lunes, 5 de mayo de 2025

114. Las vacaciones de la amiga de mi madre

 

Hola, mi nombre es Carlos y tengo 18 años, mido 1.78 y soy de cuerpo grande, pelo castaño. Todo esto ocurre en el mes de enero, en Santiago de Chile. Yo estaba en mi pieza jugado play con mucho calor ya que estábamos en pleno verano. Mi madre me llama a la cocina y me dice: “Carlos, estuve hablando con Rosa, así se llama una de las amigas de mi madre. ¿Adivina qué? Viene de viaje a Chile y se quedará en casa con nosotros por un buen tiempo”. No presté tanta atención a esa noticia ya que no conocía a Rosa, pero me alegré por mi madre, estaba muy feliz al saber que su amiga que no veía hace años vendría a la casa. Pasaron dos días y ya en casa teníamos todo preparado para la llegada de Rosa. Mi casa es grande y tiene cuatro dormitorios. El matrimonial de mis padres, el de mi hermana chica, la mía y la de invitados, que estaba muy apegada a la mía, así que no tendríamos problemas de comodidad. Bueno, eran las doce del día y Rosa llamó a mi madre avisándole que estaba ya en la pista del aeropuerto. Así que nosotros tomamos el auto y nos fuimos a buscarla. Yo no tenía mucho interés de que la amiga de mi madre llegara a mi casa, pero por ayudarla la acompañé, ya que mi padre estaba trabajando.

Pasaron treinta minutos esperando a Rosa y de repente, veo entre la multitud de personas a una señora de unos 39 años, la misma de mi madre, con una sonrisa de oreja a oreja que se dirigía a nosotros, de piel bronceada, pelo liso y rubio, con un cuerpo exquisito. Estaba vestida con una polera delgadita y ajustada a su pecho y resaltaban unas grandes, firmes, con un jeans apretado que hacía sobresalir su culo, pero ¡qué culo! Grande y redondo, digno para una película porno y además, tenía ese toque de sensualidad colombiana. Bueno, saludó a mi madre con un brazo y muy alegres las dos. “¡Rosa, qué bueno verte amiga! Y tantos años amiga” –le decía mamá. Rosa me miró y me sonrió, mamá le dijo: “Mira, te presento a mi hijo mayor, Carlos”. Al ver semejante hembra le doy un beso en la mejilla. Rosa me dice: “Carlos, que bueno conocerte, tu madre me habla mucho de ti por chat, dándome un apretado abrazo respondiendo mi tímido beso en la mejilla. “Sí, que bueno conocerla señora Rosa” –le dije casi balbuceando. “¡Ay, pero Carlos! Trátame de tú, no tengo problemas con eso” –dijo con una sonrisa.

Nos fuimos al auto para irnos a casa, yo agarré las maletas de Rosa para meterlas en el auto, mientras delante de mí iba mi madre y Rosa, conversando cosas de mujeres. Yo contemplaba semejante culo mientras caminábamos al auto. Llegando a casa, mi madre le dice: “Bueno Rosa, quédate el tiempo que quieras, esta es tu casa amiga y tendremos tanto tiempo para conversar”. “Eres un amor amiga, prometo no ser una molestia” –le dice Rosa. “Carlos, lleva las maletas y acompaña a Rosa a su dormitorio” –me dice. Yo agarro las maletas y le digo: “Ven Rosa, te mostraré cuál es tu pieza”. Ya estado ahí Rosa me dio las gracias y me dijo: “Carlos ¡qué calor hace en esta casa, tendré que andar muy ligera de ropa”. Me da una sonrisa pícara, “Espero que no te moleste ver a una señora como yo con poca ropa en casa” –dice. “No, claro que no. Tú quédate tranquila que estás en tu casa Rosa. Si quieres más rato nos metemos a la piscina” –le digo. “¡Ay, sí, sería muy genial porque hace mucho calor” –me dice.

