martes, 24 de junio de 2025

125. Mi tío es el mismísimo demonio

Por motivos de trabajo, mi tío Hernán (hermano de mi papá) se vino a quedar a mi casa. Solo teníamos dos habitaciones, por lo que vino a quedarse en la mía. Cuando llegó deshizo sus maletas y de inmediato se adueñó del espacio en mi closet y se aventó en mi cama. “¡eh, esa es mi cama!” –le dije. “Bueno, aún no he podido comprar una cama así que por ahora vamos a compartir está, los dos cabemos así que está bien” –me respondió. “¿Qué?” –le pregunté asombrado. No llevaba ni dos minutos y ya quería dar órdenes.  “Vamos hijo, será solo por unos días hasta que podamos conseguir una cama” –dijo papá. “Bueno, supongo que no tengo opción” –respondí resignado. “Los dejo para que se conozcan y descansen. Me voy a dormir, ¡adiós!” –dijo papá.

Mi papá se fue, dejándome solo con ese tipo, yo lo había visto un par de veces pero nunca habíamos hablado. Era intimidante, muy alto como de 1.85 y muy robusto, un poco gordo y con una mirada muy sería, sin duda yo no diría la primera palabra. “¿Qué pasa pequeñín? ¿Me tienes miedo?” –me pregunta riendo. “No, no, para nada” –le respondo. “Vamos a vivir juntos hasta que te independices o hasta que me despidan, lo que pase primero” –dijo él con una sonrisa burlona. “Sí. Creo que voy a dormir ya” –le dije. “Bueno, si estás cansado. Yo me voy a dar una ducha” –dijo él. “Ok, el baño está justo detrás de ti” –le dije indicándole. De inmediato se empezó a quitar la ropa frente a mí, sin dudarlo ni un segundo. Me quedé estupefacto ante eso, pensé que se iba a desnudar en el baño pero no le importó que yo estuviera ahí. “¿Qué pasa? ¿Nunca has visto a un hombre desnudo?” –me preguntó. “No, es, es que…” –no sabía que responder.  “Tranquilo, está bien quedar sorprendido ante mi cuerpo, es la reacción natural de la gente al ver mi verga y mis bolas, además de todo mi cuerpo, soy un toro en la cama y se nota con solo verme, ¿verdad?” –me dice él.  “Sí, bueno, supongo” –le respondí con timidez. “Supones bien, con mi verga he destrozado, conchas y culos, las mujeres solo con verme se acercan a preguntar mi nombre y hasta algunos maricones. He tenido sexo con hombres también, es rico” –dice sonriendo. “Entonces, ¿eres bisexual?” –le pregunté. Soltó una carcajada y dijo: “Los jóvenes y sus cosas. Bueno supongo que sí. Ya, me voy a dar una ducha”. Se puso de pie y pude ver su verga perfectamente, era como de 15 centímetros estando dormida. También al darse la vuelta pude verle el culo, muy peludo como todo su cuerpo y con nalgas grandes.

Intenté dormir pero no podía dejar de pensar en lo que había visto y lo que me había contado mi tío, nunca había visto otro hombre desnudo desde que me bañaba con papá a los 5 años y ni lo recordaba. Ahora era mi tío al que veía, seguía sin caerme muy bien, pero pensé que si la convivencia con él no era buena, por lo menos podría verlo desnudo de vez en cuando. Después salió de la ducha. “¿Sigues sin poder dormir pequeñín?” –me pregunta. “Sí, a veces me insomnio” –le respondo. “Yo creo que tus padres también tienen insomnio” –dice con una risa un tanto morbosa. “¿Por qué?” –pregunto. “Desde aquí no se escucha, pero desde el baño se escucha como tu mamá gime” –dice con morbo. “¿Qué? ¿Mis padres están cogiendo?” –le pregunté. “Sí y parece que tú papá le está dando muy duro. ¡Ven, escucha!” –me responde. “Voy” –le digo movido por el morbo. Fui al baño y efectivamente, se escuchaba a mi mamá gemir, mi baño queda justo al lado de su habitación. “¡Oh vaya, es cierto!” –digo. “¡Claro que es cierto! Y pensar que a tu papá le tenían que limpiar el culo hasta los 15 porque nunca aprendía el baboso, ¡y ahora míralo! ¡Haciendo gemir a su esposa!” –me dice él. “¡No puedo creerlo! ¡Es tan raro!” –le digo. “¡No es raro, es excitante!” –me dice de manera perversa. Cuando me giré mi tío estaba detrás de mí con la verga erecta. “Oiga, ¿qué le pasa?” –le pregunto. “¿Qué? ¿Mi verga? Estoy caliente por oír a tu mamá gemir” –me responde. ¡No sea pervertido, respete a mi madre!” –le dije. “¿Respetar qué? ¡Gemidos son gemidos. Además, a ti también se te paró la verga” –me dice. Vi hacia mi pijama y era cierto, mi verga estaba a punto de reventar. “¡Oh, tiene razón!” –le dije. “¡Claro! ¡Ellos están disfrutando! Vamos a disfrutar nosotros también. Metete al baño, nos vamos a masturbar escuchándolos” me dice él. Ya no pensaba con claridad por el morbo, me metí al baño y mi tío hizo lo mismo, él se sentó en el baño y yo me apoyé en la pared, me quité el bóxer y me empecé a tocar. “¡Uy que ricos gemidos suelta la puta de tu madre! ¡Ay que rico!” –decía con perversión mi tío mientras se pajeaba. “¡Ah! ¡No le diga así a mi mamá!” –le dije. “¡Yo le digo como quiera! ¡Sigue pajeándote!” –me dijo. “Está bien” –le dije y seguí pajeándome. Antes ya me había corrido buenas pajas, pero nunca con otro hombre al lado, eso hacía que mi placer fuera en aumento. “¡Ah, ya voy a acabar!” –decía mi tío entre gemidos de placer. “¡Yo también! ¡Ah, sí que rico le están dando!” –decía yo. Los dos acabamos casi al mismo tiempo, era impresionante ver la cantidad de semen que mi tío botaba, yo también solté unos buenos chorros, nos limpiamos con papel higiénico y nos metimos a la habitación. “¡Uffff! ¡Tu padre todavía sigue! ¡Increíble, esa mujer lo ha hecho mejorar mucho!” –dice él casi jadeando. “¡Qué buena paja tío! Nunca había hecho algo así. Escuchar a mis padres coger y masturbarme” –le dije. “¿Nunca? Yo llevo haciéndolo toda mi vida, he escuchado a mis padres, mis tíos o  primeros. ¡Mis mejores recuerdos de adolescente!” –dice riendo. “Bueno, ya fue suficiente por hoy, parece que papá ha terminado, los gemidos se detuvieron” –le dije. “Sí, vamos a dormir, mañana será otro día” –me dice. Fuimos a dormir, mi tío nunca se vistió, durmió completamente desnudo.

A la mañana siguiente, escuché la voz de mamá: “Hijo, a levantarse” –me dice. “¿Qué? Ah, ya, ya voy” –le digo. “¡Buenos días cuñada!” –dijo mi tío completamente desnudo mostrando su verga a mi madre. “Buenos días Hernán. Te agradecería que te vistas si vas a dormir en la habitación de mi hijo. Los espero afuera para desayunar. Con permiso” –dijo ella seria. “No pudo taparse para que no lo viera, eso es una falta de respeto a mi madre” –le dije con cierto enfado. “No es para tanto, ya escuchaste anoche que tu mamá no es una santa, no pasa nada porque se deleite la vista viendo otra verga que no sea la de su marido” –me dijo él con una sonrisa. “Pero es su cuñada. ¡La esposa de su hermano!” –le dije.  “¡Ay mijo! No sabes cómo funcionan las personas. Puede que esté casada pero, de todas formas le va a gustar ver a un hombre desnudo, está en su naturaleza amar la verga. Lo mismo con los hombres casados, ven una mujer desnuda y se les van los ojos, todos quieren tener sexo con todos pero la sociedad los limita” –me respondió. “Bueno, pues acepte esos limites, me voy a cambiar para ir a la universidad. Ahora, lárguese de mi habitación” –le dije. “No me hables así, nos estamos llevando bien. No me trates de usted. Además, en el  fondo sabes que tengo razón en lo que te digo” –insistió él. “Eres muy irrespetuoso, vete, me voy a cambiar” –le dije ya con más enfado. “Ok, me voy, pero recuerda, yo te quiero mucho sobrino. Muchísimo, a pesar de todo” –me dijo acariciando mi rostro.

Se puso un short y salió. Estaba molesto con él por faltarle el respeto a mi madre y no disculparse. Me vestí y salí a desayunar. “¿Cómo está mi campeón? ¿Dormiste bien con tu tío?” –me preguntó papá. “No” –respondí de forma seca. “Recuerda que será por unos días. No te preocupes” –dijo papá. “Como sea. Me voy a la universidad” –le dije. “Cuando regreses, haré todo lo posible para que nos llevemos mejor, te quiero mijo” –dijo mi tío. “¡Haz lo que quieras!” –le dije. Aunque actué arrogante porque estaba molesto, me sentí muy lindo cuando me dijo: “Te quiero”. Era muy lindo escucharlo decir eso siendo un hombre tan grande y rudo. Todo el día en la universidad, me la pasé pensando en mi tío, sentí que hice mal en molestarme y al volver estaba decidido a pedirle disculpas. Pasó la mañana y me fui a casa.

Abrí la puerta de casa y me encontré con una escena digna de una porno en plena sala de estar. Mi tío sentado en el sillón, encima de él mi madre saltando en su verga. “¡Ay! ¡Ah! ¡Hernán, que rico!” –decía mamá con una voz de caliente que no le había escuchado nunca. “¡Toma putita! ¡Qué rico culo! ¡Mi hermano supo escoger bien!” –decía mi tío disfrutando del culo de mi madre. “¡Pero que mierda!” –dije. Saltaron y se pusieron de pie de inmediato, mi madre se tapaba la babeante vagina con una mano y las tetas con la otra, mientras que mi tío dejaba al aire su verga sin pudor. “Mijo, tranquilo, no te alteres” –dijo mi tío. “¡Cómo quieres que me tranquilice viendo que estás violando a mi madre!” –le dije a los gritos. “¡A ver, a ver, a ver! Nadie está violando a nadie mijo, tu mamá y yo estamos cogiendo porque los dos estamos de acuerdo. ¡Es consensuado!” –dijo él. “¿Qué? ¿Esperas que te crea?” –le pregunté. Mamá guardaba silencio, pero asentía; seguía tapando su concha y sus tetas. “Hijo, es verdad, tu tío y yo estábamos cogiendo porque queremos, no me ha obligado a nada” –dijo ella. “¡Pero mamá!” –le dije. “Ya vez, mijo, no pasa nada, ya te dije es un acto sin malicia, solo placer, no hay nada de malo” –dijo mi tío con una sonrisa. “La verdad es que tu tío y yo nunca nos llevamos bien. ¡Esto fue una forma de mejorar los lazos!” –dice mamá ya sin dejar de cubrirse y agarrando la verga de mi tío para masturbarlo lentamente.  “¡Sí mijo! Hoy en la mañana, cuando tu mamá me vio desnudo, sintió algo, pero lo dejó pasar, hasta que hace un rato le pasé mi verga por el culo, no pudo evitar subirse encima mío y, bueno ya sabes, lo que viste” –confirmó mi tío. “¡Todo está bien hijo! nadie va a sufrir con esto” –dice mamá sin dejar de pajear a su cuñado. “¿Nadie? ¿Cómo tienes el descaro de decir eso? ¿Acaso papá no sufriría? ¿Qué va a pensar de esto?” –le pregunté. “Tu papá no se va a enterar” –dijo mamá. “¿Cómo qué no? ¡Le fuiste infiel con su hermano!” –le dije con enojo. En eso mi tío dice: “Mijo déjese llevar por el placer. ¿Acaso no te gustó verme desnudo de nuevo y encima con tu mamá dándome sentones en la verga? Debes tener la verga bien parada?”. “Sí, pero…” –alcancé a decir cuando me interrumpió mi tío y dijo: “Pero nada, vamos a seguir, Súbete cuñada encima de mi verga, esté chico quiere ver sexo”. Mamá se subió encima de mi tío y le empezó a dar sentones otra vez, no me dio tiempo a reaccionar, ya estaban cogiendo y la verdad estaba muy caliente, me quité el pantalón y el bóxer. Me senté en el sillón de en frente y me empecé a masturbar.

La escena que tenía frente a mis ojos era tan caliente como perversa, mamá simplemente se dejaba llevar por el placer, la escuchaba gemir con tanto placer que hacía hervir mi sangre y me pajeaba como un cerdo mirándola. “¡Eso sobrino! ¡Dale dura a la paja! ¡Mira como tu madre salta encima de mi verga!” –decía mi tío mientras le abría las nalgas a mamá. “¡Ah! ¡Ay Hernán! ¡Qué rico! ¡Pajéate hijo viendo como me la mete tu tío! ¡Ah!” –decía mamá con tanta calentura que no podía despegarme de mi verga. Mi tío le agarraba de las caderas y las nalgas a mi madre, se la metía bien rico por el culo. Luego de un rato mi tío acabó dentro de su culo y yo también lo hice en las nalgas de mi caliente mamá. “Bueno, ¡eso fue increíble!” –dijo mi tío. “¡Ay sí, hace tiempo que no me la metían por el culo!” –le dice mi madre. “¿Y tú, sobrino, qué tal?” –me pregunta él. “Muy bien, gracias por dejarme ver tío” –le respondí. “No es nada mijo, es tu mamá tienes derecho a ver. Solo no le digas a tu papá y podrás ver todas las veces que cojamos y puedes participar si quieres, ¿verdad cuñada?” –dijo el tío Hernán. “Sí, hijo, es nuestro secreto. Es lo mejor para que yo esté feliz con un macho de verdad y si te unes en alguna oportunidad, complacerte sería un placer” –respondió mamá. “Pero, ¿papá no te hizo gemir anoche?” –le pregunté. “¿Qué? ¡Eso era todo fingido! Lo cierto es que tu padre es un hombre maravilloso en todo, buen padre, trabajador, cariñoso, pero no sabe tratar una mujer en la cama, ahora el estará feliz pensando que es bueno en el sexo y yo tendré a su hermano para que me dé duro como debe ser, todos felices” –me dice ella. “¡Oh! ¡Ahora entiendo todo! Supongo que es lo mejor para todos” –le dije. “¡Qué bien que lo entiendas sobrino! Ahora vamos, los voy a llevar a comer y a comprarles cosas al centro comercial” –dijo mi tío.

