Mi nombre es Iván. Todo comenzó por accidente, vi a mi mamá desnuda en ese tiempo vivía con mis padres, mi mamá tenía 38 años y yo 18 años, papá tenía 42 años .Vivíamos en un pueblo rural de Chile, mi mamá no es modelo ni va al GYM; es una mujer que se mantenía muy bien subiendo y bajando los cerros. Mi mamá y yo teníamos una relación normal, diría hasta fría pues siento era muy dura conmigo siempre se cuidaba mucho. Se bañaba cuando yo no estaba y nunca se cambiaba de ropa frente a mí. Siempre decía que una madre no podía estar mucho tiempo a solas, pues la curiosidad de los hijos hacia las madres podía llevar a otro camino; por lo que ella trataba de que no estuviéramos solos mucho tiempo. Sin embargo, una noche cambió todo.
Teníamos planes con un primo de ir con las “cariñosas” a descargar el armamento, pero por cuestiones de trabajo mi primo me dijo que no podíamos ir ese sábado que al siguiente sí. Me llamó y charlamos de cosas sin importancia, de pronto me preguntó por mi padre. Le contesté que lo seguro era que estaría tomando con los amigos y los compadres. Me preguntó: “¿Estás solo con tu mamá?”. Le respondí que sí. Me preguntó: “¿Nunca la has visto desnuda?”. Le contesté que no, ya que ella casi siempre hacia sus cosas cuando no estaba y siempre era cuidadosa en ese sentido. Me dijo: “Acá entre nos, yo si he visto a mi mamá muchas veces desnuda”. Yo curioso le pregunté: ¿Cómo tiene la vagina?”. Me respondió: “Este es un secreto entre tú y yo. Te digo y cuando veas a tu mamá desnuda me cuentas”. Obviamente le dije que sí. “Mamá tiene muchos pelos en la concha, ya incluso se le ve un poco abierta por todas las cogidas que mi viejo le ha dado. Ya sabes que es de tetas grandes pero tiene sus pezones gruesos con una areola que oscura” –me dijo.
La verdad tuve una erección imaginando a mi tía desnuda. Mi mente voló por algunos segundos y sin darme cuenta me estaba pajeando pensando en mi tía y en esa concha llena de vellos moviéndose en mi verga. Le dije a mi primo que debía irme. Me dijo: “¿Te calentaste? Bueno, pajéate en honor a mi madre y disfruta”. Por otra parte mi mamá estaba en su cuarto viendo una película, cuando entré a la casa la sentada en la cama. Eran las 20:00hrs., agarró su ropa y me dijo que se iba a bañar.
El baño era improvisado con costales donde vendían la azúcar, había varios hoyos. Mi papá nunca se había dado el trabajo de hacer algo decente, ya que según él no tenía tiempo, para él era más fácil pasar tiempo con sus amigotes que dedicarse a mantener la casa decente. Mamá me dijo: “No vayas andar de curioso queriendo ver lo que no debes ver”. Siempre me lo repetía pero esa noche me acosté en una hamaca en el patio mirando las estrellas. De pronto, escuché que se estaba bañando lanzándose agua con un tiesto, no sé si fue una alucinación de mi parte pero escuché como si alguien me dijera: “¡voltea hacía el baño!”. Lo hice, ahí estaba mi madre desnuda sentada en cuclillas, pude ver muy bien sus pechos de buen tamaño y contrario a lo que había dicho mi primo, mi madre no tenía no un solo vello en su vagina. Vi como se la abría para lavarse bien, lógicamente mi verga se puso dura al ver a mi mamá desnuda por primera vez, por unos 20 minutos la estuve viendo después se secó bien, levantó la pierna para secarse su concha. Se puso su loción para el cuerpo y su desodorante, terminó, se puso una bata delgada que con la luz dejaba ver su desnudez. Como era lógico traía una erección muy fuerte que no podía esconder. Me vio de reojo pero no me dijo nada. Antes que saliera del baño me fui a la hamaca y me acosté haciendo como si nada pasara. Entré a la casa y hablamos de cosas sin importancia que yo no puse atención a lo que me decía, muchas cosas pasaron por mi cabeza en ese momento; tenía ganas de tomarla por la fuerza y violarla, o abrir su bata y cogerla pero no hice ninguna de las dos cosas era, obvio que si mi padre no llegaba a las diez de la noche ya no llegaría hasta el siguiente día. Por primera vez me dijo que dejaría la puerta abierta de su cuarto por si se me ofrecía algo. Se me hizo raro que me dijera eso. En ese instante no entendí que era una invitación a entrar as u cuarto y que pasara algo entre nosotros, Pero mi inocencia me ganó y no entendí ese mensaje que hizo cambiar de forma de pensar de mi mamá. Ahora la pregunta era que esa noche: Si voy a su cuarto, ¿estará con la bata o desnuda? De ser una mamá dura conmigo, pasó a ser una mamá dulce en cierto modo, cambiando su forma de actuar conmigo.
