martes, 18 de febrero de 2025

84. Mi vecina me enseñó a coger

 

 Habían pasado unos días desde que el perro de mi vecina me cogió cuando llegaba algo borracha de una fiesta, ¿no sé si lo recuerdan? Al menos, yo sí y no puedo sacarlo de mi cabeza. Fue de lo más caliente y pervertido que he vivido. No pasó una semana de aquella noche, cuando voy entrando a mi casa, una tarde como cualquiera y veo que mi vecina se acerca a hablarme. Ella estaba saliendo de su casa, cuando se me aproximó, me dijo en voz baja casi susurrándome: “Te espero esta noche a las 10 en casa, mi marido no está”. Mi vecina es un tanto más grande que yo, debe tener unos 30 o 35 años, es trigueña y se puede decir que tiene un físico tremendo, si bien a mí no me gustan las mujeres, debo reconocer que esta es la clásica mujer que todos se dan vuelta  para mirarla cuando camina por la calle, debe medir 1.70 y tiene un culo muy bien formado que, sin ser grande, es redondo y está bien parado. Unas tetas grandes y en su lugar, una cara que es de muñequita. Sin dudas debe ser la más linda del barrio.

Me quedé pensativa con la propuesta que me había hecho, a las 10 de la noche en su casa me había dicho y sin más siguió caminando como si nada hubiera pasado. Debo confesar que lo pensé una o dos veces mientras me estaba duchando, pero traté de luchar contra esos pensamientos durante toda la tarde. Ya a la noche, mientras cenábamos con mis padres, les dije que más tarde habíamos quedado con una amiga para salir, no sé bien por qué lo dije, pero me salió de adentro.

Ya cerca de las 10 de la noche, me ganaron las ganas y me cambié como si fuera a salir, tranquila pero arregladita. Salí de casa y fui directo a la casa de mi vecina, nerviosa por miedo a que alguien me vea entrar, pero por suerte no había nadie en la calle. Toqué timbre y mi vecina me abrió enseguida, como si me estuviera esperando atrás de la puerta, entré y me saludó con un beso, estaba vestida con un pijama, un short corto y una blusita con tirantes, se notaba que no usaba brasier, porque sus pezones se marcaban en la tela. Me preguntó si había cenado, le dije que sí y me dijo que pase al living mientras ella levantaba la mesa. Pasados unos minutos, se acercó al sillón donde yo estaba, traía una tablet en sus manos, se sentó al lado mío, me empezó a mostrar algunas fotos y videos de ella con su perro, en casi todas ella estaba en cuatro y el perro montándola por atrás. Al principio me puse medio nerviosa, pero ella me hablaba con naturalidad, como si me estuviera mostrando el catálogo de Avon. La temperatura de mi conchita estaba aumentado, sobre todo mirando los videos, estaba ella en cuatro gimiendo y aullando cuando su perro se la cogía y la verdad que eso me estaba calentando muchísimo. En un momento me di cuenta de que ella tenia la mano adentro de su pantalón y se estaba masturbando, cosa que no pude aguantar más y comencé a hacer lo mismo. Las dos estábamos comiendo a la par como dos perritas en celo. Enseguida se acercó Titán y comenzó a olfatearnos, Ángela, así se llama mi vecina, me dijo que estaba en celo otra vez. Ahora entendía todo, por eso me dijo que vaya esa noche, además de que el marido no estaba, su perro estaba en celo, era el panorama ideal.

