Hola, me llamo Valeria tengo 18 años, yo vivo sola con mi
mamá. La relación con ella no es muy buena, ya que siempre me regaña por tal o
cual cosa. Hay veces que de la nada se enoja y me grita sin razón. Ya he aprendido
a lidiar con su carácter aunque pueda ser agotador.
Ella tiene dos perros llamados Toby y Pedrito, para ella son sus amores, algunas veces pienso que los quiere más que a mí. De un momento a otro su relación conmigo cambió, lo digo así porque su trato se ha vuelto un tanto pervertido. Cuando estoy en la cocina se acerca por detrás y me levanta la polera y me agarra las tetas por encima del brasier, según ella como juego. Yo no le daba mayor importancia, prefería esos juegos antes de ser víctima de sus gritos e insultos. Había ocasiones en que nos poníamos a “jugar” las dos en ropa interior. Debo reconocer que para estar cercana a los 40 mamá tiene un buen cuerpo. Nalgas prominentes y duras, unas tetas grandes y firmes, ojos café y pelo negro hasta más debajo de los hombros.
Una vez, mientras estaba en ropa interior en mi cuarto ella entró sin golpear, se acercó a mí lentamente y tomó mi tanga con fuerza hacia arriba, yo solté un gemido, no sé por qué razón, pero fue tan intenso como vergonzoso. “Veo que te gustó” –me dijo. No sabía que responderle pero tenía razón, me había gustado la sensación de la tela rosando mi clítoris. Entonces de manera descarada lo hizo otra vez y otro gemido salió de mis labios dejando en evidencia que me gustaba lo que estaba haciendo. Sorpresivamente puso su mano en mi vagina sobre mi tanga, sentí como si su mano quemaba mi entrepierna, cerré los ojos avergonzada y ella recorrió con libertad mi sexo. “Te mojaste como una zorrita sucia” –me dijo. Solo asentí y ella movió mi tanga a un lado. Tocó con delicadeza mi clítoris y me hizo estremecer, sentía como aumentaba el ritmo y yo no podía contener mis ganas de gemir. Luego y sin previo aviso metió sus dedos en mi vagina, cerré los ojos y seguí gimiendo, no entendía porque ella tenía ese comportamiento tan lascivo, pero al parecer ella lo disfrutaba. No tarde en llegar al orgasmo y ella con una sonrisa lujuriosa lamió sus dedos, probando mis fluidos.
Cuando sus perros entraron en celos mi mamá quería conseguir una hembra para ellos, pero aunque buscó no encontró ninguna dispuesta, ella complacía mucho sus caprichos a esos perros, yo en ese momento quería mucho una laptop y mi mamá lo sabía, ella en la hora del almuerzo me dijo: “¿Hija quieres esa laptop?” –me preguntó, yo le dije que sí, ella me dijo: “Desvístete en tu cuarto luego subo”. Eso era algo típico de mi mamá cada mes me decía eso para ver cuánto ha cambiado mi cuerpo y me felicitaba por eso, a mí me gusta que me felicite por eso. La esperé en mi cuarto desnuda, ella subió a mi cuarto con los dos perros y me dijo: “Hija si quieres que te compre esa laptop, tienes que coger con mis perros”. Ese fue un balde de agua fría, jamás pensé que me pediría algo así. Le dije: “¿Qué dices? No puedo hacer eso, además con unos perros”. Estaba contrariada, no sabía que hacer pero mi madre me dijo: “Si de verdad quieres la laptop, debes ganártela y comportarte como una perra”. Me sorprendieron sus palabras, pero al final acepté, todo sea para que me comprara la laptop. Estaba muy nerviosa me puse en cuatro. me olvidé decir que sus perros son de raza Pastor Alemán muy grandes. mi mamá me puso una silla con una sábana para apoyarme, cuando me montó Toby, mi mamá salió de mi cuarto, él me comenzó a coger, sentía como llegaba muy adentro, mordía la sabana para que no me oyeran mis vecinos, ya que las embestidas eran tan intensas que me era casi imposible no gemir con la misma intensidad. Sentí como una enorme bola se metía en mi vagina y Toby se quedó quieto, nos quedamos pegados por largos minutos. Cuando acabó. Lo hice de forma estrepitosa, sentía como su semen se desparramaba dentro de mi conchita, yo mordí la sabana con mucha fuerza para no gritar. Fue lo último que recuerdo, porque cuando abrí los ojos Pedrito me estaba cogiendo, estaba de espaldas en la cama y el perro encima de mí. Mi mamá me había acomodado, me había quedado inconsciente. Los perros de mi madre me estuvieron cogiendo por casi una hora cada uno, estaba destrozada, no podía ni pararme, mis piernas me temblaban y sentía como su semen escurría por mis piernas. Al poco rato entró mamá, estaba muy feliz, me abrazó y me dijo que me había ganado la laptop.