Por mi inexperiencia no entendí sus mensajes. Me fui a dormir pensando en eso. No podía dormir, mis pensamientos me tenían con la cabeza hecha un nudo, intentaba cerrar los ojos pero se me venían las imágenes de mi madre en el baño. Otra vez esa perversa e incestuosa erección llegó pero esta vez en la soledad de mi cuarto me dejé llevar por el deseo y me empecé a masturbar con la deliciosa imagen de mi madre desnuda. Imaginarla haciendo cosas sucias era demasiado excitante para mi imaginación, me gustaba el morbo que me provocaba y cada vez me masturbaba con más fuerza. Solo bastaron unos minutos para eyaculara, mi mano y parte de mi abdomen quedó llena de semen, la imagen que tenía en ese momento era que ella me estaba chupando la verga y acababa en su boca y se tragaba todo mi semen. Fue un momento exquisito y delirante. Al fin mis ojos se cerraron y pude conciliar el sueño. Hubo un momento en que me desperté, tenía sed, fui a la cocina por un vaso con agua, cuando pasé por el cuarto de mamá vi la luz encendida, levanté la cortina, vi la bata en la silla y ella totalmente desnuda, sus pechos parados y lampiña vagina, estaba acostada bocarriba con las piernas abiertas.
La tentación me venció caminé hasta su cama la observé, me arrodillé a su lado y toqué su vagina suavemente, con mucho miedo; había visto mujeres desnudas antes pero ver a mi madre era algo prohibido, perverso y caliente. No sabía qué hacer, si seguir bajando hasta la abertura o simplemente tocar su vulva. Mi calentura era demasiada, me masturbé como un enfermo, tratando de no hacer ruido, ya que si me descubría haciéndolo lo más probable que me diera una paliza. Seguí masturbándome hasta que no aguanté más, acabando fuera de su vagina, dejándola llena de semen. Con miedo me fui a dormir, temiendo que a la mañana me diera una paliza y me acusara con mi padre cuando llegara, pero no sucedió nada. Cuando desperté ya estaba bañada vestida con su blusa mangas cortas y su falda normal debajo de las rodillas, su delantal, como toda una señora ama de casa. Me saludó normal, temo lo peor, pero por fortuna no me dijo nada Espere con ansias que en la tarde se bañara, aun estando mi padre en la casa me arriesgué y la espié bañándose. Vi cómo se lavó la concha. Vi su culo, por otra parte mi padre comió, se bañó y se fue quien sabe dónde porque no nos dijo. “No creo que tú padre llegué a la casa, te dejo la puerta de mi cuarto abierta por si se te ofrece algo” –me dice mi madre. Esta vez no desaproveché, abrí su bata y toque su vagina y sus tetas grandes. Se hizo la dormida, pues me volví a masturbar y acabé en su vagina como la noche anterior. Me fui a mi cuarto más tranquilo, ya que mi padre no volvió. Seguía caliente, quería ir más allá pero mi conciencia trataba de detenerme pero mi calentura era demasiada, decidí levantarme e ir otra vez a su cuarto, ya no con la intensión de pajearme a su lado, sino cruzar más allá el umbral de la decencia. Ahora, estaba sin bata, desnuda y con las piernas abiertas como si supiera lo que estaba pensando. Abrí su concha y pasé mi lengua por su clítoris, se agarraba las tetas y empezó a gemir como nunca antes la había escuchado, se veía tan exquisita jugando con sus tetas y esos deliciosos gemidos resonaban en mis oídos calentándome más.
