Soy guardia de un barrio privado de casas lujosas de gente adinerada. Llevo siéndolo 15 años, tengo 57 años y ya conozco a todos los vecinos hasta su rutina y sus problemas, pero en especial me llama la atención una familia sencilla. El señor sale mucho de viaje dejando a su esposa y su única hija solas en casa, no les preocupa la inseguridad ya que nunca pasa nada en esta privada.
En este tiempo que llevo he visto a la pequeña crecer se llama Sofía y la madre Ximena. Ximena tiene un físico espectacular de complexión delgada, mide 165 cm, de piel bronceada y rasgos latinos, tiene unas tetas no muy grandes, pero si lo suficiente para amasarlos con la mano y un hermoso trasero redondo que hace voltear dos veces a más de un vecino. Tuvo a Sofía joven, así que ha de rondar los 38 años y Sofía apenas tiene 18 e igual que su madre está para chuparse los dedos, mide 170 cm, tiene unas tetas un poco más pequeñas que su madre, pero si tiene un trasero firme y redondo que cuando sale en shorts a pasear a su perro rebota como pelota de playa y unas hermosas piernas largas y torneadas que me vuelven loco. Esto hace que les dedique incontables pajas en mi caseta de vigilancia.
Un día en la mañana fue Ximena a verme y preguntarme si podía ayudarle, que escuchaba ruidos en la parte superior de su casa y tenía miedo de que fuera a ser una rata o algo así comentándome que le asustaban mucho, a lo cual yo accedí a ayudarla. Ya en su casa ella me dijo que esperara abajo a lo cual yo aproveché para revisar y notar que los ruidos eran por la tubería, las casas no eran muy viejas, pero eso era normal, en eso vi que la recámara principal tenía la puerta abierta y sobre la cama vi una hermosa ropa interior de encaje roja. Me acerqué a verla y era un hermoso conjunto de medias con liguero, una tanga con encaje e igual un brasier con encaje, al momento me imaginé a Ximena usando eso y me puso al 100, en eso escucho un grito: “¿Encontró algo? o ¿Qué pasó?”. A lo que respondí: “Tranquila señora no es nada”. Bajé con la tanga en la mano y le pregunté: “¿Esto es suyo?”. Ximena se puso roja y respondió; “Sí, es mío, pero, ¿qué hace usted con el degenerado?”. “Nada solo pensé en que se le debería ver muy bien a una hermosa mujer como usted” –le dije. Llega un momento en la vida en que la calentura es más fuerte y te lleva a hacer cosas que no deberías y ese fue mi caso. Me abalancé sobre ella tirándola al piso y empecé a acariciar sus hermosas tetas, ella se resistía. Yo no soy una persona muy en forma, pero si tengo fuerza y manos grandes por lo cual ella no podía hacer nada, subí sus manos sujetándolas con una de las mías, le empecé a besar el cuello, ella seguía forcejeando, intentó gritar, pero le di un beso, un beso a la fuerza y duro, introduje mi lengua en su boca dejándola babeada empecé a besar su cuello, el beso la calmó y supo que si volvía a intentar gritar sería callada por mi lengua, así que después de 5 minutos de forcejeo se empezó a ceder.
En esos momentos yo era viudo y a pesar de que había tenido mis encuentros con mujeres bellas, pero nunca había estado con una mujer tan bella como ella. Levanté su blusa y empecé a chupar sus pezones, al parecer le gustaba porque empezaba a soltar ligeros grititos simulando gemidos, metí mi mano por debajo de su pantalón de mezclilla acariciando por encima de su ropa interior y sus labios superiores. Me sorprendió mucho sentirla mojada, entonces supe que era mi oportunidad. Le dije que si le estaba gustando y ella solo movió la cabeza para decir no, le contesté que si me desfilaba su hermosa ropa de encaje me iría, ella puso una cara de asombro y se quedó pensando reaccionó cuando le grité: “¡Rápido que no puedo dejar la entrada sola todo el día!”. Ella sonrojada solo asintió con la cabeza. Le quité su celular y le dije que entrara al baño de su recámara a cambiarse y yo la esperaría afuera. Después de diez minutos le grité que ya saliera, que ya se había tardado y ella dijo que no estaba segura, que tenía vergüenza y que me fuera si no si empezaría a gritar y pedir ayuda. Yo me bufé de ella y le dije que sería inútil, que las casas de al lado estaban solas a estas horas del día porque salían a trabajar y a la escuela, y que si gritaba entraría yo al baño y ahora si la trataría como un preso podría tratar a una mujer. Ximena entendió su posición y salió del baño con una bata, yo me molesté y con una voz firme le dije que se la quitara. Entendió el mensaje y abochornada deslizó la bata al suelo, la imagen que tenía frente a mí en esos momentos eran como la de una diosa, la figura de Ximena era increíble con ropa, pero verla con esa lencería y con su cara angelical avergonzada eran la imagen perfecta para volar la cabeza de cualquier hombre. Le pedí que desfilará caminando de un lado al otro del cuarto y cuando empezó a caminar yo saqué mi celular para tomar unas fotos cuando ella lo notó me gritó: “¿Qué haces? ¡Eso no era parte del trato!”. Yo sonriendo contesté: “¡Tranquila preciosa, esto solo es un pequeño recuerdo para mis largas noches de vigilancia!”.
