lunes, 18 de noviembre de 2024

47. Me cogí a mi madre estado borracha

 

Me llamo Javier, tengo 22 años, vivo en la comuna de Las Condes, un sector acomodado de la capital. Mi madre me pido por la mañana que la llevara a un desayuno con unas ex compañeras de su trabajo. Fui a dejarla a un restaurante a las 9 de la mañana, me fui al gimnasio y luego a la universidad, como a eso de las tres de la tarde, me llamó una de sus amigas diciendo que estaban en su casa, que mi madre decía que fuera por ella, me pareció muy raro que no me llamara ella, al llegar a su casa me estacioné afuera y la llamé por teléfono para que saliera, en eso sale una señora y se acerca al auto, me dice que entrara a ayudarla, pensé que quizá se había lastimado o algo pero en la sala la encontré acostada y ebria, me molesté un poco porque no entendía como había pasado eso.

Mi madre está separada de mi padre hace dos años, no están divorciados pero mi padre ya no vive con nosotros. En fin, al verme comenzó a reír y decir cosas sin sentido, las amigas de mi madre me dijeron que había estado hablando de mi padre y que las cosas se le fueron de las manos, la tomé en mis brazos y la llevé al auto, para esto, mi madre estaba usando una blusa de tirantes y una falda, la metí en el asiento de atrás para evitar cualquier cosa, me subí y comencé a manejar, de la nada la veo acostada de lado a lado en el asiento de atrás, de pronto y no sé porque, se levanta la falta hasta la cintura y abre las piernas, estaba usando un calzón blanco, no sé porque o con que intención, le pregunté que pasaba y me dijo que tenía calor, poco le importaba que yo estuviera viéndola. Al llegar a casa, la baje del carro y entramos, la senté en la sala y comencé a darle agua fría para tomar, se tomó dos vasos y luego me dijo: “Llévame a la cama, quiero recostarme un rato”. Subimos a su cuarto pero justo cuando la iba a acostar, me dijo que quería ir al baño; le dije que fuera sola y tambaleándose poco a poco llegó. Al salir del baño vi como arrojó el calzón al piso, no me creía el desastre que estaba haciendo, por donde pasaba botaba las cosas por ir caminando de lado a lado.  