Pasó la tarde y mi madre conversaba con Rosa todo el rato cosas de mujeres y se reían en el living, mientras yo estaba en mi pieza con un short que marcaba mi entrepierna ya que estaba muy caliente con esa mujer. Creo nunca volver a ver una mujer tan bendecida con ese cuerpo tan exquisito. Eran las cinco de la tarde y tocan la puerta de mi pieza, era Rosa, me dice: “Carlos, ¿te importaría si me acompañas a la piscina para no estar sola en el patio?”.  “Y mi madre” –le pregunto. “Fue al súper  comprar cosas para la casa y me quedé acá para refrescarme en la piscina” –me respondió. Obviamente le dije que sí. Me puse traje de baño y fui al patio para esperar a Rosa. Cuando veo a esa mujer acercándose con un bikini que dejaba nada a la imaginación. Tenía casi todas las tetas afuera y la parte de abajo se perdía entre sus grandes y carnosas nalgas. “Perdona la demora Carlos, me estaba poniendo el bikini. ¿Te gusta cómo me queda? Lo compré antes de venir a Chile” –me dice con un tono sensual, como seduciéndome, sumado a ese acento calentón que tienes las colombianas. “Claro que sí! Te queda súper bien. Perdona mi sinceridad Rosa, pero déjame decirte que tienes un cuerpo que provoca a cualquier hombre, hasta a los jóvenes” –le digo algo nervioso. “¿De verdad Carlos? ¡Ay, que coqueto eres! La verdad es que me gusta usar ropa muy ajustada” –me dice sonriendo. “No tendría para qué mentirte Rosa, soy honesto en lo que te digo” –le dije. “Bueno Carlos, te creo. Necesito que me pongas bronceador en la espalda, por favor mi niño” –me dice. “Claro que sí Rosa” –le respondí. Se puso boca abajo en la reposera y le desabroché el bikini para que no le quedaran las marcas del sol. Le puse bronceador por toda la espalda, la verdad es que estaba tan caliente tocando a esa mujer que me imaginaba metiéndole mi verga. Estaba muy caliente y tenía el short muy apretado por culpa de mi erección, pero trataba de ocultarla. Rosa estaba relajada mientras le frotaba la espalda, en eso veo que levanta las nalgas colocándola casi rosando mi verga ya que estaba sentado en posición para pasarle bronceador. De repente, baja su tanga mostrándome todo su culo sin vergüenza. “¡Carlitos, disculpa! Quiero que me pongas bronceador en las nalgas también” –me dice. Yo no lo podía creer, la amiga de mi madre me estaba mostrando su culo. Todo nervioso y caliente le apreté las nalgas con fuerza, estuve como cinco minutos sobando esas nalgas y Rosa me dice: “Ya Carlitos, termina porque no quiero que tu madre nos pille así. Además, me voy a meter en la piscina. ¡Gracias mi niño!”. Me da un beso en la mejilla. Mientras estaba en la piscina yo aún no podía creer que le había masajeado las nalgas a esa belleza de mujer. “¡Carlos, ven, entra a la piscina conmigo” –me dijo ella. Me metí al agua con ella y estuvimos conversando, me preguntaba si tenía novia, le dije que tuve una relación hace muy poco pero ya había terminado. Ella me dijo: “¡Ay, pero que pena por ti mi niño, eres tan lindo y estás solito!”. Me dio otro beso en la mejilla. Pasaron los minutos y conversamos de todos los temas, de su país, de la amistad que tenía con mi madre, incluso de sexo. En fin, nos hicimos amigos y fuimos perdiendo el pudor u la vergüenza.