El resto del día fuimos al centro comercial, almorzamos y mi tío nos compró mucha ropa a mi mamá y a mí, a pesar de haber estado teniendo sexo horas atrás, mi tío y mi madre se trataban como cuñados manteniendo cierta distancia. La pasamos bien y ahí fue cuando terminé de aceptar a mi tío dentro de la familia. Regresamos a casa y ahí estaba mi papá en la sala donde antes le habían roto el culo a su esposa. “¡Ahí están! ¡Me dejaron solo! ¿Qué tal la pasaron?” –dijo papá. ¡Muy bien papá! Mi tío nos compró muchas cosas, es el mejor!” –le respondí. “¡Oh, qué bien! Gracias Hernán, no estoy pasando por una buena situación económica ahora mismo. Te agradezco por alegrar a mi familia” –le dijo papá. “¡No es nada hermano! Solo lo hice para alegrar a mi sobrinito y a su mami un rato, no me cuesta nada” –le responde mi tío. “Bueno, bueno vamos a cenar y a dormir que es tarde” –dice papá.

Después de cenar, mis padres fueron a su habitación, y mi tío y yo a la nuestra. “¡Ah, qué buen, día! ¿Cierto sobrino?” –me dijo. “¡Sí! Gracias por todo tío. Me porté un poco mal contigo en la mañana, pero ahora todo está bien, te quiero mucho tío” –le dije. Me asombró mi respuesta, pero era cierto. “Yo también te quiero y no te preocupes, te entiendo, pero bueno, ahora, tu madre y yo vamos a ser amantes. Tu y yo tenemos que ser los mejores amigos” –me dijo. -“¡Sí, claro que sí! Bueno, hazte un lado, me voy a acostar” –le dije. “Ven para  acá mijo, vamos a dormir abrazados” –me dijo. “¡Voy!” –respondí ansioso. Me acosté a su lado, y se me puso como en cucharita abrazándome, sentí su verga rozando mi pijama, entre mis nalgas, me movía para sentirlo más. Me sentía caliente, a la vez sentía como su verga se ponía dura. “¿Qué pasa sobrino, te molesta mi verga?” –me preguntó. “¡No, no me molesta!” –le respondí sin dejar de mover mis nalgas. “¿Entonces te gusta?” –me preguntó. “Sí tío, me gusta” –le respondí. “A mí también me gusta tenerla entre tus nalgas. ¿Quieres que te la meta?” –dijo de forma perversa. “Ay sí, cógeme. Métemela” –le respondí. “Eso quería escuchar sobrino” –me dijo. Me bajó el pantalón de pijama y el bóxer me acarició una nalga y me metió la punta del glande, sentí un fuerte pero placentero dolor en mi ano, lo disfruté por la manera en que mi culo recibió su verga. Me empecé a mover despacio para dejar que mi culo se amoldara. “¡Que rico! Métela más adentro” –le dije casi suplicándole. Sin perder el tiempo, me la clavó de una, en ese momento sentí como mi ano se abrió por completo y se empezó a mover de manera tan deliciosa, que mi cuerpo temblaba. Su verga era exquisita y yo estaba al borde del placer. Me quité la ropa y le ofrecí mi cuerpo desnudo, él besaba mi cuello, le pasaba la lengua y me decía que desde que llegó quería cogerme, oírlo decir eso me calentaba mucho más y gemía pidiéndole que siguiera dándome verga.

Con desesperación, le decía. “¡Ay, más! ¡Dámela toda tío!”. Estaba tan caliente que acompasaba los movimientos de mi tío con los míos, no quería que ni un centímetro de su candente verga se saliera. “¡Ah! ¡Qué rico!” –le decía sin parar de moverme. Siguió penetrándome cada vez más rápido y sentía tan rica su verga que no podía dejar de gemir. Era la primera vez que tenía sexo y me encantó que fuera por mi culo. De pronto, algo extraño sucedió, acabé sin si quiera masturbarme. No podía creer que eso fuera posible. “¡Ah, eyaculé! ¡Oh, es riquísimo!” –le dije. “Si te la meten bien rico por el culo puedes llegar a eyacular sin tocarte sobrino. ¡Es lo más rico del mundo!” –dijo él sin parar de metérmela. “¡Ay tío! ¡Ah, se siente delicioso!” –le decía. “¡Ah, ahora voy a acabar yo!” –me dijo. Eso fue música a mis lujuriosos oídos. “¡Hazlo adentro! ¡No me saques la verga!” –le dije. Mi tío gimió y bufó como un animal salvaje. Su verga se empezó a vaciar en mi culo, podía sentir los tibios chorros de semen llenando mis entrañas, era riquísimo sentir como mi culo recibía cada borbotón de su esperma. “¡Ay que rico! ¡Siento tu semen dentro mío” –le dije. Acarició mi rostro y me dijo: “Pensé que no querrías que te cogiera”. “Creo que siempre lo quise, pero no me atrevía a decirlo, así como ahora quiero chuparte la verga y que me sigas cogiendo” –le dije. No sé lo que me sucedía, estaba demasiado caliente y no quería dejar pasar el tiempo.

Mi tío no respondió nada, solo se acomodó y me acerqué para devorarle la verga, aun la tenía dura, lo pajee unos minutos y se la empecé a chupar, se sentía tan dura, tan deliciosa que me la tragaba entera. Me gustaba esa sensación de arcadas que me producía al tenerla toda dentro de mi boca que casi no podía respirar. Luego de un rato mi culo estaba listo para su verga, me le subí encima y me deslicé despacio. Lentamente me empecé a mover, subía y bajaba, mi verga estaba tiesa pero esta vez me empecé a pajear mientras estaba ensartado, era algo divino, indescriptible, que me provocaba placer y morbo a la vez, esa mezcla perversa de lujuria que me tenía extasiado. Lo miraba mientras su verga entraba y salía, me mordía el labio y me pajeaba. Luego de varios perversos momentos montado en su verga acabé, dejando caer mi semen en su vientre y en su pecho, él siguió taladrándome el culo hasta que acabó y otra vez sentí su caliente llenando mi ano. Caí en su pecho por el cansancio y lamí mi semen, fue algo lleno de morbo pero exquisito a la vez. “Ha sido demasiado maravilloso” –le dije con una sonrisa. “Sí sobrino, fue demasiado rico abrirte ese culito” –me respondió. “Ahora vamos a dormir” –le dije. Nos besamos y nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente entró mamá a la habitación, los dos estábamos desnudos, ella dice: --“Levántate hijo, se te hará tarde”. “Sí, ya voy” –le dije. “Buenos días Hernán, ¿Cómo amaneciste hoy?” –le preguntó a mi tío. “Con ganas de cogerme tu concha” –le respondió sin reparos. “¡Ay Hernán! ¿Tan temprano y tan caliente? Bueno hoy no podrá ser, tengo trabajo, pero te quedas con tu hermano, hoy es su día libre” –le dice mamá. Tío: “Bueno, veré que conversación le saco a mi hermano” –le dice. Mamá sonrió y le dijo: “Bueno me tengo que ir, desayunen con él, ¡hasta más tarde!”. “Bueno mijo, vamos a desayunar con tu aburrido padre” –me dice mi tío. “Me voy a dar una ducha y voy” –le respondí. Sentía el culo abierto y me encantaba, no hice más que entrar a la ducha y me masturbé pensando en la rica noche que tuve y como me cogió. Bajamos a desayunar y ahí estaba papá sentado esperándonos. Nos sentamos y empezamos a comer.

Después del desayuno, me fui a la universidad, me la pasé pensando en lo que hice anoche con mi tío, no podía aguantar más y se lo conté a mi amigo. “Anoche mi tío y yo cogimos, me metió la verga tan rico y acabó en mi culo. Nunca pensé que mi primera vez sería así, pero me encantó. Sobre todo cuando se la chupé, eso fue exquisito” –le dije. “¡Qué bien por ti, yo también he cogido con un tío, lo hacemos casi siempre. A veces hecho el amor con mi tío, lo hacemos casi siempre. A veces hasta yo se la meto” –me dijo. “Me pregunto si mi tío se dejará metérsela en el culo” –le dije. “¿Quién sabe? Quizás hoy en la noche se lo puedas preguntar y lo puedas hacer” –me respondió. Ahora sí tenía la cabeza hecha un revoltijo de ideas, me calentaba pensar en que tal vez me podría coger a mi tío, también me calentaba la conversación que estaba teniendo con mi amigo. No dejaba de mirarlo y mi verga ya estaba reaccionando. Al parecer se dio cuenta, por qué me preguntó: “¿Te calienta?”. “Sí, mucho” –le respondí. Nos fuimos a un lugar donde sabíamos que nadie iría, al llegar me agarró la verga encima del pantalón y dijo: “Se nota que estás caliente, te voy a dar un regalito para que te motives”. Se puso en cuclillas y me la empezó a chupar. Cada vez que se la metía toda a la boca me estremecía por completo, no sabía de esa habilidad de mi amigo, solo sabía que me la estaba chupando tan rico que no me pude aguantar y acabé en su boca, él se tragó todo el semen que mi verga escupió.

Regresé a mi casa pensando en que en la noche se la iba a meter a mi tío. La erección que tenía era brutal, hace tiempo que no estaba tan caliente como esa tarde. Llegué, abrí la puerta y fui a mi habitación, pero antes de entrar, escuché algo que llamó mi atención: “¡Ay, sí, qué rico!”. Era mi tío gimiendo, eso significaba que se estaba metiendo algo por el culo o estaba cogiendo. Pensé si se está dando por el culo entonces si le gustaba. Era el momento de entrar y decirle que yo podía hacerlo mejor. Entré y vi las nalgas de mi padre moviéndose, él estaba cogiéndose a mi tío, me sentí muy extraño y no pude decir nada, solo entré y ellos me vieron. “¡Sobrino, te estábamos esperando!” –dijo mi tío entre gemidos. “Hijito, ¡tu tío me lo contó todo! Ahora todos vamos a tener sexo entre todos. No me molesta que él se la meta a tu madre o a ti, solo es sexo” –me dijo papá mientras le daba verga al culo de su hermano. “Entonces, ¿me estaban esperando? ¡Porque tengo ganas de un culito! Vengo todo el día pensando en cogerme a mi tío, ahora veo que hay otro culo disponible, y la tengo bien parada” –les dije. “¡Ay hijo, métemela! ¡Ni siquiera preguntes!” –dijo papá. Se la metí a mi viejo mientras él se la metía a mi tío. La habitación se llenó de gemidos y de morbo, el olor a sexo Era palpable, excitante y cautivador.

Después de varios minutos cogiéndonos como locos, uno a uno empezamos a eyacular, el primero en recibir una copiosa descarga de semen fue mi tío, el encargado de llenarle el culo fue papá, quien no se contuvo hasta que se vació por completo, dejándole el culo abierto y lleno de semen. Luego fue el turno del culo de mi padre fue llenado por mi semen, no niego que fue perverso y lleno de morbo sentir como mi verga se vaciaba en su culo y la manera vulgar en la que pedía semen era algo sin igual. Después fue el turno de mi tío, nos hizo arrodillarnos en el piso para esperar su delicioso semen salir de su verga. Los dos estábamos igual de calientes esperando recibir ese tibio semen, parecíamos dos perros sedientos con la boca abierta y la lengua afuera, hasta que al fin salió el primer chorro que dio directo en mi cara, lo mismo pasó con papá, también recibió una descarga en su cara, hasta que los otros cayeron en nuestras bocas.  

Después de algunas horas estábamos aun desnudos, en eso sentimos la puerta, era mamá que regresaba de su trabajo, lejos de escondernos fue como si la estuviéramos esperando. “Tráela a la habitación hijo” –dijo papá. Sentí como mi verga se puso dura al recibir esa instrucción y rápidamente bajé las escaleras. Al verme se sorprendió gratamente y me dijo: “Parece que estás muy caliente hoy hijo”. Sonreí y le dije: “Sí, un poco, todo por tu culpa. Desde que te vi cogiendo con mi tío que no me puedo sacar de la mente las ganas de cogerte”. No sé si esperaba mmi respuesta pero casi de inmediato estaba en cuclillas chupándomela. Sentir su deliciosa lengua paseándose por mi verga era exquisito, pero la manera en que se la tragaba era perversa, me ponía más caliente de lo que ya estaba. Le quité la ropa y le dije: “¡Vayamos a la habitación!”. Mamá no se negó, me agarró de la verga y subimos la escalera, en cada paso que dábamos en el segundo piso nos deteníamos para besarnos de forma lujuria, lo que aumentaba la calentura en ambos. Al entrar al cuarto estaban mi papá y mi tío desnudos y se masturbaban entre ambos, no sé si le pareció chocante la escena pero si excitante, no tardó en subirse en la cama y chupársela a ellos, a mi me dijo: “¡Cógeme!”. Obviamente obedecí esa candente petición y se la metí por la concha, estaba húmeda y caliente. Me empecé a mover salvajemente, dándole verga como a ella le gusta, de vez en cuando dejaba escapar un sensual gemido cuando tomaba aire después de chupar la verga de su esposo y su cuñado a la vez. Después se la metí por el culo, se sentía tan apretado, tan rico para ser cogido que se la metía sin miramientos.