Me detuve un momento, la cordura ya se había alejado de ambos y la lujuria era la que dominaba nuestras intenciones. Unté saliva en mi glande y en su vagina, acomodé mi verga en la entrada de su mojada conchita y se la metí despacio; estaba apretada, su vagina ponía resistencia, pero no pasó ni un minuto y su concha se devoraba mi verga lentamente. Poco a poco aumenté el ritmo, haciéndolo más perverso y placentero para ambos, ahora con sus piernas en mis hombros y viendo su cara de placer se la empecé a mover con más fuerza. Era demasiada la calentura que me invadía, sentí un gran escalofrío y la verga me empezó a palpitar. Ella se retorcía de placer y me pedía que acabara dentro, obediente a los deseos de mi madre puse más fuerza en mis movimientos, su vagina se contrajo, fue un apretón tremendo que me dio, que no pude resistir más y acabé dentro de su vagina. Sonrió y me dijo: “Duerme esta noche aquí, ya que estamos solos”. Por la mañana se bañó y se vistió como una señora ama de casa, por mi parte temía que me reclamara algo pero no me dijo nada otra vez. Se vistió como siempre, como una señora, aunque ambos sabíamos que en la noche anterior su vagina se había tragado la verga de su hijo.
Yo estaba embobado mirándola, pensaba que fue un sueño húmedo, pero fue real, ya que nuestras caras decían todo sin necesidad de palabras. Ella me miró y me dijo: “Tú bien atento mirándome las nalgas y las tetas. Apuesto que te imaginabas como tendría la concha, si peluda o lampiña. Ahora me miras más sabiendo que estamos solo tú y yo”. Sin poder esconder lo evidente le dije: “A usted nunca le he visto con un vestido corto y pegado”. Mi mamá sonrió dijo: “Pero te gustaría verme así. ¿Sí o no?”. “No creo que se anime a ponerse uno así pues que diría la gente” –le dije. “Claro que sí me animo a ponérmelo pero solo aquí en la casa, pues solo tú me vas a mirar” –dijo ella con una sonrisa. “Entonces, ¿sí se lo pondría?” –le pregunté. “Ya te dije que sí. Además, sería algo entre tú y yo” –respondió. “Si alguien nos escuchará la plática que estamos teniendo siendo madre e hijo nos queman en la hoguera, ya sabes cómo son aquí de mojigatas” –me dijo sonriendo. “Vaya a ponerse la bata sin nada debajo” –le dije. “¿Cómo crees? Soy tu madre, no se te olvide” –dice ella. “Anoche también lo era, ¿acaso a usted se le olvidó que soy su hijo?” –le dije mirándola a los ojos. No dijo nada, pero le insistí hasta que gané por cansancio. Volvió con la bata puesta sin nada debajo.