Llegó mi madre del supermercado y yo me fui a mi habitación a cambiarme de ropa y Rosa se puso a contarle a mi madre que nos conocimos más y pasamos una agradable en la piscina. En fin, ellas siguieron conversando y llegó la hora de la cena. Yo salí de mi pieza y fui a la cocina y mi sorpresa fue tremenda. Vi a rosa con un pantalón muy ajustado de color blanco, con una blusa que tenía un escote que hacía que sus tetas casi se salieran de su lugar, obviamente sin brasier. Estuvimos cenando, llegó mi padre y comió con nosotros. Mis padre con Rosa conversaron de todo y se tomaron unas copas. Pasó el rato y mi padre medio mareado se fue a dormir, yo estaba ahí mientras solo quedaron Rosa y mi madre, pero al ser la una de la madrugada mi madre ya tenía sueño, así que se despidió de nosotros y se fue a la cama, Quedamos solo esa sensual mujer madura y yo, estuvimos conversando pero esta vez la conversa ya fue más caliente, ella me preguntaba que si me gustaban las mujeres maduras y yo todo nervioso le respondo: “Nunca he estado con una mujer mayor que to pero sería una de mis fantasías”. Al decir eso, Rosa se puso caliente. “¨Carlitos, las mujeres maduras así como to nos encanta estar con hombres más jóvenes, nos hacen sentir vivas y jóvenes” –me dijo. Siguió hablando de sexo, ambos estábamos calientes. Rosa se para e la mesa y va al refrigerado para tomar agua helada porque la conversa estaba caliente. Al abrir la puerta se pone en posición que me deja contemplar todo su culo y me queda casi a altura de la cara, al llevar pantalones blancos se traslucía todo y me di cuenta que no llevaba bragas. “¿Disfrutando la vista?” .me pregunta con una sonrisa algo perversa. “Rosa disculpa, es que es imposible no mirar” –le dije con una sonrisa nerviosa. “Me gusta provocar y de hecho desde que llegué, he notado que no sacas la vista de mi culo” .dice ella. Me puse rojo de vergüenza y sin nada que decir. “Tranquilo, no te preocupes Carlitos, me gustas y estoy caliente, me da un beso apasionado en la boca, jugando su lengua con la mía. Estábamos calientes y nuestras bocas se comían. “Rosa, vamos a mi pieza” –le dije. Ella me siguió de inmediato. No hice más que cerrar la puerta y nos besamos descontroladamente, me saca la polera y el short, quedado totalmente desnudo ante esa sensual madura. “¡Pero que rica verga tienes Carlitos! Me encantan las vergas jóvenes!” –me dice ella. Empezó a chupármela de una manera sobrehumana, yo tratando de hacer ruido para que mis padres no nos escucharan. Le agarró las tetas y empiezo a apretarlas mientras ella me come la verga, pasando los minutos le quito toda la ropa y me siento en la cama, la agarro, la di vuelta para que me quedara su culo frente a mi cara y me comí ese culo con desesperación. Rosa se echaba hacía atrás y más fuerte le pasaba la lengua por su enorme culo colombiano y cada vez que mi lengua recorría su ano, ella se retorcía de excitación. Luego le lamí la vagina, ella no dejaba de gemir. Se volteó dejando que su concha quedara a la altura de mi voraz lengua y hundía mi cara entre sus piernas. Se agarró una teta y la apretaba, lo más delicioso era ver como se apretaba el pezón y su cara de placer.

Nos acomodamos en la cama, ella se agarró de mi verga y empezó a masturbarme, ver en Rosa la cara de placer y de lujuria que tenía al hacerlo era sumamente excitante. Hice que se pusiera de espaldas en la cama, ella me abrió de par en par las piernas y se la metí completa de un empujón. “¡Oh, Carlitos qué rico!” –me dice. Me empecé a mover con fuerza, haciendo que mi verga le entrara completa, sus ojos de placer eran exquisitos así como sus gemidos, la manera en que se apretaba las tetas y la sensual manera de decir: “¡Carlos, cógeme como loco!”, me ponía demasiado caliente. No daba crédito a lo que pasaba, pensé: “¡Qué hembra más buena!”. Ella seguía con sus piernas abiertas colocando sus manos detrás de las rodillas y pidiendo que no parara. Ya estaba a punto de explotar y le digo a Rosa: “¡Cosita, voy a acabar!”. “¡Ay, mi niño, hazlo en mi cara!”. Rápido se paró de la cama y se puso de rodillas en el piso esperando la descarga, yo me paré a sy lado y acabé, recibiendo mi semen que se desparramó por todo su dulce rostro. Pasa los dedos por la cara y se los mete en la boca, se comió todo mi semen caliente. La cara de pacer de Rosa era un deleite a mis juveniles ojos.   

