domingo, 8 de diciembre de 2024

56. La pequeña puta 3

 

Estaba reflexionando sobre la sorprendente follada que me había regalado Jessy contra mi voluntad, en principio me sentí ultrajada, pero cuando su pija se acomodó dentro de mi coño junto a su bola, comenzó a follarme y a masajear mi punto G, era imposible no correrme. Antes del primer orgasmo ya lo había perdonado. Lo único que quería es que no parara más de follarme.

También debía confrontar a Marlene, no sé por qué, pero sospecho que ella ha estado haciendo algo con mi Jessy, lo debo averiguar. Ese viernes le pedí a Marlene que se hiciera cargo de Jessy y le avisé que saldríamos con los chicos de la oficina, que posiblemente iba a llegar tarde a casa, ella me miró y me recomendó de no beber mucho, pero era nada más que un subterfugio para volver a casa improvisamente sin que ella lo supiese. Cerca de las ocho de la noche, sigilosamente metí la llave en la cerradura de mí apartamento y entré con mis zapatos en la mano. Me encontré una escena muy erótica. Marlene estaba en compañía de Jocelyn, ambas solo en bragas, se ve que se aprontaban a tener sexo entre ellas, Marlene estaba sentada en el sofá y Jocelyn estaba entre sus piernas besándole sus muslos. Jessy estaba allí cerca de ellas, a veces trataba de montar a Jocelyn la que se atacaba de la risa, pude contemplarlas solo por algo más que un minuto, ya que Jessy me sintió con su fino olfato, ladrando y moviendo su cola corrió hacia mí, las chicas lanzaron un grito y trataron de cubrirse, pero lo que había visto no me dejaba lugar a equivocaciones. “¡Jessica! ¡Tú aquí! ¿Cómo tan temprano?” –dijo Marlene consternada. “Bueno, creo que las preguntas las debería hacer yo” –le dije. “Pero” –intentó decir pero se quedó en silencio. Jocelyn por su parte tampoco decía nada. “No tengan miedo, yo no estoy en contra de ustedes, me quiero unir a ustedes. ¿No creen que podríamos divertirnos más todas juntas?” –les dije con voz sensual.

Las chicas se miraron y se calmaron, entonces Marlene medio en broma y medio en serio me dijo: “Nosotras sabemos tu secreto Jess. Hemos visto alguno de tus videos y otras cosas también”. “Eso me tiene sin cuidado, yo también las he descubierto. Dejémonos de falsas conjeturas y tontas suposiciones, unámonos con el objetivo de tener un buen momento entre nosotras y por supuesto con Jessy también” –les dije. Jocelyn se sentó en sus talones y dijo: “¡Yo quiero probar! Marlene no se demoró ni un segundo en agregar: “Jessica. ¿Puedes enseñarnos?”. Inmediatamente comencé a desnudarme bajo la atenta mirada de las chicas, Jessy vino a saltar a mi lado meneando su cola de lado a lado, también una aguzada puntita rosada comenzó a aparecer desde su peluda funda. “Primero que nada, quiero saber, ¿Qué es lo que saben de mí y Jessy? Tú, Marlene, ¿me has visto hacer algo con Jessy?” –les pregunté. “No, jamás te he visto hacer nada, pero vi tus revistas y alguno de tus juguetes. Me parece evidente de que si tienes todo eso, algo habrás hecho con tu mascota. Bueno, tanto yo como Jocelyn nos hemos sentido atraídas por tus preferencias sexuales y quisiéramos saber más” –respondió. Me quedé mirándolas a ambas y les dije: “Para ser sincera, todo eso que han visto, es porque yo también estoy interesada en el tema, pero tengo que defraudarlas un poco, no he tenido una gran experiencia con mi Jessy, pero el sexo oral con él es fabuloso”. “¿Sexo oral? ¿Le has chupado la verga?” –pregunta Jocelyn. “Sí y él me ha lamido la vagina” –le respondí. “¿Lamido? ¿Y no te muerde?” –volvió a preguntar. “Por supuesto que no, a él le encanta el olor y el sabor a vagina” –le respondí con lujuria. “¿No has cogido con Jessy?” –preguntó Marlene. “El bribón me folló la primera vez sin mi consentimiento. Me quedé atrapada con mi pijama bajo la cama, él me saltó encima y logró metérmela” –le respondí con todo sexy.

“¡Uy! ¿No te dolió?” –preguntó con asombro Marlene. “Su verga es muy grande. Al principio me dolió, pero fue un dolor pasajero y breve. Después de eso lo único que quería es que no parara de metérmela. Fue celestial y demoniaco, pero su pene es atemorizantemente grande, nada que una chica no pueda tomar y soportar” –le respondí. “¿Y qué piensas que podríamos hacer para empezar?” –preguntó curiosa Jocelyn. Instintivamente respondí: “¡Lamidos!”.

