Lo que les voy a contar sucedió hace dos años. Era el segundo curso que trabajaba como profesora de Matemáticas, pero el primero que lo hacía en un preuniversitario impartiendo clases en una institución de esas. En principio son cursos más tranquilos que los de escuelas publicas, la mayoría de los alumnos tienen como objetivo la universidad y para ello necesitan superar el trámite previo de la selectividad, lo que implica que estén bastante centrados en sus estudio y no den demasiados problemas, aunque siempre hay excepciones.
En todos los preuniversitarios tanto los profesores como los alumnos tenemos un correo electrónico del centro, es un instrumento que yo siempre he utilizado mucho, me permite, por una parte mandarles ejercicios y por otra enlaces relacionados con las Ciencias en general y con las Matemáticas en particular, siempre he pensado que la docencia es algo más que limitarse a cumplir el programa. Hay alumnos que pasan, pero también los hay que participan en esta actividad y la comunicación en estos casos fluye en ambos sentidos.
Aquella noche de mediados de octubre me encontraba preparando unos trabajos en mi ordenador, cuando alrededor de medianoche observé la entrada de un correo en mi cuenta del centro, vi que era de uno de mis alumnos, de Ángel, alumno inteligente pero poco trabajador, estaba muy bajo en sus calificaciones, lo que era un indicativo que si daba la prueba de selección para universidad no le iría muy bien.
El encabezamiento era “LA INVESTIGACIÓN FUENTE DE SORPRESAS”, lo abrí y constaba de un pequeño texto de mi alumno y cuatro archivos adjuntos, en concreto cuatro JPG. El texto era el siguiente: “Querida profesora, tiene usted mucha razón cuando dice que la investigación es fundamental, le adjunto una selección de lo mucho que he descubierto investigando, ábralas en el orden que están, es más divertido".
La primera que abrí era una foto mía en bikini, en cuanto la vi un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, recordaba perfectamente aquella foto y lo que implicaba. En mi época de universitaria, realice algunos trabajos relacionados con el sexo y entre ellos, un fotógrafo que conocí, me propuso hacer una serie de reportajes para una página web de desnudo artístico femenino. Lo normal es que esos reportajes consten de unas cien fotos, en las que en las primeras apareces vestida y después se va pasando de desnudos normales a desnudos que no dejan nada a la imaginación. También realicé un par de videos de unos diez minutos de duración que consisten en desnudarse delante de la cámara, al igual que en las fotos no dejando nada a la imaginación. Evidentemente la foto en bikini era una de las fotos en la que aparecía vestida, supuse y así se confirmó que en las otras tres aparecía mucho más ligera de ropa.
En las otras tres aparecía sentada en el suelo completamente desnuda, en la primera de ellas mis piernas cerradas y pegadas a mi cuerpo mientras las sujetaba con mis manos, impedían la visión de mis pechos y de mi sexo, en la segunda con mis piernas extendidas y abiertas, pero mis manos entrelazadas entre mis muslos, permitían únicamente la visión de mis pechos, en la tercera seguía sentada, con las piernas completamente abiertas y las manos apoyadas en el suelo a ambos lados de mis muslos, con lo que además de mis pechos también mi vagina estaba perfectamente expuesta. Un perfecto resumen en únicamente cuatro fotos de lo que ofrecían aquellos reportajes.
A los pocos minutos, recibí un segundo mensaje con otro JPG adjunto y el texto: “Te adjunto una captura de un video ¿Sabes quién es la puta que hace de protagonista?”. La captura era la de una chica vista de frente, el encuadre iba desde medio muslo hasta la cabeza, se estaba quitando por la cabeza una camiseta, era la única prenda que llevaba, en el momento de la captura la camiseta ocultaba su cara, pero dejaba visibles sus pechos y evidentemente su vagina. Yo sabía perfectamente que la que aparecía en esa captura era yo. Estaba aterrorizada, ¿Quiénes, cuántos, habían visto esas imágenes? No sabía si contestarle o no, finalmente decidí responderle: “Sabes perfectamente que soy yo la que aparece en ese video, pero creo que lo de puta sobra, ¿qué pretendes?”. Su respuesta: “Sobre lo que pretendo ya hablaremos, en cuanto a lo de que puta sobra, permíteme que lo dude, si no te gusta lo siento, pero a partir de ahora lo vas a oír y leer muchas veces. Hasta mañana puta, recuerda que tienes clase conmigo”. No contesté, apagué el ordenador y me fui a la cama pero no pude dormir en toda la noche.