Nos tiramos en la cama y Rosa masajeaba mi verga, yo le chupaba las tetas. Ya estando dura otra vez, se coloca en cuatro y me dice: “¨¡Carlitos, quiero que me la metas en el culo!”. Yo nada de tonto le dije que sí y me puse a chupar su culo para lubricarlo, le metí dos dedos, después tres, hasta cuatro y de una embestida se la clavé entera. “¡Ay, Dios mío, mi culo!” –gritó pero empezó a moverse como una salvaje, aceleraba sus movimientos, se notaba que le gustaba el sexo anal, yo cada vez se la metía con más fuerza, tomado de sus caderas que eran un arte. Nuestros gemidos y jadeos eran incontenibles, habíamos olvidado por completo que nos podrían escuchar. Luego de un rato de estar dándole por el culo, Rosa cayó presa de un intenso orgasmo que la hacía retorcerse deliciosamente, me tomé de su pelo largo y sentí esos dulces movimientos como los de una yegua en pleno galope, era delicioso y erótico. Esto parecía un sueño, me estaba cogiendo a una sensual madura en mi casa y más encima era amiga de mi madre, lo que aumentaba el morbo. Ya casi sin poder contenerme más, le llené el culo de semen, quedándole abierto y chorreando. Rosa me chuó la verga dejándola limpia, sin rastros de semen. “¡Ay Carlitos, qué rico coges!” –me decía sonriendo con perversión.

Prometimos coger cada vez que tuviéramos oportunidad, claro que tuvimos muchas y las aprovechábamos al máximo, cogíamos en todos lados, aprovechamos cada momento en que mis padres no estaban para saciar nuestros demonios de lujuria, incluso ocupábamos la cama de ellos para nuestra perversión. Al punto que en una de las oportunidades que tuvimos de lo caliente que estábamos se nos olvidó que mamá iba a regresar pronto y al estar en su cama cogiendo, Rosa encima de mí meneándose como una diosa pagana del sexo, mamá nos descubrió. Me asusté al verla parada en la puerta, pero a Rosa pareció no importarle, al contrario, siguió con esos sensuales movimientos. “¡Te dije que íbamos a ser buenos amigos con tu hijo!” –le dice Rosa. “Lo sé, pero jamás pensé que pasaría tan rápido” –le responde mamá. “¿Te vas a quedar ahí tesoro?” –le pregunta Rosa. Mamá cerró la puerta de la habitación y Rosa se bajó se acercó a mamá y le dio un caliente beso en los labios. Yo quedé de una pieza, ver a mi madre con su amiga besándose era algo que no esperaba ni en mis más calientes sueños. Me quedé recostado en la cama viendo la escena más candente que jamás imaginé. Me masturbaba lentamente sin perderme detalle. Rosa le quitaba la ropa despacio a mi madre, ella solo se dejaba desvestir y acariciar con lujuria. Los pezones de mi madre estaban tan duros como los de su amiga y como mi verga. Se acercaron las dos a la cama y la primera en agarrar mi verga fue mamá, me miró a los ojos y dijo: “Este va a ser un secreto entre nosotros tres”. No pude negarme, estaba demasiado caliente. Mamá se metió mi verga en la boca y me la empezó a chupar despacio. “¡Wow, sí que sabe hacerlo!” –pensé. Obviamente desconocía esa habilidad de mamá, pero por lo que veía y sentía era tan experta como su amiga. Rosa me besaba y me decía que mamá se moría de ganas de probar mi verga, no podía creer esa excitante confesión, mamá se la comía completa con un ritmo desenfrenado y disfrutaba de mi verga con pasión.