Ya sin inhibiciones, hice que se subiera encima de mí entrando mi verga en su deliciosa concha. El afortunado de metérsela en el culo fue mi tío y papá se encargó de llenarle la boca de verga. Los tres manteníamos ocupada a mi madre, quien con lujuria disfrutaba de tres vergas a la vez. Luego, se la comió a mi tío y mi papá le ensartó el culo, ya no tenía que fingir, de verdad lo estaba disfrutando. Todos alternamos por su culo, su concha y su boca y la muy puta pedía más. Luego de un largo tiempo, mamá tenía el semen de los tres en todos sus agujeros. La clara de placer que tenía era un deleite para nuestros pervertidos ojos, sin duda verla cubierta de semen era una obra de arte llena de lujuria. Coger todos los días los cuatro se  volvió una riquísima rutina saturada de perversión, morbo e incesto desenfrenado, el que disfrutábamos sin culpas.

Aunque el tío Hernán era el mismísimo demonio, fue quien nos enseñó a disfrutar del sexo, del incesto y de las formas más pecaminosas de coger.

 

Pasiones Prohibidas ®

sábado, 21 de junio de 2025

124. Con mi madre caliente y chateando con mi tía 2

Los días pasaron e hicimos un viaje un tanto largo, nos tuvimos que quedar en un motel de carretera para descansar pero nuestra calentura era mucho más que la cordura. Seguimos haciendo las mismas travesuras incluyendo a Ximena en la escena. “Me gusta verte así, cogiendo con tu hijo y que te chupe las tetas” –dijo mi tía. Eso sonó a un pedido por parte de ella y me lancé a chuparle las tetas a mí madre, mientras le decía: “Mira tía, mira como le chupo las tetas a mi madre como lo hice contigo en la piscina” –le dije. Aun Ximena no podía creer lo que veía en la pantalla de su teléfono, mi madre me pedía que me la coja.  Obviamente como buen hijo le hice caso, pero le dije a mamá que se me montara encima y que se empezara a mover lentamente. A medida que se movía, ella se apretaba las tetas y miraba al celular con cara de caliente, como incitando a Ximena a ponerse perversa. Esas miradas surtían efecto, ya que al otro lado de la pantalla mi tía se tocaba las tetas por encima de la ropa. “¡Tía, mira! Me estoy cogiendo a tu hermana” –le decía, ella no podía resistirse a lo que veía, por lo que se quitó la ropa en la sala de su casa y se tumbó en el sofá para masturbarse como la cerda que es y darse placer mientras nos observa coger como endemoniados. “¡Ah, Ay. Estoy acabando de nuevo!” –decía mi tía. “¡Ah, yo también!” –añadió mamá. Yo no podía creer la sincronización de estas dos hermanas para acabar. “Ven Nico, ¡cógeme así y que mi hermana nos vea!” –me dijo mamá. Mi madre me acostó en la cama y se sentó cabalgándome y fue ella la que agarró ahora mi teléfono para comenzar a mostrarse ante su hermana. “Mira, como cojo con…” –no se animó a decir “con mi hijo”.  “¡Ay, sí, cógete a tu hijo! ¡Me encanta verlos como cogen! ¡Me tienen demasiado caliente!” –decía mi tía que no paraba de masturbarse y gemir como loca. “¿Te gusta verme?”  –le preguntaba mi madre a su hermana. “Sí, me calienta verlos, me calienta ver lo putita que eres” –decía.  “¿Te gustó la verga de mi hijo?” –le pregunta mamá. “¡Sí, que ganas de que me coja como lo está haciendo contigo” –le responde mi tía. “Ahora la tengo yo adentro” –le decía mi madre como una poseída. Mi madre me ordenaba que colocara el teléfono en una posición en donde pudiera verse todo con calidad. Reconozco que tardé un poco, pero terminé logrando un ángulo espectacular.

Cogíamos los dos mirando la pantalla del celular, nos veíamos a media pantalla nosotros y la otra mitad a mi tía tocándose las tetas mientras nos miraba. Mi madre comenzó a cabalgarme y agarrando sus tetas me las pasaba por la cara para que se las chupe. De a ratos volvía a mirar a su hermana que no dejaba de masturbarse. Los sonidos de los orgasmos llegaron sin dilación. “¡Ah, qué rico como te coges a tu mamá Nico!” –gritaba mi tía. “¡Sí, me encanta! ¡Me calienta tener su verga dentro!” –decía mamá con mucho morbo. “¡Es muy puta como su hermana, viste Nico!” –me dijo mi tía. Ese insulto pareció desatar a mi mamá por completo y comenzó una catarata de palabras obscenas que me volvieron loco. “¡Sí, soy muy puta! ¡La puta de mi hijo!” –dijo para empezar. “¿Y te gusta ser así de puta con tu hijo?” –le preguntaba Ximena. “¡Me encanta ser puta y que me coja!” –le respondía mamá gimiendo. “¡Sí, me vuelve loca! ¡Nico cógeme! ¡Dame verga bebé!” –decía mi madre. “¡Te voy a coger toda la noche!” –le dije. Ella gemía, estaba enloquecida moviéndose encima de mí y al otro lado de la pantalla mi tía Ximena se retorcía sobre la cama extasiada de placer. “¡Tienes ricas tetas!” –le dice a mi madre. “Son ricas como las tuyas” –decía mamá. “Me gustaría que estuvieses acá y te las chuparía a ti también” –le dice mi tía. En ese momento se cruzó la imagen de tener a mi tía junto con mi madre y en un arrebato de calentura les dije: “¡Me gustaría que te chupemos las tetas entre los dos, entre mi mamá y yo!”. Vinieron los gritos de placer de mi tía, estaba llegando al orgasmo, en eso mamá también empezó a gemir como loca por el orgasmo que se empezaba a manifestar en ella. “¿Te animarías a chuparle las tetas a tu hermana?” –lancé la pregunta las dos posibles destinatarias. Ambas estaban acabando, pero ninguna esquivó la pregunta y a coro respondieron: “¡Sí! ¡Lo haríamos!”. “¡Voy a acabar yo también!” –dije totalmente caliente. “¡No la saques ahora!” –me pidió mamá. “Pero…” –alcancé a decir cuando me interrumpió. “¡Acaba adentro, no importa!” –me dijo mamá. “¡Ah, acaba adentro a tu mamá!” –decía mi tía. Era todo muy excitante, tan excitante como morboso. Le estaba llenando la concha de semen a mi madre. Mi tía me incitaba a hacerlo. Se imaginaron ambas chupándose y eso las calentaba más. Era el mejor polvo que me había echado en mi vida. No podía negarlo.

Cuando creí que todo había terminado mi tía parecía que quería más y me pidió que no corte el teléfono y quería ver la leche saliendo de la concha de su hermana. “¡Tú estás loca!” –le decía mamá. “No, estoy muy caliente y necesito ver ese semen en tu concha” –le dice mi tía. Yo no tardé en tomar el teléfono y cambiando la cámara a trasera lo acerqué a la concha de mi madre. Lo que sucedió me sorprendió aún más. Mi madre abrió sus piernas y se exhibió por completo ante su hermana mientras se frotaba la concha y se metía un dedo. Cuando lo sacó el semen empezó a correr y lo tomó con dos dedos y se los llevó a la boca. “¡Mírame! Fíjate como le como el semen a mi hijo” –le decía mi madre. Yo miraba incrédulo toda la escena y mi tía tragaba saliva porque no podría creer que su hermana estuviera tan desatada. “¡Ay hermanita, qué caliente que estás!” –decía mi tía. “¡Ustedes dos me ponen así!” –reconocía mi mamá. “¡Me encanta verte así, tan puta!” –le dijo mi tía. “Sí mami, me encanta que seas así” –le dije. “Estaba muy caliente” –dice mi madre Lentamente nos fuimos recomponiendo y nos separamos con mi madre mientras yo seguía la comunicación con mi tía. Empezaba a enfriarse todo y mi tía fue la que dijo que debía cortar porque su marido podría llegar en cualquier momento. “Mándale un beso a tu hermana” –le dije a mi mamá mientras la apuntaba con la cámara. Estiró los labios y mandó ese beso, y le dijo haciéndose la sexi: “Ese beso va donde lo quieras”. Era impresionante y hermoso ver a mi madre en aquel papel. Nunca lo hubiese imaginado. Corté la comunicación con mi tía y me fui a besar a mi madre en la boca. No me rechazó y se abrazó buscando el contacto. Nos besamos mucho tiempo, despacio, sin prisas y con mucho amor.

El teléfono quedó tirado por ahí. Mi madre dijo de bañarse para dormir un rato ya que eran como las cinco de la mañana y no habíamos dormido nada. Se fue a dar una ducha y cuando miró el teléfono tengo varias notificaciones de Instagram de una desconocida que me enviaba mensajes. El primero de ellos era a las tres de la mañana y decía: “Se hizo tarde y salí a las 3 de la mañana, me hubiese gustado verte”. El segundo a eso de las 3.30 y decía: “Ya llegando a casa, una lástima, debes estar durmiendo, me gustaste, besos”. El tercero, decía: “Si vuelves por el Liguria ven a verme solo o con tu pareja”. Eso me puso la verga tiesa  y sin dudar entré en el baño en el que mi mamá se estaba duchando “¡Tengo algo para contarte!” –le dije.  “¿Qué pasa?” –me pregunta mamá de la ducha. “Estuvo bueno lo que hicimos con la tía, ¿no?” –le dije. “¿Si, por que lo dices?” –me pregunta mi madre intrigada. “Qué podríamos haber tenido otra experiencia distinta” –le dije. “¿A qué te refieres?” –me pregunta. “A un trío un poco más real que el que tuvimos con la tía” –le dije. “¿De qué hablas?” –preguntó con curiosidad.  “Cuando salgas de la ducha te muestro” –le dije. Mi madre siguió duchándose y parecía totalmente relajada ante mi presencia y se enjabonaba las tetas. Se había puesto una cofia para no mojarse el cabello y siguió unos minutos más bajo la ducha. “¡Está rica el agua!” –dijo mamá. “¿Es una invitación?” –le pregunté. “¡Como quieras!” –me dijo con lujuria. “Bueno, entonces si lo es” –le dije. Me saqué el bóxer y me metí en la ducha con ella. La abracé y la besé bajo el agua tibia. La enjaboné, me enjabonó y nos tocamos. Mi verga respondía lentamente a medida que las caricias subían de intensidad. “¿Qué tenías para contarme, del trío?”  – me preguntó curiosa. “Ahora cuando salgamos te muestro el teléfono” –le dije. “¿Qué hay?” –me pregunta. “La chica del bar me escribió y no la vi porque estábamos en llamada con la tía, pero estaba disponible para venir” –le dije. “¿Y tú crees que ella se animaría a un trío?” –preguntó. “Ella seguro, ¿y tú?” –le pregunté. “Si me lo preguntabas hace una semana la respuesta era un NO rotundo” –dijo mamá. “¿Y ahora?” –le pregunto. “Anteayer un quizás” –respondió. “¿Y hoy?” –insistí.  “Hoy estoy tan caliente que creo que me animaría” –me respondió. La besé en la boca nuevamente, con la intensidad de un amante apasionado.

Salimos de la ducha, nos secamos mutuamente y mi madre no tardó en pedirme el teléfono para ver los mensajes de la chica. Cuando los vio se sorprendió que de esta chica fuera tan directa. “Mira lo que te dice” –dice mamá. “¡Sí, muy directa, me encanta!” –le dije. “¿Se animaría a estar con los dos? ¿Piensa que somos una pareja?” –me pregunta con duda. “Claro” –le respondí. “Pensará que soy una vieja bastante degenerada” –me dice. “Vieja no” –le dije riendo y volví a besarla. Nos tiramos en la cama desnudos y no dudé en volver a besarla. Ambos sabíamos lo que seguía. Lluvia continúa de besos y caricias. Así fue. Le chupé las tetas con mucha pasión, pero sin apuro. Ella me chupó la verga con auténtica maestría. Cuando bajé a chuparle la concha no tuve mejor idea que decirle: “Imagínate que quien te chupa la concha es la chica del bar”. “Eres malo, mira lo que me haces pensar” –dice mamá entre gemidos. Ver como se retorcía de placer y se apretaba las tetas era un deleite para mis ojos morbosos.

Más tarde, mi madre comenzó a cabalgarme, posición que evidentemente le encantaba porque siempre buscaba subirse encima de mí. Yo me chupé los dedos y comencé a jugar con su culo poniendo un dedo en su entrada y frotándola. “¡Ah, qué rico!” –dijo ella y eso me envalentonó. “Me gusta tu culo, mami” –le dije. Me besó con más pasión. Metí un dedo y lentamente entró en su culo. Ella comenzó a moverse con más ganas y me preguntaba: “¿Te gusta mi culo?”. “¡Sí, mami, me encanta!” –le respondí. “¡Méteme el dedo así, dale!” –decía entre jadeos. Su cara de placer era innegable, sus ojos ardientes de lujuria y sus gemidos intensos eran señal de que disfrutaba lo que estaba pasando. “¡Me está gustando mucho!” –decía. “¿Si?” –le pregunté. “¡Me vas a hacer acabar! ¿Sabías?” –dice ella. Ambos estábamos con el morbo más que exacerbado, calientes y deseosos. Entonces le pregunté: “¿Te imaginas que otro le coja el culo mientras yo te cojo la conchita?” –le dije. Mientras le decía eso, hundí un segundo dedo en su culo y el orgasmo se precipitó en ella de manera incontrolable. Sus gemidos eran intensos y la manera en que se movía era tan candente que me volvía loco. “¡Ay, sí mami, te estamos cogiendo entre dos” –le decía. Ella no paraba de gemir ni de moverse de manera sensual e intensa encima de mi verga.  “¿Te gusta?” –le preguntaba. “Sí mi amor, quiero sentir dos vergas a la vez” –decía mamá mientras se retorcía de placer. Mamá estaba al borde la locura, no podía más con las olas de placer que golpeaban su cuerpo. Podía ver como el sudor la envolvía, haciéndola la mujer más sensual con la que he cogido. “¿Te gustaría coger con dos y que te diéramos duro?” –le pregunté. Ella entre gemidos y retorciéndose me responde: “Sí, cójanme entre los dos”. Escuchar esos gemidos y esas palabras hicieron que mi lujuria se desate de inmediato y le dije: “¡Mami, voy a acabar también!”. “Sí, lléname de semen” –me dice con lujuria. “Los dos te vamos a llenar de semen” –le decía. Yo seguía con mis dos dedos dentro de su culo. “Sí, papito, llénenme de semen los dos” –dijo. Se desplomó sobre mi pecho, yo le llenaba la concha con mi semen y ella sonreía de manera morbosa. Vuelta a acomodarnos para dormir. Miramos el reloj y nos reímos, eran más de las 6 de la mañana. Era de día y no habíamos dormido nada. Para colmo de males, empezó a nublarse el día y se pronosticaba tormenta fuerte durante el resto de la jornada. Exhaustos, sudados y saciados se quedó encima de mí, esperando a que mi verga saliera. “Vamos a dormir algo” –dijo mamá. “Sí, mejor, hoy fue intenso” –le dije.