A la mañana siguiente lo primero que hice al levantarme fue ducharme, desayuné únicamente un café con leche y elegí unos jeans junto a una camiseta azul, una chaqueta, unos zapatos de medio tacón, y un conjunto azul de braguita y sujetador como indumentaria para asistir a mi centro de trabajo. Como no quería padecer las aglomeraciones del metro decidí ir al trabajo en mi propio auto. Estacioné en un espacio que teníamos en el interior del recinto para uso de los profesores y me dirigí al edificio pendiente de las miradas de los alumnos que ya se encontraban en el patio del centro. Aparentemente su comportamiento era normal, no parecía que me prestasen una atención especial.
En la primera clase tampoco aprecié nada especial, más temía la segunda, que la tenía precisamente con el curso de Ángel. En cuanto entré en el aula le busqué con la mirada, estaba como siempre sentado en la última fila de la clase, en cuanto se cruzaron nuestras miradas aprecie en su cara una sonrisa burlona, el resto de los alumnos mantenían su comportamiento habitual.
Les indiqué unos ejercicios para que los resolviesen en sus cuadernos y mientras lo hacían me paseaba entre los pupitres aclarando dudas, cada vez que me acercaba al de Ángel tenía la sensación de que me estaba desnudando con la mirada y estaba segura que no le faltaba información para hacerlo sin ningún problema, en un par de ocasiones, aunque sin pronunciarla, vi que en sus labios se dibujaba la palabra “puta” y lo que es peor notaba que yo misma me estaba excitando por momentos. Finalmente corregimos los ejercicios y la sesión finalizó sin ningún incidente digno de mencionar.
Tras la tercera clase que aquel día fue, me dirigí a la sala de profesores y dos o tres minutos después entró un compañero diciéndome que Ángel estaba fuera, en el pasillo preguntando por mí, le di las gracias a mi compañero y salí para hacer frente a la situación. Me lo encontré al otro lado de la puerta y dirigiéndome a él le dije: “Me dijeron que quieres hablar conmigo”. “Si, así es” –respondió. “Vamos a mi despacho” –le dije. Mientras nos dirigíamos hacia mi despacho, no intercambiamos ni una palabra. En realidad lo que llamo mi despacho es un cuartito con una ventana, una mesa, tres sillas y una estantería donde tengo el material que utilizo habitualmente, allí recibo a los padres cuando quieren hablar conmigo, también es mi lugar de trabajo donde corrijo exámenes, preparo material o charlo con alguno de mis alumnos cuando tienen alguna duda, normalmente relacionada con alguna supuesta calificación incorrecta en los exámenes.
Me senté en mi silla y sin más preámbulos le dije: “Siéntate, debo informarte que distribuir fotos intimas de otras personas es un delito y tú ya eres mayor de edad, asimismo llamar puta a una profesora es una falta muy grave dentro de la comunidad escolar que te puede costar la expulsión del centro”. “¿Si la profesora es puta de verdad también es una falta?” –preguntó en tono arrogante. “Eres un impertinente. ¿Qué pretendes?” –le dije con enfado. “Primero, aclararte algunas cosas, yo no he mandado fotos íntimas de ti a nadie, sólo te he mandado a ti unas fotos tuyas que encontré en una web a la que puede acceder cualquiera y te las mandé porque me sorprendió. Además, quería que supieses que tengo acceso a fotos y videos en los que apareces completamente desnuda. Por otra parte, está claro que esas fotos y videos están en esa web porque tú has dado tu consentimiento y habrás cobrado por ello, esas fotos y videos no son robados. Finalmente para mí, puta es cualquier mujer que comercia con su cuerpo, el que cobre cogiendo o enseñando su vagina me es indiferente. Por otra parte tampoco me extrañaría mucho que hubieses cobrado también por coger. En consecuencia, no creo que llamarte puta sea ningún insulto. Si quieres vamos a dirección y le explico al director porque considero que eres una puta, igual