Ambas chicas se quitaron sus bragas, yo terminé de desvestirme quitándome las mías, Jessy vino a olfatear mi entrepierna y sentí su áspera y cálida lengua bañar mis muslos, lo que me provocó un exquisito escalofrío. Le dejé que me lamiera ahí de pie, mientras las chicas me miraban con curiosidad, cuando me sintieron gemir se sonrieron, Marlene estiró su mano y acarició el coño de Jocelyn. No quería que Jessy me calentara al punto de no retorno, así que aparté su cabeza de mi apretada vagina. Me incliné a acariciarlo y él se volteó de espalda, acaricié suavemente su vientre porque sé que a él le gusta, se relaja. Observo que comienza a sobresalir una aguzada puntita de color rojo, su hermoso pene comienza a emerger. Me inclino y beso ese puntiagudo ápice. Mientras tanto, las chicas continúan a masturbarse. Yo juego con los abultados y pesados testículos de Jessy y me meto cada vez más de su verga en la boca, al momento la mitad de su verga está fuera de la funda, pero yo sé que hay más y prosigo con la mamada y masturbada a su prodigiosa verga Jocelyn me mira con ávidos y brillantes ojos, y exclama: “¡Esto es mejor que tus videos!”. La miro mientras empujo la funda de Jessy hacia atrás y aparece gran parte de su bola todavía sin inflarse, las chicas dejan de tocarse y se acercan a mirar de cerca la verga que trago hambrienta y masturbo a voluntad. “¡Guau! ¡Mira! ¡Tremendo pene!” –vitorea entusiasta Marlene. “¿Y puede esa cosa entrar en un coño pequeño?” –pregunta preocupada, Jocelyn. “Por supuesto que sí” –le respondo sacándome la verga de Jessy de la boca.

Para demostrarlo, dejo de mamarlo y lo monto a horcajadas, juego con mi clítoris y siento los fluidos de mi vagina que ya están rebosando, apunto la aguzada punta de la verga a mi vagina y acaricio mi clítoris con ese trozo caliente de carne que gotea perlas de semen canino, luego ante los atónitos ojos de las muchachas, me siento sobre esa verga y la hago desaparecer casi por completo en mi vagina empapada. “¡Oh, sí! ¡Qué rico! ¡Se siente hinchada! ¡Me llena! ¡Ah, qué rica verga!” –decia entre gemidos. Las chicas se inclinan a mirar mi concha que se empala una y otra vez en es ardiente verga. “¿No te duele?” –pregunta Jocelyn. “¿Te puede dejar preñada?” –curiosea Marlene.

Mis gemidos casi no me dejaban hablar, pero respondí lo mejor que pude sus preguntas: “Solo la primera vez me dolió un poco, pero porque no sabía cómo hacerlo, ahora solo me provoca cosas ricas y mucho placer y no, no te puede embarazar. Cromosómicamente somos especies diferentes y la naturaleza impide cualquier riesgo de embarazo”. “¡Oh, qué bien!” –exclamaron las dos al unísono. Marlene se acercó a mí y me preguntó: “Jess, ¿Puedo tocarte? Te ves tan caliente haciéndolo”. “Sí, tócame. Puedes palpar la verga de Jessy y verás cómo estoy de mojada” –le dije con placer. Sin perder un segundo su mano acarició mi entrepierna, mi vagina y la bola de Jessy que ahora si estaba realmente gorda e hinchada, luego acercó su rostro al mío y nos besamos, su mano se movió a mi clítoris haciéndome temblar, me estremecí cuando sentí las manos de Jocelyn acariciando mis tetas que se bamboleaban libres mientras Jessy me cogía. Jocelyn comenzó a lamer, besuquear y mordisquear mis senos, mientras Marlene movía mi clítoris diestramente, las chicas me estaban llevando a la cúspide de un maravilloso clímax, jadeé, gemí y mi cuerpo se alborotó por completo, estaba en una especie de paroxismo cuando los dedos de Marlene me hicieron explotar en un orgasmo demencial, casi me desmayo sintiendo el semen de Jessy derramándose en mi vagina caliente que se contraía una y mil veces alrededor de su verga divina. Ambas chicas sostenían mi cuerpo para no dejarme caer al suelo, las olas orgásmicas convulsionaban mi humanidad haciéndome sentir unas maravillosas sensaciones, Jocelyn me miraba casi con envidia. “¡Eso! ¡Así es cómo quiero sentir! ¡Qué hermosa te vez cuando acabas, Jessica!” –me dice con la calentura en lo ojos. Me dijo que la abrazara y besando mis labios entreabiertos que intentaban atrapar el máximo de aire posible. En tanto, Marlene había sacado la verga de Jessy de mi panocha y se la estaba mamando como sedienta de su semen. Jessy estaba con sus patitas dobladas, media lengua fuera de su hocico y una mirada extasiada, gozando de la mamada que le daba Marlene. Jocelyn se le acercó y le preguntó: “¿A qué sabe? ¿Está duro?”. Marlene no dijo nada, solo tomó su cabeza y la bajó a chupar la pija rojiza de Jessy, Jocelyn anduvo tosiendo e hizo un par de arcadas, pero rápidamente se acostumbró a la consistencia y sabor de Jessy, yo me había colocado al lado de Jessy y veía con calentura y ciertos celos, como las chicas disfrutaban de la verga de mi amante. Cómo se trataba de experimentar, les pregunté: “¿Alguna de ustedes es virgen todavía?”. Ambas negaron con sus cabezas sin dejar de dar besitos, lamidas y chupadas a la verga enhiesta de Jessy, entonces les propuse: “Pues, pueden probar cómo se siente su verga. Jocelyn casi salto diciendo: “¡Yo primero!”. Marlene se quedó mirándola con cierto resquemor, pero educadamente se hizo a un lado, Jocelyn montó a Jessy y aferró su verga, yo la instruí cómo hacerlo y ella tomándola entre sus dedos, la apuntó entre los labios de su vagina y la hizo entrar lentamente. “¡Guau! ¡Se siente caliente! ¡Es gorda! ¡Es grande! ¡Oh, mierda, qué rico! ¡Ah, ay! Me llega hasta acá” –decía entre gemidos dijo mostrando su vientre y apuntando su dedo bajo el ombligo. Marlene la miraba fascinada y no se pudo resistir, comenzó a besarla y tocar sus senos, pronto su mano se deslizó hacia abajo y tocó la parte más sensible de Jocelyn haciéndola chillar y gemir. Luego las chicas se habían abandonado al placer reciproco y Jocelyn acabó con los hábiles dedos de Marlene. A su vez, Marlene acompañó el cuerpo de Jocelyn hacia un lado y saltó sobre la verga de Jessy que no había disminuido en nada su erección.

