Todo tiene un inicio y así sucedió conmigo. El inicio de los deseos sexuales se fueron incrementando a media que pasaban los años. Esto paso un día caluroso de enero, pleno verano en Chile. Lo malo que la causante de esos morbosos deseos es mi madre. No puedo negar que me encanta y a mis tiernos 18 años, varias veces la he imaginado haciéndome cosas perversas.
Es madre soltera, una mujer joven, baja de estatura y hermosa, con unas tetas grandes naturales que solo te invitan a jugar con ellas. Mi apetito comenzó porque al ver su teléfono encontré conversaciones bastante eróticas con uno de sus amigos y cambió por completo mi manera de ver a mi mamá. Comencé a ver sus conversaciones más seguido solo para masturbarme para imaginar a mi madre una mujer caliente y amante de la verga, ustedes entienden el concepto al que me refiero, para no decir que la veo como una puta. ¡Diablos! ¡Lo dije! Era más juguetón con ella, la tomaba en brazos, la apretaba pero siempre manteniendo la distancia entre madre e hijo. Un día estaba muy caliente y quise darme un baño para calmar las ansias que me invadían, pero fantaseaba con tener la oportunidad de coger con ella y que esa fantasía se volviera realidad.
Mientras me bañaba me empecé a masturbar, teníamos una regla: No entrar al baño mientras el otro estaba dentro, pero ella en ese momento rompió esa regla. Mi madre entró, al ser una cortina semitransparente, obvio se veía que estaba mi verga parada, por lo que luego de mi asombro, le pregunté: ¿Qué te pasa? ¡Qué haces aquí?”. “Nada hijo, pensé que no había nadie” –me respondió. Entonces le dije con tono de molestia: “Ya ves que está ocupado, sal por favor”. Mientras hablaba con mi madre no podía dejar de notar su mirada clavada en mi verga, era algo que lo ponía más y más duro. Salió del baño y terminé de bañarme cuando salí me puse unos bóxer y aún la tenía parada.
Mi
madre estaba en el sillón viendo la tele y hablando con el hombre con el que
siempre hablaba, fue por eso que tome la determinación de cogérmela. Fui al
sillón y guardó su celular, entonces me acosté en sus piernas y le dije que me
iba a dormir. Le llegó un mensaje entonces comencé a forcejear por su celular,
durante el forcejeo me levanté y mi madre al notar mí cercanía se abrió de
piernas, por lo que mi verga quedó muy pegada a su vagina. Le quité el celular
y estaba dispuesto a correr cuando me atrapó con sus piernas y me lo pidió. Mientras
peleábamos por el accidentalmente bajó un poco mi bóxer viéndose el glande mi
verga tiesa, por lo que me dijo: “Algo se salió”. “¡Mierda, perdón!” –le respondí
algo avergonzado. “No pasa nada, yo lo ocasioné” –dijo ella. “En parte” –le contesté.
“Ya sube a tu cuarto y dame mi teléfono” –me dijo con una sonrisa. Obviamente
no lo hice y corrí con el teléfono, llegué a mi cuarto y cerré la puerta, pero
cometí el error de no poner seguro. En un momento mi madre entró y me
sorprendió masturbándome con sus conversaciones por lo que me quitó su celular
y se fue. Estaba perdido, pensé que no me volvería a hablar más pero en la
noche, bajo las penumbras fantaseaba con tenerla encima de mí moviéndose lentamente
dándome placer.
Estaba dispuesto a no salir de mi cuarto hasta que mi madre me llamó para que cenáramos algo. Bajé y mi madre estaba solo con una falda y unas calcetas, llevaba una delgada polera con tirantes y sin nada más que cubriera sus tetas esto me la puso muy dura. “Entonces, ¿te gusta lo que leíste?” –me preguntó. “¡Sí, me calentó mucho!” –le respondí. “¡Vamos a ver qué tanto!” –exclamó. Se lanzó hacia mi verga, la tocó por encima de mi bóxer, la sacó y me empezó a masturbar. “Parece que sí te calentó mucho, la tienes muy dura” –me dijo. “No solo leer los mensajes me calentó, también tú me calientas y ya es de hace tiempo, no hay noche en que me haga una paja pensando en que te estoy cogiendo” –le dije. “Me gusta cómo se oye eso” –dijo pasando su lengua por esos sensuales labios. Me quitó el bóxer y se puso entre mis piernas en cuclillas. Comenzó a chupármela, poco a poco primero solo la lamía hasta que se la metió completa en la boca, La manera en que se la tragaba era deliciosa, hacia toda clase de sonidos con su boca, incluso al tenerla toda adentro la dejaba hasta que no podía respirar, sacándola de golpe unida a un delgado hilo de saliva y volvía a tragársela. Su maquillaje se corría y se mezclaba con las lágrimas al estar casi ahogada por mi verga, ella seguía chupando como endemoniada cada centímetro de mi verga, desde el glande hasta los testículos, me calentaba ver como su pequeña boquita se engullía entera mi verga.