Quedé con la boca abierta al verla, se veía a mi gusto sensual, mi verga reaccionó de inmediato ante el estímulo visual. “Abrase la bata y déjeme verla” –le dije. Ella no contestó nada, estaba titubeante. Le insistí una vez más hasta que dijo: “Hazlo tú, te doy permiso”. Me acerqué, le abrí la bata quedando a mi vista su vagina. Mis ojos se abrieron como platos al verla. “¿Te gusta lo que ves?” –me preguntó. Sin titubear le contesté: Me gusta mucho, se ve mucho mejor que cuando se viste normal. “Para ti voy a vestirme diferente, como tú me lo pidas” –me dijo. “¿Te vestirías cómo doña Josefina, la zorra del pueblo?” –le pregunté. “Aunque nunca me he vestido así, contigo lo haría” –me responde. Solo con mirarla ya sentía que me la estaba cogiendo, la sensación era indescriptible, su cuerpo desnudo me calentaba como ninguna de las putas que frecuentaba con mi primo. “¿Qué esperas? Bájate el bóxer, quiero ver tu verga, anoche la sentí y fue delicioso pero ahora quiero verla” –me dijo. Su cara fue de asombro, solo dijo: “Por eso lo disfruté tanto. Podrías complacer a cualquier mujer”. “Tú también podrías complacer a cualquier hombre, pero quiero que me complazcas a mí. ¡Ponte de rodillas y chúpamela!” –le dije. Se puso de rodillas y se metió mi verga en la boca y empezó a chupármela. Fue la sensación más placentera y morbosa que jamás haya experimentado. Mientras me la chupaba, le agarraba las tetas, disfrutaba tanto de su boca como de sus tetas, estaba demasiado caliente. Se aferró a mi verga con fuerza y me dijo: “¡Vamos al sofá!”. Se puso de pie sin soltar mi miembro y me llevó al sofá, me sentó y ella se puso encima de mí, pasaba mi verga por la entrada de su vagina, se pasó los dedos de su mano libre en la boca y embadurnó de saliva su conchita e intentó metérsela sin conseguirlo. “Quiero que la chupes hasta dejarla más mojada de lo que está” –me dijo. Puso su vagina en mi cara y yo como un adicto empecé a lamer si clítoris, mi mamá se retorcía y decía que no me detuviera, que le gustaba la forma en que se lo estaba haciendo, incluso le metía la lengua en su concha caliente y húmeda. Tomaba mi cabeza, la hundía en su deliciosa vagina. Estaba casi al borde del orgasmo, no me detuve por más que suplicaba para que se la metiera, quería que acabara en mi boca y sentir sus tibios fluidos desbordarse y embriagarme de placer. “Ya no aguanto más hijo, por favor, para” –me decía jadeando. Hasta que al fin acabó y me deleitó con sus exquisitos fluidos. Ahora ya estaba mojada como lo había pedido, así que se sentó en mi verga la que se metió ya sin problemas en su vagina. Se empezó a mover lentamente, su cara de caliente me tenía embobado, le apretaba las tetas mientras ella aumentaba sus sensuales movimientos. No sabía que era una puta que se escondía detrás de la imagen de una mujer recatada, era una puta con todas sus letras pero mal cogida por el estúpido de mi padre que prefería más estar bebiendo con los amigos, en vez de cogerse a la hembra que tenía por mujer. Sentía como se le contraía la vagina y con sus gemidos hacía más intenso el momento. “¡Eso mijo, cógeme, dame esa verga hasta el fondo!” –decía sin control. Estaba la muy zorra teniendo otro orgasmo, su cuerpo vibraba y se sacudía de la manera más perversa que jamás vi. Tomó un minuto de descanso y siguió con movimientos suaves, como toda una experta cogiendo. Le apretaba las tetas y le retorcía los pezones. “¡Quiero que grites zorra!” –le decía con toda la calentura que había en mí, ella gritaba y gemía, total no había nadie que nos pudiera escuchar y la fortuna de estar en el campo es que los vecinos están a varios metros de distancia. ¡Eso, dame verga hijo!” –me decía entre gritos y gemidos. Estaba alucinando con mi madre encima de mí, hasta que ya no resistí y acabé, llenándole la concha de semen. Ella sonrió y me dijo: “¡Me la metes tan rico!”. “¡Vale la pena tener una puta en casa!” –le dije.