Ella cambió su gesto a una cara furiosa, levantó la bata del suelo y gritando me dijo: “¡Lárgate de mi casa!”. Yo le dije que sí que ese era el trato y que yo era hombre de palabra, pero que no podía irme todavía después de ver tremenda hembra, la tomé de los hombros y la lancé a la cama. Volví a tomar sus manos poniéndolas detrás de su espalda y le puse las esposas que tenía, ella empezó a forcejear de nuevo, pero rápido entendió que si contra mí no pudo hacer nada, menos podría contra unas esposas de metal diseñadas para inmovilizar a las personas. Nuevamente empecé a acariciar su hermoso cuerpo y apretando su bello y redondo culo no pude evitar darle una dura nalgada a lo que ella soltó un grito, eso me prendió más y la puse de rodillas al suelo con la cabeza inclinada en la cama formando una “L” hice a un lado su tanga roja y empecé a comer su deliciosa conchita. Ella se movía e intentaba reprimir los gemidos que le provocaba, pero para mí era muy obvio que lo estaba disfrutando ya que se empezaba a mojar más y más. Seguí lamiendo ahora su ano y ella gritó: “¡Por ahí no!”. Hice caso omiso de sus quejas y empecé a saborearla toda, haciendo que ya no pudiera reprimir sus gemidos y eso me calentó mucho, ya no soportaba más, iba a cogérmela, pero esto tenía que ser memorable y recordado para la posteridad.
Sin que ella lo notara coloqué mi teléfono en un punto donde podía grabarse todo lo que le iba a hacer, me bajé los pantalones y salió mi verga. Quería que ella supiera todo lo que le iba a entrar y la puse de espalda sobre la cama, noté su cuerpo tensarse al sentirla y le dije: “¿Lista para coger como perra en celo?”. Ella asustada gritó: “¡No por favor me va a doler!”. Le dije: “Bien lubricada entrará fácil. Al parecer su vagina ya lo estará. Solo le hace falta un poco de lubricante extra. Me la va a chupar para que le entre fácilmente”. Se quedó callada unos segundos pero para que respondiera. Puse el glande en su entrada, ella dio un pequeño salto y rápidamente respondió: “Está bien, te la chuparé para lubricarla”. Yo sonriente por cumplir mi cometido me puse de pie y la acomodé de rodillas frente a mí, por primera vez ella veía mi verga de frente y sus ojos se abrieron como plato, yo sonriendo por su reacción dije: “¿Qué pasa? ¿No me digas que tu marido tiene una verga pequeña? Con razón te espanté tan fácilmente, pero tranquila te adaptarás rápido a su tamaño”. Terminé con un: “Bueno, ¿qué esperas no se lubricara sola’”. Hizo una cara de disgusto, pero empezó lentamente a lamer mi verga, se sentía bien, pero no era suficiente como para que me emocionara al máximo, sabía que esa diosa tenía más potencial.