le gusta verte en esa web” –me dijo. “¿Puedo saber quién te ha dicho que hay fotos mías en esa web?” –pregunté. “Nadie, te lo puedes creer o no, pero te descubrí por casualidad, entré en ella por curiosidad, pinché en las modelos y como seguramente tú bien sabes aparecen un montón de páginas, la verdad es que son cientos. Hay posibilidad de ordenaros según diferentes criterios y fui pinchando en los diferentes criterios, viendo una o dos páginas de cada uno, ver todas es prácticamente imposible, y resulta que en uno de los criterios tú apareces hacia la mitad de la primera página, es algo que puedes comprobar tu misma. Vi que tenías mucho material pero que no se podían ver a pantalla completa si no te abonabas, y decidí abonarme durante un mes para poder verte a toda resolución, y poderme descargar todos tus videos y fotos” –me respondió de lo más tranquilo. “¿Supongo que piensas compartir esas descargas con tus amigos?” –le pregunté con disgusto. “No, supongo que lo podría hacer, pero no tengo plena seguridad que se pueda hacer y no quiero correr riesgos, otra cosa es que pueda compartir el enlace de una página en la que se puede ver a chicas desnudas y comentar que una de ellas es muy conocida de todos nosotros” –respondió. Seguí preguntando: “¿Has compartido ya ese enlace con alguien?”. Su respuesta fue: “No, aún no”. “¿Puedo pedirte que no lo hagas?” –le pregunté. Me respondió: “Depende, de lo que estés dispuesta a ofrecer a cambio”. “Tú, ¿has pensado en algo?” –indagué. “Sí, que seas mi sumisa” –respondió él. “¡Estás loco!” –le dije. “¡Una puta como tu insultándome! ¿Sabes lo que significa esto? Que otro de tus alumnos va a saber dónde te puede ver desnuda” –me dijo. En ese instante sonó el timbre que indicaba el final del recreo. “¡Por favor, no lo hagas! Al final de la clase nos juntamos aquí y seguimos hablando. “¡Adiós puta! Me voy a mi clase” –dijo. De las tres sesiones siguientes, las dos primeras eran con un curso nuevo y otro que estaba por terminar. La tercera era una hora de trabajo personal, corregir exámenes, preparar clases. Se me hicieron eternas, estaba nerviosa pensando en otro alumno más conociese mi secreto y también excitada pensando en la proposición de Ángel, ¿estaría alardeando? O realmente compartiría mi secreto hasta conseguir llevarme a la cama.
Entré en la web que yo también conocía, para comprobar si era cierto eso de que en una de las opciones de ordenar a las modelos, yo aparecía entre los primeros lugares, nunca había hecho semejante comprobación y pude comprobar que Ángel decía la verdad, allí estaba yo, a la mitad de la primera página. Hacía más de cinco minutos que habían finalizado las clases y Ángel no aparecía, ya me disponía a apagar el ordenador cuando me llegó un correo de Ángel. Asunto: YA SOMOS DOS. Texto: “Mi querida puta te adjunto la conversación que he mantenido por WhatsApp con tu alumno Pedro”.
Ángel: “Te mando el enlace de cierta página web con las caras de varias de sus modelos, entre ellas encontraras una conocida nuestra, haz clic sobre ella, pero no te escandalices, aparece bastante ligerita de ropa. Pero no se lo comentes a nadie, cuantos menos seamos más nos divertiremos”.
Pedro: “¿Qué pasa? ¿Alguna de nuestras compañeras se dedica a posar con poca ropa?”.
Ángel: “Mucho mejor que eso, anda haz lo que te digo, y recuerda guardar el secreto”.
Pedro: “Pero hombre, si es la de matemáticas y en alguna está completamente desnuda, pero cuando pinchas para verla en grande te dice que hay que abonarse para verla”.
Ángel: “Bueno, pero el abono mensual es económico y se pueden bajar todas las fotos, y todos los videos, te aseguro que valen la pena, las fotos que aparecen son las más recatadas”.
Pedro: “¿Y que estás tramando?”.
Ángel: “¡Cogerla a cambio de guardarle el secreto!”.
Pedro: “¿Crees que accederá?”.
Ángel: “Estoy seguro, con lo puta que es. En otro momento te cuento”.