Cuando ella vio que yo también me estaba masturbando, enseguida se levantó y se sacó toda la ropa, no tenía nada más puesto que su diminuto pijama, quedó desnuda ante mis morbosos ojos que la miraban, si con ropa era preciosa, sin ropa lo era más. Me hizo ponerme de pie y sacarme la ropa también, cosa que hice con un poco de vergüenza, al final me quedé con la tanga y el brasier, me dijo: “No seas tímida, no eres la primera mujer que vería desnuda”. Con algo de nervios pero caliente me los saqué. “Sentémonos en el sofá con las piernas abiertas” –me dijo. Al instante Titán comenzó a lamernos la conchita, primero a ella, después a mi, así iba alternando a ratos. Debo admitir que no es lo mismo que te me pase su lengua grande y poderosa en el patio de mi casa de noche, que en el sillón de mi vecina sentada muy cómodamente. Juro que nunca había escuchado una mujer gemir así de esa manera, con tanta fuerza, pero a la vez tan dulcemente. Titán le lamía la conchita a Ángela y ella gemía tan rico, era algo raro pero excitante a la vez. Se levantó y fue hasta la cocina y volvió con unos guantes chiquititos que le puso a Titán en las patas delanteras, para que no nos rasguñara, se puso en 4 arrodillada en la alfombra pero apoyada en el sillón al lado mío y sin dejar pasar ni dos segundos su amante se le subió por atrás y comenzó a moverse como cogiéndola, solo que yo podía ver como su verga no acertaba en la concha de Ángela, entonces ella me dijo si lo podía ayudar, me dijo que se la agarre y lo guíe hasta su vagina, que él haría el resto. Así fue, tan solo acercársela a la entrada de su concha el perro sintió que entraba y se puso más eufórico y aceleró el ritmo. Era increíble verlo como se la cogía y ella como buena perrita sumisa, ¡gemía y jadeaba como loca!

Era muy excitante ver ese panorama, yo estaba desnuda masturbándome despacio, mientras al lado mío estaba Ángela, mi vecina con la que apenas había cruzado unos cuantos saludos en toda mi vida, totalmente desnuda, siendo cogida por su perro gozando y gimiendo como nunca había visto a nadie hacerlo. En un momento ella comenzó a tratar de hablarme, pero la cogida que le estaba dando su perro no la dejaba hablar bien. Apenas pude entenderle que no deje entrar la bola, pero cuando traté de agarrarla ya era tarde, ella con un grito de dolor y placer me estaba demostrando que llegué tarde, que el perro ya tenía su bola dentro. Después de unos segundos de recuperarse, me dijo que estaba todo bien, que a veces le pasa que se queda pegada a su semental, que a pesar del dolor que eso le causa ya estaba acostumbrada. “Tenemos unos minutos ahora hasta que se deshinche la bola” –me dijo. Se acercó de a poco hasta quedar frente a mí, agachó la cabeza y comenzó a pasarme la lengua por mi conchita, yo no me lo esperaba y medio como que me asusté, pero ella me agarró las piernas con fuerza y hundió más la cara en mi vagina que en ese momento ya estaba más que húmeda. Siguió lamiendo y lamiendo hasta que al cabo de un minuto o dos, yo estaba teniendo un intenso orgasmo, mucho más fuerte de lo que me gustaría admitir, ya que era la primera vez que otra mujer me chupaba la conchita, pero debo decir que fue muy rico, quizás por la situación, quizás por ella o quizás por todo, ¡pero acabé de una manera increíble!

En ese momento Titán comenzó a retirarse y ella agarró una toalla grande de abajo del sillón para tratar de no mojar la alfombra, cosa que parecía imposible por todo el semen que le salía de su concha, nunca había visto tanto semen junto. Era tremendo ver cómo le caía por las piernas el semen de su mascota. Titán se acostó y comenzó a lamerse, mientras que nosotras nos limpiábamos con la toalla mientras hablábamos de la cogida que le había dado recién esa hermosa bestia, según sus palabras. Me contó que para no quedar tanto tiempo pegados ella suele poner su mano en el momento en que la bola le debería entra en la concha o en el culo, depende de donde apunte Titán y frenarla agarrándola suavemente, para que el perro crea que también entró, entonces él comenzaría a descargar todo su semen adentro, y después de unos segundos ya la podría soltar para desabotonarse. Me dijo como pasar la mano y yo no le entendí, así que me hizo poner en 4 al lado de ella y me mostró su técnica para agarrar la bola y así detenerla antes de que entre, y cuando estaba practicando apareció el perro y comenzó a lamerme la concha nuevamente. “Parece que le gustas, es raro que se mande dos al hilo” –me dijo riéndose mientras me acariciaba una de mis tetas.

