Después de mi divorcio me cambié a vivir a la capital con mi hijo y alquilamos una casa la comuna de La Florida, está muy bien conectada con el centro de Santiago, metro y buses que llegan a la parte neuralgica de Santiago. Cada día nos desplazamos a en el metro con mi hijo Mateo de 23 años, estudia en la universidad y yo trabajo en una entidad aseguradora, aunque mucho tiempo de mi trabajo lo desarrollo desde casa por lo que muy pocas veces salgo.
Me llamo Elena y tengo 41 años físicamente estoy muy bien, mido 1.60 tengo el pelo moreno, media melena, un culo respingón y tetas de buen tamaño, me mantengo en un buen peso y me divorcié hace unos 6 meses. Me casé muy joven y enamorada pero todo se fue diluyendo con el paso de él tiempo y mi marido ha tenido muchos problemas de juego y nuestra economía quedo muy mermada hasta tal punto que he tenido que subarrendar una habitación a una chica que trabaja en una residencia de ancianos.
La vida cotidiana en mi casa va bien, aunque yo siempre he notado como mi hijo estaba muy pendiente de mi e incluso me espiaba cuando me duchaba o me cambiaba de ropa y muchas veces tuve la impresión que me miraba como una mujer y no como su madre.
La chica que vive con nosotros se llama Solange y tiene 27 años, es muy simpática y atractiva, tiene buen cuerpo ya que pasa varias horas en el gimnasio, es un poco más alta que yo y desde el primer día que la vi siempre he tenido la sensación de que era lesbiana y de ser ese el caso ella seria la dominante. Por algún extraño motivo que yo desconocía su presencia me alteraba y me excitaba.
Un día llegué a casa y me quité los zapatos al entrar pensé que no había nadie y escuché unos ruidos que venían de la habitación de mi hijo, cómo si se descorchara una botella de vino y al acercarme pude ver a través de la puerta entreabierta a mi hijo desnudo en la cama y a Solange chupándole la verga, se la agarraba con una mano y se la metía en la boca. Se la chupaba y le lamía el glande, yo quedé pasmada, sin saber qué hacer, pero mi curiosidad me hizo volver a mirar y nunca vi a mi hijo de otra manera pero verlo desnudo en aquella situación, su torso corpulento y el tamaño de su verga, era un espectáculo que merecía toda mi atención, sobretodo ver a esa chica disfrutando el placer de comerse esa verga. Podía escuchar claramente cómo mi hijo jadeaba, por un momento Solange levantó la cabeza y yo me eché hacía atrás pero creo que me vio y me quedé fuera de su campo de visión. Podía escuchar claramente todo.
“Voy a montarte. ¡Qué rica verga tienes semental” –dijo Solange. Escuché claramente como se movían, se hizo el silencio por un momento y Solange lanzó un suspiró, seguidamente escuché como crujia la cama y los gemidos que ella emitía. “Me encanta tu verga, es exquisita. imagina que te éstas cogiendo a tu madre” –jadeó Solange. Ella se seguía moviendo encima de la verga de Mateo quien la tenía tomada de las caderas. Era tan deliciosa al moverse y escuchar los gemidos que salían de sus labios me calentaba demasiado. No se en que momento me estaba masajeando las tetas por encima de la blusa pero cuando me di cuenta ya no podía detenerme. Desabroché los botones y las saqué por encima del brasier, acariciaba mis pezones y sentía como se ponían duros, no podía dejar de ver a mi hijo con Solange cogiendo y esos candentes movimientos que ella hacía para hundirse la verga de Mateo en su vagina. “¿Crees que no me he dado cuenta cómo la miras? Sé que te gustaría cogértela” –le decía ella entre gemidos. Lo que escuché me calentó mucho más. “No sabes cuántas pajas me he hecho pensando en cogérmela” –le dice Mateo. “Piensa en ella y cógeme a mí” –le dijo Solange gimiendo más agitada. Saber que mi hijo me deseaba hizo que mi vagina se mojara, me levanté la falda y moví mis bragas a un lado. Mis dedos se pusieron a jugar en mis labios, hasta que empecé a estimular mi clitoris. Fue una sensación indescriptible tocarme viendo a mi hijo coger y saber que era yo la que despertaba la perversión en él. Intentaba aplacar mis gemidos poniendo una mano en mi boca pero la respiración agitada que salía por mi nariz casi me delataba.
Solange se puso en cuatro y le dijo a Mateo: “¿Así te gustaría cogerte a tu mami?”. Él guardó silencio y como un animal se lanzó a lamerle la concha y el culo a la inquilina, ella al sentir la lengua perversa de mi hijo recorrerla empezó a gemir descontrolada, cosa que aproveché para unir mis gemidos a los de ella, era una verdadera locura estar ahí caliente por mi hijo que se cogía a una chica pensando en mí. “¡Oh, por la mierda! ¡Que delicia!” –grita ella sintiendo esa lengua recorrer su intimidad, yo quería sentir lo mismo pero me contenía de entrar, no quería perderme la escena.