Se quitó la polera y puso mi verga entre sus tetas, pajeándome con ellas, mientras le llegaba al mentón ella sacaba la lengua para lamer la punta o doblar su cuello para chupar mi glande. Me tenía demasiado caliente y no podía contener mis ganas de gemir al sentir como sus tetas apretaban mi miembro. Mientras seguía jugando con mi verga entre sus tetas, le dije que se quitara la falda, quería verla desnuda, la muy putita no tenía puestas bragas y su concha estaba depilada. Siguió chupándomela y ella se masturbaba como loca mientras lo hacía con esa perversión tan propia de cuando haces que no es correcto pero lo disfrutas. Ya no podía aguantar las ganas de cogérmela, le dije que se detuviera y la puse de pie tomándola del cabello, la apoyé sobre la mesa y le pasaba la punta de mi verga por la entrada de su vagina mojada. “¡Cógeme hijo, hazlo fuerte!” –me dijo. Escucharla me calentó más, le metí lento el glande para después de una embestida metérsela completa, me empecé a mover con fuerza, con embestidas brutales me la cogía, ella gemía endemoniadamente sensual. “¡Eso hijo, dame duro! ¡Así, fuerte! ¡Nalguéame con fuerza, ah, sí!” –decía ella con perversión. La nalgueaba con fuerza y se la metía hasta el fondo, ella solo gemía y decía lo mucho que le gustaba sentir como mi verga la llenaba por completo, era toda una puta que gozaba de la cogida que le estaba dando. Le dije que ya era su turno de montar, Acomodé una silla y me senté, ella se puso encima de mí y empezó a moverse riquísimo, era alucinante ver como disfrutaba de mi verga y su manera sucia de gemir me enloquecía. “¡Me tienes tan caliente hijo!” –me decía. Yo seguía golpeando sus nalgas, lo que la hacía estremecer.
Me agradaba la forma en que ella disfrutaba, no sabía que le gustara que le pegaran, eso me calentaba mucho y quería seguir haciéndolo hasta que mi mano ardiera por dejarle marcadas las nalgas. Sus nalgas estaban rojas y ella más que caliente pedía que no dejara de nalguearla hasta que cayó en un delicioso orgasmo. La hice que se pusiera otra vez de rodillas y le dije que me la empezara a chupar, sin dudarlo accedió y empezó a chupármela con la misma intensidad que la vez anterior. Su cara de puta era perversa, la manera en que la chupaba me hacía estremecer, hasta que no pude aguantarme y acabé en su boca, ella gustosa se tragó hasta el último chorro de semen que mi verga le regaló. Verla con el maquillaje corrido y llena de semen fue un lujurioso poema a mis ojos. Se veía sensual, muy puta y con una sonrisa de niña traviesa dibujada en el rostro.
Cuando me recompuse estaba listo para seguir metiéndosela, empecé a jugar con un dedo en su ano, me dijo que nunca se la habían metido por el culo. No me importó, quería seguir metiéndosela y hacerla gritar, pero sonó el timbre de la puerta. Tuvimos que dejar la perversión hasta ahí, porque iba a venir una vecina a hacer que sé yo, pero me prometió que podía cogérmela cuando quisiera, le había encantado la manera en que se la metí y quería repetir la hazaña tan pronto fuera posible. Caliente me fui a mi cuarto para masturbarme pensando en ese culito que pronto sería mío.