Yo estaba como una perra en celo, veía su polla enorme que se perdía en ese coño que no era el mío, su pija chorreaba y mis fluidos emanaban abundantes, necesito esa verga rojiza en mi concha, la quiero de nuevo en mí. Están mujeres habían sido seducidas por mi amante. Se corrían como putas con los calientes chorros de esperma de mí Jessy. Los jugos vaginales de Marlene corrían como un estero por sus muslos mientras mí Jessy descargaba otra andanada de cálido semen en su estrecha vagina. No me pude resistir y empujé a la temblorosa Marlene hacia un lado para poder montarme en esa verga que es mía, pero esta vez lo hice entrar solo un par de veces y yo lo quería todo en mí, así que me puse a cuatro patas y me di unos golpecitos en mis nalgas, las chicas se detuvieron a observarnos. Jessy saltó sobre mi espalda y comenzó a moverse apuntando su pene a mi vagina, estaba a la altura justa y él hábilmente me clavó su estaca de un solo golpe, comenzando a follarme enérgicamente. Me apoyé con los codos en el piso y empuje mi conchita contra ese pene duro que pronto se adentró más y más en mí, hasta hacerme sentir ese huevo hermoso que cubrió todo mi ojete vaginal, entró prepotente y se quedó atorado dentro de mí, Jessy me tenía anudada a su enorme pija, de ahí a segundos disminuyo el ritmo de sus embestidas y sentí los primeros chorros calientes de su semilla tratando de enviar millones de espermatozoos a mis ovarios para fertilizar mis óvulos. Cosa imposible, pero la ilusión es impagable. Un sueño que jamás se realizará.

Las chicas se habían enfrascado en un tórrido sesenta y nueve, pero se detenían repetidamente a mirarnos a mí y a Jessy, yo continuaba con mis interminables orgasmos, cada vez que acababa las chicas se lamían con mayor fervor sus vaginas vacíos, la estaba colmada con la verga de Jessy, mi matriz inundada con su semen. Me sentía dichosa empalada en su verga, dominada por mi macho, satisfecha por mi amante. De repente se produjo un chasquido y el pene de Jessy salió expelido de mi conchita, un río de esperma la desbordo. Prontamente Jessy vino a lamer mis hinchados labios llevándome al paroxismo de otro orgasmo, mis tetas se refregaban sobre la alfombra mientras estiraba mis nalgas para darle mejor acceso a mi sexo. Marlene y Jocelyn se habían sentado en la alfombra y no se perdían los movimientos de Jessy detrás de mí.