Eran las 7 de la mañana y no nos habíamos dormido. Le dije a mi mamá: “¿Y si vamos a desayunar, dormimos y salimos después del mediodía?”. “Buena idea” –me dijo. Nos fuimos a desayunar. Cuando salimos, preguntamos en la recepción si podíamos salir un poco más tarde tipo una de la tarde y nos dijeron que no, que la habitación había que dejarla a las 10 o podríamos quedarnos hasta las ocho de la noche si pagábamos el día y medio. “Ah, ¿tienen late check out?” –le pregunté. “¿Qué cosa?” –me dijo el hombre de la recepción. “No importa, ¿cuánto sale quedarse hasta las 20:00 hrs.?” –le pregunté. Cuando me dijo el precio, no dudamos y nos quedamos. Fuimos a desayunar y mientras lo hacíamos le escribí a la chica del bar: Me quedo hasta las 8 de la noche”. Mi madre se rió con la ocurrencia de escribirle, pero pude ver en sus ojos una chispa de deseo que ahora descubría como era. Volvimos al hotel de la ruta y nos dormimos hasta las 14:30 hrs. Me desperté y miré el teléfono, tenía dos mensajes de Jazmín, la chica del bar. El primero decía: “¡Uy, que bien! Entonces podré verte”. El segundo decía: “¡Me encantaría que nos viéramos, yo entro a trabajar a las diez, por lo que tendríamos tiempo de sobra”. Le di la dirección del motel, en media hora estaba en la recepción, cuando me avisan que llegó no tardé en ir a recibirla. Nos fuimos a la cabaña, mamá nos esperaba solo con ropa interior, Jazmín se sorprendió de ver a mi madre así y me dice: “Ustedes no pierden el tiempo. Mamá respondió: “Cuando hay placer de por medio no se debe desaprovechar, cada segundo cuenta”. “Tienes razón” –dijo Jazmín, que sin pensarlo se empezó a quitar la ropa, quedó desnuda ante nuestros ojos, era una chica sensual que no superaba los 22 años, con un delicioso par de tetas, un culo que estaba para darle hasta el cansancio, una conchita depilada y hambrienta de sexo, su pelo negro hasta los hombros y cara de inocente, aunque se le notaba lo puta.

Mamá se quitó la ropa interior y quedó también desnuda, mi verga ya estaba reaccionando ante aquellos sensuales estímulos visuales. Mamá le hizo una seña a Jazmín, ella presurosa se subió a la cama y se besaron, jamás pensé que mi mamá se atreviera a hacerlo, pero yo lo estaba disfrutando. Jazmín le agarró las tetas a mi madre y le empezó a lamer los pezones, mamá empezó a gemir, dejando que la lengua de la chica recorriera por completo sus tetas. La sensual imagen de la experiencia y la juventud me tenía más que caliente, no me aguanté las ganas y me empecé a masturbar viéndolas, esas candentes lenguas no dejaban espacio de piel sin recorrer lo que aumentaba mi calentura. Mamá hizo que la chica se pusiera de espalda en la cama y le separó las piernas, empezó a lamerle la vagina con vehemencia, era sin duda un espectáculo morboso para mis ojos. Jazmín comenzó a gemir con lujuria y le decía: “¡Eso, sigue así! ¡Ah, qué placer!”. Me acerqué al lado de Jazmín y le metí la verga en la boca, sin dudarlo me la empezó a chupar con intensidad, se la tragaba entera y me miraba con los ojos llenos de morbo al sentir como la lengua de mi madre la recorría y la estremecía.

Ya caliente como estaba, me acomodé detrás de mi madre y ella puso su culo en pompa, le chupé el culo  y se la metí de una sola estocada. “¡Ay qué rico!” –dijo ella. Me tomé de sus caderas y se me empecé a mover como un demente taladrándole el culo. No paró de chupar la concha de Jazmín, la chica estaba a punto del orgasmo gimiendo intensamente, hasta que se dejó envolver con el placer. Seguí dándole verga por el culo a mi madre mientras Jazmín gemía y también mamá, era un delicioso y lujurioso concierto. “¡Qué rico me la metes hijo!” –dijo mi madre. Los ojos de Jazmín se abrieron como no creyendo lo que había escuchado, pero no dijo nada, sino que se deleitaba en ver cómo le metía la verga a mi madre. “¡Quiero que me cojas!” –me dijo. No iba a dejar pasar la oportunidad de metérsela a esa sensual chica, por lo que me fui donde estaba ella y puse sus piernas en mis hombros, sin pedirle permiso se la metí completa, como ya estaba mojada se deslizo sin problemas. La embestía con fuerza y mientras se la metía mi madre se masturbaba al lado de Jazmín, la miraba y le preguntaba: “¿Te gusta cómo te coge mi hijo?”. “¡Sí, me coge bien rico!” –le responde Jazmín. Seguí cogiéndomela como si no hubiera mañana. “¨¡Dame duro, no pares!” –me decía la chica, era una caliente, una putita, tanto como lo son mamá y mi tía. Sin detenerme, sentía como mi verga se hinchaba, sentía como palpitaba, estaba a punto de eyacular. “¡No pares, sigue, llena mi concha con tu semen!” –me decía. Mamá ya estaba perdiendo la cordura por un intenso orgasmo, no pasó mucho, Jazmín y yo estábamos acabando como animales, mi verga escupía chorros de semen y ella gemía con lujuria.

Después de coger, nos quedamos los tres tendidos en la cama, Jazmín nos pregunta si es verdad que somos madre e hijo, mamá le responde que sí, que descubrimos el placer del incesto hace poco y que disfrutamos cogiendo. “¡No puedo creerlo! ¡Eso es delicioso!” –dijo Jazmín. La chica se levantó y se vistió para salir, no sin antes decir: “¡Cuando vuelvan por aquí no duden en buscarme!”. De eso no había dudas, claro que la buscaríamos en caso de volver.

Seguimos nuestra morbosa relación como si nada, mamá se había vuelto mi mujer en lo privado y Ximena, mi tía era el juguete que teníamos para hacer más intensos nuestros juegos a través de esas calientes videollamadas.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

miércoles, 18 de junio de 2025

123. Con mi madre caliente y chateando con mi tía 1

Hace unos meses atrás estaba conversando con mi madre sobre algunas cosas que me inquietaban, papá hace rato que se había ido de la casa, ella estaba sola, no tenía novio, pareja o quien le quitara las ganas de sexo. Ella es una mujer que pasa la barrera de los cuarenta pero es una mujer que roba miradas por dónde anda, incluso es blanco de piropos un tanto indecentes pero no parece si quiera inmutarse, es como si le diera igual. Entonces, en esa charla le pregunté: “¿Qué pasa mamá? ¿Cómo no tienes novio?”. Sonrió y respondió: “No tengo novio porque no quiero problemas con hombres celosos” –dijo ella. “Ten en cuenta que cualquier hombre quisiera estar contigo” –le dije. “Sí, pero yo no soy mujer para cualquier hombre” –contestó en tono serio. “¡Eh, no te enojes! ¡Solo es un comentario!” –le dije. “Lo sé, pero no estaría con cualquiera solo por pasar la calentura” –dice ella con una sonrisa. “Mamá, eso no tienes que decirlo, te conozco y sé que eres una mujer que no se iría con el primer idiota que te dijera algo” –le contesté. Seguimos la charla y le dije: ¿Te parece si tomamos algo? Total, solo serán un par de tragos”. “Bueno, escoge tú” –me dice. Como sé que a ella le gusta beber vino, preparé dos copas para deleitarnos y disfrutar de la conversación. A medida que bebíamos le dije a mi madre: “Yo sé que no eres mujer para cualquiera, pero siempre que te veo me imagino lo mucho que alguien pudiera disfrutar”. “¿Por qué lo dices?” –me pregunta. “La respuesta es obvia, es cosa de que te mires al espejo. Ven, sígueme” –le respondí. Nos paramos frente a un espejo que hay en sala y le dije: “Mírate, estás preciosa. Tu cuerpo es brutal, bien definido”. “¡Ay, las cosas que dices! Vas a hacer que me sonroje” –dice ella.

La miraba con deseo, ella se quedó frente al espejo viendo su reflejo. “¡Date una vuelta mamá! ¡Déjame verte bien!” –le dije. No sé si eran los efectos del vino pero ella se dio una vuelta frente a mí, despacio como si no quisiera que me perdiera ningún detalle. “¡Eres una mujer preciosa!”. Mi madre me mira y me pregunta: “Nico, ¿hasta dónde quieres llegar?”. “Dejemos que las cosas fluyan” –le contesto. Me acerco por detrás y la tomo de sus caderas. Ella dio un pequeño saltito de susto y le susurro al oído: “Tranquila mamá, no te asustes”. Mis manos siguieron bajando hasta el comienzo de sus muslos, luego subieron lentamente hasta posarse en sus tetas. “¡Ay, hijo! ¡Por favor!” –me dice ella. “¿No te gusta que agarre tus pechos?” –le pregunto. Ella guardó silencio. “Dime si te gusta o no” –le dijo. “¡Sí, me gusta! Es que tengo miedo de que todo se nos vaya de las manos” –me responde. Mis manos bajaron los tirantes de su vestido y se deslizaron por encima de su ropa interior, podía sentir como sus pezones se ponían duros. “¡Ay, Dios mío!” –dice ella. “Dios no está aquí, solo tú y yo” –le digo. La volteo y ella me abraza del cuello, sus brazos me rodean y me embriago con el olor de su perfume. “¿Qué piensas hacer?” –me pregunta. No le respondo nada, solo dejo que mis labios se posen en los suyos y nos besamos, entre más segundos pasaban más intensos se hacían nuestros besos, nuestras lenguas se retorcían en nuestras bocas en una danza frenética de morbo y lujuria. Con la calentura a mil la empiezo a desnudar en la sala, la llevé al sofá y ella se tumbó en él, abrió sus piernas y me mostró su hermosa vagina depilada, húmeda y dispuesta para hacer cuanto se me ocurriera.

Tomé mi celular y llamé por video a mi tía Ximena, le dije: “¡Quiero mostrarte algo!” –le digo. En la pantalla mi tía me pregunta su puedo escuchar audios, le respondo que sí. Mi madre se sorprendió al escucharla, se rió con nerviosismo pero con excitación. “¡Estoy sola en mi cuarto, tu tío no está!” –me dice la tía Ximena. “¡Ay tía, me encanta saber eso!” –le contesto. “Mira” –dice ella, en primer plano aparecen las dos hermosas tetas de mi tía acariciándolas. “Mira como me tienes, estoy muy caliente” –me dice Ximena. Estaba completamente desnuda, de pronto la llamada se desenfoca y tengo un primer plano de su vagina y sus dedos recorriéndola. En ese momento la llamada se corta y sin dudarlo me tiré sobre mi madre y le empecé a chupar las tetas y a besarla. Su respuesta fue breve y concisa: “¡Sí, chúpamelas!”. Sus pezones estaban durísimos, se los mordía con perversión arrancado deliciosos gemidos de placer. Besaba su boca, ella me correspondía con perversión, dejaba caer saliva, lo que la hacía verse sucia, pero sobretodo caliente. Realmente estaba muy caliente y quería dejar a mi tía de lado para cogerme a mi mamá, pero sabía que este juego era tan excitante y morboso, que no quería abandonarlo.