Entramos a la habitación y me dice: “Quítame la falda”. Le respondí que no, porque se había sacado su calzón al salir de baño y no tenía ropa interior, pero fue como si le hablara al viento. Se bajó el cierre y la falda cae al piso, quedó desnuda de la cintura para abajo justo frente a mí. Esa fue la primera vez que veía la vagina de mi madre, aun por su edad y esperar lo normal, una vagina con vellos, ella esta depilada totalmente. Después de eso se mete a la cama y se acuesta boca abajo. En ese momento mis instintos comenzaron a aflorar, fue algo inevitable, no pude controlarme y al verla, mi verga se puso muy dura, fue algo inevitable. Tiene buen trasero, ella es rubia así que imaginen sus nalgas, no tiene una sola estría en su cuerpo. ¿Qué más podía hacer? Tal vez ustedes dirán: “Darle la privacidad que mi madre merece y dejarla dormir plácidamente”. Irme de la habitación y olvidarme por completo de lo que vi”. Tal vez tengan razón, pero lejos de eso, el instinto primario me llevo a bajarme el pantalón y saca mi verga para masturbarme. Al principio esa fue mi intensión, pero bueno, obviamente no quedó ahí. Al verla dormida y desnuda al principio solamente esa era mi intención, desnuda frente a mí, pero al verla desnuda frente a mí, no pude controlarme, me quité el pantalón y subí a la cama, ella no se movía, separe bien sus piernas y al estar de rodillas detrás de ella, comencé a tocarla con mis dedos, estaba muy mojada. Cuando empecé a meter mis dedos ella comenzó a moverse, estiró su mano derecha hacia atrás, tocaba mi mano con intención de que no lo hicieran. Sin embargo no, se su creyó que era un sueño o simplemente lo estaba disfrutando, ya que de la nada tomó mi mano pero la apretaba, no la apartaba más. Comenzó a gemir cuando le estaba metiendo dos dedos en la vagina, se mordía los labios y apretaba su cara contra el colchón para ocultar sus gemidos, debo decir que si pensé bien en dar ese paso hacia adelante, también pensé en retroceder e irme de ahí, pero verla y sentirla así de caliente, simplemente lo hice. Me incliné sobre ella, tomé mi verga y la puse en la entrada de su vagina. Le metí la verga a mi propia madre, cuando lo hice ella soltó un gemido y tímidamente pude escuchar que decía: “¡No amor, no, espera!”. Ella se aferraba a las sabanas. Comencé a embestirla con suavidad, empecé a subir mi intensidad y terminé rebotando contra sus nalgas mientras ella gemía fuerte y me pedía que siguiera. Realmente creo que ella se sentía dentro de un sueño en todo momento, estaba tan caliente dándole verga a mi madre, que el placer me recorría por completo, era una sensación tan exquisita, un placer tan morboso y perverso que me hacía embestirla con más fuerza. En un momento sentía como si mi verga fuera a explotar, la sentía tan dura y palpitante que en cualquier momento acabaría. Al fin, pude acabar, para cuando eyaculé, un gran chorro de semen se descargó en su interior, luego siguieron otros más pequeños. Cuando le saqué la verga ella comenzó a reír y me dijo: “Acuéstate a mi lado”. Me sentía como si fuera su dueño, verla semidesnuda a mi lado y con una sonrisa dibujada en sus labios, mi verga saliendo por el cierre del pantalón y su vagina escurriendo semen, era algo que nunca hubiese pensado que sucedería. “¡Quiero volver a hacerlo!” –me dije a mi mismo.

De pronto, la incertidumbre me invadió, esto puede ser el comienzo de algo que jamás desee vivir o el principio de un problema que nunca imagine tener que experimentar. Mi madre se despertó conmigo a su lado, al principio al verme creo aún estaba ebria y comenzó a platicar conmigo. Imagino no recordaba nada o no se había dado cuenta de que yo estaba con la verga al aire y ella desnuda de la parte baja, platicamos un poco y empezó a darme explicaciones del porque sus acciones, yo me mostré comprensivo, claro no iba a hacer problema por eso. Después de unos minutos se volvió a quedar dormida, ¿qué podía hacer yo? Ya imaginan, me la volví a coger. Sin embargo, es aquí donde creo que se me salió de las manos. Ella estaba acostada boca abajo y yo estaba ansioso por metérsela, Sin embargo, quería más que solo cogérmela y terminar adentro de ella. Es esa sensación de que todo puede salir como tú esperas, comencé a moverla hasta que logré ponerla boca arriba, levanté sus piernas y me acerqué, las coloqué en mi pecho y sin más se la metí completa suavemente, ella soltó un gemido y apretó los dientes sin abrir sus ojos, empecé a embestirla pero sus movimientos eran más recurrentes. En un punto sentí que despertaría pero deje de sentir nervios y miedo porque viera lo que hacía, así que seguí y aumenté mi violencia, de la nada estiré mis piernas y comencé a cogerla con mucha fuerza. Pasó lo inevitable, despertó, abrió los ojos, algo atontada sin saber que pasaba, al verme sobre ella me pregunto: “¿Qué haces Javier?”. Lejos de darle la respuesta que esperaba seguí moviéndome con fuerza. Empezó a gemir muy rico, estaba totalmente desorientada, no sé si pensaba que era parte de su imaginación pero las sensaciones eran tan reales para que ella, que me dijo: “¡No sigas. ¡Esto no es correcto!”. “Te deseo demasiado, eres una mujer tan sensual mamá. Además, se ve que lo disfrutas, sé que eres mi madre pero no es impedimento para que no lo hagamos, eres mujer y yo hombre” –le respondí. El placer nos dominaba, puso sus manos en mi nuca y me dijo: “¡No es correcto hijo, no sigas!”. Sin embargo, al decirlo me jalaba hacia ella como si me quisiera dar un beso, hice a los lados sus piernas y acosté sobre ella, me acerqué a mi madre y quedamos frente a frente, ella gemía con los ojos cerrados, yo no podía creer lo que estaba pasando. De la nada, abre sus ojos, me mira fijamente y me dice: “¡Hijo, por siempre este será nuestro secreto!”. “Sí mamá, lo sé” –le respondí. Me jala hacia ella y comienza a besarme apasionadamente, me detuve y me enfoque por completo en el beso, me calentó de una manera tan única e increíble, todo el morbo de hacerlo con mi madre me estaba llevando a la locura y al placer extremo, nuestras lenguas estaban unidas danzando lujuriosamente, cegados por el deseo y la pasión seguía dándole verga y ella seguía jugando con su exquisita lengua en mi boca.