Finalmente apagué mi ordenador, bastante humillada por lo que acababa de leer cuando alguien llamó a la puerta. “¡Adelante!” –grité. Entró Ángel. “¿Has leído lo que te he mandado?” –me preguntó. “Sí, te había pedido que esperaras a que hablásemos” –le respondí. “Primero cumplo mis promesas y después hablamos lo que quieras. Ya te dije que otro alumno se iba a enterar, faltarme al respeto no sale gratis. Quiero la respuesta a mi propuesta de que seas mi sumisa, mañana antes de las diez, sino es así otro alumno más será informado de lo que puede ver en cierto enlace, lo mismo sucederá si vuelves a faltarme al respeto” –me dijo advirtiéndome. “Pero mañana hasta el recreo tengo clases y no podré estar contigo” –le dije. “¡Levántate!” –me ordenó. así lo hice, acercándose a mí, añadió: “Será suficiente que vengas con una minifalda que más o menos te llegué hasta aquí”. Mientras decía esto, tocaba con sus dedos una zona de mi muslo a medio camino entre mis rodillas y mi entrepierna, añadiendo a continuación: “Ya sabes que resulte fácil meterte mano y por favor sin bragas, me gustan más las medias. Si tu respuesta es favorable en el recreo nos juntamos aquí, comprobaré si son medias lo que traes, en caso contrario consideraré esa falta de obediencia, como una falta de respeto y obraré en consecuencia y también te informaré de las condiciones y de mis próximos deseos. ¿Te queda todo claro?”. “Si, muy claro” –le respondí. “Cuanto antes aceptes mejor, cuantos más lo sepamos más difícil será guardar tu secreto, y la verdad, no creo que resultase agradable para ti que todos tus alumnos viesen tus fotos y tus videos” –dijo con una sonrisa malvada. “¡Puedo darte la respuesta antes!” –le dije. “Sí, pero quiero que me la des tal como te he dicho. Ahora nos vamos cada uno a nuestra casa y así tienes tiempo para pensar la mini con la que te vas a vestir mañana” –dijo. Se dio la vuelta y se marchó sin darme tiempo a responder. Recogí las cosas y también me fui a mi casa.
En el camino pensaba lo que iba a pasar, en las cosas que tenía pensadas para hacer conmigo. Estaba claro que él sabía que yo iba a aceptar la situación que me proponía y en ese momento yo también lo tenía muy claro. Más que acostarme con ellos, al fin y acabo eran dos alumnos que ya tenían los años suficientes para acostarse con quien quisieran y que si les hubiese conocido en otras circunstancias, no hubiese resultado extraño el que me fuese con ellos a la cama, lo que me molestaba era su seguridad en que yo iba a aceptar, y me inspiraba cierto temor hasta donde pensaban llegar, me parecía claro que Ángel podía tener muchas ganas de follarme, pero creo que tenía más ganas de humillarme.
Cuando llegué a casa, me quité la ropa y me fui a la ducha. Imaginar las situaciones que tendría que pasar me excitaba, poco a poco sentía como mis fluidos se mezclaban con el agua. Sin darme cuenta estaba recorriendo mi cuerpo y me agarraba las tetas imaginando las manos de Ángel. “¡Ah, Dios mío! ¡Qué puta locura!” –decía mientras me tiraba los pezones. Era un delicioso dolor que me recorría entera, mi mano derecha bajó hasta mi vagina y mis dedos buscaron mi clítoris. Delirante empecé a gemir con intensidad, me encantaba esa situación, aunque estaba siendo manipulada en el fondo sabía que Ángel tenía razón, era una puta, una puta fantasiosa y caliente. Al cabo de unos minutos me estaba cogiendo la concha y el culo con mis dedos. “¡Ah qué delicia!” –decía imaginando a Ángel y a Pedro dándome duro por mis agujeros. El placer era total que terminé sumida en el más brutal de todos los orgasmos que he tenido.
Caliente y temblorosa me fui al cuarto, busqué entre mi ropa la minifalda más corta que pudiera tener. La elegida fue una negra de llegaba un poco más abajo de mis nalgas. Me miraba al espejo con ella puesta y me veía tan puta que cualquiera que me viera no duraría en querer darme verga. Busqué un par de diminutas bragas y me masturbe con ellas, las pasaba y metía en mi concha, quería demostrarle a Ángel que sí estaba dispuesta y ese sería el primer regalo morboso que recibiría. Ya no daba más de tanta calentura y tanto placer que otro orgasmo me golpeó todos los sentidos. Entre el cansancio y el placer me dejé abrazar por el sueño y dormí como una recién nacida.