Entonces, con mis manos agarré su cabeza y se la metí hasta el fondo empujando mi verga dentro de su boca hasta chocar con su garganta, ella empezó a soltar arcadas, pero no me importó, le hice una cola de caballo para poder controlarla a mi gusto y la dejé respirar. Después comencé un mete y saca en su boca haciendo que empezara a salir mucha saliva y una que otra lágrima de sus ojos, cuando sentí que me iba a acabar me detuve y le dije: “Así es como se lubrica una verga”. Ella se veía cansada y adolorida de la boca lo que facilitó mi trabajo de volverla a poner de rodillas al piso con el culo en la orilla de la cama y su cabeza en el colchón. Empecé a rozar mi verga babeada por sus labios superiores e igual por su ano, esta vez no dijo nada, me detuve en su entrada y empujé mi glande empezando la a hundir en su vagina; ella soltó un quejido que se transformó en grito cuando logré meter la mitad de golpe. Le dije: “Tranquila, verás que al final que va a gustar”. Dejé que su interior se acoplará a mis dimensiones y empecé un vaivén solo metiendo media verga cuando sentí que ya se estaba acomodando, le pregunté: “¿Te gusta?”. Ella gritó que no, que la soltara y me dijo: “¡Cerdo asqueroso!”.
Solo me reí y le dije: ‘Tal vez tu boca diga una cosa, pero a tu vagina si le está gustando. En poco tiempo empezará a succionarme por su propia cuenta”. Ella no dijo nada y yo seguía con el vaivén, me quité el cinturón y se lo puse en el cuello como si fuera una correa y le dije: “Perfecto, ahora sí eres toda una perra”. Antes de que respondiera le metí de una estocada toda la verga, ella grito y suplicaba que la sacara que la lastimaba y que la iba a partir. Me empecé a reír y le di una fuerte nalgada dejando mi mano izquierda marcada en su culo y con mi mano derecha jalaba en cinturón evitando que se moviera y haciendo que ella sola volviera a clavársela. Estuve en un vaivén desenfrenado, nalgueándola unos cuantos minutos cuando noté que empezaba a soltar gemidos más fuertes, segundos después me sorprendió al ver que estaba teniendo un orgasmo increíble, tuve que taparle la boca con mi mano para ahogar sus gritos. Cuando terminó le dije que realmente era una perra, que aunque se resistiera realmente le encantaba que la sometieran y la tratarán como lo que es, una puta.
Seguí riendo y dije: “Bueno, tú ya acabaste, así que es mi turno”. La puse boca arriba y su cabeza en la orilla de la cama, le puse mi verga llena de sus fluidos en la boca y ahora la metí sin compasión sentía mi verga en su garganta y mis testículos chocar en su nariz; en esa posición le abrí las piernas y empecé a estimular su clítoris después de unos minutos llegué a mi límite y le grité: “¡Trágalo todo!”. Me descargué directamente en su boca y ella al mismo tiempo tuvo un squirt, saqué mi verga de su boca porque sentí que la ahogaba y la llené de semen en sus tetas y torso. Me recosté unos momentos para retomar fuerzas y le dije: “¡Qué buena perra eres. Hace mucho tiempo que no me cansaba así. La próxima vez te dolerá menos ya que se acostumbrará tu concha a mi verga”. Ella con sorpresa escupió el semen al suelo y dijo: “¿Estás idiota? ¡Esto no volverá a pasar!”. Le hice un gesto de silencio y me levanté para tomar mi celular, tenía grabado todo lo que había pasado. Ella al descubrir esto quedó helada y le dije: “Si no quieres que tu marido, tu hija y todos los vecinos vean lo puta que eres empezaras a ser mi perra de ahora en adelante y llamarme Amo y mi primera orden es que recojas mi semen que amablemente coloqué en tu boca y tu tiraste al suelo. ¡Tendrás que tragártela!”. Ella se quedó atónita unos instantes, pero le dije que sería una lástima que su esposo la abandonará, que fácilmente le quitaría la custodia de su hija teniendo una madre puta y que si quería seguir con su vida de lujos empezaría a obedecerme. Ella frustrada con semen seco en el cuerpo y cara aún confusa preguntó: ¿Qué hago?”. “¿Qué hago qué?” –le dije. “¿Qué hago Amo?” –preguntó ahora con voz calmada. Me reí y le respondí: ‘Ya te lo había dicho, limpia y traga mi semen que tiraste groseramente al suelo”.