Mateo tomó su verga y se la metió de una, ella dio un delicioso grito de placer y le dijo: “¡Así, dame! ¿Así se la meterías a tu mamita? Cógeme como te gustaría cogértela a ella”. “¡Oh, mamita, que rica concha tienes! Hace tiempo que tengo ganas de cogerte” –decía él mientras se la clavaba con fuerza. Ya no me podía contener más al escucharlo decir eso, mi humedad se rebozaba y los espasmos en mi vagina hacían notar que el orgasmo estaba cercano, jadeaba de la misma forma en que lo hacía Solange recibiendo esa verga que deseaba llenar mi interior. “¡Sigue, no pares! ¡Dale verga a la zorrita de tu mami!” –le decía ella estimulando la perversión de lo hijo. Mi cuerpo se sacudió y fue inevitable, el orgasmo me golpeaba duramente, así como golpeaban los testículos de Mateo en la concha de Solange. Cuando al fin me sentí libre de las cadenas del orgasmo que me sujetaban con fuerza, acomodé mi ropa y dejé que siguieran cogiendo como locos.
Me fui silenciosamente y salí de casa y me fui a tomar algo a una cafetería cercana y dejar pasar el tiempo, mis pensamientos me dejaron confusa, no sabía si Solange me había visto y si era así lo que dijo era dirigido a mí o era tan solo fruto de una casualidad. Volví a casa pasada una hora, hice bastante ruido al entrar, Solange y Mateo estaban en la cocina hablando tranquilamente, ella tenía los ojos brillantes y una expresión igual que mi hijo de satisfacción. “Hola chicos, ¿qué tal están?” –les dije saludándolos. “Hola mamá” –contestó Mateo. Solange me hizo el gesto de un corazón y me dio un beso en la mejilla, yo pensé que no me había visto pero no estaba segura del todo.
Cenamos y estuvimos hablando los tres animadamente. Me fui a acostar y un cosquilleo me invadió mi cuerpo, me vino a la mente la imagen de Solange chupándosela a mi hijo y la conversación que tuvieron mientras cogían, estaba caliente, subí mi camisón y me lleve la mano a mi húmeda vagina, me masturbé con más intensidad de como lo había hecho más temprano. Cerraba mis ojos y veía a Solange moverse encima de Mateo y diciéndole que se imaginara que me estaba cogiendo. El placer era tan intenso que estaba gimiendo como poseída, me masajeaba las tetas y tiraba mis pezones, pensaba en que si Mateo estuviera viéndome masturbándome pensando en él, la forma salvaje que me cogería y me dejaría exhausta. El placer llegaba atraído como si mi vagina fuera un imán. Los gemidos que salían de mis labios eran tan intensos como los espasmos en mi concha. Exhausta en la cama con el placer en cada poro y chorros de fluidos saliendo de mi vagina era el resultado de aquellas pervertidas palabras que escuché de mi hijo.
Me levanté para beber un vaso de agua y relajarme. Regresaba a mi habitación cuando escuché como la cama sonaba otra vez, estaban cogiendo y jugando con la perversión. Así de caliente como estaba me quedé en el pasillo escuchando y me empecé a masturbar otra vez. La sangre se me heló al escuchar a Solange decirle a Mateo que yo los había visto y que me estaba tocando como una puta. Escuché a mi hijo decir: “Si me di cuenta y también me di cuenta que se fue antes de que termináramos”. No sé, pero saber que me habían visto me puso más caliente, así que seguí tocándome con total lujuria y perversión. Solange gemía como loca, no me atrevía a abrir la puerta pero sabía que se la estaban metiendo, luchaba con la curiosidad de ver pero al estar con una mano en la concha y otra en las tetas solo me dedicaba a darme placer jugando con mi perversa imaginación.
Llevaba varios minutos escuchando y varios orgasmos ya me tenían al borde del colapso. Mi morbo se encendió más cuando escuché a Solange decir: “¡Ah, rómpeme el culo como se lo romperías a tu mami! ¡No pares, métemela hasta el fondo!”. Fue cuando decidí abrí la puerta solo un poco para mirar, mi calentura fue total al verla con la verga de mi entrando y saliendo de su culo. No pude aguantar y me quité el camisón, quedando desnuda ante lujurioso espectáculo, ahora mi calentura tenía el control de mi mente y mi moral, quería que esa verga se metiera entre mis piernas, me importaba una mierda que fuera mi hijo, solo quería sentir el placer que la puta de Solange sentía. Me quedé parada en la puerta con mi espalda apoyada, masturbándome como endemoniada, quería que me vieran, quería que se dieran cuenta que estaba caliente desde la tarde al escucharlos.
