Como era de esperarse en una relación incipiente y bastante alejada de lo normal, empezaron los celos. Luz no se sentía cómoda cuando su madre estaba cerca, según ella, yo dejaba de prestarle atención y eso la enfurecía mucho. Realmente no era verdad, yo me cuidaba de ser lo suficientemente atento con ella, sabía que en una relación así, lo que uno entrega debe ser suficiente para las parejas porque de lo contrario puede ser mal interpretado.
Una tarde, decidí desocuparme temprano y pasar por Luz a su trabajo, cuando iba en camino le escribí y le dije que iría por ella, le gustó la sorpresa y se emocionó, de hecho salió antes de la hora normal, de camino a casa pasamos a comprar sushi, cuando llegamos a su casa no había nadie, así que nos pusimos cómodos, nos duchamos y nos sentamos a ver tv en su habitación, pasaron un par de horas cuando llamaron a la puerta, Luz estaba medio dormida así que me levanté y fui a mirar quien era, al abrir, me encuentro con que era Martha, su madre, sonriente como siempre y con una energía muy linda. Le invité unas piezas de sushi y nos pusimos a charlar. Me contó su día y la acompañé a su habitación, ella quería quitarse los zapatos pues estaba cansada, se sentó en el borde de la cama y se quitó los zapatos, me senté a su lado y le dije que si quería un masaje en los pies, a lo que sin pensarlo, dijo sí, así que me dispuse a darle un masaje a aquella hermosa mujer mientras ella me hablaba de cosas sin mucha importancia. De repente entra Luz y nos queda viendo con algo de desconcierto y un poco de indignación, no entendimos el por qué, pero decidimos esperar que dijera algo, pero no, solo se quedó ahí parada, dio la vuelta y se fue, Martha preocupada me pidió que fuera tras ella y le preguntara qué había ocurrido, yo al principio no quería, pero me insistió tanto que accedí, así que ahí voy yo medio confundido. “¿Qué pasó mi amor? ¿Por qué pusiste esa cara?” –le pregunté. “Luis, ¡me dejaste aquí tirada en la cama para ir a hacerle masajes a ella!” –me respondió. “No amor, no fue así, tú te quedaste dormida y ella tocó la puerta, le abrí, le invité unas piezas de sushi y yo me ofrecí a hacerle el masaje” –le dije. “Solo es que ella aparezca para que me dejes de prestar atención a mí, no me está gustando eso, cuando accedí a esta relación esperé siempre que me dieras mi lugar, ella solo quiere sexo, yo quiero todo” –me dice.
La verdad me dejaba desconcertado ese reclamo, porque yo he sido el más atento de los tres, me la paso atento a sus cosas, no importa que quieran ahí estoy siempre, ni pido nada, pues, es como si me sintiera en deuda con ambas por permitirme vivir en tremenda fantasía. Así que le expliqué a Luz, y la calmé, le dije que se recostara en la cama para hacerle un masaje y así relajarla un poco. Ella tiene una piel muy suave, casi que no tenía que poner aceite pues mis manos deslizaban por su espalda sin resistencia, le quité la blusa para poder hacerlo mejor, pero no resistí las ganas de besarla, así que deslice mis labios por la mitad de su espalda mientras la sujetaba por la cintura, bajé su short y deja al aire sus enormes nalgas blancas, no me aguante las ganas y las chupé, pasé mi pasa degustar el sabor de su cuerpo, ella comenzó a contornearse e inclino sus caderas, el mismo peso de sus nalgas hacia que quedarán abierta y se asomara su ano, era mi debilidad, así que metí mi lengua y se lo lamí sin parar.
Para ese momento mi bóxer quería explotar y mi verga empezaba a lubricar, pero tenía mis manos ocupadas apretando sus nalgas y sobando sus piernas, sus gemidos no se hicieron esperar y eso me enloquecía aún más, así que la volteo y la primera no mirando hacia arriba y abro sus piernas, con delicadeza abrí su vagina y descubro si clítoris, ya estaba hinchado esperando mi lengua licenciosa para recorrerlo, sus labios abiertos y su vulva estaba muy lubricada, no podía resistir a semejante manjar, así que a dos dedos la penetro mientras lamía su clítoris, aquello era una explosión de placer, ella se retorcía y con sus manos hundía mi cabeza para que no detuviera, sus piernas estaban levantadas y abiertas. Me pidió que le metiera más dedos, así que poco a poco fui introduciendo mis dedos hasta lograr meter mi mano completa, ella gemía como toda una puta, yo mientras le metía mano, lamia y lamia su clítoris, sentía como contraía por sus músculos vaginales, como su ano se contraía y dilataba así que con los mismos fluidos que salían de su concha, lubrique su ano, aquello era un manantial, introduje mi mano en su concha y metí un dedo en su ano, ya esos gemidos pasaron a ser pequeños gritos placenteros que hacían que mi verga endureciera más, ver a mi novia en una doble penetración con mis manos era espectacular, ella comenzó a darse golpes en el clítoris y de repente se vino una explosión de fluidos vaginales, le metí dos dedos más al culo y agité con más frecuencia mi mano en su vagina, ella gritaba de placer mientras tenía su segundo squirt. Sabía que disfrutaba de su ano pero no sabía que tanto y esa noche me quedo claro, cuando me pidió que metiera mi puño también, no sabía cómo iba caber pero para mí sorpresa, su culo se amoldó totalmente a mi mano y entró por completo. Estaba con mis dos manos metidas dentro de Luz y ella pidiéndome que la rompa dos, que lo disfruta mucho, se masturbó furiosa y tuvo su tercer orgasmo, suspiró y automáticamente mis manos salieron de su ser, quedó tumbada en aquella cama, empapada de sus fluidos y con la cara roja de tanto placer.
