres y mi tío, y no creo que les guste la escena que verían. Recorría su vagina con mi mano izquierda y con la derecha tenía agarrada mi verga. Estaba tan húmeda y jadeante al sentir como mis dedos jugaban en su clítoris. Acomodé mi verga y se la metí despacio, suave; no tuve problemas para que entrara, me movía lento y pequeños gemidos salían de sus labios. “¡Ah, qué rico se siente sobrino!” –me decia mientras le daba despacio y se la metía completa. De a poco aumentaba la intensidad de mis embestidas y me aferre de su cintura. “¡Quiero que me des con todo! ¡Hazme gozar!” –decía jadeando. La comencé a penetrar con toda mi fuerza, eran embestidas fuertes y muy profundas. “¡Ah sí, dame más! ¡Me gusta como me la metes! ¡Me vas a partir en dos! ¡Ah, Dios mío!” –gritaba cada vez que le llegaba al fondo.
Mi tía estaba descontrolada, daba fuertes gritos, yo más me calentaba y la tomaba más fuertemente del pelo para poder penetrarla más fuerte. “¡Ay, qué rico sobrino! ¡Me vas a hacer acabar!” –gritaba. Yo seguía como mis brutales embestidas. Disfrutaba casa segundo en que se la estaba metiendo. Ella gemía y pedía que fuera más violento. “¡Dámela por el culo, bebito!” –me dijo. Caliente como estaba, se la saqué y la acomodé en su delicioso culo. Se sentía tan apretado, tan rico que cuando ya el glande estaba adentro se la metí con fuerza hasta sentir como nuestros cuerpos chocaron. “¡Ay, mi culo! ¡Pártelo y cógeme duro!” –gritó. Con lo caliente que estaba no necesitaba pedirlo, se la empecé a meter con la misma fuerza que le habia dado por la concha. Me tomé otra vez de su pelo y se clavaba con fuerza. Me parecía alucinante estar a solas con ella, sin que nadie nos molestara, era como si el universo conspiraba a nuestro favor. “¡Qué rico culo tienes tía!” –le decía mientras se la metía hasta hacer chocar mis testículos. “¡Me encanta que me cojan el culo!” –decía ella gimiendo. “¡Ya no aguanto más!” –le decía. “¡Acaba en mi culo! ¡Quiero toda tu leche dentro!” –me decía en tono suplicante. Yo como estaba cumpliendo mi fantasía, ese sería la cúspide de todo. Sin pensarlo mi verga explotó en su interior. La sensación de mi verga vaciándose era lo más perverso y lujurioso que había vivido hasta ese momento. Escucharla gemir y decir lo rico que lo había pasado era tan perverso, me encantaba. “¡Ay Dios que rico!” –gritó. Después se sentir como su culo palpitaba se pone de pie y dice: “¡Qué increíble cogida me has dado!”.
Luego de coger, ella me susurró al oído: “Te tengo una sorpresa”. Desnudos subimos la escalera y nos fuimos a su habitación. Lo que vi me dejó realmente atónito, la puerta estaba abierta y sobre la cama estaban mi papá, mi madre y mi tío, los dos se la estaban cogiendo, estaba siendo penetrada por la concha y el culo a la vez. Por alguna razón me puso caliente ver la escena y mi verga se puso dura, mi tía no dudó en ponerse de rodillas y chupármela como una loca. Después de un rato, se puso de pie y se unió a la candente escena, abrazando a mi madre y pasándole las manos por sus tetas, mi madre le preguntó: ¿Te costó conversarlo?”. “No, para nada. Coge riquísimo” –le responde ella. Me hace una seña y me acercó. “¡Hazme gritar como hace rato!” –dice mi tía. No lo dudé, me acomodé detrás de ella y se la metí en el culo. A mi tío pareció no importarle que me cogiera a su esposa, ya que estaba compartiendo a mi madre con tu papá. Las dos gemían endemoniadamente sensuales. Aunque no entendía lo que pasaba, estaba disfrutando perversamente de lo que estaba pasando.
Ya con calentura haciéndome coger como loco, mi papá me dijo: “Es hora de que cojas con tu madre”. Hicimos el intercambio caliente y ellos se cogieron a mi tía, mientras mi madre me acostó a un lado y empezó a chuparme la verga, lo hacía tan delicioso como lo hace mi tía. La sensualidad de su lengua recorriendo mi verga y la voracidad de su boca tragándola era perversa, me encantaba, cerraba los ojos y me perdía disfrutando de exquisito placer que recibía. Luego de un rato se me sube encima y me dice: “Pensé que iba a ser más difícil que te quisieras unir”. “Bueno, mamá, ves que no” –le respondí. Empezó a moverse lentamente para luego ir aumentado el ritmo. Miro hacia donde estaba mi tía y ella no perdía su tiempo, estaba recibiendo verga por el culo y la vagina, papá y mi tío sabían cómo hacerla gritar. Fueron solo cosas de minutos y mamá estaba envuelta en el placer, moviéndose con lujuria ya apretando sus tetas.
No sabía si estaba soñando o era parte de una realidad alterna. Jamás pensé que pasaba esto entre mis tíos y mis papás, mucho menos que me harían parte de tan morboso secreto. Entre tanta lujuria y miradas sensuales de mi madre, seguidos por esos calientes gemidos, no aguanté las ganas de acabar y le dejé llena de semen su concha, ella sonrió con placer y dijo: “¡Haz estado maravillo cariño!”. Se bajó y me la chupó una vez para tragar cada rastro de semen que hubiese quedado. Al ver a mi tía ella estaba arrodillada en el piso recibiendo el semen de mi tío y mi papá en su cara. Fue una escena cargada de erotismo. Pasado unos minutos, nos vestimos y el resto del día pasó con tranquilidad. Cuando llegó la hora de despedirnos, mi tía de despide de un beso en la mejilla y me susurra: “Te llamare, quiero que esto se repita, pero solo los dos”.
Desde ese momento supe que las revolcadas con mi tía seguirían y que siempre podría disfrutar de su lujuria. También sabía que ya con mamá las cosas habían cambiado, que también podría disfrutarla sin restricciones.
Pasiones Prohibidas ®
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