Le dije que se quitara la ropa, ella obediente se despojó de blusa con tirantes y del brasier, yo también me desnudé, la maldita nos estorbaba. Ahora la tenía completamente desnuda ante mis ojos y la lujuria se encendió más de lo que ya estaba. Con los ojos cargados de morbo mi madre se acercó, tomó mi verga y le pasó la lengua al glande, bajando lentamente por el tronco hasta la base, para luego subir de la misma forma. Se la metió a la boca y me la empezó a chupar, la forma en que lo hacía era tan caliente que me estremecía por completo. “¡Oh, me gusta como lo haces mami!” –le decía. Ella me miraba y ponía ojos de niña perversa esbozando una perversa sonrisa. El ritmo que ponía era celestial, me hacía gemir de forma tan perversa que la tomaba del cabello y le decía que siguiera como lo estaba haciendo. Luego de estar varios minutos devorándome la verga, me puse de espaldas en la cama y ella se subió encima de mí. Su vagina se deslizó por mi verga hundiéndose hasta el fondo. Mamá abrió su boca y dejó salir un delicioso gemido y empezó a moverse lentamente de adelante a atrás, luego empezó a moverse más rápido, puso sus manos en mi pecho y se empezó a mover de arriba abajo con lujuria, regalándome sus deliciosos gemidos placer. “¡Qué rica verga tienes hijo!” –me decía sin parar de gemir y mover de manera demencial su vagina en mi verga. Sentía que mi verga se hinchaba y su vagina palpitaba, pero como estábamos con el placer desatado nos dejamos llevar por la lujuria, ver su cara de satisfacción mientras cogíamos era algo que nunca hubiera imaginado. Luego de varios minutos exploté, soltando varios chorros de semen en su vagina, ella comenzó a gemir y a retorcerse encima de mí, sin parar de gemir, me dijo: “Está muy caliente tu semen, mi amor”. Pude sentir como se le salía por los lados de la vagina toda, ella me abrazó y nos quedamos en esa posición por varios minutos, yo intentaba decirle que nos acostáramos pero ella no me soltaba, era como si quiera que el tiempo se detuviera en ese instante.