Mi mano se deslizó a su vagina, estaba mojada por completo, caliente, deseosa. Me dice: “Llama a Ximena otra vez”. La llamé y le dije: “Ahora quiero que veas lo que iba a mostrarte hace rato”. Los ojos de mi tía se llenaron de curiosidad y excitación. Le mostré a mi madre desnuda en el sofá con las piernas abiertas y jugando con su clítoris como una niña traviesa. “¡Ay Nico, me gusta mucho este juego!” –dice mi madre. Al otro lado de la pantalla la concha de Ximena era una piscina de fluidos, la muy sucia se estaba cogiendo con una zanahoria que había sacado del refrigerador. “A mí también me gusta este juego” –le dije a mi madre y la besé otra vez. Sus carnosos labios eran suaves, sensuales y perversos. Acomodé el teléfono para que Ximena al otro lado no se perdiera detalles. Entonces, me metí entre sus piernas recorriendo su vagina con mi lengua y lamerla con devoción. “¡Ay, Nico, qué rica lengua tienes!” –decía mientras masajeaba su clítoris con lujuria. “¡Voy a acabar, estoy muy caliente!” –gritaba mi madre de placer. “Hazlo en mi boca mamita” –le dije. “¡Ah, Dios mío! ¡Qué rico! ¡Así hijo, sigue!” –gemía en ese instante. Mi madre se convulsionada de placer apretando mi cabeza en su concha que palpitaba de placer. Los gemidos de mi tía se escuchaban al otro lado de la pantalla tan intensos como los de su hermana. “Mira lo que caliente que está Ximena” –me decía. “Sí, estoy muy caliente viéndolos. ¡Qué ganas de estar ahí!” –decía mi tía. Acomodé mi verga en la entrada de la vagina de mi madre y le digo: “Yo sé que estás caliente Ximena, pero ahora vas a ver como disfruta la putita de tu hermana”. Le metí la verga hasta el fondo, mamá me atrapó con sus piernas y me decía: “¡Ah, sí, cógeme! ¡Qué la putita de mi hermana vea como me vas a hacer gritar de placer”. Tan caliente estaba, que le dije a mi tía: “Sigue cogiéndote con la zanahoria como si te estuviera metiendo la verga y quiero que acabes como lo hará la puta de mamá”. “¡Ah, sí, cógeme! ¡Cógeme!” –me pedía mi madre. Ella estaba al borde del orgasmo y mi tía observando cada detalle que la pantalla de su celular le mostraba. Ximena se tocaba como loca y gemía con lujuria viendo coger a mi madre. Yo no quería acabar tan pronto y empecé a moverme con delicadeza. “¡Tía, quiero que acabemos juntos!” –le dije mirando la pantalla. La respuesta de mi tía no se hizo esperar: “¡Ah Nico, sí quiero!”.

Los tres estábamos demasiado calientes que no nos importó nada. Ximena se masturbaba perversamente y yo le daba verga a mi madre con total descontrol, los gemidos de ambas eran deliciosos aunque una estaba al otro lado de la pantalla era como si estuviera presente en esa escena pecaminosa. Solo fue cosa de minutos y las dos estaban gimiendo como locas por el orgasmo que las golpeaba con olas de placer, también yo acabé dentro de mi madre dejándola llena de semen. Fue un momento sublime, lleno de perversión y de lujuria. Nos quedamos tendidos en el sofá por un buen rato pensando en lo que había pasado y lo mucho que nos calentó ver como mi tía nos miraba. Aunque para mi madre no fue sorpresa saber que algo pasaba entre Ximena y yo, ya que tuvo una leve sospecha de que en algo andábamos. Nos despedimos de mi tía y obviamente nos agradeció hacerla parte de ese perverso juego. Al otro día yo seguí con mi rutina normal, me fui a la universidad pero no podía quitarme de la cabeza lo que había pasado en la noche con Ximena y mi madre, tal vez las cosas se hayan salido de control, pero no puedo negar que mi madre es una mujer bellísima y que sabe cómo complacer. Ximena también sabe muy bien como complacerme y hacerme enloquecer, no en vano llevamos tiempo cogiendo, pero a mamá sabía nuestro secreto. Ese no es el problema, el problema ahora es separar tiempo para estar con Ximena sin que se ponga celosa. Sabía en parte que la situación se complicaría un poco, pero siempre hay algo en mente con lo que se puede salir de un mal paso.

Cuando llegué a casa esa tarde me quedé esperando a mi madre, cuando llegó nos saludamos con un cálido beso, que nos encendió a ambos. Le dije que fuéramos al cuarto. “¿Qué tienes en mente ahora?” –me preguntó. La miré con perversión y le respondí: “¡Quiero que te quites la ropa y te quedes solo en tanga!”. Sonrió con la misma perversión con la que yo le hablé y poco a poco se quitó la ropa. Era simplemente bella, su cuerpo sensual quedando al descubierto ante mí era un deleite para mis incestuosos ojos. “¿Qué más quieres que haga?” –me pregunta con tono sensual. Mi primera respuesta fue: ¡Chúpamela!”. Con cara de niña traviesa se sube a la cama gateando hasta llegar a mi entrepierna, soltó mi cinturón y sacó mi verga que ya estaba tiesa, al sentir sus carnosos labios envolviendo mi glande gemí con placer al sentir como lentamente se deslizaba hasta la base. La tragaba entera y la sacaba llena con su tibia saliva, en verdad era alucinante. Luego de que mi madre estuviera con la verga en la boca, le dije que se volteara mostrando sus nalgas. Tomé mi celular para grabar un video y mandárselo a Ximena. Me empecé a masturbar y a grabar. Le mandé a mi tía el video pajeándome y de fondo se veía el culo de mi madre con su tanga metida entre esas ricas nalgas. La respuesta de ella no se hizo esperar. “¡Ah, Nico! ¿Te estás pajeando al lado de mi hermana? ¡Eres un hijo de puta!” –dijo por audio. Seguí grabándome y le dije: “Sabes que tu hermana es igual de puta que tú y me calienta” –le decía. Podía escuchar a mi madre gemir, ya que estaba pajeando dándonos la espalda. “¡Oh, qué rico lo deben estar pasando!” –me dice en otro audio. “¡Sí, pero más rico lo pasaríamos si estuvieras aquí!” –le dije por audio. “¡Sería muy rico!” –dice ella. Ya no me pude resistir más y la llamé por video para ver que estaba haciendo, la muy zorra se estaba pajeando con nosotros, tenía su concha mojada y abierta, ya que tenía varios dedos dentro. “¡Me vas a hacer acabar pervertido!” –me dice.

Le dije a mi madre que se pusiera boca abajo, ella obediente lo hizo. Le pasé la verga por las nalgas mientras me pajeaba. “¡Ah, Nico que caliente estoy!” –dice mi madre. “¡Me encanta el culo de mi madre como el tuyo tía” –le dije. “¡Ah que perverso! ¡Le estás pasando la verga a tu madre por las nalgas!” –me responde. “¡Sí tía, como te gusta que lo haga contigo!” –le dije. “¡Ah, como me calientas sobrino!” –me dice Ximena. Mi mamá estaba en llamas. Se la notaba colorada y excitada con los comentarios míos y de su hermana. Ahora ella escuchaba a su hermana y se calentaba como nunca. Sin que yo se lo pidiera se dio vuelta y empezó a chuparme la verga. Fue un acto libidinoso, por lo impulsivo me daba cuenta de que mi madre estaba dispuesta para hacer cualquier cosa. “¡Qué rico se la come!” –me dice Ximena sin perder detalle y gimiendo luchando para no acabar aun. “¡Ay, Nico! ¡Qué rica verga tienes!” –decía mi madre y después tragársela completa.  Era hermoso escuchar a mi madre decir la palabra “verga” y sobretodo que diga lo mucho que le gusta chupármela. Ximena al ver como mi madre me la chupaba con tanta calentura siguió pajeándose de lo lindo, cuando estaba envuelta en intensos gemidos, me dice; “¡Ah, qué perverso y calentón que eres! ¡Me tienes en llamas Nico! ¡Qué caliente seria que le pases la verga por la cara a tu mamá!”. Como mi madre podía ver y escuchar a mi tía, no dudo en pasar mi verga por su cara, la mirada de sus ojos era llena de perversión, con mucha lujuria, me calentó demasiado ver como lo hacía. Mi madre se pegaba a mi lado y sus tetas descansaban sobre mi muslo mientras me la chupaba, eso  me calentaba aún más. Estaba serio y excitado viendo a Ximena por la pantalla y teniendo a mi madre devorándose mi verga. También se pasó mi verga por los labios y después pasaba su lengua desde la base al glande, mi calentura ya era demasiada y se unía a mi perversión sin medida.

Luego le dije a mi madre que se hiciera la tanga a un lado y se montara encima de mí, lentamente empezó a bajar, mi verga se encajaba de manera perfecta en su ardiente vagina. “¡Ah, hijo, qué rico!” –decía empezando a moverse despacio. Pronto sus deliciosos gemidos se empezaron a escuchar y a encender más la calentura de Ximena que la veía moverse encima de verga. “¡Ay Nico, qué caliente me tienes! ¡Ah, esa puta de tu madre te está cogiendo rico!” –decía Ximena tocándose y haciendo que su concha chorreara mucho más. “¡Ah, estoy a punto de acabar! ¡Estoy acabando ahora como una puta!” –decía Ximena retorciéndose en la cama. “Sí, hermana acaba como la putita que eres!” –le decía mamá entre gemidos. “¡Ah, sí ¡ ¡Me siento muy puta viéndolos y tocándote, pero no doy más de lo que caliente que estoy. ¡Me gustaría ser yo a quien se está cogiendo Nico!” –decía Ximena jadeando como endemoniada. Mi madre pidió que me la cogiera con fuerza, le calentaba saber que su hermana la estaba viendo cogiendo conmigo y ambas lo disfrutaban de manera perversa.

En medio de la perversión con mi madre, me pidió que la cogiera hasta hacerla acabar. “No, espera –le dije. “¿Qué vas a hacer ahora?” –me preguntó. “¡Ponte boca abajo!” –le dije. “¿Qué me vas a hacer?” –pregunta. “Sabes perfectamente lo que voy a hacerte” –le respondí. Ximena no se perdía detalle al otro lado de la pantalla. Dejé el celular a un lado y me dediqué solo a lamer el culo y las nalgas de mi madre, ella estaba excitada y tenía ganas de que me la cogiera, este juego la calentaba, pero más la calentaba sentir mi verga dentro de ella. Yo me acomodé entre sus piernas y con mi verga comencé a pasarla por sus nalgas, quedando el celular puesto para que mi tía viera toda la escena. Ahora con mi mano con mi mano acariciaba su apetitoso culo, se veía realmente hermoso, era un espectáculo macabro e incestuoso que invitaba al pecado. Pasé uno de mis dedos por su agujero, mamá gimió deliciosamente y yo sonreí. Al rato dijo mi tía: “Estoy tan caliente que me gustaría verte cogiendo con mi hermana”. También me gustaría cogerte a ti también Ximena” –le dije. Le dije a mi madre que se pusiera con el culo para un lado, haciéndole un primer plano a su concha desnuda. La cara llena de morbo de Ximena y sus dedos jugando en un ritmo frenético en su clítoris, eso sumado a sus gemidos, se encendía aún más el ambiente. “¡Ah, creo que voy a acabar otra vez!” –dijo Ximena. Ahora con mi verga tiesa la metí entre las nalgas de mamá recorriendo su concha y su culo. Le dije casi susurrando a Ximena: “La puta de tu hermana está muy mojada y en cualquier momento mi verga se clava en alguno de sus agujeros”. “¡Qué rico! ¡No deberías hacerla esperar más y cógetela de una vez!” –dijo mi tía. Ya sin poder resistirme más a la tentación le hundí la verga en ese agujero apretado de su culo. “¿Y si se lo hago realidad?” –le dije ahora en un tono más fuerte para que sepa que iba en serio y que no me importaba que mi madre me escuche. “Es muy fuerte, pero me calienta mucho” –me dijo mi tía. Ahora empujé y mi verga se deslizó en el hueco que se formaba. “Ximena mi mamá está muy mojada, si me muevo un poco creo que se la meto” –le dije. “¡Ay Nico!” –dijo Ximena. Mi madre hizo un movimiento y mi verga quedó en la entrada de su concha. “Se la voy a meter, Ximena, no me importa nada” –le dije. “¡Ay sí, cógetela!” –me respondió.

Mi glande se metía lentamente, mi tía no dejaba de mirar ni de pajearse, estaba tan caliente viendo como me iba a coger a mi madre, era tanta la calentura que tenia Ximena al otro lado de la pantalla que gritaba como endemoniada, ya no jadeaba, estaba totalmente presa de la imagen morbosa que le estaba mostrando. Mamá susurraba haciéndose la dormida, pero estaba disfrutando de como mi verga invadía su mojada concha. Empecé a empujar y mi verga desaparecía en la vagina de mi madre, ella empezó a moverse despacio. Yo acompañaba esos movimientos y ubicaba mi teléfono para que mi tía tuviera el mejor plano. “Ah, Nico, mira como estoy de mojada. Me tienes caliente y la zorrita de mi hermana no se da cuenta que te la estás cogiendo” –decía mi tía. Pude ver sus dedos empapados y se los mostré a mi mamá. La calentura que teníamos los tres era sublime. Me empecé a mover un poco más rápido, el placer que sentía al entrar y salir de la apetitosa vagina de mi madre era tan perverso pero a la vez divino. “¡Ah, que rica se siente la concha de mi mamá!” –le dije a Ximena. “¡Ah, sí, qué rico!” –decía mamá gimiendo casi de manera imperceptible y moviéndose lentamente. “¡Se está moviendo!” –decía mi tía incrédula.

Creí que llegaba el momento de develar la situación y subí con la cámara a la cara de mi mamá para que Ximena la vea Mi madre abrió los ojos lentamente y miró la cámara del celular y con una leve sonrisa dijo haciéndose la somnolienta: “¡Ah! ¿Qué estás haciéndome Nico?”. “Te estoy cogiendo, mamá” –le respondí. “¡Ay, sí, se siente rico!” –dijo gimiendo. “¿Te gusta?” –le pregunté. “¡Sí, mucho! ¡Me gusta que me cojas y que Ximena vea como lo haces me calienta más!” –respondió. “¡Malditos! ¿Estaban de acuerdo?” –dijo Ximena sin dejar de tocarse. “Claro, que sí, hermana y por lo que veo te gusta mirar. ¡No te imaginas lo rico que coge Nico!” –le dice sonriendo de manera maliciosa. “¡Uy, que perversos! Sigan que ya estoy a punto de acabar” –dijo mi tía. “¡Cógeme, hijo! démosle en el gusto a tu tía. En ese momento la perversión fue tal que los tres a la vez acabamos en el más perverso de los orgasmos. Sabiendo que esto no sería solo cosa de una noche, sino que se repetiría en más ocasiones.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

domingo, 15 de junio de 2025

122. Solo en casa

Hola, Mi nombre es Mateo y tengo 21 años. Lo que voy a hacerles sucedió en mi casa, no hace mucho tiempo. Fue en el verano, mis padres querían salir a pasar un fin de semana a la casa de campo de unos amigos y desconectarse por completo. Eso implicaba que yo me quedaría solo en casa todo un fin de semana. Llegó el viernes y con las obvias recomendaciones de que estaría castigado hasta cumplir cien años si encontraban algún despelote cuando volvieran. No soy del tipo que enloquece cuando está solo en casa y hacer una fiesta al estilo Proyecto X, creo ya haber superado esa etapa. La casa estaba completamente a mi disposición. No vi la razón por la cual no podría organizar “un pequeño alboroto” aprovechando el cumpleaños de Julián, un amigo que cumplía años ese fin de semana. Así fue, llamé a algunos amigos y amigas, pocos en realidad, ya que como suele suceder siempre hay alguien que trae a alguien y cuando te das cuenta tu fiesta está más llena de desconocidos que de los propios invitados.