Después de tomar aire por unos minutos, mamá fue a la cocina y trajo un pedazo de papel secante, después limpió mi verga, me miró a los ojos y dijo: Vamos a mi cama para mayor comodidad”. La seguí y al entrar al cuarto se subió a la cama y se puso en cuatro. “¡Métemela otra vez! ¡Cógeme como a las putas que te coges cuando sales con tu primo!” –me dijo. Sin dudarlo se la metí de una estocada, ella soltó un grito de placer y empezó a seguir mis movimientos, lo hacía perfecto, se movía como toda una experta puta, no parecía la buena ama de casa que decía ser, sino una puta caliente y adicta a la verga. Le acariciaba sus ricas nalgas mientras veía como mi verga entraba y salía de la concha ardiente de mamá. Ahora la tenía en cuatro y me la estaba cogiendo como un salvaje. “Hace mucho tiempo que tu padre no me toca ni un pelo, la calentura me tenía enojada y ahora tú me estás dando lo que me necesito” –me decía gimiendo y moviéndose para que mi verga siempre estuviera dentro. Al escucharla, me aferré de sus caderas y la embestía con fuerza, haciéndola gemir deliciosamente. Tras unos minutos acabé dentro de su vagina apretada y caliente.me quedé un rato adentro de su concha sintiendo los espasmos de mi verga después de eyacular. Le saqué la verga y se volteó, la limpió con su lengua sacando hasta la última gota de semen que había quedado, después se metió las manos en la vagina y lamió sus dedos, degustando mi semen mezclado con sus fluidos, era toda una zorra que me tenía embobado. “Aún no hemos terminado cariño” –me dijo. Se acostó bocarriba, abrió sus piernas y me dijo: “¡Métemela otra vez!”. Entendí perfectamente el mensaje y me subí encima de ella y se la metí con lujuria, disfrutaba cogérmela, que fuera mi puta en la cama. Nos besábamos con pasión como dos lujuriosos amantes. Esta vez ambos acabamos a la vez, la sensación fue tan placentera que mi verga se hundió hasta el fondo, descargando semen a destajo. Me dijo que la cogiera de lado, levanté su pierna y se la ensarté en su sucia vagina, la tomé del pelo y le pregunté: “¿Te gusta que te cojan como puta?”. “¡Si, me encanta! ¡Dame verga! ¡Alimenta la concha de esta puta con tu verga!” –me decía sin parar de gemir. Tanto era el placer que me vacié otra vez en su interior. El suspiró que dio al sentir como mi semen la llenó por completo fue incomparable.
Se levantó y se fue a la lavar las manos para preparar la cena, habíamos estado cogiendo todo el día y nos dimos cuenta del tiempo. Yo me quedé en la cama pensando mil cosas sobre lo rico que cogía mi madre. Cuando fui a la cocina estaba con la bata puesta, sin calzón y mi semen escurriendo por sus muslos. Nos besamos y cenamos después. Eran las once de la noche, estábamos en la sala viendo televisión abrazados y me dice que si me quedaban fuerzas para seguir cogiendo. Obviamente le respondí que sí, ya que estaba igual de caliente que en la mañana. Le pregunté: “¿Tu concha aguantará otra vez mi verga?”. “Siempre estará disponible para ti cuando lo quieras” –me respondió. Nos fuimos a su cuarto y se sentó en la cama, me quitó el bóxer y empezó a chupármela. ¡Oh, que rico lo hacía! Me gustaba esa forma sensual que tenía para envolver mi verga con su boca. La tomé del pelo y me empecé a mover con fuerza para cogerle la boca, ella se ahogaba y babeaba, sus ojos se llenaron de lágrimas, era la imagen más sensual que había visto. Se acostó a la orilla de la cama y yo puse sus piernas en mis hombros, la miré con deseo y le dije: “Las putas también cogen por el culo”. Cerró los ojos cuando sintió el glande acomodarse en la entrada del culo y sin decir nada se la metí como un animal. Dio un grito de dolor y comencé a metérsela a un ritmo fuerte sus gemidos eran fuertes. “¡Eso, gime puta!” –le decía sin parar mi ritmo, el que era despiadado. “¡Me vas a romper el culo!” –me decía. “¡Deja de hablar zorra y gime!” –le decía mientras apretaba sus muslos. “¡Oh, encanta sentirla dentro! ¡Ay, mi culo, me lo vas a dejar abierto!” –me decía gimiendo y retorciéndose. No se pudo contener por más tiempo y me regaló otro orgasmo que se sintió en todos los rincones de la casa. Yo seguí cogiéndole el culo como poseído hasta que acabé en su apretado agujero llenándolo de semen. “¡Oh, cariño me arde el culo! ¡Me encantó que fueras el primero en abrirlo!” –me dijo.