Luego de tenerme al borde de la locura, mamá se detiene y se monta encima de mí. Sus tetas se empezaron a balancear con lujuria mientras se movía. “¡Ay hijo, qué rico!” –decía. Rosa le pasaba la lengua a esos deliciosos pezones erguidos por la calentura y mamá jadeaba, yo estaba tomado de sus muslos y se los apretaba mientras mamá solo gemía con perversión. Me miraba y jugaba con su pelo, entre sus movimientos me decía: “¡Ah, sí, hijo. Rosa me dijo que tenías una rica verga y me humedecía de solo imaginarla!”. Rosa no dejaba de jugar con los pezones de mamá y pasarle su lengua, incluso se besaban incitando mi perversión. Me calentaba saber que mi madre deseaba mi verga y que estaba ahora montada en ella. Se bajó y dejó que Rosa me la chupara un rato, mientras ella me besaba, yo respondía a esos besos con lujuria y perversión, nuestras lenguas jugaban morbosamente. Luego mamá se pone en cuatro y Rosa se coloca para jugar con esa conchita húmeda, las dejé que jugaran mientras las miraba y me masturbaba al ver como entre ambas se daban lamidas, escucharlas gemir y disfrutar era un deleite para mis oídos.

Sin poder contenerme, le dije a mi madre que se pusiera en cuatro, quería cogerle su culo como ya lo hacía hecho en innumerables veces con Rosa. Se acomodó, Rosa se encargó de llenarlo con saliva y se la metí lentamente porque estaba demasiado apretado, el grito de dolor y placer de mamá era tan excitante que de una estocada se la metí toda. “¡Ah, qué rico! ¡Dame verga hijo! ¡Cógeme bien rico!” –me decía. Se la metía rápido, con fuerza, tanto que nuestros cuerpos chocaban en un ritmo delirante. “¡Ay, bebé, no pares!” –decía. Rosa se masturbaba a un lado de nosotros y no se perdía detalle de como mi verga profanaba el culo de mamá. Se sentía tan rico ese agujero, que entraba ajustada mi verga, eso era exquisito. “¡Ay, hijo, dame! ¡Voy a acabar!” –gritaba. “¡Ay, amiga hazlo!” –le decía Rosa. Mamá empezó a seguir mis movimientos, no quería que mi verga dejara su culo. Luego sus gemidos se hicieron tan intensos que Rosa los acalló con un beso ardiente que mami respondió. Luego, hice que las dos se pusieran de rodillas, era tiempo de darles semen, obedientes a mis deseos se pusieron delante de mí con la boca abierta, esperando recibir mi tibio semen. Me masturbaba como si no hubiera un mañana, no quería hacer esperar mucho a esas calientes maduras que esperaban su premio por ser buenas putas. No pasó mucho tiem y mi verga ya estaba escupiendo semen, el que cayó en la boca de Rosa y en las tetas de mamá, entre ellas lo compartieron, dejando lamer y besándose. Fue una escena llena de perversión y morbo.

Me la empezaron a chupar entre las dos para dejar mi verga sin ningún rastro de semen, se fueron al baño y se limpiaron quedando otra vez como dos señoras “tranquilas y recatadas”, pero que sin duda era solo la impecable fachada. “No me arrepiento hijo de dejar que me cogieras y mucho menos de probar tu rico semen” –dijo mamá. “Te dije que Carlitos sabe coger muy bien” –le dice Rosa. Salieron de la pieza, detrás salí yo y me fui a mi cuarto para vestirme. Nuestros secreto siguió hasta que Rosa se fue, pero lo más rico que a pesar de que Rosa no está la seguimos viendo por videollamada y jugamos a la distancia con ella. Aunque ahora el hecho de coger con mamá es el secreto mejor guardado, hasta hoy, que lo comparto con ustedes. 

 

Pasiones Prohibidas ®

2 comentarios:

  1. Que ricoooo.. tuve el privilegio de coger coger con la mamá de una novia .. y diossss fue exquisito.. y luego con las diossss.. q me confesaron ser amantes desee hace años..

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