Se puso de rodillas y empezó a lamer los restos de mi blanco semen del suelo dejando su culo al aire lo cual no pude resistir y le solté una nalgada ella salto y me grito “que te pasa que porque lo hacía” le contesté que porque se me antojo y que sería una buena iniciación como mi perra dejarle mis manos marcadas en su delicioso trasero mientras seguía recogiendo mi semen del suelo, entonces mientras ella estaba en esa posición vergonzosa quedando expuesta a este viejo empecé con los azotes cada uno le dolía más que el anterior y le dejaba más roja y más marcada mi mano cuando termino de limpiar le acaricie la cabeza y le dije que era una buena perra aumentando más su humillación al terminar le quite las esposas y la obligue a que me agradeciera por haberla hecho mi perra y los orgasmos que le di aunque lo hizo con cara desafiante y altanera no noto que grabe cuando me lo dijo y eso me volvió a excitar poco a poco haría que me fuera quitando esa cara de superioridad porque ahora era mi perra.
Los días pasaban y siempre estaba en casa de Ximena cuando su esposo y Sofía no estaban. Eran horas de sexo desenfrenado las que teníamos, ya no se resistía, había aprendido a ser una perra obediente, hacía lo que le pedía sin hacer problemas, por más morboso que pudiera resultar, ella complacía mis deseos con prontitud. Una tarde llegué a su casa, ella abrió la puerta y se puso de rodillas, como buena perra se puso de rodillas y yo acaricié su pelo. Entré y le dije: “Hoy quiero que te pongas la ropa de Sofía, esos short con los que sale a pasear al pulgoso del perro y que apenas le cubren las nalgas, también te pondrás una de sus poleras y te harás coletas en el pelo”. “¡Cómo usted ordene Amo!” –me respondió. Fue al cuarto de su hija, yo estaba viendo lo que hacía. Buscaba entre la ropa de Sofía algo que satisficiera mis deseos. Encontró un short blanco y una polera roja. “¡Antes de ponértela, quítate la ropa interior!” –le ordené. La puta de manera dócil se vistió tal como se lo había ordenado. Luego tomo unas ligas para hacerse las coletas. “¿Así está bien Amo?” –me pregunta. “Te ves preciosa” –le respondí. Luego de estar mirándola embobado por el increíble parecido con su hija, le dije: “Muy, bien Sofía. Ahora quiero que te des una vuelta”. Ximena me miró extrañada y me dijo: “Amo, me llamo Ximena”. “Te llamo como yo quiera y hoy serás Sofía, tu hija” –le respondí. Ximena solo asintió y se dejó llevar por aquella inusual petición, ya que la tenía en mis manos por todas las evidencias que tenía en mi teléfono. Mi juego perverso siguió y le dije: “Sofía tienes un lindo culo”. “Gracias” –me responde. “No tienes que agradecer, el que debe agradecer soy yo por todas las ricas pajas que me he corrido pensando en ti en la caseta” –le digo. Ximena me mira atónita después de escuchar lo que dije. En ese momento hubo un silencio hasta que le dije: “No me mires así, si la zorra de tu hija anda calentando a la gente con la ropa que se pone. Es cosa de que te mires en el espejo y te darás cuenta” –le dije. Se paró frente al espejo del cuarto de su hija y se vio, yo tenía razón, se veía como toda una puta, aunque las coletas le daban un toque de inocencia. “¿Te das cuenta ahora que salió tan puta como tú?” –le pregunté. “Si Amo, tiene razón, se viste como una puta”. “Las putas sirven solo para coger Sofía” –le dije y la tomé del cabello, llevando su cabeza hacía atrás, pasé mi lengua por su rostro y le dije: “Ahora vamos a ver si eres tan puta como tu mamita”. La tiré al piso y saqué mmi verga. “¿Qué quiere que haga señor guardia?” –me preguntó. “Me la vas a chupar hasta que acabe en tu sucia boca” –le dije. Me miró con una sonrisa, sabía que ya le gustaba chupármela, por eso sin dudarlo se la metió en la boca y empezó a pasar la lengua despacio desde el glande a la base. “¿Le gusta así señor guardia?” –me preguntó. Yo guardé silencio, después de un rato ya la tenía toda en la boca, entonces le dije: “¡Te la comes tan rico como lo hace tu madre!”. Ella siguió chupándomela, pero ya con la delicadeza de una niña inocente, se había transformado en sucia puta que había formado para mi placer.