El primero en llegar fue Julián, mi mejor amigo, que siempre fue muy diferente a mí. Él es más extrovertido y generalmente se lleva las nenas más ricas. Yo soy de otra onda, más calmado o por lo menos mientras no me tome unos cuantos tragos. Así empezaron a llegar uno por uno los amigos que había llamado con sus invitados claro está. Entre ellos llego Daniela, a ex novia de un “amigo” que por cierto también estaba en la fiesta. Venia vestida muy provocativa con un “enterito” de color celeste y ceñido a su delicioso cuerpo que dejaba ver claramente sus curvas. Obviamente no tenía nada que ver con el resto de nosotros, que siempre hemos sido de jeans y camiseta, aunque la verdad para nada nos molestaba que estuviera vestida así. Bueno por lo menos a los hombres, ¿no?

Daniela como les dije, fue la novia de Mario, uno de esos amigos de rato con el que de vez en cuando nos fumábamos unos porros o nos tomábamos unos tragos y cosas así. Bueno, el caso es que Daniela, no era precisamente la chica con la que alguien pueda llevar una relación seria, siempre supimos que era una de esas putitas sin nada en la cabeza que engañaba a su novio cada vez que podía. Incluso con sus propios amigos. Lo único que se rescata de ella es lo buena que esta. Creo que tiene 18 o 19 años, trigueña y de cabello oscuro, piernas hermosas rematadas en un culo espectacular parado y respingado. Tiene tatuada una hoja de marihuana en el final de la espalda y otro de una cereza, justo arriba de una de sus deliciosas tetas, que no son muy grandes, pero firmes y redondas. ¿Su cara? Bueno, es uno de esos rostros que te ínsita al sexo fuerte con solo una mirada. Siempre oímos sus historias, inclusive contadas por sus propios protagonistas. Pues Diego, otro de mis amigos, quien como muchos ya había disfrutado de este banquete, nos contó la manera en que se comporta a la hora de coger.

Volvamos a la fiesta. Todo estaba muy animado, todo el mundo bailaba y tomaba. Yo obviamente era el que menos lo hacía, pues debía estar pendiente de mi casa y de que todo fuera bien. Además, estaba filmando la fiesta. Todos asechaban a Daniela, le ofrecían tragos, le rotaban los porros, la sacaban a bailar. Todos querían comerse ese postrecito fácil y pasado un buen rato, Daniela, que no rechazaba ni un vaso ya estaba bastante borracha. Además, estaba dando gritos y bailando descaradamente con cualquiera que la sacaba a bailar. Todos la manoseaban y se le restregaban, lo que a ella no parecía molestarle. Al ser las tres o cuatro de la mañana la mayoría se habían ido. Julián tenía enredada a Vicky, hacía rato que bailaban y en poco tiempo ya se estaban besando, corrijo, se estaban comiendo con esos besos que se daban. Hasta Carlos con quien Vicky había venido a la fiesta, se fue al darse cuenta de que esa noche no sacaría nada de ella. Ya a esa hora bajamos la música y nos sentamos a conversar, prendimos un porro y saque las cervezas escondidas. Entre los que quedábamos, estaban una pareja de novios que dormirían esa noche en mi casa, Julián, Vicky y Yo, todos estaban muy borrachos, aunque yo apenas empezaba a disfrutar de la fiesta pues casi no había tomado, ni fumado. No sabía dónde mierda se había metido Daniela, pero lo más probable que estuviera de rodillas chupando varias vergas a la vez. Pronto, Juan José y su novia, me pidieron una cama para quedarse y se fueron a dormir, dejándonos solo a nosotros tres.

Vicky estaba hecha mierda. Hablaba enredado, reía por cualquier tontería y sus ojos perdidos apenas y estaban abiertos. Solo decía que quería seguir bailando mientras Julián la ridiculizaba: “Apenas y te puedes sostener. Tú ya no puedes bailar tontica” –le decía Julián. Ella se paró y empezó a moverse provocativamente, se giraba y nos ponía su culo en nuestras caras, mirándonos fijamente, pero con todo lo que había tomado y fumado casi no podía sostenerse. Ahí fue cuando empezó nuestra fiesta. Julián se paró y lanzó una fuerte mirada a Vicky, la tomó por la cintura mientras bailaba con ella y lentamente bajo sus manos agarrándole las nalgas. “¡Bailas como perra! ¿También coges igual?” –le preguntó. Encendí la filmadora para no perderme detalle de lo que pasaba. Nunca había visto a una mujer que se dejara tratar de esa forma y menos delante de alguien más, por eso la dejé prendida sobre la mesa, sin que Vicky lo notara, aunque con lo mal que estaba era difícil que se diera cuenta de algo, además quería ver hasta donde “llegaba el asunto”. “¡No, cojo mejor!” –respondió Vicky sonriendo su culo contra a verga de Julián al son de la música. Él no perdía el tiempo y aprovechaba para acariciar sus tetas e insinuarle cosas al oído.

Vicky respiraba y se movía fuertemente, en ese momento Julián empezó a quitarle la ropa, a lo que ella opuso una débil resistencia. “No te hagas la santa ahora cosa rica, que yo sé que te gusta” –le dijo Julián. Yo empecé a seguir el juego de Julián que ya había notado la cámara encendida. “Dale, por mí no te preocupes, además con ese cuerpo no debería darte vergüenza” –le dije. Ella me miró y sonriendo dejó a Julián quitarle la ropa, por cierto no llevaba ropa interior, por lo que teníamos una visión privilegiada de su culito y todo cuanto quisiéramos mirar. “Ves, eso te gusta. Te gusta ser zorrita” –le decía Julián cacheteando su culo. A Vicky parecía gustarle el juego, pues no dijo nada ante este otro insulto, muy por el contrario siguió besando a Julián y dejándose toquetear. Realmente no pensaba en unirme a ellos. Yo solo estaba observando y nunca hubiera esperado lo que pasó después. “¿Te gusta chupar verga?” –le preguntó a Vicky sin rodeos y en voz alta. Vicky abrió los ojos asustada, pero no contestó. “¡Contéstame!” –le dijo Julián alzando su voz y tirando de su pelo. “¿Qué es lo quieres que haga?” –le contestó ella mirándome. Al parecer sintió vergüenza por mi presencia. Julián me miro riendo y le dijo a Vicky. “¡Quiero que nos la chupes a los dos!“. Vi la cara de Vicky, estaba muy borracha y asustada pero también excitada, la combinación perfecta. Tal vez, fue por eso que pronto cambio su expresión y nuevamente se vio en su cara esa sonrisa de putita que es. Julián le acariciaba las tetas y le apretaba los pezones, se notaba que ella lo disfrutaba, ya que abría la boca y pasaba su lengua por los labios. Luego la empujó bruscamente hacia abajo, haciéndola ponerse de rodillas frente a él, casi al frente de la mesa donde estaba la filmadora encendida, ese fue el mejor plano de la película. Le ordenó que nos desabrochara el pantalón, a lo que ella obedeció sin protestar. La tomó del pelo y restregó su verga en la cara, mientras ella intentaba lamerlo. “Quieta. Que esto es cuando yo quiera” –le dijo Julián sin dejar que Vicky se la metiera en la boca. Vicky seguía el juego y respondió: “Déjame, que te va a gustar”. “Ok, ¿la quieres? Pues cómetela” –le dijo y se la clavó directamente en la garganta. “Te gusta, ¿verdad? La chupas como puta” –le decía Julián mientras Vicky la chupaba. Solo paraba para darle unos cuantos vergazos en su cara perdida, mientras ella con sus ojos cerrados y su boquita abierta recibía los vergazos tratando de seguir chupando. Julián me miraba y riendo me decía: “¿Ves lo puta que es esta ricura?”. Ella como aprobando el comentario de Julián y con voz inocente me dijo: “Ven, que para ti también hay”. Así que sin más, decidí integrarme.

Tomé por la cabeza a Vicky metiendo mi verga en su boquita una y otra vez haciendo que me la chupara. Poco a poco me fui relajando y al ver a Vicky mamando nuestras vergas de esa forma, y alternativamente, mientras Julián guiaba su cabeza agarrándola del pelo, decidí tomar la iniciativa y tratar a esa perra como quería. La empujé en la alfombra y le di la vuelta bruscamente levantándole el culo poniéndola en cuatro. “¡Suave!” –decía Vicky ante mi rudeza, aunque la verdad a mí no me importaba. Julián se paró en frente de ella y le dijo: “Tú cállate y sigue en lo tuyo mamacita”. Sin más siguió cogiéndole la boca. Me escupí la mano y se lo restregué en su conchita que ya estaba húmeda. “Bueno mamita, ahora si vas a saber lo que es bueno” le dije mientras preparaba mi verga en la entrada de su vagina. “Métesela duro, así le gusta a esta putita” –me decía Julián, que sin soltarla nunca del pelo la hacía chupársela salvajemente. Vicky sin embargo, sonreía con las cosas que decíamos. “En verdad es puta esta chica” –pensaba para mí. Se la clavé sin contemplaciones, Vicky se exaltó pero no dijo ni una palabra. Ya ella sabía quiénes mandábamos y creo que fue ahí donde se dio cuenta que era nuestro juguete sexual y lo extraño era que parecía disfrutarlo. “Dale duro que a esta zorra le gusta, ¿verdad?” –le decía Julián mientras Daniela se la chupaba y yo le daba verga en su concha. Vicky gemía con su boca llena, moviéndose al compás de mis embestidas.

Viendo cómo se movían sus nalgas le daba cual perra en celo, fue inevitable darle un par de nalgadas. “¡Toma! ¡Toma!” –le decía mientras cacheteaba su culo y veía como su piel se enrojecía. “Así te gusta puta, ¿verdad?” –le decía sin parar de metérsela. Realmente estaba disfrutando insultarla y hasta escupí su espalda, en un estado de excitación nueva para mí. Julián paró en seco. “Ahora me toca a mí. Te quiero dar por el culo mami, seguro que te gusta” –le decía a Vicky obligándola a mirarlo a la cara. La levantó y la tiró contra el sofá como si fuera un trapo sucio. Ella protestó, pero Julián le dio una nalgada y le ordeno callarse. “¡Ponte en cuatro otra vez!” –le ordenó. Vicky obedeció y riendo descaradamente le dice a Julián: “¡Ay, que rudo!”. Julián se paró junto al sofá, poniéndose detrás de Vicky y suavemente lubricaba su verga, mientras la escupe, forzando un poco la entrada. Todo esto mientras Vicky gemía y mordía el sofá. De repente y sin más contemplaciones tomó a Vicky del pelo y con una fuerte embestida la clavó tirando de su cabello con fuerza hacia atrás, obligándola a levantar su cabeza, mientras le recordaba lo zorra que era dándole nalgadas y diciéndole:. “¡Te voy a dejar el culo bien rojo zorra para que me recuerdes!”. Le dio una sonora nalgada. Con la embestida de Julián, Vicky soltó un alarido, tan fuerte que temí que se despertaran los de arriba pero Julián muy “dulcemente” tapó su boca, diciéndole: “¡Que te calles zorra! Vas a despertar a todo el mundo”. Luego tomó su cerveza, sin parar de metérsela le dio unos sorbos, vaciando en la espalda y en el culo de Vicky el resto, para después arrojarle la lata vacía por la cabeza. Ella gemía con sus ojos cerrados y mordía con más fuerza mi sofá. Realmente parecía disfrutar ser tratada así.

Al ver este espectáculo, me pare de frente a ella y hale su cabello, poniendo su cara delante de mi verga y le di unos cuantos golpes con ella antes de hacérsela tragar. “¡Chupa puta, anda, chupa!” –le decía. Estaba cogiendo a la mujer más puta con que había estado y me encantaba. La veía como un objeto al que le podía hacer lo que quisiera y en verdad eso era en ese momento. Siguió chupando, hasta que ya no aguanté más. La jalé fuerte del pelo y la saqué. Le ordené que abriera su boca y acabé en su cara, en su pelo y hasta en su espalda. Le decía: “¡Abre la boca perra!” –mientras lanzaba algunos chorros de semen en su boca. Me sentí como un actor porno, me encantaba. Para entonces Julián seguía dándole por el culo a Vicky sin parar de insultarla, y darle nalgadas. “¡Voy a acabar! ¿Dónde quieres mi semen puta?” –decía él. Vicky abrió sus ojos. “¡Donde quieras!” –le respondió con voz débil. Así que bruscamente la empujó sobre el sofá, le dio la vuelta y masturbándose, se vino en sus tetas y en su cara. “Toma zorra! ¡Qué rico coges puta!” –repetía Julián mientras descargaba toda su semen. Ella lo recibía como si fuera crema, restregándoselo y untándolo en sus tetas, riendo y saboreándose con la lengua.

