jueves, 6 de marzo de 2025

91. Ramón y su hija Lety

 

Hay cosas que uno intenta mantener en secreto, pero de alguna u otra forma salen a la luz y ese secreto ya pasa a ser algo que no muchos saben pero si lo han experimentado. Les contaré lo que pasó hace unos meses atrás, primero les contaré que soy hombre que pasa los cincuenta años Casado con una mujer de similar edad, dos hijos: Sergio y Yolanda, 21 y 22 años respectivamente. Vivimos en un sector más o menos acomodado, pero ese no es el punto.

 

Mi hija me comentó que Lety, su amiga no había asistido a clases por una semana, ella estaba algo preocupada, porque no era de perderse clases y por otras compañeras de universidad se enteró que su papá estaba enfermo y tampoco había ido a trabajar. Yolanda me pidió si podía ir a verlos y así saber lo que pasaba, como somos casi vecinos, le dije que sí y que le contaría a mi regreso.

Llegué, toqué a la puerta y salió Lety a abrir. Vestía solo una camiseta y se podía notar que debajo no llevaba nada. ¿Cómo estás Lety? ¿Está tu padre en casa?” –le pregunté. “Sí está. Voy a hablarle” –le dijo. “¡Por favor, pase. Disculpe mi mala educación” –dijo. Desde la sala le grito. “¡Papito, aquí te busca tu amigo, el papá de mi amiga Yoli!”. “Ya viene, se está arreglando porque más tarde vamos a salir a cenar. ¿Cómo está mi amiga Yoli? Hace días que no la veo porque no he ido a la U” –me dijo Lety mientras esperaba a Ramón. “Está bien” –le dije sin dejar de verle las grandes tetas que se proyectaban hacia adelante bajo la  blusa. Apareció Ramón y me saludó alegre y efusivamente. “Hola huevón, ¿cómo estás? ¿Cómo están las cosas por la oficina?” –preguntó.  “Estamos extrañados por tu ausencia” –le contesté. Lety  se disculpó para irse a arreglar, me dio un beso y se alejó mostrándonos su blanco y redondo culo, lo dicho, no traía bragas. Cuando desapareció detrás de la puerta de su recamara Ramón me tomó de un brazo y me llevó a la cocina, me dijo en voz baja: “¡Necesito tu ayuda! Ya no puedo con mi hija. Salió más puta que la madre, quiere estar cogiendo, mañana, tarde y noche, no es que no me guste, me encanta mi hija pero ya necesito descansar y ella quiere estar ensartada”. Yo que no soy tonto, sabía por dónde iba la cosa, de seguro mi amigo quería que me la cogiera para calmarle lo ganosa que salió su hijita. “A ver, dime. ¿Cómo quieres que te ayude?” –le pregunté. “¡Cógetela!” –respondió Ramón. “¿Hoy? ¿Aquí? ¿Ahora?” –le pregunté asombrado por su respuesta. “Si, aquí y ahora, contestó mi amigo.

Ramón me comentó que en esos días solo salían por las noches a comprar ropa para ella y que le gustaba la ropa sexy,  la lencería que en eso se parecía mucho a su madre, después iban a algún restaurant a cenar y que todos los veían como un par de enamorados. Con la ropa que ella comenzó a usar ya no parecía una veinteañera sino toda una mujer y lo comprobé cuando ella salió vistiendo una mini falda que le hacía lucir su bien torneadas piernas, una blusa ajustada donde parecía que se le saldrían las enormes tetas, zapatos de tacón alto y muy bien maquillada. “¡Wow!” –exclamé cuando la vi, se me cayó la quijada al verla, “¿Dónde está aquella chiquilla de 14 años, con carita inocente que vi cuando nos hicimos amigos con Ramón?” –me pregunté a mí mismo. Ramón le dijo a Lety: Hoy vamos a cenar aquí con mi amigo, ¿qué te parece? Ella contesto: “Lo que tú quieras papito, para mí está bien. Voy por una botella de vino y tres copas para que brindemos, ¿ok?”. Cuando ella se agachó para tomar la botella, desde la sala noté que no llevaba nada bajo la falda. “Oye, ¿así la llevas de compras y a cenar?” –le pregunté. “Sí y vieras como nos divertimos con los empleados que se la quieren comer con los ojos. A ella le encanta provocarlos y a mí me gusta ese juego también” –me contestó.