Después de estar exhaustos cogiendo, sudados y mi madre llena de semen en todos sus agujeros, me preguntó: “¿Te gusta cómo cojo? ¿Te gusta mi concha? ¿Te gustó abrirme el culo?”. Le respondí: Eres toda una puta, me encanta como coges, eres una mujer exquisita para esconderte en el papel de la ama de casa. Tienes una concha muy exquisita y un apretado culo que me fascinó”. “Tú eres todo un macho, tienes una rica verga que me tiene loca. Extrañaba coger como lo he hecho hoy” –me dice. “Ahora zorrita, me la vas a chupar hasta que tu boca se llene de semen” –le dije. Ella como una buena puta obediente me la empezó a chupar con un ritmo descontrolado, me aferré de su pelo y hundía mi verga hasta su garganta, dejándomela llena de saliva, la que después ella lamia y tragaba. Ver como se devoraba mi verga me ponía tan caliente que no pude resistir y acabé deliciosamente en su boca, ella como una puta sedienta se bebió hasta el último chorro. Me la dejó reluciente de tanto chuparla. Era un momento mágico. Después se recostó en mi pecho y me dijo: “Para variar tu papá no llegó. Duerme conmigo, ahora eres el hombre de la casa”. Terminamos tan cansados que ninguno de los dos se dio cuenta cuando se durmió el otro.
Por la mañana me saludó con un beso en la boca, ya estaba bañada y vestida como una señora ama de casa muy decente. Me dijo: “Voy de compras, no me tardaré en volver, ten lista esa rica verga para cuando vuelva”. Cuando salió fui a su cuarto para revisar su ropa, no me encontré con grandes sorpresas, solo unas faldas muy cortas y una que otra tanga diminuta que dejaban muy poco a la imaginación. Cuando regresó dejó todo en la cocina se dirigió al cuarto se acostó en la cama y se levantó la falda diciendo: “¡Dame tu verga! ¡La quiero toda adentro!”. No perdí el tiempo, la desnudé completa, su vagina rebosaba de humedad y sus pezones estaban duros, ella estaba caliente, en sus ojos se percibía la lujuria, al tenerla desnuda mi verga no tardó ni dos segundos en reaccionar. Ya no importaba si llegaba el estúpido de mi padre y nos sorprendía, en nosotros estaba solo el saciar nuestra calentura y coger como enfermos. Sin pudor metí mi cabeza en su entrepierna y con mi lengua jugaba en su clítoris, empezó a gemir como loca, se retorcía en la cama mientras se agarraba las tetas. “¡Ah, que rico me la comes hijo!” –me decía con lujuria. Sus fluidos tibios inundaban mi boca, me volvían loco su sabor, me volvía loca la forma en que gemía como puta cuando ya estaba al borde del orgasmo. “¡Oh, ya no me aguanto! ¡Sigue con tu endemoniada lengua dándome placer!” –me decía sin parar de gemir. Se entregó por completo al orgasmo, jadeando y apretando sus pezones “¡Ahora métemela!” –me dijo. Obediente a sus deseos se la metí sin ninguna compasión. Estaba decidido a cogerla como una puta, la embestía con fuerza, ver como sus