Acabé una vez más y me desplomé de costado sobre la alfombra, Jessy se echó un poco más allá y comenzó a asear su pija que continuaba hinchada y endurecida. Las chicas querían abalanzarse sobre él, pero yo les pedí de dejarlo recuperarse, no podía arriesgar que le causaran algún daño a su abusada verga canina. Marlene se volvió a mí y preguntó: “¿Y ahora qué hacemos?”. Mientras suspiraba y aspiraba oxígeno para recuperarme, le dije: “¡Chicas! Yo me iría a dormir”. Me miraron boquiabiertas y al unisonó preguntaron: “¿Qué?”. Me dio un ataque de risa al ver su expresión facial, así que pregunté: “¿De veras quieren probar?”. Se agitaron y respondieron al instante: “¡Oh, sí! Sí”. “Comenzaremos con el consolador a forma de pene canino, luego probaremos ese más grande que asemeja al miembro de un equino” –les dije. “¿De un qué?” –preguntaron. “De un caballo, de un semental” –les respondí. Me levanté y fui a mi cómoda donde escondía mi material zoofílico. Marlene se acercó y me preguntó: “¿Podemos poner ese video del perro Pastor con la chica rubia”. Sonreí perversamente y saqué el DVD, se lo di para que lo pusiera. Calenté un poco de agua y puse los frascos de semen artificial a entibiar, llevé los dildos al baño y los lavé acuciosamente, cuando volví las chicas estaban ensimismadas mirando a la modelo rubia que azuzaba a su enorme perro para que la follara y ellas se masturbaban como putas mirando. Me acerqué sigilosamente y presenté ambos juguetes delante de sus ojos. “¡Guau! Yo quiero ese” –dijo Marlene apuntando al miembro de pony. Lo puse cerca de su vientre al al ver que le sobrepasaba el ombligo, le pregunté: “¿Estás segura?”. “¡Sí, Jess! ¡Más que segura!” –respondió con una cachonda mirada. Jocelyn no dijo nada, solo tomó el pene ficticio de perro y comenzó a olerlo y probarlo en sus manos. Sin decir una palabra, separé los esbeltos muslos de Marlene y rocé su coño caliente y húmedo. Comencé a frotar suavemente los estilizados labios de su vulva lampiña, su clítoris comenzaba a mostrar su protuberancia y froté los delicados pliegues con círculos concéntricos. Separé un poco más sus piernas y besé el interno de sus muslos, mis largos cabellos ocultaron mi rostro cuando me incliné a mover mi lengua sobre el surco bañado de su concha. Aferré sus caderas y le di un beso a sus labios mojados, mi lengua chocó con su pubis y lamí su clítoris, ella corcoveó como una potranca preparándose a recibir la verga del pony.

Jocelyn trataba de jugar con el dildo de perro, pero le faltaba experiencia. Sorpresivamente Jessy se puso de pie y se dirigió directo a su vagina. Jocelyn me miró nerviosa, así que le dije: “Quédate tranquila, no te hará daño; déjalo que te lama. Separa un poco tus piernas”. Jocelyn abrió sus piernas y se acomodó sobre el sillón. Jessy sabiendo lo que debía hacer se acercó con su lengua caliente y golpeó su pequeña vagina. Ella dejó de lado el dildo y abrió su mojada vagina a la intrusa lengua de Jessy retorciéndose de placer. El perro se inclinó a lamer el interior de su vagina, ella encorvó su espalda y empujó sus caderas contra la nariz de él. Gemía y jugaba con sus tetas gozando las sensaciones que estaba recibiendo de Jessy. Marlene y yo nos habíamos detenido a contemplar a Jessy en acción. Marlene vio que debajo de la pancita del perro comenzó a asomarse una puntita rojiza y se levantó para tomarla con su mano. En tanto Jocelyn había abierto los delicados labios de su pequeñita concha para permitir a la lengua de Jessy de explorar su coño en profundidad. Se contorsionó lanzando un chillido cuando esa lengua se adentró en su vagina. Marlene comenzó a pajear a Jessy y él inició los movimientos cachondos de apareamiento follando su mano y empezando a perder gotitas acuosas de su pene.

Yo estaba como una perra en celo, veía su polla enorme que se perdía en ese coño que no era el mío, su pija chorreaba y mis fluidos emanaban abundantes, necesito esa verga rojiza en mi concha, la quiero de nuevo en mí. Están mujeres habían sido seducidas por mi amante. Se corrían como putas con los calientes chorros de esperma de mí Jessy. Los jugos vaginales de Marlene corrían como un estero por sus muslos mientras mí Jessy descargaba otra andanada de cálido semen en su estrecha vagina. No me pude resistir y empujé a la temblorosa Marlene hacia un lado para poder montarme en esa verga que es mía, pero esta vez lo hice entrar solo un par de veces y yo lo quería todo en mí, así que me puse a cuatro patas y me di unos golpecitos en mis nalgas, las chicas se detuvieron a observarnos. Jessy saltó sobre mi espalda y comenzó a moverse apuntando su pene a mi vagina, estaba a la altura justa y él hábilmente me clavó su estaca de un solo golpe, comenzando a follarme enérgicamente. Me apoyé con los codos en el piso y empuje mi conchita contra ese pene duro que pronto se adentró más y más en mí, hasta hacerme sentir ese huevo hermoso que cubrió todo mi ojete vaginal, entró prepotente y se quedó atorado dentro de mí, Jessy me tenía anudada a su enorme pija, de ahí a segundos disminuyo el ritmo de sus embestidas y sentí los primeros chorros calientes de su semilla tratando de enviar millones de espermatozoos a mis ovarios para fertilizar mis óvulos. Cosa imposible, pero la ilusión es impagable. Un sueño que jamás se realizará.