Me paré de la cama con las manos mojadas y caminé hacia el baño, pero en el camino me detuvo Martha y comenzó a chuparme los dedos, me decía que había visto como había masturbado a su hija, pero que yo no había siquiera sacado mi verga del pantalón. En aquel momento, mi bóxer estaba pegajoso de tanto líquido preseminal que secretó mi verga mientras le rompía todo a mi novia. “Papi me encantó como le diste tanto placer a Luz, pero, ¿y tú? Déjame atenderte como te mereces, déjame lamer esos dedos para probar a qué sabe mi hija” –me dijo. Metió mis dedos a su boca y los saboreó con perversión. “¡Qué delicia! Pero me gustaría saborear tu verga, déjame sacarla y chupártela toda” –dijo. No puse nada resistencia, sabía que lo iba a disfrutar, así que con mis manos escurridas por tu boca, desabroché mi pantalón mientras ella se agachaba y en un abrir y cerrar de ojos tenía a Martha pegada de mi verga, chupándola con muchas ganas, su mano derecha me masturbaba al ritmo que entraba y salía de su boca y con la mano izquierda acariciaba mis testículos, estaba más que demostrado que ella sabía lo que hacía.
Me pidió que fuéramos a la
misma habitación donde estaba Luz, le dije que fuéramos discretos pero ella
quería mostrarle a su hija como se atendía a un hombre. Me recosté a un lado de
donde, aún desnuda, estaba Luz, ella dormía después de semejante actividad que
acababa de tener, Martha de inmediato siguió chupándome los testículos y la
verga, disfrutaba mucho de sentirla. Me gustaba esa forma deliciosa en que mi
verga era engullida por su boca, sus ojos me mostraban la lujuria que la
consumía y lo perverso del juego que estábamos teniendo al lado de su hija dormida.
Empezó a jugar con mi verga, me masturbaba y ponía cara de caliente, aquello
era el cielo, para suerte Luz despertó y le encantó la escena, así que fue por
el dildo de mamá para metérselo mientras Martha me pajeaba.
Era una sensación exquisita sentir la lengua de Martha recorriendo mi verga, Luz le metió el dildo en el culo y Martha se puso en cuatro para darle mejor cabida. Luz se cogía a su madre con perversión, le dije a Martha que se detuviera, quiera verlas a ella disfrutar. Los gemidos de Martha se hacían intensos cada vez que le entraba y le salía el dildo del culo. Luz seguía cogiéndosela cada vez más rápido, ninguna de las dos pensó estar en una situación así pero la estaban disfrutando, la lengua de mi novia se perdió en la vagina de su madre, que solo se limitaba a gemir como endemoniada. Martha estaba próxima al orgasmo y Luz no se detendría hasta conseguirlo. “¡Así, qué rico! ¡No pares hija!” –le decía temblando y gimiendo. Yo estaba acostado disfrutando de la escena mientras me masturbaba con deseo al ver a las dos que tengo disfrutarse por primera vez. La cara de Martha era un poema pervertido a mis ojos, su boca abierta y respirando agitada, esa voz ahogada pidiendo más y la perversión en Luz que no paraba de abrirle el culo a su madre era la mejor película porno que pudiera presenciar. Bajo el embrujo de la pasión Martha terminó cediendo al orgasmo de la manera más morbosa y placentera que una mujer pudiera acabar. Se quedó en cuatro, mientras su culo palpitaba de tanto placer, Luz se tendió a su lado y le dijo: “Debo aprender a llevarme bien contigo y aceptar que al igual que yo estás con Luis. Además mamá, los tres podemos disfrutar de este tipo de juegos”. Martha la miró a los ojos y como fiera hambrienta se lanzó sobre ella, le separó las piernas y empezó a beber los fluidos tibios de su hija que tenia impregnados en la vagina. “¡Ah, delicioso mamá!” –le dice Luz. Yo estaba tan caliente viéndolas que aumentaba el ritmo de mi mano, era testigo de la escena incestuosa que estaban llevando a cabo madre e hija para complacerme.
Ya mi calentura me estaba
consumiendo, no podía más. Les dije que se arrodillaran en el piso, se veían
hermosas las dos a mis pies con las bocas abiertas esperando su merecida ración
de semen para deleitarse y disfrutarlo como buenas putitas que son. No pasaron ni
dos minutos y mis mujeres estaban tragándose mi semen, parte cayó en las tetas
de Martha y en su cara, lo que la adornaba de forma perversa. Luz sonrió y le
dijo: “Mamá tú eres una puta. ¡Que perra tengo de mamá! ¡Me encanta y me
excita!”. Sacó su lengua y le quitó hasta el último rastro de semen a su madre
y después se besaron para compartirlo, aquello fue la gloria. Martha le dice a
Luz: “Sí, soy muy puta y tú también lo eres, te eduqué bien”. Luego nos besamos
los tres y nos quedamos en la cama por mucho rato cogiendo y haciendo que mis
mujeres aprendieran a llevarse bien. Ahora, con el paso de los años les puedo
decir que es una experiencia que valió la pena vivir, no solo aprendieron a
llevarse bien sino que también aprendieron a compartir mi verga sin celos y sin
reproches, aun hasta hoy esa relación permanece como esa noche, siendo el
placer más perverso que he vivido y vivo cada día.
Pasiones Prohibidas ®
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