Mamá se levantó rápido y se metió al baño, cerrando la puerta con pestillo, se quedó ahí por casi dos horas, yo estaba preocupado y ansioso porque no sabía cómo reaccionaría una vez que estuviera en sus cinco sentidos, al salir del baño fui rápido donde ella, me vio y noté que había llorado, le dije que habláramos, me respondió diciendo que fuéramos a la sala. Nos sentamos me dijo que fuéramos a la sala, nos sentamos y estuvimos hablando de muchas cosas. Primero sobre cosas normales, de mí cuando era niño, de su relación con mi padre, etc. Hasta de mis tías y tíos, de la nada me dice: “Lo que hicimos está mal”. “¡Por favor mamá! Déjame decirte que nunca te había visto de esta manera, pero tenerte desnuda frente a mí fue lo que encendió mis instintos de hombre y no me pude controlar” –le respondí. Me miró a los ojos y me dijo: “Me ha gustado lo que hicimos, no puedo negarlo y lo disfruté, pero tengo nervios, si alguien se entera de lo que pasó entre nosotros nos van a tildar de locos y eso me hace sentir culpa. Hace mucho que no tenía sexo y hacerlo así de salvaje me ha hecho revivir de muchas maneras”. Me sentí emocionado por todo lo que me decía, no voy a mentir. Le respondí. “¿Desde cuándo te ha importado lo que diga la gente de ti? No tienes que sentirte culpable, lo que pasó fue entre un hombre y una mujer, aunque para el resto no sea algo normal, para nosotros fue como estar en el paraíso”.  “Nunca me ha importado lo que la gente diga, pero en cierta forma me hace sentir mal, no podía describírtelo” –me dice. “No tienes que sentirte culpable, es más sería demasiado rico que a contar de hoy durmiéramos en la misma cama, coger como loco en las mañanas y en las noches y seguir siendo madre e hijo como siempre ante el resto” –le respondí. Se veía convencida de que había la posibilidad de que pudiéramos lograrlo, pero entonces me dijo: “¡No, no es correcto, lo no haré”. Se levantó y se fue a su cuarto sin decir nada más.

Eso fue el día jueves de la semana pasada, dos días después, ya con los ánimos más tranquilos, me levanté y fui a la cocina  para desayunar, en eso entré a la cocina y veo a mi madre usando una bata blanca, el cabello suelto y largo, no era la ropa habitual que usaba después de bañarse. Me dijo: “¡El desayuno está listo!”. Yo tenía un short de gimnasio y sin ropa interior, suelo dormir desnudo, tampoco traía playera, me acerque a ella pero no la toque, en eso se voltea y la veo usando una pijama demasiado sexy, short pequeño, apenas le cubría la vagina, una blusa de tirantes blanca igual y los pezones bien marcados, por si fuera poco, sus lentes, realmente me sentí dentro de un video porno de Cory Chase. Entonces pensé: “¿Me estará intentando seducir?”. No quise decir nada más y me serví café para irme a la mesa de la sala. Ella fue detrás de mí y nos sentamos a desayunar, estábamos en silencio los dos, en eso me pregunta que si tenía clases temprano y le dije que quería ir al gimnasio antes de la universidad, en eso se levanta, se quita la bata, se para frente a mí, se inclina y me dice: “¿Si mejor haces ejercicio aquí?”. Les juro que jamás en la vida había tenido una erección tan rápido como en ese momento. No le dije nada y la cargue para llevarla a la cama, la arroje sobre ella y que más les digo, me la volví a coger, pero esta vez más salvaje que la vez anterior. Esa mañana caliente en su cama se la metí por el culo, al principio gritó de dolor, pero después esos dolorosos gritos se transformaron en alaridos de placer. Ella estaba en cuatro separando sus nalgas y pidiéndome que no parara, quería sentir como mi semen llenaba su agujero y lo pedía a gritos. En mis embestidas, mi verga comenzó a palpitar de manera excitante, provocándome y haciéndome acabar en ese agujero que no había sido usado por mucho tiempo.

Después de quedar ambos rendidos en la cama, nos pusimos a hablar de cómo va a ser la convivencia, nada sale del cuarto, nunca en la sala o donde nos puedan ver o descubrir, nunca hablarlo con nadie ni dejar de hacer cosas normales por tener sexo y obvio siempre dejar que nuestros instintos nos dominen y dejarlos fluir libremente en medio de la perversión de ese delicioso sexo incestuoso entre nosotros. Ya fallamos, esta mañana lo hicimos en la sala justo después de desayunar, a ella le encantó tanto que no paraba de sonreír y me dice: “Creo que nos olvidamos de las reglas”. “No importa, lo importante es que ambos lo disfrutemos” –le contesté. No está por demás decirles que ahora dormimos en su cama, ella es mi hembra en celo y siempre está dispuesta a coger donde nos den las ganas, incluso en el patio en varias ocasiones.

 

 Pasiones Prohibidas ®


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