Mi madre y yo seguíamos cogiendo por las noches y cualquier pretexto era bueno para hacerlo. Era un fin de semana y tenía planes para salir con unos amigos, mamá me dijo: “Si te quedas conmigo te voy a dejar hacer lo que quieras conmigo este fin de semana, seré tu perra, tú esclava, quiero que me violes, ¿te quedas?”. Ante semejante invitación a la perversión no podía negarme, obviamente le dije que sí, estaba tan caliente que mi mente empezó a tejer planes lujuriosos. “Quiero que te vistas como puta, quiero que seas la más puta de todas y que estés dispuesta a obedecer todo lo que te pida hacer” –le dije. Sonrió y me respondió: “¡Lo que tú quieras mi vida!”. Salimos a hacer compras, le dije que se pusiera un collar y la correa de perro que compramos en el supermercado, sería mi esclava y mi perra todo el fin de semana y debía entrar en el personaje de la mejor manera posible. Los ojos de la gente se iban dónde estaba, vestía un vestido negro que le cubría la mitad del culo y sin bragas, tampoco se puso brasier, por lo que sus pezones se marcaban en la tela. La llevaba tomada de la correa, ella caminaba sensual sin importar las miradas de la gente.
Cuando
llegamos a casa, le quité la correa y se quedó con el collar puesto, se fue a
la habitación, cuando regreso no podía
no creer lo que veía. Mi madre se puso un conjunto de lencería transparente,
con unos tacones negros. Llegó gateando hasta mí y me dijo: “Ya es hora de que
uses a tu perra”. Le puse la correa y me la llevé como perra al piso de arriba,
la puse en la cama en cuatro y comenzar a azotar sus nalgas con la correa. “¿Te
gusta zorra?” –le decía. “¡Me encanta hijo! ¿Me vas a romper la concha y el
culo?” –me decía ya caliente. “Obviamente si zorra, tengo muchos planes para ti”
–le dije. Me desnude y me subí en la cama, me acosté y le mostré mí verga a
mamá. “¡Deliciosa, me la voy a comer toda! ¡Cógeme! Hijo” –dijo pasando su
lengua por los labios. La agarró y empezó a masturbarme despacio, cuando iba a tragársela,
le di una cachetada fuerte. “No te di permiso perra” –le dije. Estuve por
varios minutos jugando con mi verga sin permitirle que me la chupara, hasta que
al ver su desesperación, dejé que se la comiera. Al escuchar que tenía permiso
de chupármela se la metió toda en la boca de golpe, sentí que le llegó al fondo
de la garganta, estaba tan caliente que se la tragaba hasta los testículos, la
muy puta babeaba y se ahogaba, pero no de dejaba de chuparla. “¡Eso, trágatela toda,
puta!” –le decía. Esa forma tan efusiva de chupármela me calentaba, la tomaba
del pelo y le marcaba el ritmo que quería que siguiera. “¡Así me gusta que lo
hagas! ¡Muéstrame lo puta que eres mamá!” –le decía. Le dije que quitara la ropa interior, quería tenerla
desnuda en la cama, Obedeció al instante, su calentura la llevaba a no
cuestionar nada de lo que le decía. La puse en cuatro, hice que levantara su
culo y acomodé mi verga en la entrada, lentamente empecé a empujar y mi glande
se abría paso en su agujero, comenzó a gritar y a pedir que me detuviera, que
su culo no estaba preparado aun pero a mi no me importó. “¡Me duele, hijo
despacio!” –me dijo. Se la metí de una, empezó a gemir y a gritar que le dolía,
pero no estaba para escuchar sus tonterías, ella debía soportar todo lo que le
hiciera y como se lo hiciera. Seguí destrozando su culo con embestidas brutales
y azotando sus nalgas con la correa, cada vez que gritaba, le agarraba el
cuello y le decía: “Eres mi puta y debes comportarte como tal.