Al día siguiente, mamá me trajo mi nueva laptop, yo estaba muy feliz, ese día mi mamá salió de la casa de compras. Me quedé sola, quería sentir esa sensación de ser cogida de nuevo. Estaba caliente, por alguna razón me había encantado la manera en que me habían cogido y ahora no tenía la presión de complacer el capricho de mi madre, sino el complacer mi calentura. Me quité la ropa, me acomodé en la sala esta vez para que me cogieran de nuevo. No hice más que abrir las piernas y ya estaban los dos lamiendo mi vagina, lo hacen deliciosamente, yo gemía en el piso sintiendo como sus lenguas se paseaban por mi conchita y por mi culo. Me puse en cuatro y ahora el primero fue Pedrito, que se una sola embestida me clavó en la concha, era tan deliciosa la forma en que me la metía que yo deliraba de placer, sentirlo jadear y sus patas que con fuerza me agarraban era riquísimo. Cuando entró su bola sentí un fuerte dolor que me arrancó un grito desgarrador, pero después todo fue placer. Luego fue el turno de Toby, disfruté como una loca de sus vergas. Mamá me había dicho que me comportara como una perra y lo estaba siendo, ahora no por conseguir algo material, sino porque tenía ganas de coger y ellos estaban a la mano para saciar mi lujuria. Me estuvieron follando muy fuerte por bastante tiempo, tuve varios orgasmos, quedé tendida en el piso chorreando semen de perro de mi conchita.
No sé en qué momento mi mamá llegó pero me encontró en el piso de la sala escurriendo semen, ella estaba feliz, jamás imaginó que su hija fuera tan caliente y que se dejaba coger por sus dos preciosas mascotas. Todo estuvo normal, esos juegos en que ella me tocaba siguieron durante el día, me encantaba la relación que teníamos. El siguiente día llego, mamá había traído a otros perros, me dijo que cogiera con ellos y me compraría lo que yo quisiera y que había cobrado para que esos perros cogieran a una hembra. Eran 5 perros muy grandes, yo acepté, me fui a mi cuarto y me desnudé, bajé a la sala y le dije que esta vez quería que se quedara conmigo y que vira como su hija atendería a esos animales. Dejé que me cogieran, lo hacían como locos. Tuve varios orgasmos, el semen ya no cabía en mi conchita, se estaba escurriendo, se sentía muy rico y sobre todo sentir ese tibio semen que se escapaba era delicioso. Mi madre me miraba con detenimiento, le gustaba lo que veía, en sus ojos se notaba lo que sentía, incluso la veía pasarse la mano por la vagina encima de la ropa, deseosa quizá de unirse o de lamer el semen que aquellos animales. Mamá salió un rato y cuando volvió lo hizo con cinco perros más. Le dije que ya no podía, era mucho, pero ella me dijo que me daría la mitad de las ganancias; me había vuelto un negocio de apareamiento de perros. Me estuvieron cogiendo por mucho tiempo, calculo que me habían cogido quince veces. Se turnaban, mi útero estaba repleto de semen, estaba tirada encima del semen, mi mente estaba en blanco. Mamá sonreía al verme exhausta. Incluso, me limpió la vagina con su lengua, lo que me provocó otro delicioso orgasmo, que casi me hizo morir de placer. Ya en la tarde mi mamá llevó a los perros devuelta a sus dueños.
Al día siguiente mi mamá trajo 8 perros aún avía mucho semen dentro de, tres de los perros eran enormes, sus vergas rojas y brillantes eran grandes y gruesas, yo estaba ansiosa porque me cogieran. Mi mamá tuvo a los tres perros más grandes abajo mientras los demás me cogían, pero luego de un rato los soltó y subieron a mi cuarto, rápidamente uno de ellos me monto metió su verga con fuerza, sentía que llegaba hasta mi útero sin problema, ya no podía más la estimulación era demasiada, yo me quise levantar pero no podía con cada embestida que recibía tenía un orgasmo, cuando acabó sentí la bola dentro, era más grande que la de los otros perros, me intenté arrastrar pero rápidamente me volvieron a coger, ene se instante perdí el conocimiento, cuando desperté me seguían cogiendo en el piso, me estuvieron dando verga durante una hora más se turnaban mientras descansaban, cuando terminaron me levanté, me dolía mucho mi conchita, me fui a tomar una ducha, ya en la noche le dije a mi mamá que no podía con muchos a la vez, ella me dijo que solo traería 3 perros entonces.