tetas se movían al ritmo de mi penetración era un espectáculo. Ella lo disfrutaba, estaba tan caliente que se pasaba la lengua por los labios, y me miraba con esos perversos ojos encendidos en deseo. Puse sus piernas en mis hombros para metérsela completa, mi verga se perdía en el fondo de esa concha húmeda e incestuosa haciéndola gritar de placer. Después hice que subiera en horcajadas encima de mí, ella no lo dudó ni un segundo, me montó y empezó a moverse como la mejor puta que me he cogido. “¿Te gusta que sea así de puta?” –me decía. “Me encanta lo puta que eres, no sabía que eras así” –le respondí. “Siempre lo fui, pero tu padre no supo aprovecharlo” –me dijo. Me tomé de sus muslos y los apreté, le dije: “¡Muévete puta! ¡Hazme acabar en tu sucia concha!” –le decía. La zorra aumentó sus movimientos, me hacía delirar y gemir al sentir como mi verga se hinchaba y palpitaba. Sus gemidos me llevaron al infierno y sus movimientos frenéticos me condenaron a eyacular en su interior. Fue exquisito sentir como mi verga expulsaba chorros de semen, hasta vaciarse por completo. Después de que tuvimos sexo mi mamá y yo tratamos de que todo fuera normal pero había un sentimiento raro entre ella y yo, aún no terminábamos de abrirnos totalmente al sexo, aunque decirlo puede resultar hipócrita, ya que hemos estado cogiendo casi todo el fin de semana.
Esa misma tarde mi padre volvió a casa, como siempre sin dinero y con cara de haber bebido por días, mi madre se hastió de la situación ya que no iba a perder su tiempo con un vago irresponsable y que más encima la descuidaba no solo en lo económico y en lo sexual. “No quiero verte más por aquí” –le dijo ella. Él tratando de excusarse como siempre pero mi madre no lo escuchó. “Ahora mismo vas y sacas tus porquerías porque no aguanto más ni un segundo contigo, dile a tus amigos o las putas con las que andas que te alejen en su casa, porque desde ahora ya no tienes cabida en esta casa” –le dijo ofuscada. No le quedó de otra que hacer sus maletas e irse, llegaron a un acuerdo que yo me quedaría con mi mamá para cuidarla y no estuviera sola. Había una tensa calma, mi mamá se veía aliviada relajada por la partida de mi padre, ya no existiría la presión de coger aprovechando las ausencias de mi padre, tendríamos más libertad de hacerlo cuando quisiéramos. Le dije que se desnudara, quería verla así todos los días. Sin saberlo se había convertido en mi puta. Se quitó la ropa y la tuve desnuda paseándose por la casa. Con toda confianza le agarraba las nalgas y las tetas, de vez en cuando la masturbaba mientras hacia los quehaceres de la casa. Estuvo caliente toda la tarde, incluso cuando preparó la cena mientras ella pelaba las verduras yo le cogía el culo, solo por el placer de dejarle en claro quién era el hombre de la casa y que ella estaría a mi disposición cuando lo deseara.