Le dije que se pusiera a lado, me puse detrás de ella y se la volví a meter en el culo con fuerza, sin piedad, mi madre gritaba y levantó su pierna, entonces la tomé, la levanté más y la empecé a masturbar. Logré que acabara de forma intensa, gritando, jadeando y disfrutando como loca. No dejaba de darle por el culo y seguía cada vez más fuerte. Hasta que quedó rendida. Me pidió que le diera descanso a su culo, que podía usar su concha y que se la metiera. “¡Soy tu puta, úsame por todos lados hijo!”. Me acosté y le dije que se montara encima de mí, mi verga se metió con libertad en su culo abierto, sola buscó el camino y ya no se pudo contener, su culo se había amoldado perfecto a mi verga, se empezó a mover como loca, se agarraba las tetas. “¡Te ves como una hermosa puta!” –le decía mientras ella seguía moviéndose y diciendo: “¡Si, lo soy, me gusta serlo!”. No sé cuántos orgasmos le había regalado mi verga pero se notaba exhausta, no quería dejar de cogérmela y darle duro, quería que su primera vez por el culo fuera memorable. Cayó rendida sobre mi pecho y le dije que se pusiera de espaldas. Obediente se acostó y abrió las piernas, mi perversión creció al ver su concha mojada, entonces me metí entre sus piernas y empecé a lamerla. Enseguida se puso a gemir y a jadear. “¡Ah, hijo, eso es exquisito!” –me decía. Seguí pasando mi lengua por su clítoris hinchado, disfrutando de sus fluidos y empapando mi boca. Se notaba el placer en su cuerpo, ella temblaba y e retorcía pidiendo que siguiera escarbando con mi lengua su húmeda vagina. Obviamente no me detuvo hasta que tuvo un sublime orgasmo, dejándome saborear sus exquisitos fluidos. Sin darle descanso, puse sus piernas en mis hombros y se la metí como un loco, le daba duro en su vagina y ella gritaba de placer, se aferraba a las sabanas y decía: “¡Soy tu puta! ¡Métela con fuerza!”. Estaba poseído por la lujuria y la perversión, mis embestidas eran más brutales y su cuerpo no dejaba de estremecerse, su vagina cada vez se contraía más, sus ojos estaban lenos de morbo, jamás pensó que sería tan brutal. “¡Me haces sentir tan puta, hijo!” –me decía. “Eso es lo que eres, solo sirves ara coger y para chupar verga” –le decía. Casi a punto de acabar, le digo que se baje de la cama y que se ponga de rodillas, ella con la boca abierta esperaba que mi semen saliera mientras me masturbaba. Al fin mi verga explotó y mi semen fue directo a su cara, y parte en boca, se veía hermosa con la cara llena de semen y el maquillaje corrido. Entonces, hice que pusiera sus manos sobre la cama qu empinara su culo, le di una fuerte nalgada y le dije: “Has sido una buena puta, pero recién estamos empezando el fin de semana y te queda mucho por hacer. “¡Sí mi cielo, sabes que haré lo que me pidas como una buena puta!” –me dijo.
Esa
noche dormimos juntos, al despertar en la mañana le dije que se pusiera el
collar y nada de ropa, mi mente estaba
maquinando las cosas perversas que podíamos hacer, total quedaba tiempo para
que el fin de semana termine. Tomé su celular y llame al hombre con el que mi
madre hablaba sexo y le dije que viniera a casa lo más pronto posible, que mi
madre lo estaba esperando. Obviamente dijo que no tardaría en llegar. Mientras
llegaba puse a mi madre a chuparme la verga. Estaba encantado con tan sucia
perra que tenía en casa. Su lengua me recorría completa la verga y cuando se la
metía a la boca, me hacía alucinar, mordía suavemente mi glande, provocándome
mucho más. “¡Qué sucia puta resultaste ser!” –le decía. “¡La mejor de todas
corazón!” –me respondió. Estaba tan perdido en el placer, que olvidé que
llegaría ese hombre. En eso suena el timbre de la puerta, tomé la correa y la
puse en el collar, llevé a mamá a gatas para abrir.
Cuando abrí la puerta, ese hombre ya tenía la verga afuera, su nombre era Raúl. Mi madre sin decir nada, estaba chupándole la verga al hombre, la jalé de la correa y le di un azote, le dije que no tenía permiso para hacerlo. “¡Sí, mi amor, mil disculpas!” –dijo ella. Cuando estábamos la sala, le dije: “Hoy, te vamos a coger entre los dos, será la despedida que tendrás, porque no solo serás mi puta los fines de semana, lo serás todos los días. ¿Te quedó claro?”. “¡Sí, mi amor, lo tengo claro, soy solo tu puta!” –respondió. “¡Cójanme entonces!” –dijo mamá. “¡Claro que sí perra, hoy sabrás lo que es el sexo!” –le dije. No perdimos el tiempo de ir a la habitación, nos desnudamos en la sala y pusimos nuestras vergas a la disposición de la puta. Con un hambre voraz empezó a chuparla. Primero una y luego la otra hasta que comenzamos a meter las dos vergas en su pequeña boca, ella lo disfrutaba, y lo hacía con dedicación sublime. Raúl acabó primero, ya con semen en la cara el maquillaje de mamá se corrió. Tenía semen en todo el rostro y las tetas. Me puse atrás de ella y se la clavé en el culo, ella soltó un grito: “¡Ay, me duele mucho, despacio hijo por favor!” –dijo. “¡Cállale la boca a la perra!” –le dije a Raúl. “¡Claro que sí amigo! –respondió. Le metió su verga en la boca a mi madre y comenzó a cogerle la boca mientras yo le daba por su culo y la azotaba con la correa. Mi madre solo gemía, le dije: “¡Prepárate para coger con dos vergas a la vez!”. Raúl se puso debajo y se la metió en la vagina entonces me puse delante de ella, le di una cachetada y le dije: “¡Lista perra!”. “No, uno a la vez bebé” –respondió. “Claro que no zorra, te vas a comer las dos” –le dije. Me acomodé detrás de ella y se la metí con fuerza, entre los dos empezamos a cogerla con todas nuestras fuerzas, ella gritaba y jadeaba. “¡Cójanme más duro, así, me encanta como me la meten! ¡Sigan más duro, qué rico! ¡Ah, pártanme, soy una puta!” –decía.