Lety regresó y agachándose frente a nosotros puso la botella y las copas sobre la mesita de centro, cuando lo hizo, se le subió la falda hasta casi la mitad de las nalgas eso nos puso muy calientes a ambos. Cuando se volteó para quedar de frente, su falda se había quedado un poco arriba y se le podía ver su depilada vagina. Se dirigió a mí y me sirvió una copa de vino y otra a Ramón, este le dijo: “Atiende bien a nuestro amigo, él ya te conoce bien, recuerda que eras una adolescente cuando nos conocimos”. Ella se le sentó en las piernas y le dio un beso en la boca, “Los amigos de mi papi son mis amigos también” –le dijo. Acto seguido se sentó en medio de los dos y dejando su copa de vino en la mesa, se puso a  sobarnos al mismo tiempo la verga a ambos sobre el pantalón. Nos bajamos el pantalón y ella se inclinaba para chuparnos la verga, se estaba convirtiendo en una experta mamadora, se metía una hasta la mitad y luego la otra, las succionaba con pasión como si fueran las últimas vergas en este mundo, en unos momentos más ya metía toda la verga hasta la garganta, primero una y luego otra. Ramón y yo nos  desnudamos, y ella nos imitó, quedando así desnudos los tres, ella solo dejo sus zapatos puestos. Nos fuimos al cuarto Ramón, que Padre e hija ya usaban como habitación matrimonial, siguió chupando verga como loca. Hizo que me acostara boca arriba  a mi papa boca arriba y después de chuparme la verga, se subió sobre mí y se acomodó mi verga en la entrada de su vagina, se dejó caer lentamente para que entrara despacio, miraba a mmi amigo y le decía: “Mira papi, ¡qué rica verga tiene tu amigo! ¡Me la va a meter toda!”. Ella estaba casi con los ojos en blanco, empezó a moverse como una salvaje mientras me decía: “¡Qué deliciosa verga tienes! ¡Me vuelve loca estar encima de ti!”.  A pesar de comer verga a diario, su vagina estaba apretada, era un placer intenso sentir esos rítmicos movimientos. Ramón miraba desde la orilla de la cama y se masturbaba viendo a su pequeña puta subir y bajar encima de mi verga. Sin perder tiempo, se subió a la cama y se paró al lado de Lety y le metió la verga en la boca, ella como buena putita golosa se la engulló completa. Nos movíamos los tres como poseídos, nosotros dándole verga y ella recibiéndolas toda en la concha y en la boca.

Lety sintió como su padre le agarró la cabeza con fuerza y se la metió toda en la garganta, también sintió los chorros de semen que Ramón le regaló, sintió que la ahogaban pero no sacó ni un milímetro de la verga de su progenitor, se tragó todo sin dejar salir ni una gota de semen. Yo sentía que pronto acabaría y tomándola con ambas manos de la cintura se la metía hasta el fondo. Lety pujaba al sentirla tan adentro pero en lugar de bajarse, se movía más fuerte. “¡Dame tu semen! ¡Llena mi conchita!” –me decía perversamente. Ella sabía que era cuestión de tiempo para que acabar. Aprovecho para voltearla y quedar encima de ella, le levanté las piernas hasta que quedaron en mis hombros  y se metí hasta el fondo. “¡Ah, qué rico! ¡Me matas con tu verga! ¡Dame más fuerte! ¡Métemela toda! ¡Así, dame, voy a acabar¡” –me decía gimiendo como una linda zorrita. Me la estaba cogiendo bien caliente, ella no paraba de gemir y pedir que pronto le llenara la vagina de semen. De pronto sentí que ya no podía más, la empecé a besar con lujuria y ella respondía los besos con más lujuria, estaba a punto de explotar y darle lo que me estaba pidiendo. Le dije_ “¡Qué rica estás! ¡Te volviste toda una putita!”.