Después de cenar, nos sentamos en el sofá a ver televisión, ella estaba sentada en mi rodilla con las piernas abiertas y mis dedos estimulando su clítoris. La película que “veíamos” terminó y yo tenía a mi madre sumergida en un mar tempestuoso de orgasmos descontrolados. No se resistió a la calentura y se puso entre mis piernas para chuparme la verga hasta tragarse hasta la última gota de semen, dejándola limpia. Ahora, sin miedo alguno nos fuimos a su cuarto, cogimos ya no en las sombras, mientras se la metía le mordía los pezones y la embestía hasta meterle toda la verga con fuerza. Dio un suspiro y dijo: “Es un pecado pero ya no puedo resistirme a tu verga, me encanta y te amo como hombre. Soy tu puta, tu mujer”. Su vagina se inundó con sus fluidos, mi verga entraba y salía. Ya sin ningún pudor mi mamá comenzó a gemir a gritar y a besarme como lo que era, su hombre. Nunca la escuché gemir con mi padre ni mucho menos a pedirle que acabara en su concha, pero conmigo lo hacía a gritos. Su vagina hambrienta se tragaba mi verga por completo. Seguimos enredados en el frenesí del placer, sentí como mi verga se descargó en su concha, ella siguió moviéndose diciendo: “Así me gusta sentir tu semen recorriendo mis entrañas”. Tomamos un breve descanso, para que se pudiera reponer, había estado cogiendo todo el fin de semana y estaba agotada pero siempre dispuesta a que me la cogiera. Se puso en cuatro y con su mano guió mi verga hasta culo. Puso algo de resistencia pero ese agujero terminó cediendo, mientras la penetraba lo hacía lento, le dijo: No hay prisa zorra, tenemos todo el tiempo del mundo, la noche es nuestra mejor aliada y cómplice”. “¡Sí mi amor, tenemos todo el tiempo para nosotros!” –me dice ella mientras su culo se amoldaba a mi verga. Poco a poco aumenté el ritmo y ella empezó a gritar de placer. “Tómame del pelo y métemela fuerte. ¡Párteme el culo mi amor!” –decía embriagada de lujuria. La putita tuvo otro orgasmo y yo acabé en su culo. El placer incestuoso nos tenía dominados. Nos quedamos tendidos en la cama y charlamos de cómo llegamos a esto. Le dije que había notado algo en ella, siempre que se ponía su bata podía notar que andaba sin ropa interior, incluso cuando se ponía sus faldas a contraluz se le notaba que no tenía nada más puesto debajo. También le dije que la había visto bañarse y eso despertó en mí el deseo de cogérmela, que fuera mi puta y mi hembra. “Me vestía así para ti, pues, veía que me mirabas con cara de deseo y eso me encantó, sentirme deseada y amada por mi propio hijo” –dice ella suspirando.
Después de la charla agarró mi verga y se montó encima, con movimientos suaves y en forma de círculos comenzó a cabalgarme me confesó que era la posición que más le gustaba y dónde mi verga le llegaba hasta el final de su vagina. Ver su cara de placer era impagable, escuchar sus gemidos y ver el sudor envolver su cuerpo era demasiado excitante. Esta vez acabamos los dos casi al mismo tiempo, los últimos chorros de semen se desbordaron de su concha y cayó encima de mí rendida. Me besó y me dijo que la había hecho muy feliz, que su cuerpo me pertenecía por completo. Nos quedamos dormidos desnudos sin miedo alguno de ser descubiertos, sin miedo de lo que sentíamos y lo podíamos expresar libremente.
Ya era de madrugada y dormía plácidamente, cuando de pronto mi sueño se vio interrumpido de la mejor forma posible. Al abrir los ojos veo que mi madre me estaba chupando la verga y masturbándose como loca, me la apretaba, mordía el glande y la engullía, después la sacaba de su boca y le pasaba la lengua y se la volvía a tragar. La tomé del pelo y le marqué el ritmo que debía seguir y ella gustosa me la comía completa. No tardó mucho en conseguir el premio que buscaba, tener un orgasmo y quedar con la boca llena de semen. “¡Ahora sí, descansa mi macho!” –me dijo y volvimos a dormir. En la mañana estaba desnuda preparando el desayuno, la agarre de las tetas por detrás y le dije: “Buenos días mi putita”. “Buen día mi amor” –dijo ella. Nos besamos y apreté sus pezones. “Es tan rico despertar como me despertaste anoche, se nota que te gusta mamar verga” –le dije. “A tu padre nunca se lo hice pero a ti te la chuparía todo el día, me encanta” –me dijo. La llevé al piso tomándola del pelo y le dije: “Entonces hazlo”. Obediente me la chupó como una buena puta hasta que acabé esta vez en sus tetas. “No lo limpies, déjalo ahí, había que decorarlas un poco” –le dije. Ella sonrió y dijo: “Gracias por dejarlas hermosas”.
Pasiones Prohibidas ®
Que buen relato Caballero 👏
ResponderBorrarexquisto relato.. muy excitante
ResponderBorrarUyyy 🔥🔥💧💧
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