Ximena tomaba aire y seguía tragándosela, ya sentía el cosquilleo, era la señal que iba a acabar. “¡Sigue pequeña zorra!” –le decía. Ella aumentaba el ritmo, era un deleite ver como la saliva le escurría por la comisura de los labios. Ya sin aguantar más, descargué mi semen en su boca, esta vez como en anteriores se lo tragó todo, no lo escupió como la primera vez. “Sabes chuparla tan rico como lo tu madre” –le dije. “Gracias señor guardia” –me dijo. La levanté del piso y la tiré en la cama de su hija, la tomé de las caderas e hice que se acomodara en cuatro. Con lujuria le bajé un poco el pequeño short que me regalaba una vista privilegiada del borde de sus nalgas. “Ahora veremos qué tan rico coges, si eres igual que la zorra de tu madre” –le dije. “Sí, señor guardia, métame su verga” –dijo ella. Mi lengua se fue a su culo. “¿Qué va a hacerme caballero?” –me pregunta con voz de niña traviesa. Yo seguí afanado lamiéndole su apretado agujero, para ensalivarlo bien. “¡Ah, me gusta eso que hace señor!” –me dice. Sabiendo lo que venía separó sus nalgas y me ofreció su culo para darme placer. Me acomodé en la entrada de ese rico ano y empujé despacio. “¡Me duele caballero!” –me decía. “Esa es la idea putita, que duela” –le dije. Le di una estocada brutal, haciendo que mi verga entre completa. Ximena, bueno en el papel Sofía dio un grito. Me empecé a mover de manera salvaje, ella mordió la almohada y gemía deliciosamente. “¡Ah, señor, mi culo me duele!” –decía. Se la metía y le daba fuertes nalgadas, los gemidos de ella se hicieron más intensos y decía: “¡Sí, pégueme! ¡Soy un sucia putita que lo calienta todos los días! ¡Merezco que me castigue!”. Entre más salvaje se la metía, más intensos eran sus gemidos, estaba tan caliente dándole por su rico culo y escuchándola decir lo puta que era, que me sentía en éxtasis. Bufaba y seguía nalgueándola. Sus nalgas estaban rojas, la mano me ardía de tanto darle nalgadas, pero era exquisito el sonido.
Le quité el short y la puse de lado, ella levantó la polera y se puso a jugar con sus ricas tetas, me pedía que no me detuviera, que le dejara el culo abierto. Había mucha perversión y morbo en el ambiente por un momento olvidamos que estábamos en la habitación de su hija cogiendo como endemoniados, su culo ya estaba perfectamente adaptado a mi verga, entraba y salía sin problemas. Después su mano se deslizó a esa rica concha y se puso a jugar con su clítoris. De verdad Ximena se había convertido en una perra adicta a la verga. “¡Ay, señor guardia! ¡Voy a acabar!” –me dice entre sus morbosos gemidos, con esa dulce voz impostada de niña traviesa. “Hazlo putita” –le digo. “¡Ah, qué rica cogida me hado Amo!” –dice Ximena entre perverso jadeos de placer. Su culo palpita de manera riquísima, estimulando mi verga. Luego, acabé yo. Los chorros de mi semen inundaron su culo y se estremeció. “¡Qué rico se siente Amo todo ese semen llenando mis entrañas!” –dice. Cuando mi verga se vació y salió de ese abierto ano, Ximena pasó sus dedos por ese hoyo abierto y lo untó con mis fluidos, los chupó y lamió con perversión.
Después de coger, arreglé mi ropa y le dije: “Eres toda una perra”. “Soy su perra Amo. Jamás pensé que sería tan rico imaginar que se cogía a mi hija” –me dice. “Te comportaste muy bien. Ahora, tengo que volver a mis obligaciones” –le dije. Salí y ella quedó tendida en la cama con el placer dibujado en su rostro. Ahora, si yo no estoy en su casa cogiéndomela, Ximena esta en la caseta usando su sucia boca chupándome la verga y comportándose como una refinada perra en celo. A veces lo hace vestida con la ropa de Sofía y otras veces con esa ropa decorosa de mujer fiel.
Que rico e interesante relato ser cogida así como una perra en celo como siempre exquisito relato Caballero
ResponderBorrarA ti quisiera cogerla así
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