Las chicas se habían enfrascado en un tórrido sesenta y nueve, pero se detenían repetidamente a mirarnos a mí y a Jessy, yo continuaba con mis interminables orgasmos, cada vez que acababa las chicas se lamían con mayor fervor sus vaginas vacíos, la estaba colmada con la verga de Jessy, mi matriz inundada con su semen. Me sentía dichosa empalada en su verga, dominada por mi macho, satisfecha por mi amante. De repente se produjo un chasquido y el pene de Jessy salió expelido de mi conchita, un río de esperma la desbordo. Prontamente Jessy vino a lamer mis hinchados labios llevándome al paroxismo de otro orgasmo, mis tetas se refregaban sobre la alfombra mientras estiraba mis nalgas para darle mejor acceso a mi sexo. Marlene y Jocelyn se habían sentado en la alfombra y no se perdían los movimientos de Jessy detrás de mí.

Acabé una vez más y me desplomé de costado sobre la alfombra, Jessy se echó un poco más allá y comenzó a asear su pija que continuaba hinchada y endurecida. Las chicas querían abalanzarse sobre él, pero yo les pedí de dejarlo recuperarse, no podía arriesgar que le causaran algún daño a su abusada verga canina. Marlene se volvió a mí y preguntó: “¿Y ahora qué hacemos?”. Mientras suspiraba y aspiraba oxígeno para recuperarme, le dije: “¡Chicas! Yo me iría a dormir”. Me miraron boquiabiertas y al unisonó preguntaron: “¿Qué?”. Me dio un ataque de risa al ver su expresión facial, así que pregunté: “¿De veras quieren probar?”. Se agitaron y respondieron al instante: “¡Oh, sí! Sí”. “Comenzaremos con el consolador a forma de pene canino, luego probaremos ese más grande que asemeja al miembro de un equino” –les dije. “¿De un qué?” –preguntaron. “De un caballo, de un semental” –les respondí. Me levanté y fui a mi cómoda donde escondía mi material zoofílico. Marlene se acercó y me preguntó: “¿Podemos poner ese video del perro Pastor con la chica rubia”. Sonreí perversamente y saqué el DVD, se lo di para que lo pusiera. Calenté un poco de agua y puse los frascos de semen artificial a entibiar, llevé los dildos al baño y los lavé acuciosamente, cuando volví las chicas estaban ensimismadas mirando a la modelo rubia que azuzaba a su enorme perro para que la follara y ellas se masturbaban como putas mirando. Me acerqué sigilosamente y presenté ambos juguetes delante de sus ojos. “¡Guau! Yo quiero ese” –dijo Marlene apuntando al miembro de pony. Lo puse cerca de su vientre al al ver que le sobrepasaba el ombligo, le pregunté: “¿Estás segura?”. “¡Sí, Jess! ¡Más que segura!” –respondió con una cachonda mirada. Jocelyn no dijo nada, solo tomó el pene ficticio de perro y comenzó a olerlo y probarlo en sus manos. Sin decir una palabra, separé los esbeltos muslos de Marlene y rocé su coño caliente y húmedo. Comencé a frotar suavemente los estilizados labios de su vulva lampiña, su clítoris comenzaba a mostrar su protuberancia y froté los delicados pliegues con círculos concéntricos. Separé un poco más sus piernas y besé el interno de sus muslos, mis largos cabellos ocultaron mi rostro cuando me incliné a mover mi lengua sobre el surco bañado de su concha. Aferré sus caderas y le di un beso a sus labios mojados, mi lengua chocó con su pubis y lamí su clítoris, ella corcoveó como una potranca preparándose a recibir la verga del pony.

Jocelyn trataba de jugar con el dildo de perro, pero le faltaba experiencia. Sorpresivamente Jessy se puso de pie y se dirigió directo a su vagina. Jocelyn me miró nerviosa, así que le dije: “Quédate tranquila, no te hará daño; déjalo que te lama. Separa un poco tus piernas”. Jocelyn abrió sus piernas y se acomodó sobre el sillón. Jessy sabiendo lo que debía hacer se acercó con su lengua caliente y golpeó su pequeña vagina. Ella dejó de lado el dildo y abrió su mojada vagina a la intrusa lengua de Jessy retorciéndose de placer. El perro se inclinó a lamer el interior de su vagina, ella encorvó su espalda y empujó sus caderas contra la nariz de él. Gemía y jugaba con sus tetas gozando las sensaciones que estaba recibiendo de Jessy. Marlene y yo nos habíamos detenido a contemplar a Jessy en acción. Marlene vio que debajo de la pancita del perro comenzó a asomarse una puntita rojiza y se levantó para tomarla con su mano. En tanto Jocelyn había abierto los delicados labios de su pequeñita concha para permitir a la lengua de Jessy de explorar su coño en profundidad. Se contorsionó lanzando un chillido cuando esa lengua se adentró en su vagina. Marlene comenzó a pajear a Jessy y él inició los movimientos cachondos de apareamiento follando su mano y empezando a perder gotitas acuosas de su pene.