Para cuando terminamos ya había amanecido. Vicky se sentó como pudo y nos decía riendo lo salvajes que éramos. Luego se echó en el sofá y se quedó dormida. Yo aproveche para tomar la cámara y hacer un primer plano de Vicky, de su ropa en el suelo, de su cara, de su culo y del resto de su cuerpo. Subimos, dejándola ahí tirada llena de semen por todos lados, con sus nalgas rojas, su cabello despeinado y completamente desnuda. Nos fuimos hablando y burlándonos de la forma en que nos follamos a Vicky a ver la película. Con Juanjo quien al oírnos reír se levantó y nos reprochaba por no haberlo despertado para unirse a la fiesta. Juanjo bajó y subió riendo, diciéndonos que ahí estaba todavía tirada en el sofá y desnuda, pero así la dejamos y nos acostamos a dormir. Cuando nos levantamos ya ella se había ido. Desde ese día no he vuelto a saber de ella., supongo que ella tampoco quiera saber más de nosotros. Lo bueno es que aún conservo su recuerdito. En video, claro está.

 

Pasiones prohibidas ®

lunes, 9 de junio de 2025

121. Las penitencias de papá

 

Fui criada en el seno de una familia evangélica tradicional. Papá era pastor de una Iglesia grande, en donde se congregaban alrededor de ochocientas personas los domingos. El sexo siempre fue un tema tabú en las conversaciones familiares, lo único que sabía hasta entonces es que el sexo era solo para procrear y nada más.

Me llamo Melissa y en ese entonces estaba en la transición de la adolescencia a la adultez, tenía 19 años. Mis amigas en la Iglesia decían que tenía un cuerpo digno envidiar aunque fuera pecado hacerlo. Tetas bien proporcionadas, un culo en su medida justa, nalgas duras y una cara de niña buena.

Entre esas curiosidades de la vida, descubrí el porno sin querer y quedé hipnotizada viendo las calientes imágenes que se presentaban a mis inocentes ojos. La chica que estaba en escena era cogida salvajemente por su culo por un hombre que no tenía piedad con ella, haciendo que gimiera como loca. Por razones que no entendía en ese momento, mi vagina se empezó a humedecer y mi respiración se agitó. Sentía como los pezones se me ponían duros y sentía la necesidad de acariciar mi juvenil conchita. Sabía que era pecado hacerlo pero la necesidad era grande, sentí miedo. Sentía que Satanás estaba rondando a mi alrededor y quería hacerme pecar despertando deseos que no entendía. Sin darme cuenta tenía mi mano metida debajo de mi falda hurgando mi vagina, la sensación fue exquisita, me estremecía sintiendo algo extraño que me mojaba aún más. No entendía pero estaba gimiendo con la misma intensidad que la chica de la pantalla, la diferencia que a ella se la estaban cogiendo y a mí no.

Mi cuerpo se estremecía y el corazón me latía a mil, pensaba que estaba a punto de morir e iría al infierno por estar haciendo algo “incorrecto” ante los ojos de Dios. De pronto, una sensación inexplicable de placer me invadió, estaba como poseída y me entregué por completo a esa nueva sensación que me tenía al borde de la locura, mis ojos se ponían en blanco y mi cuerpo se sacudía con furia. Cuando me sentí ya en normalidad, me quedé inmóvil pensando en lo que había vivido y si era pecado o no, si lo era estaba dispuesta a seguir pecando siempre y cuando esas sensaciones siguieran causando el mismo efecto que habían tenido antes.


Desde ese día me hice adicta al porno y a la masturbación, lo hacía todos los días y cada vez lo disfrutaba más. Tenía placenteros orgasmos que me llevaban a la locura y a la desesperación. Después de un tiempo, quería experimentar lo que las chicas de los vídeos sentían al ser cogidas, era un deseo tan intenso que de solo imaginarlo me estremecía por completo. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera para conseguirlo.

Una tarde, estando sola en casa, decidí intentar con una zanahoria, había visto videos en que las mujeres se metían hasta pepinos y pensé que sería demasiado rico preparar mi concha para algo más grande. Me fui a la cocina y busqué una zanahoria en el refrigerador, me fui caliente a mi habitación, pero no podía meterla a pesar de tener la vagina chorreando, ya que estaba tan apretada que no entraba, lo intentaba pero no había caso, me estaba frustrando al no conseguirlo. No hubiese jamás aprendido las delicias de ser una putita con papá, si él no hubiese entrado esa tarde a mi pieza mientras yo me encontraba desnuda sobre mi cama y con mis piernas levantadas, tratando de follar mi coño ardiente, quería apagar esa hoguera que quemaba el interior de mi vagina estrecha que hasta ahora no había conocido macho. No tuve tiempo de bajar mis piernas, quedé como paralizada, además, era mi padre, no podía sentirme atemorizada por el hombre que me dio la vida, él también algo sorprendido se quedó por un momento en el marco de mi puerta sin reaccionar, excepto por la protuberancia espontanea bajo sus pantalones, su verga se habia parado al verme así.

Como ya les había dicho, mi padre es pastor de una iglesia tradicional, sobre el pulpito el pregona una enseñanza cristiana clásica, de respeto a las buenas costumbres y atemoriza a sus feligreses y feligresas contra las transgresiones y los pecados de la carne, los sermones de mi padre son siempre muy vehementes y la gente lo sigue y admira. A su vez, su comportamiento deja mucho a que desear, porque lo he visto cogerse a algunas hermanas de la iglesia que vienen a él en busca de alivio a sus pecados y consejos espirituales, algunas de ellas se arrodillan ante él no precisamente para orar, pero si para hacerse sexo oral, le pegan unas mamadas que él a duras pena se mantiene en pie.


Mi querido padre, se acercó a mi cama y se arrodilló poniendo su rostro a centímetros de mi culito, seguramente percibía el olor a jabón intimo con el que había limpiado mi trasero y mi vagina hacía pocos instantes, su nariz tocó una de mis redonditas nalgas. “Hija, ¿desde cuándo que te entregas al demonio del sexo? ¿No sabes que nuestro creador nos ha dado estos órganos solo con el fin de poder procrearnos? Creo que tendré que aplicarte una sanción moral, creo que tendrás que cumplir una penitencia, hija mía” –me dice en tono serio pero lujurioso a la vez. Se sacó el cinturón, me hizo ponerme boca abajo en la cama y procedió a darle algunos golpes mis nalgas. Tomó en su mano la zanahoria y comenzó a cogerme la concha mientras me azotaba con su cinturón, una mezcla de placer y dolor inundó toda mi zona intima y la juntura de mis muslos, haciendo que los hinchados labios de mi vagina sobresalieran aún más, no sabía si llorar o gritar, pero el castigo de mi padre, muy merecido, por cierto, me estaba llevando al borde de un orgasmo. “¡Oh, papito! ¡Sí! ¡Papacito, castiga a tu hija pecadora, haz que el demonio abandone mi cuerpo, castígame, papá!” –le decía, pero era la única forma de esconder el temblor y los espasmos de mi orgasmo. Mi padre me había regalado un clímax fantástico, bajé mis piernas y él no dejaba de mirar la convergencia de mis muslos, donde mi conchita aún palpitaba, miraba mis tetas y pezones que subían y bajaban con mi respirar jadeante. Se levantó de mi cama y pude ver la macha húmeda en sus pantalones, mi padre había eyaculado también. Salió de mi habitación sin decir una palabra.

La mañana siguiente me levanté y mamá estaba en la cocina, había preparado el café y me ofreció una tacita de tan exquisita bebida caliente y humeante como yo estaba. Bebí unos traguitos, mamá con una sonrisa en sus labios me susurró: “Hija estas creciendo, así que quiero que tengas mucho cuidado, los chicos a tu alrededor con sus miradas lascivas tratarán de seducirte y llevarte al pecado, pecado que te llevará a la lujuria y a la perdición. No lo debes permitir hija mía, solo en el matrimonio un hombre y solo uno, podrá verte por completo y recuerda que el sexo es solo para la procreación, jamás vivas en el pecado”. Estas eran las raras conversaciones que mamá mantenía conmigo, ella siempre se en sus anchos vestidos y sus velos que le cubrían su cuerpo.

Mamá tiene un cuerpo magnifico, pero su educación religiosa le impide de liberarse de todas esas ataduras ancestrales, quizás por eso mismo mi papá busca y encuentra algunas feligresas para coger, el hombre también necesita su parte. Por ese entonces, los placeres de la carne no me habían absorbido plenamente, todavía podía reprimir alguno de ellos, pero no podía dejar de observar y sentir los pechos de mamá cuando me abrazaba y presionaba sus grandes tetas contra las mías, solo nuestros sujetadores y blusas nos separaban, me hubiese encantado seducir a mamá y mostrarle lo maravilloso que puede ser el sexo, fantaseaba besándola, guiándola y haciéndola gozar.

Estaba ensimismada en mis lujuriosos pensamientos que no sentí entrar a papá. “¡Hola chicas! ¿Cómo están mis mujeres favoritas? Mi madre le dio una mirada de repudio a papá, no le parecía bien que él se permitiera un lenguaje burdo en mi presencia. “Hombre, la niña está creciendo debes inculcarle educación y respeto siempre” –le dijo. “¡Lo hago mujer, lo hago! Sin más, anoche le administré un castigo y una penitencia a nuestra niña y sí, me di cuenta de que estaba creciendo. Ahora mismo estoy pensando en sancionarla, lo sé que ella debe ser educada como lo dictan nuestros mandamientos, lo sé” –le respondió él. Me ruboricé completamente al escuchar a mi padre haciendo referencia a lo acontecido la noche anterior, mi vagina se despertó palpitando al recordar el fabuloso orgasmo que papá me regaló. Ahora me enteraba que papá me iba a castigar, no veo la hora de que mamá nos deje solos para someterme a sus acciones correctoras.

Con un beso casto en cada mejilla, mamá se despidió de papá, recordándole que ella como cada mes de agosto, iría al retiro espiritual por el fin de semana, así que quedaríamos solos papá y yo, le recomendó de cuidar de mí y de todo en general, la señora Evelyn vendría a prepararnos por estos pocos días. Papá sonrió al escuchar que vendría la señora Evelyn, él la había follado la semana pasada detrás del pulpito, ella una viuda preciosa, tenía un flechazo con papá, estaba enamorada de él, era íntima amiga de mamá, pero buscaba momentos para estar a solas con papá.

Nos quedamos solos yo y papá, me ordenó de comenzar el aseo de la casa, mientras él pensaba en un castigo apropiado a mi pecado de la última noche. Tomé el escobillón y empecé la limpieza, conociendo a papá, sabía que encontraría algo original y caliente. Estaba limpiando el dormitorio de mis padres, cuando él entro y tomó mi cintura por detrás, sentí inmediatamente su verga erecta contra mis glúteos. “¿Así que mi niña se satisface solita? ¡Eh! ¿No sabes que tienes que confiar a tu padre esos pensamientos pecaminosos?” –me preguntó mientras acariciaba mis tetas y me bajó mi pantaloncito hasta los muslos. “Sí papá, sé que tengo que acudir a ti que eres mi confesor” –le respondí casi jadeando. “pues bien, niña mía, por esta vez y solo por esta vez, tendrás que ponerte de rodillas ante mí y aceptar tu castigo” –me dijo. ¡Está bien papá! ¡Lo haré!” –le dije en un tono muy caliente. Se bajó el cierre de su pantalón, su verga gorda y larga saltó como un resorte hacia adelante. “Ahora hija mía, arrepiéntete como se debe, toma tu castigo, tómala con las dos manos y haz lo que tienes que hacer” –me dijo. Agarré su verga la lleve a la boca, tal como había visto hacer a la señora Evelyn, fue una mamada de unos quince minutos. “Eso hija, se ve que sabes cómo vivir el proceso de arrepentimiento” –me decía mientras se la chupaba. Casi no me cabía en mi boca pero estaba disfrutando de esta nueva penitencia a la que estaba siendo sometida tanto como la primera. No tardó mucho para que papá me dejara con los cabellos y el rostro llenos de su semen, sentía tan húmeda mi conchita que lo hubiera dejado cogerme si él lo hubiera querido. Pero salió de la habitación, recomendándome de acudir a él cada vez que el demonio se hiciera presente en mi cuerpo.

Como a eso de las seis de la tarde tocaron a la nuestra puerta, era la señora Evelyn que venía a prepararnos la cena, ahora que la veía de cerca no podía dejar de notar y apreciar que la mujer que era, yo mido 1,71 ella seguramente era unos tres o cuatro centímetros más alta, vestía una falda ceñida que llegaba justo sobre sus rodillas, sus piernas muy bien torneadas, calzaban unas medias oscuras que hacían juego con su traje, la blusa blanca impecable con cuello redondo, tenía dos botones desabrochados, lo que permitían ver el escote generoso con la hendidura que separaba sus dos magníficas tetas, papá tiene muy buen ojo, pensé. “¡Oh, señora Evelyn! Bienvenida a nuestra casa” –dije haciéndola entrar. “Tú debes ser Melissa, la hija de Samuel y Cristina, ¿verdad?” –dijo ella con una sonrisa y mirándome de pies a cabeza. “Así es señora, mi padre todavía no regresa, ya que tuvo que ir a atender algo en la Iglesia, pero es la hora en que él vuelve así que no tardará mucho, venga que le muestro la cocina” –le dije con amabilidad. Nos fuimos a la cocina y le enseñé donde estaba cada cosa, ella me dijo que mi madre ya se las había mostrado, así que le dije que me iba a mi cuarto a estudiar, muy bien dijo ella. Me fui a mi pieza a gemir como endemoniada mientras me tocaba la vagina pensando en esa sensual mujer que estaba abajo.

Papá regresó a la hora habitual y me llamó cuando la cena fue servida, nos sentamos los tres a la mesa y hablamos de asuntos de la iglesia, la reunión dominical, los sermones de papá. La señora Evelyn no dejaba de elogiar a mi padre, haciendo notar lo significativo de sus palabras, la fuerza y la voluntad de él para hacer de pastor a este rebaño rebelde. Papá, apenas terminamos de cenar me ordenó de irme a la cama, obedecí prontamente, pero su insistencia despertó mis sospechas.