Después de ese día mi mamá me comenzó traer 2 o 3 perros a casa a diario, me había vuelto una puta para perros, después de que me cogían ya no tenía tanta energía solo quería descansar, pero mi mamá a la semana trajo a 15 perros, yo le dije que no cogería con todos y por qué había traído a varios, ella me dijo como los vecinos la veían meter perros a la casa pensaron que aquí cuidaban a los perros y varios vecinos le dejaron cuidando a sus perros, pero no tenía que coger con todos, algunos solo los iba a cuidar no le pagaron para que se aparearan, pero había tres perros enormes no sé de qué raza eran, yo pasaba casi todos los días en la casa así que estaba desnuda o solo con mi brasier y mi tanga. De inmediato los perros comenzaron a intentar tumbarme, no sé cómo sabían que me cogerían o yo ya olía a una hembra, los perros me estaban cogiendo normal hasta que uno de los grandes me intentó meter su verga, no entraba y cada vez lo hacía más fuerte yo mordía mis sábanas para no gritar hasta que mi mamá entro al cuarto con lubricante y le echo en la verga de esos tres perros, él lo metió con fuerza pero no entro por completo, ya no podía aguantar más sentía como mi mente se ponía en blanco, me intentaba aferrar a mi cama pero me movía con su verga, era muy fuerte, solo quería que acabará para descansar, no podía soportar que me la metiera con mucha fuerza. No sé cómo hice para recostarme en la cama, pero en esa posición él me lo metía más adentro hasta que logró meterla toda.
Mis tetas con cada embestida se movían como gelatina, hasta que acabó, se había demorado 15 minutos, cuando creció su bola lo pude ver a través de mi vientre, era enorme, la presión me iso quedar inconsciente, cuando desperté el otro perro enorme me había cogido, la bola no dejaba que el semen saliera de mi concha, me intenté mover pero ese fue mi peor error, el perro se bajó de mi encima y comenzó a caminar hacia la puerta, la bola no salía, era muy grande, él me comenzó arrastrar por el piso con su verga, el dolor era muy intenso, estaba mordiendo mi brasier para no gritar, pero de nuevo cometí otro error, cuando ya había llegado a la escalera me agarre de uno de los palos, él se salió con fuerza pero su verga ya estaba más pequeña, así que no fue tan doloroso.
Ya no podía ni pararme, solo quería dormir. Me quedé dormida y cuando desperté no se cómo hicieron para cogerme si estaba tirada en el piso, pero lo hicieron. Además, 15 perros me están a mi alrededor, yo para no esforzarme mucho, me arrodillé y me recosté en mis pechos, mi culo estaba arriba asi que me podían coger, me estuvieron dando duro durante media hora, yo estuve tirada durante una hora más, después de ese día solo dejo que me cojan 3 o 5 perros al día. Mi mamá me propuso que follara con caballos u otros animales: “No, por qué me van a romper con sus enormes vergas” –le dije negándome. “Hija, es una buena oportunidad de ganar dinero” –me dice. “SI ves que el negocio es tan bueno, también deberías hacer lo mismo y ser una perra. ¿Me vas a negar que no te dan ganas?” –le dije. Sonrió y respondió: “Sí, me dan ganas, pero es algo que debo pensar. Aunque me calienta la idea de ser perra como tú”. Como “el negocio” iba bien y dejaba buenos dividendos, mamá decidió en hacerse puta también. Ahora la tenía a mi lado cogiendo y chupando vergas caninas como lo hacía yo. Aunque suene morboso, me gustaba ver como mamá se ponía caliente atendiendo a los “clientes”. Incluso mi mamá me comenzó a dar esas pastillas azules, mi cuerpo se calentaba mucho y sentía ganas de me cogieran. Las dos éramos las mejores putas para esos perros, sus dueños nos daban incluso más dinero para que los dejáramos ver como sus mascotas nos metían sus vergas, era un espectáculo para ellos que también se hizo parte de la oferta.
Ya ha pasado tiempo, me convertí en una buena perra, ya no había problemas en que los perros que mamá llevaba a casa me la metieran, para ella tampoco era problema que se la cogieran mientras siguiera entrando dinero. Las dos éramos unas perras dispuesta a hacer de todo a quien pagara por nuestros servicios.
Pasiones Prohibidas ®
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