Titán se subió encima de mí, pero esta vez yo estaba en 4 pero con todo mi cuerpo apoyado en el sillón, y así definitivamente no era tan pesado como esa noche en mi jardín. Comencé a sentir sus movimientos, pero no sentía su verga, hasta que Ángela estiró su mano y lo guió hacia mi vagina y ahí, ¡ah, me ensartó su verga tal cual recordaba! Tenía una verga enorme, pero definitivamente lo mejor era el movimiento rápido con el cual me volvía loca de placer. Se movía como loco, me estaba cogiendo como si no hubiera un mañana, tenía su enorme verga entrando y saliendo de mi conchita a una velocidad increíble. Por un momento me olvidé que estaba con Ángela, hasta que la vi pasar por encima de mí para sentarse en el sillón con las piernas bien abiertas, ofreciéndome su vagina depilada y mojada para que se la lama, tal y como ella hizo conmigo, pero yo no podía aguantar las embestidas de ese macho y chupársela al mismo tiempo, simplemente no podía. Era tan grande la cogida que me estaba dando que pensé que me iba a reventar la conchita, hasta que recordé lo de la bola, quise pasar la mano por debajo de mi panza como me había enseñado un ratito antes mi vecina para frenar el ingreso de su bola, pero ya era tarde, ya me estaba partiendo la vagina al terminar de metérmela. Se quedó quieto al mismo tiempo que yo me gritaba del dolor mezclado un poco con placer, no lo voy a negar, y bajé mi cabeza apoyándola al lado de la concha de mi vecina que se estaba masturbando a centímetros de mi cara. “¿Te metió la bola al final?” –me preguntó. “¡Sí, qué dolor!” –le contesté gimiendo y resoplando, mientras noté como me agarraba del cuello acercándome más y más hacia su húmeda vagina hasta dejarme pegada a ella y sin pensarlo demasiado le pasé la lengua por todos lados. No sabía qué hacer, ella se dio cuenta y solo me dijo: “Haz lo mismo que te gustaría que te hagan a ti”. sí comencé a comerle el clítoris primero, después los labios, le metía la lengua adentro, salía y le volvía a comer el clítoris, se lo succionaba como alguna vez un novio me lo había succionado a mí y recuerdo que me encantó. Lo hice durante un rato, hasta que la escuche gemir más y más rápido hasta notar como sus piernas se tensaban y la escuche decir: “¡Ah, mierda! ¡Voy a acabar!”.  Dejando escapar tibios chorros de fluidos que empararon mi cara, mi boca  y corrían por mis tetas.

Para cuando ella se recuperó, Titán ya había salido de mi vagina y yo sentía el semen recorrer mis piernas. Ángela me dijo que ella me limpiaba, se levantó y se arrodillo atrás mío, y comenzó a chupar todo e semen que su perro había largado adentro mío. Me pasaba la lengua por mis piernas, por mi ano y por mi dolorida, y rota conchita, limpiando absolutamente todo. Eso le encantaba, después me confeso que adoraba beber el semen tibio de su macho, pero que no se lo cuente a nadie, sobre todo a su marido, ya que ella nunca lo hizo con él, diciéndole que le daba asco, para no decirle que prefiere el semen de su amante su amante canino. Fue un momento divino, mágico, perverso y lleno de lujuria el que viví esa noche. Me sentía caliente y toda una perra, tenía una maestra preciosa que me enseñó todos los secretos necesarios para complacer a su mascota, para complacerla ella y yo recibiría a cambio un placer indescriptible.

Nos fuimos a bañar y cuando bajamos me preparó un café y hablamos durante un largo rato de lo que había pasado. Me contó de algunas de sus aventuras con su perro, entre otras cosas me dijo que le encantaba el peligro y que varias veces su perro la había cogido en lugares donde había gente cerca, teniendo que casi ponerse una mordaza para no delatarse, sobre todo cuando se iban de vacaciones y salía en paseos nocturnos, ya que cerca de casa no se animaba a tanto cerca de casa.  Cuando me di cuenta ya se habían hecho las 3 de la mañana, así que me despedí y me fui a mi casa. No sin antes agradecerle por esa increíble noche que me había regalado, tanto ella como Titán, y diciéndole que cada tanto, me avise cuando se vuelva a dar el momento y aprovechar la soledad para disfrutar de tan caliente compañía, lo mismo me dijo ella, diciendo que cuando me quedara sola le avisara, así tendríamos otro lugar para llevar a cabo ese delicioso y perverso secreto que nos unía como perritas dispuestas a coger con su macho.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

1 comentario:

  1. Waooo que exquisito relato Caballero cuando lujuria se nota en cada línea mmmmm

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