Como a eso de las 22:30, me levanté porque sentí ruidos, la puerta del dormitorio de mis padres estaba entreabierta, no pude resistir mi curiosidad y fui a observar. Papá estaba de pie con su verga al aire, la señora Evelyn estaba desnuda y de rodillas ante él, sus pechos grandes entre sus antebrazos que se mantenían a la altura de su mentón con las manos juntas en modo de súplica u oración, papá estaba administrando una de sus benditas penitencias. La señora Evelyn murmuraba tenuemente una especie de cantico, como una oración, papá con su voz particular y potente le ordenó arrepentirse de sus pecados, que él liberaría su alma pecaminosa, que le mostraría el sendero del bien, así diciendo empujó su cabeza, los movimientos de la señora Evelyn eran obvios, estaba chupándosela a papá, se me escapó un gemido y papá volteo su cara. “Melissa, no te quedes ahí parada entra, entra si no quieres que vaya a buscarte con mi cinturón” –dijo papá. Entré atemorizada, la señora Evelyn como en un trance continuaba su labor, yo estaba con la cabeza baja, hacia el suelo “¿Papá puedo mirar?” –le pregunté. “Sí, hija puedes mirar así aprenderás como se hace, aunque tengo claro que si sabes hacerlo” –me respondió. Entre más miraba, más me calentaba, sentía como mi vagina se mojaba y punzaba deseosa. “¿Papá, me puedo tocar?” –pregunté con la calentura corriendo por mis venas. “¡No! No puedes, a menos que quieras una penitencia hoy mismo, yo te absolveré de tus pecados si te tocas” –me respondió. Así que me bajé mi pijama y comencé a refregar mi concha frente a papá. Mi padre respiraba afanosamente cogiéndose la boca de la señora Evelyn, de pronto sus gruñidos guturales me advirtieron que sus chorros de semen se descargaban en la garganta de la caliente señora.

Papá me miraba severamente, dijo: “Hija con el dolor de mi alma impura, me obligas a sancionar tu conducta permisiva”. Papá hizo alzar a la señora Evelyn y la hizo acostarse en la cama matrimonial, sus senos desnudos ocupaban todo su pecho, sus pezones túrgidos apuntaban hacia lo alto, respiraba agitadamente, papá vino hacia mí y me tomó de la mano, me acercó al lecho. “Hija esta mujer impura necesita ser castigada, tú serás el instrumento que nuestro glorioso Creador usará para tal propósito” –dijo él. Me empujó acomodándome en medio a los muslos de la señora Evelyn. Papá puso su mano sobre mi nuca y me dirigió a los labios carnosos de la vulva de la señora mayor, ella lanzó un gemido y se estremeció, giró su cabeza a un lado y cerró sus puños, como si estuviera crucificada sobre las sabanas, se aprontaba a recibir la penitencia impuesta por papá. Mi lengua saboreaba por primera vez una concha, y que chocha ¡mi dios! El coño de la señora Evelyn, no era frondoso, estaba totalmente depilada. Para ser una mujer madura, su vagina no denotaba la edad de ella, su vulva era juvenil, mi padre empujaba mi cabeza sobre sus labios hinchados, la señora Evelyn movía sus caderas no pudiendo reprimir su placer, mi padre soltó mi cabeza y salió de la habitación.

Volvió con una zanahoria en su mano e inmediatamente comenzó a coger mi vagina, gemí y enterré mi cara en la vagina de la señora Evelyn que estaba ocupada en tironear de sus propios pezones. Papá me cogía rítmicamente, yo arqueaba mi espalda y sentía su verga golpeando mis muslos, me empujó hacia un costado, con su verga en la mano se posicionó entre los muslos de la señora Evelyn y la metió con fuerza, con vigor, la castigaba bien castigada, ella sufría sus embates y lanzaba graznidos de misericordia, pero el ímpetu y celo de papá eran potentes, no dejaba de darle con fuerza, la pobre señora sucumbía bajo la fuerza de papá, ella golpeaba la almohada con su cabeza y emitía sonidos guturales, era el demonio que escapaba de su cuerpo, la furia del mal movía a la señora Evelyn como una marioneta, mi padre salía victorioso desalojando al maligno y dejando el cuerpo de la señora Evelyn libre de pecados. Canticos de querubines y bienaventuradas trompetas hacían a la señora Evelyn deslizarse en un letargo, con los ojos cerrados se sumergía en un sueño celestial post coital. Era un momento mágico, casi místico aunque lleno de lujuria.

Papá se giró hacia mí y mi dijo: “¡Vamos a tu pieza jovencita!”. Mi pijama en el piso de la habitación, con mi culito desnudo corrí a mi cuarto a someterme a la voluntad de mi todopoderoso padre terrenal. La verga de papá se balanceaba de lado a lado, él no había acabado dentro de la señora Evelyn, su erección estaba en gloria y majestad, él entró a mi pieza y me hizo recostar, se montó a caballo sobre mi vientre y comenzó a jalar de mis pezones. “Al parecer no escarmientas, ¿verdad?” –decía mientras refregaba su verga entre mis tetas, cada vez que yo trataba de responder, la punta de su verga se metía entre mis labios. “No tienes respuestas ni excusas para tus pecados ¿verdad? Entonces te haces merecedora de un castigo más severo. Voltéate y no me mires” –dijo. Me giré, él se deslizó sobre mis muslos y comenzó a hurguetear mi pequeño orificio anal. De siempre he sido muy sensible a esas caricias, para llegar a un orgasmo más gratificador, un dedito en el culo es lo mejor, pero ahora papá había introducido tres dedos en mi culo y me cogía con ellos, forzaba el hoyito, lo ensanchaba, me hacía gritar y eso lo perturbaba, para dejarlo contento de vez en cuando sollozaba y fingía de escapar de sus excitantes torturas, pero estaba en el paraíso con él ocupado a hacer huir al diablo en mi interior para liberar mi alma.

Papá puso una mano en mi boca y apuntó directo a la hendidura de mi culito, su verga se metió de una dentro mi canal anal, grite y patalee un poquito, así hacia gozar a papá, pero el verdadero goce lo estaba sintiendo yo, disimuladamente empujé mis nalgas hacia atrás, quería más, su verga robusta llenaba mi recto. Me folló por cerca de diez minutos, justo cuando me encontraba en el ápice del placer, se detuvo. “¿Sabes hijita? Tu culo es un regalo divino, tu madre jamás me ha permitido tocarle las nalgas y yo ahora tengo toda mi verga dentro de tu culo, la cosa que más quiero” –dijo él. “Yo también te quiero papá, pero no te detengas que estaba tan riquita tu verga en mi trasero” –le dije con total calentura. “Está bien hija, eso quiere decir que aceptas de buen grado mis penitencias” –dijo él. “Sí papá, acepto, sabes que soy una más de tus feligresas que sienten devoción hacia ti” –le respondí.

Papá tomó esto como un cumplido y comenzó a perforar mi culito sin misericordia, un gran placer volvió a apoderarse de mi cuerpo, mis chillidos y gemidos lo excitaban aún más y sus golpes contra mis glúteos aumentaron en intensidad y velocidad, papá me follaba con todo su poderío, su verga se sumergía en lo profundo de mi ano haciéndome temblar de placer, mis manos habían agarrado una almohada y mis uñas se enterraban en ella, hubiese querido otra verga en mi conchita, la conexión con papá era total, adivinando mis pensamientos, papá inserto sus dedos en mi coño y masajeó mi clítoris magistralmente, me retorcí en sus brazos cuando su néctar seminal comenzó a inundar mi culo y las ondas del orgasmo deseado me dejaban exhausta y sin respiro, pero felizmente ensartada en su deliciosa verga. Me costó unos momentos reponerme, sentí que la verga de papá salía de mi ano, dejándome un vacío enorme, su semen cálido chorreaba por mis muslos, tenía una pierna ligeramente doblada y mis tetas sobre la almohada, en esa extraña posición me quedé dormida, no escuché cuando papá salió de mi cuarto.

Al día siguiente, muy de mañana, los rayos del sol bañaban la copa de los árboles de la pequeña plaza, había un agradable olor a café fresco, me fui a duchar y después me vestí con pantaloncitos cortos, pero de esos que se usan para yoga, mi vagina se notaba claramente. Me puse una sudadera cortada hasta el ombligo que quedaba ligeramente levantada dado el tamaño de mis senos, me fui a la cocina. Papá viéndome así vestida, me dijo: “Hija te estás haciendo acreedora a una penitencia con esos harapos con los que te has vestido, ¿o vas a cambiarlos o vienes a sentarte en mi regazo para enseñarte algunas cosas?”. “¡Oh, Papá! Está bien, pero deja que me sirva un poco de café” –le dije. Me serví una generosa tacita de café y me fui a sentar en las piernas de papá. Apenas me senté, papá comenzó a acariciar mis tetas, presionaba mis pezones entre sus dedos, entre sorbo y sorbo de café, mis gemidos se subseguían uno tras otro, papá metió su mano debajo de mi pantalón y bajó hasta mi vagina. “¡Oh! Por dios nena, pero si estás toda mojada” –dijo con asombro. “Sí papá, es lo natural cuando tú me administras tus penitencias” –le dije. “¡Oh, sí, hija! Ese es el demonio que sale de tu cuerpo, verás como lograremos hacerlo escapar, verás como lo hacemos padecer la ira de nuestro Salvador” –dijo. Rasgó la parte baja de mi pantaloncito, se abrió el cierre del pantalón y sacó su polla colosal y de una la hizo entrar hasta la mitad en mi conchita mojada.

Lancé casi un alarido, mi cuerpo se puso rígido, me había empalado en su verga y comenzaba a coger. Alejé la taza de café y me agarré con ambas manos a la mesa, mi padre me tenía sentada con las piernas abiertas, mi espalda apegada a su pecho, con ambas manos sujetaba mis tetas, con su fuerza muscular me subía y bajaba sobre su verga, estaba admirada por su fuerza, seguramente la Santísima Trinidad lo hacía así de poderoso, beatamente me gozaba su verga incrustada en mi vagina adolescente, mi concha succionaba su verga con ardiente pasión, alababa ese órgano varonil y viril que me poseía.

Mi padre fue el primero en acabar. “¡Vete demonio maldito, deja mi cuerpo! Déjame limpia llévate tu lujuria impía!” –decía casi como una súplica. Sus chorros de semen no cesaban de llenar mi vagina que también convulsionaba a sus estoques fervorosos, temblores recorrían mi cuerpo, mi padre me sacudía. “¡Sí, hija, expulsa ese diablo, expúlsalo, libérate! ¡Tu espíritu será redimido, verás que te sentirás plena cuando el malvado deje tu cuerpo!” –decía él gimiendo. Continuaba cogiéndome prolongando mi orgasmo esplendido. Quedamos sin respiro, papá se levantó con su verga bañada y aun goteando, me dijo: “Termina tu penitencia hija mía”. Me arrodillé y chupé su verga hasta que quedo fláccida pero totalmente pulcra, se subió el cierre y se fue a la iglesia.

Fui al dormitorio matrimonial, y la señora Evelyn dormía todavía, estaba boca abajo con una pierna doblada, se veía su culo espectacular, su vagina gordita mostraba de haber sido follada, relucía con el semen de papá, me acerqué sin hacer ruido y comencé a lamer esos labios vaginales carnosos, después de un rato, sus gemidos me indicaron que se estaba despertando. “¡Oh Giovanna, eres tú!” ¿Te gusta mi concha?” –dijo ella. “¡Sí que me gusta mucho! ¡Más aún si tiene el sabor de papá!” –le dije metiéndole tres dedos en su vagina. Ella gritó y gimió, luego levantó su pierna y me hizo espacio entre sus muslos, ahora le estaba metiendo mis cinco dedos en su concha que estaba muy apretada, le besé el clítoris y ella se sacudió y echó su cabeza hacia atrás, abrió más sus piernas y me dijo: “¡Fóllame con tu mano! ¡Méteme toda tu mano dentro!”. Era precisamente lo que estaba tratando de hacer, pero su coño apretado no me permitía pasar toda mi mano. Estimulé su vagina hasta que salían sus a chorros, empujé mi mano haciendo un poco de presión hacia abajo, mi mano desapareció hasta mi muñeca, la humedad, la delicadeza, la suavidad que su vagina ejercían en mi mano, succionándola más y más adentro, me hicieron pensar que la verga de un hombre debe sentir todas esas sensaciones maravillosas cuando follan a una mujer.

La señora Evelyn contraía su chochito entorno a mi muñeca, yo la cogíaa con una calentura increíble, quería que su vagina experimentara un orgasmo único y salvaje, un orgasmo que solo una mujer puede dar a otra mujer, encerré sus clítoris entre los labios de mi boca y lo chupé hasta que comenzó a contorsionarse sin control, aullando que la follara con más fuerza, cuando más jadeaba y gritaba un chorro de fluido salió de su vagina mojándome el rostro y derramándose sobre mis tetas, ella agarraba mi antebrazo y empujaba mi mano más adentro de su vagina. La caliente Evelyn se repuso después de una decena de minutos, me recostó sobre sus pechos maduros, me besó en los labios y tocó mi vagina con sus dedos percibiendo que estaba todo mojado y aun con restos pegajosos de la esperma de papá.

Nos levantamos y nos bañamos juntas en la ducha, después de vestirse, ella se fue a la cocina, preparó café y nos sentamos a conversar de lo sucedido, de lo mucho que ella estimaba a mi padre, que era su confesor desde hace unos meses y todas esas cosas. Yo le dije que mamá regresaba la mañana siguiente, así que había tiempo para gozar de las penitencias de papá, a ella se le iluminaron los ojos y sus labios sonrieron en forma lasciva, mientras mordisqueaba sus propios labios.

Ella y yo nos transformamos en amigas y devotas feligresas de mi padre, sabemos que no somos las únicas, pero somos las más privilegiadas de sus ardores eclesiásticos y puritanos, estamos siempre prontas a servirlo y a respetar su autoridad espiritual.




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