La forma en que la cogíamos era brutal, entre sus alaridos y gemidos nos calentábamos más. Su culo y su concha no tenían descanso. Pedía que no nos detuviéramos a pesar de sus gritos. Era la primera vez que se comía dos vergas a la vez y le encantaba la sensación que recorría sus orificios. Sin poder contenerse cayó en los brazos de un poderoso orgasmo que la remeció por completo. Nosotros seguimos disfrutando de sus agujeros con perversión hasta que le dijimos que íbamos a acabar, hice que se pusiera de rodillas y eyaculamos en su cara, mamá se veía hermosa con el semen corriendo por su rostro, a ella le encantaba, pasaba su lengua para recoger lo que tenía cerca de sus labios y comérselo. Nuestras ganas de seguir cogiéndola eran perversas. Recargamos nuestras fuerzas y fuimos por ella de nuevo, esto no había terminado. Mi madre al vernos de pie corrió y se encerró en su cuarto, me molesté. Tomé las llaves de su cuarto y lo abrí. “¡Te va a doler!” –le dije en tono amenazante. “¡Hijo déjenme descansar!” –me dijo suplicante. “¡No perra! ¡Vas a ver lo que te haremos!” –le dije. Amarré sus manos para que no luchara, la tiré en la cama, me puse debajo y se la clavé en el culo, Raúl también se la metió por el culo, ya o tenía abierto, por lo que presentó problemas en recibir nuestras vergas. “Tienes dos verga que te están cogiendo el culo a la vez perra” –le dije. “¡Métanmela de a una cerdos!” –dijo ella. “Más cerda eres tú sucia puta le decía, mientras le apretaba los pezones y los retorcía. “¡Cállate perra!” –le dije dándole una cachetada. Tapé su boca y comenzamos a cogerla como si no hubiera un mañana. Mi madre gritaba riquísimo, estaba muerta de placer, pero su ano estaba prácticamente roto. “¡Oh, me encanta! ¡Son unos pervertidos!” –decía. Nosotros seguimos con nuestro cometido, destrozarle más el culo y ella como buena puta pedía más.
Envuelta en el sublime placer de la cogida que estaba recibiendo, mamá gritaba como endemoniada, no sé si los vecinos la escuchaban, pero nos daba igual, ya que no podía contenerse. Sentía que la verga me iba a explotar y así fue, mis semen salió y a los segundos el de Raúl, mamá recibió las dos descargas a la vez con una sonrisa maliciosa. Su culo abierto y desbordado de semen era perverso y delicioso. “Ahora Raúl, es tiempo que te vayas” –le dije. Me dio las gracias por darle la oportunidad de despedirse de mamá de una forma tan morbosa. Cuando estuvo vestido, mamá desnuda lo acompañó a la puerta y le dio un candente beso, exhibiéndose en la puerta como buena puta. Solo les puedo decir que mi madre se transformó en mi esclava desde ese día, siempre me esperaba desnuda y lista para coger, entendió que ella estaba a la libre disposición mía cuando lo quisiera y no se podía negar, entendió que su placer radicaba en complacerme a mí y hacer las cosas que le pidiera. Como por ejemplo, cogerla con la cortina abierta, con sus tetas pegadas a la ventana a vista y paciencia de quien nos viera.
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Wao que exquisito me encantaron las líneas y el morbos qué tiene como siempre exquisito relato Caballero
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