El hocico de Jessy se giraba alternadamente de un lado a otro mientras empujaba su larga lengua dentro el estrecho coño de Jocelyn. Marlene estaba masturbando suavemente a Jessy y este con verdadera maestría penetraba la concha de Jocelyn con su perversa lengua. Jocelyn a este punto había abierto sus piernas de par en par, con sus ojos cerrados, amasaba sus tetas tironeando ocasionalmente de sus puntiagudos pezones. Marlene tenía casi la entera pija de Jessy en sus manos, incluyendo su bola que estaba todavía relajada y sin hincharse. Ella envolvió el garrote canino con sus manos y bajaba ocasionalmente su cabeza para chupar las gotitas que se deslizaban interminables desde la punta de esa enorme verga. Su mano se veía pequeña alrededor del grueso miembro del animal, con el pulgar tocaba el pequeño agujero del aguzado pene de Jessy que rezumaba su tibio esperma. Jocelyn se contorsionaba con la larga lengua perruna enterrada profundamente en su vagina. Ninguna lengua humana había alcanzado jamás todo los recovecos que estaba acariciando la lengua de Jessy. Jocelyn gemía moviendo sus muslos deleitosamente, su vientre se hundía respirando afanosamente. La nariz de él rozó su clítoris y la envió en una oleada de placer que la hizo chillar, ella quería que su coño fuera follado por ese ser que la tenía a las puertas del paraíso.

Jessy saltó y apoyó las patas sobre el sofá al lado de sus caderas, la verga de él a centímetros de la sabrosa vagina de Jocelyn, Marlene todavía sujetaba la monstruosa polla en su pequeña mano, me miró algo inquieta y yo apunté al rosado agujero mojado de Jocelyn. “¡Mételo dentro! ¡Ayúdalo a que se la coja!” –le dije. Marlene apuntó la aguzada verga rojiza a la vagina de su amiga y Jessy que ya se estaba moviendo cachondamente, la penetró con la puntita y apenas la humedad en el sexo caliente de ella, dio un empujón y su gruesa verga resbaló entera adentro de la estrecha vagina. Jocelyn intentó moverse hacia atrás, pero no tenía ningún espacio para hacerlo y la verga endurecida de Jessy se enterró y no volvió a salir, entonces ella se asustó y gritó, rápidamente me puse a su costado. “¡Tranquila! ¡Tranquila! ¡No te asustes! ¡Cálmate!” –le dije. ¡Ay, pero no está partiendo en dos! ¡Ay, me duele!” –decía ella un poco asustada. “No luches, solo relájate! ¡Pronto pasará! ¡Respira profundo!” –dije intentando tranquilizarla un poco. Poco a poco Jocelyn se comenzó a calmar. Sus quejidos se transformaron en gemidos y suspiros. Pude ver la gruesa verga de Jessy metida totalmente en su diminuta vagina, todavía se veía la parte blanquecina de la bola de Jessy atorada en su conchita, imposible que esa redonda verga hinchada saliera por ese agujerito de ella, a menos que no se deshinchase un poco, la espera para que él la desanudara iba a ser larga. Su vagina mojado y resbaladiza había aceptado con cierta facilidad la gorda verga de Jessy, ahora la expresión en la cara de Jocelyn lo decía todo, su ojos giraban en sus orbitas, la mueca de lujuria se dibujaba claramente en su joven rostro, mordía su labio inferior y su lengua remojaba sus carnosos labios en continuidad. Sus gemidos y chillidos eran otra manifestación de su calentura.