Se la metí hasta el fondo un par de veces y le llené de semen esa vagina tragona y hambrienta. Lety apoyando sus talones en mis hombros, levantó las nalgas para recibir todo mi semen caliente. Quedamos sudorosos y agitados, respirando fuertemente. Después de unos minutos y ya más calmados, mi verga salió de su rica conchita junto con unos chorros de semen que se resbalaron del interior de Lety, hasta llegar a sus nalgas. Quedamos los tres en silencio, descansando de la tremenda cogida que acabábamos de dar a Lety. Seguíamos con ganas de seguir cogiéndola, Ramón le dijo que lo montara, ella obediente se le subió encima, su vagina ya estaba abierta, por lo que se le metió sin problemas, yo estaba tan caliente viendo como se la cogía que no tardé en tener una erección. “¡Cógele el culo a la putita! ¡Le encanta!” –me dijo Ramón. No podía negarme ante tal ofrecimiento, por lo que me acomodé detrás de ella. “¡Qué rico papito, que me cojan los dos a la vez me va a matar de placer” –decía ella cuando sintió mi glande acomodarse en la entrada de su rico agujero. Empujé despacio, sentir como mi glande se abría paso era perverso, ella gritaba que le dolía pero que siguiera, quería mi verga en su culo. Seguí y le di verga con todas mis fuerzas, la putita de Lety lo único que hacía era gemir y gritar, en tanto Ramón le daba por la concha. Era algo tan placentero, saber que esa adolescente que conocí se había vuelto en una come vergas de primera. Ya pronto iba a acabar y le iba dejar mi semen en su culo. “¡Voy a acabar!” –dije. Seguí moviéndome estrepitosamente hasta que mi verga estalló en su apretado culo, a los segundos Ramón se estaba descargando en la conchita de su hija. Al fin le dimos descanso a la puta. Lety suspiraba y se seguía moviendo sensual mientras nuestros chorros de semen llenaban sus agujeros. Salimos de la habitación, yo fui por mi ropa a la sala, era tiempo de volver a casa, no sin antes escuchar a Lety decir: “Papi, tenemos que invitar más seguido a tu amigo para que cojamos bien rico los tres”. “También sería rico que ustedes visitaran mi casa y podemos hacer algo más rico todavía en familia”. Me despedí de mi amigo con la promesa de volver a vernos. Ramón sabia de sobra lo que pasaba en mi casa. Ramón que a estas alturas ya sabía de nuestras orgias, pues algo le había comentado. Me dijo que iba a contarle todo a Lety se ofreció a contarle todo a Lety para que en unos días más ellos fueran a nuestra casa y participar con nosotros, así ella tener más vergas para coger.

Llegué a casa y después de contarles a todos lo que acababa de vivir nos pusimos bien calientes, mi esposa estaba de espaldas lavando unos trastos, pero a mi hijo no le importó eso y sabiendo que su mamá no usa bragas en la casa se la metió así parada, ella empezó a gemir porque el hijo de puta se la dejó caer en el culo, ella dejó lo que estaba haciendo y empezó a disfrutar de la cogida que le daba mi hijo, gemía y pedía que se la metiera hasta el fondo, ella paró las nalgas y se dejó coger hasta que  ambos acabaron a la vez. Yolanda me la chupaba en la sala, me dijo que todavia tenia el sabor de la vagina de Lety pero que con su boquita se me la limpiaría. Yolanda tampoco usa bragas en casa, asi que se acomodó en una silla. “¿Dónde la quieres hermosa putita?” –le pregunté. “Sabes que me la puedes meter por donde quieras papi” –me respondió. No podía ser menos puta que su madre, así qué terminé metiéndosela en el culo. Escucharla gemir era tan rico y perverso como escuchar a Lety.  Se la metía hasta el fondo, podía sentir mis testículos chocar en su vulva. ¡Sí, papi, dame verga! ¡Métemela como se la metías a Lety!” –me decía gimiendo. Mi mujer y mi hija había ido a la sala, ella estaba montada en la verga de mi hijo meneándose de forma salvaje, Luego le dije a Yolanda que también me montara, ella obediente a mis deseos se me subió encima y empezó a moverse, los gemidos de las dos eran perversos y alucinantes. “¡Papito, voy a acabar!” –me decía gimiendo. Siguió moviéndose, hasta que tuvo un delicioso orgasmo; al otro lado mi mujer también estaba disfrutando como endemoniada la verga de mi hijo, cayendo en los brazos de un delirante orgasmo. Luego hicimos que las dos se pusieran de rodillas en medio de la sala y nos empezamos a masturbar para dales el semen en la cara como les gusta. Fueron minutos alucinantes, hasta que acabamos, mi hijo en la cara de su madre y yo en la cara angelical de Yolanda.

Díganme ustedes, ¿somos una familia perversa?

 

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®


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