Solange me vio pero no dijo nada, me miraba con perversión, ella tenía claro que yo sabía que le decía a mi hijo que imaginara que me cogía. Era tan caliente la escena que no podía parar de estimular mi clítoris al punto de gritar de placer. Mateo se detuvo y me vio destilando fluidos de mi concha. Entonces Solange se puso de pie y se acercó con una mirada sensual, me derretía con esa mirada, me hacía querer besarla y entregarme a la perversión de lo que hacían. Me tomó de la cintura y yo rodee su cuello con mis brazos, nos unimos en un beso intenso. Me tiró a la cama, después separó mis piernas. “Desde que te conozco que tengo ganas de hacer esto” –me dijo. Se puso de rodillas y empezó a pasar su lengua por mi mojada vagina, el placer fue sublime, no había estado nunca con una mujer pero en verdad yo disfrutaba de su caliente lengua que me hacía gemir y bufar de placer. No sabía si estaba soñando o estaba pasando, si era un sueño no quería despertar. Mateo nos observaba pajeándose a mi lado, eso me calentaba mucho más. Entre mis gemidos de placer le dije a Mateo: “¡Ven y métela en mi boca!”. Obediente a los deseos de su madre, mi hijo me la puso en la boca y se la empecé a chupar mientras Solange seguía con su lengua en mi clítoris y metiendo los dedos en mi conchita. “¡Sabía que eras toda una zorra, de esas que se hacen las tontas!” –dice Solange penetrándome con tres dedos.
No sabía cuánto más podría resistir porque sus dedos y lengua me tenían loca, así también la verga de Mateo que engullía hambrienta y con perversión. “Ahora si puedes cogerte a tu mami” –le dice Solange. Me tomó e hizo que me diera vuelta, Mateo me tomó de las caderas y quedé en cuatro, estaba totalmente expuesta y sometida a la verga de mi hijo para que me la metiera por donde quisiera, yo solo quería sentirla dentro y apagar el fuego que me estaba consumiendo. “Ahora me la vas a chupar a mi” –dijo Solange poniendo en cuatro delante de mí. Tenía ante mi el culo abierto de la chica y su concha mojada. Mateo no demoró en meter su verga en mi culo, lo que me hizo dar un delirante grito. Éramos un tren humano lleno de lujuria y perversión. “¿Te gusta como te coge tu hijo?” –me pregunta Solange gimiendo mientras mi lengua se hundía en su concha, bebía sus tibios fluidos y me embriagaba con ellos. Sentía como las manos de Mateo se tomaban firmes a mis caderas y embestía mi culo sin piedad. Uno tras otro los orgasmos causaban estragos en mi cuerpo así como en Solange que acaba como puta en celo con mi lengua.
Me monté encima de Mateo, su verga se metió sin problemas en mi concha, Solange puso su intimidad en la cara de mi hijo como haciendo un 69 pero su lengua se deslizaba por labios vaginales intentando abrirlos y asaltar mi clítoris. Le ayudé abriéndolos para que su lengua juguetera con él. Mientras disfrutaba de la verga de Mateo y la lengua de Solange, ella a su vez lo hacía con la lengua de mi hijo. Ese endemoniado placer era tan intenso que sentía que perdería la conciencia, había olvidado lo que era coger así de rico, pero lo que coronaba mi placer era el hecho de estar cogiendo con mi hijo y con la zorrita de la inquilina que nos había sabido leer a la perfección. Mi cuerpo se sacudía de manera enfermiza y mis gemidos casi no se oían, no podía más hasta que envuelta en placer caí sobre la espalda de Solange. Mi concha palpitaba, estaba sensible y chorreaba.
Luego nos pusimos de espalda la dos en la cama y Mateo al medio masturbándose, iba a acabar y por primera vez yo probaría su semen. Cuando salió lo supo distribuir entre las dos putas calientes que lo esperaban, era delicioso, espeso y tibio, bebí hasta la última gota que cayó en mi boca, lo mismo hizo Solange. El placer en nuestras caras era visible, se había abierto un mundo nuevo y lleno de placer ante mis ojos que disfrutaría a destajo. Cuando Solange no tenía turnos nos dedicábamos a cogernos hasta que quedábamos perdidas en el placer, pero cuando Mateo estaba en casa éramos las putas que el tenía para saciar su perversión.
Pasiones Prohibidas ®
Que rico sentir como el relato pasa a excitarme me erecto poco a poco y luego me siento húmedo
ResponderBorrarWao que buen relato Caballero
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