Marlene la miraba con cierta envidia, pero su mano se había ido a la base de la polla de Jessy, acariciaba el joven sexo de Jocelyn y también la verga de Jessy, sintiendo la caliente unión de los dos sexos. El perro la estaba follando como jamás nadie la había follado antes, con movimientos calientes y veloces. El nudo se había trancado en su orificio vaginal y ni modo que pudiera escaparse. Jessy continuaba a follándola a toda máquina, su lengua colgaba de su hocico y daba saltitos como para encajar su verga lo más profundo en esa joven, estrecha y caliente vagina de perrita humana. Jocelyn había abrazado con sus piernas el lomo de Jessy y gemía tironeándolo de su exuberante pelaje oscuro, obligándolo a enterrarle su pija en su ardorosa vagina famélica de ese miembro perruno macizo que la penetraba sin misericordia, ya la había hecho estremecerse en un par de potentes orgasmos, pero eso no le bastaba, estaba desatada como una puta ninfómana y cachonda que pedía más y más de esa verga gruesa y caliente que le horadaba las entrañas causándole un demencial placer. Me levanté a calmar a Jessy, sentí que chorritos escapaban del sexo apretado de Jocelyn, ella gritó y chilló cuando la bola del perro forzó su delicada vagina tirándola hacia afuera en un intento por salir, puse mis manos en su lomo y le acaricie, inmediatamente se calmó, pero continuó cogiéndosela en modo enérgico por unos segundos, luego vi como sus testículos se movían y expulsaban su esperma caliente en la vagina abusada de Jocelyn que comenzó a contorsionarse en otra serie de convulsiones orgásmicas mientras decía: “¡Ah, está acabando! ¡Me está llenando con su semen! ¡Perrito dame todo tu semen! ¡Lléname la conchita!”. Jessy bombeaba su copiosa carga de semen canino en la matriz de ella y Jocelyn empujaba su pelvis receptivamente para que la llenara con ese esperma de perro macho, lo abrazaba y lo besaba como si fuera su mejor y amado amante que la hacía gozar y la impregnaba de fértil esperma perruno. Marlene acariciaba los muslos de ella y junto a mí, manteníamos a Jessy pegado a ella para que terminara su follada bestial, mirando con la máxima atención las lujuriosas expresiones en el rostro de su amiga siendo follada por mi Jessy.

Jessy se impacientó un poco luego de haberse descargado en la vagina de Jocelyn, intentaba bajarse del sofá, pero todavía su enorme y blanquecina bola estaba atrapada en el joven orificio vaginal de ella, cualquier intento de que se despegaran causaría dolor en ella y probablemente una lesión en él, así que lo retuve de su collar y apegado al vientre de ella que había apoyado sus pies en la alfombra y luchaba por no ser arrastrada por Jessy. Afortunadamente no se lamentaba, decía que el dolor era soportable y que el goce que le procuraba todo ese roce era superior y muy placentero, pero nos pedía de no liberarlo, pues se la llevaría a la rastra con ella. Mientras parloteábamos como cotorras, un fuerte chasquido me hizo entender que finalmente su vagina había expulsado al gigantesca verg de Jessy. Ayudé al perro a descender del sofá, pero Marlene arrodillada detrás de él quiso cogerle la verga inmediatamente y se inclinó a mirarla de cerca, Jocelyn estaba con las piernas abiertas para mirar incrédula el mar de esperma que salía de su enrojecida concha. Afortunadamente las toallas estaban ahí al alcance, arrojé una sobre la alfombra y le extendí la otra a ella para que secara su bien follado sexo.

Marlene en tanto, no se había conformado con observar la pija de Jessy que se mantenía gorda y dura, la introdujo delicadamente en su boca para chupar y lamer los restos de semen y fluidos del coño de su amiga, quería drenar cada gota de ese magnífico néctar canino. A continuación, pasó la verga entre las patas traseras de Jessy, se recostó cómodamente en el piso y siguió jugando con la enorme verga del perro, pero esta vez la apunto a sus erguidas tetas para bañarlas con las gotitas de esperma que aún salían del pene perruno. En el intertanto, Jocelyn se había recuperado de sus potentes orgasmos y viendo a Marlene semi acostada en el piso, tomo la verga del pony y se acercó a ella, Marlene sintió las suaves manos de Jocelyn en sus muslos e instintivamente abrió un poco sus piernas. Jocelyn acercó la verga plástica del pony a la verga de Jessy que continuaba a gotear semen y entre las dos bañaron de esperma canino el macizo miembro artificial de pony, cuando estuvo brillantemente empapado de semen perruno, Jocelyn puso una mano sobre la vagina de Marlene y delicadamente abrió los carnosos labios de su vagina, luego apuntó la verga equina al agujero encharcado de la chica que yacía en el suelo. Cuando Jocelyn empujó el grueso miembro en la estrecha vagina de Marlene, esta dio un chillido y luego se metió la pija de Jessy en la boca y comenzó a masturbarlo y chuparlo. Tomé la imitación de verga de perro, la humedecí en mis labios y me puse detrás de Jocelyn, quien muy voluntariosa se puso a cuatro patas, fácilmente la penetré y luego procedí a inflarla con el fuelle de mano. Jocelyn levantó su culo cuando se sintió llenita y yo comencé a follarla rápidamente como si fuera un perrito.

Maravillada vi que Marlene estaba siendo penetrada casi por la entera polla de pony y ya estaba casi fuera de control, había soltado la verga de Jessy y arqueaba su espalda, movía su cabeza de lado a lado y gemía con fuertes resoplidos, como si le faltara la respiración, estaba en el ápice de su orgasmo. Me detuve y saqué la verga de perro de la vagina de Jocelyn y fui a la cocina en busca de algo de beber dejando a las chicas solas. Jocelyn inclinada sobre Marlene no vio venir a Jessy que dando simpáticos saltitos y con su media lengua de afuera, le salto en la espalda y empujó su verga a la primera, metiendo incluso su desinflada bola en la vagina empapada de Jocelyn.

“¡Ay, Dios! ¡Jessy, otra vez no! ¡Parece que ahora lo tienes más grande canalla! … ¡Oh, sí, métemela! ¡Soy tu perra!” –decía. Era tanto el alboroto que volví rápidamente a donde estaban las chicas, para ver a mi Jessy con sus patas firmemente alrededor de la cintura de Jocelyn y la follaba por segunda vez a toda fuerza y ella luego de un intento fallido de separarse del agarre de Jessy, apoyó su cabeza sobre el vientre de Marlene, abrió sus rodillas y empujó su trasero hacía la verga del perro que se había incrustada profundamente en su estrecha y mojada vagina. Marlene se quedó inmóvil acariciando los cabellos de Jocelyn que a ratos gritaba como una poseída, a ratos sollozaba para luego lanzar alguna loca carcajada, el todo acompañado de profundos gemidos y chillidos mientras Jessy sobre su espalda daba algunos saltitos y babeaba su espalda tironeándola firmemente contra su verga que había desaparecido completamente dentro de la conchita de Jocelyn, me agaché cercana a la pareja de amantes y pude ver la peluda vaina de Jessy estrechamente aprisionada por el vagina de la chica, entonces lo tomé del collar para asegurarme de que no la fuera a arrastrar por la habitación. Después de algunos minutos contemplé el instante en que mi Jessy comenzó a descargar una copiosa eyaculada canina en la receptiva vagina de Jocelyn, la nalgas de la chicas tiritaban debido al orgasmo que le provocaba esa verga chorreante que llenaba su útero de cálido esperma canino, provocándole un explosivo orgasmo. “¡Ay, qué rico! ¡No lo dejes ir!” –decía Jocelyn descontrolada. Jocelyn estaba fascinada sintiendo la verga de Jessy vibrando dentro de su sexo, babeaba afirmada a la caderas de Marlene que se mantenía recostada mirando encantada el orgasmo de su amiga del alma, yo sujeté firme la cadena de Jessy que mostraba signos de impaciencia queriendo bajarse de la espalda de Jocelyn, aparentemente había terminado de verter su semen en la conchita de la muchacha y ahora intentaba separarse de su perrita humana, lo calmé rascando sus orejas y acariciando su cabeza.

En menos de un cuarto de hora comenzó a asomarse la bola de Jessy en el boquete vaginal de Jocelyn, de un momento a otro se iban a despegar, alcancé una gruesa toalla y la puse entre las piernas de la chica que gritaba un poco desesperada sintiendo la presión de la bola del perro que forzaba su vagina hacia afuera. Marlene se había levantado a ayudar a su amiga y miraba muy interesada la verga de Jessy y la enorme bola que asomaba inflando los labios de su vagina el exterior, algunos chorritos de esperma escapaban de entre los pliegues de su vagina y pronto la resbaladiza y enorme verga de Jessy salió disparada de su conchita que quedó abierta mostrando su abusado interior enrojecido e inflamado, salían chorros y chorros de semen canino que afortunadamente caían sobre la toalla. Jessy vino a lamer la vagina de la chica que prontamente contrajo su sensible concha y emitió algunos gemidos lascivos de agradecida perrita y se dejó lamer a voluntad, apoyándose a Marlene que la sostenía y acariciaba sus cabellos. Nos quedamos en esa situación por unos instantes, luego Marlene rompió el silencio preguntándole a Jocelyn: “¿Estas bien, cariño?”. “¡Sí, nunca había estado mejor!” –le respondió envuelta en lujuria.

Mientras Jessy se retiraba a su lugar para limpiar su pija, me quedé fascinada viendo a las chicas que se besaban y se prodigaban caricias a voluntad, me sentí orgullosa de mi Jessy, pero recién me di cuenta de que Marlene no había sido favorecida por nuestro peludo amante y quise cerciorarme. “Marlene, a ti Jessy no te ha tocado” –le dije. “No, no es necesario. Creo que se ha hecho tarde, ¿No crees?” –me dijo. Pensé: “¿No es necesario?”. Estaba claro que ella ya había follado con Jessy muchas otras veces, no quise decir nada al respecto, creí entenderla, ninguna chica sería capaz de abstenerse de probar una verga como la de mi Jessy. Pensé que mi Jessy se había hecho de otra putita gozadora de su verga, otra pequeña puta de perro y me alegré de que así haya sido. Nos despedimos y quedamos de reunirnos al día siguiente para jugar otra vez a ser perritas. Cuando llegó la mañana, las dos estaban tocando el timbre de puerta, sin perder tiempo nos fuimos a mi habitación, nos desnudamos y empezamos con ese perverso juego de ser perras de Jessy, quien no se hizo de rogar para cogernos, nos revolcamos como sucias perras celo hasta quedar rendidas en la cama. Tenía ahora dos cachorritas más, la familia había crecido y yo era la mamá perversa y Jessy el papá incestuoso que nos cogía hasta dejarnos abiertas, y chorreando su semen.



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