La mañana siguiente me di una ducha y me vestí, de ropa interior solo me puse un sujetador y una blusa abierta hasta el borde mis tetas, un portaligas negro y medias del mismo color, zapatos de tacón alto. Esa mañana decidí irme en metro para ver qué tanto podía calentarse alguien conmigo. Algunos hombres me miraban con disimulo, otros más osados no me despegaban la vista de encima. Para mi desgracia o por suerte el metro iba lleno y quedé con el culo pegado a un caballero que vestía traje. Al sentir como mis nalgas se acercaron a su verga noté que me tocaba las piernas. Sentía que me estaba mojando, mi concha empezaba a soltar sus fluidos y corrían por la parte interna de mi muslo. Tiré mi mano hacia atrás para buscar su cierre pero estábamos tan pegados, aunque el ya tenía a verga afuera. Al sentir lo dura que tenía lo empecé a masturbar suave, lento sin prisa. De a poco aumentaba el ritmo a pesar de la incómoda situación. Su verga se hinchaba en mi mano y sentí que ya estaba a punto de acabar, puse la mano para contener su semen y no mandar la minifalda, cuando ya se vació, lamí con disimulo mi mano y mis dedos, disfruté el sabor de ese tibio semen mañanero en mi boca.
Al llegar al preuniversitario, Ángel estaba en la puerta esperando, se sorprendió al verme tal como lo había pedido. Lo que le generó certeza de que sería su sumisa. Sentía que todos me miraban lascivamente, profesores, alumnos; eso me gustaba, me había vuelto el centro de atención de casi todos. Las clases transcurrieron normales, aunque sentía las miradas libidinosas de mis alumnos, ya que la minifalda no dejaba nada a la imaginación. Sentía que mi conchita se mojaba al saber que me desnudaban con la mirada. Cuando llegó la hora el recreo, me fui presurosa a mi prima a los pocos minutos estaba Ángel golpeando la puerta. “Por lo que veo has aceptado, pero aún queda un detalle por revisar” –me dijo. “¿Con lo que ves no basta?” –le pregunté. “Te ordené que vinieras sin bragas. ¡Levanta tu falda, puta!” –me dijo. Movida por la calentura que sentía desde ayer, me volteé y levanté mi falda lentamente, mostrándole mis nalgas. Ángel guardaba silencio. “¿Estás conforme?” –le pregunté. “No del todo. Voltéate y súbela, quiero ver tu concha” –me respondió. Obedecí y me levanté la falda, mi vagina quedó a su vista, con una perversa sonrisa me dijo: “¡Ya estás mojada!”. Me empezó a tocar la vulva, sentía sus dedos deslizarse por mis labios vaginales y abrirlos, mi cuerpo era una temblorosa gelatina al sentir como masajeaba mi clítoris, intentaba contener mis ganas de gemir mordiendo mi labio pero se me hacía tan difícil, suavemente un gemido se me escapó y me retorcí al sentir como uno tras otro salía, haciéndome imposible dejar de hacerlo. “¡Me doy cuenta que lo disfrutas como la puta que eres!” –me dijo. Intentaba articular palabra pero no podía, ya que mis gemidos no me dejaban. Me dio un beso tan caliente que mis gemidos se acallaron, su lengua pervertida jugaba con la mía; hacia que mi lujuria se encendiera más, al punto de que pedirle que me cogiera sobre el escritorio. “Todavía no. Tendrás que esperar” –me dijo. Me desesperaba, llegué a suplicarle pero él siguió con sus dedos asediando mi clitoris hasta hacerme acabar deliciosamente. “Ahora, me la vas a chupar hasta hacerme acabar” –me dijo. Bajó el cierre de su pantalón y sacó su verga, me puse de rodillas y como una puta se la empecé a chupar como poseída por el demonio. Le pasaba la lengua por toda esa apetitosa verga, fantaseaba con que me la metiera de una vez. Estaba tan perdida en ese momento que lo hacía casi por inercia, la disfrutaba, sobre todo cuando sentía su semen salir y dejar mi cara impregnada con él.
Lo miré a los ojos y le pregunté: “¿Ahora si estás conforme?”. “Por el momento sí. Me vas a dar tu número y tú dirección iré esta noche con Pedro para divertirnos contigo. Harás lo que te diga y obedecerás sin protestas” –dijo. “Está bien. Así será. Ah, tengo un regalo para ti” –le dije entregándole las bragas que usé para masturbarme. “¡Tiene olor a puta!” –me dijo. Sonreí mientras su semen corría por mi rostro y se iba cerca de mi boca, pasé mi lengua y lo probé para que viera que tenía razón y que era toda una puta. “Los estaré esperando” –le dije. Ángel me respondió: “Bien, pero lo harás desnuda”. “Prefecto, será como tú dices” –dije. Le entregué un papel con mi número y él me dio una nalgada para salir de la oficina. Me quedé caliente pero a la vez deseosa de esperarlos como él lo había pedido.
Me fui a casa, me di una ducha, comí
algo y me senté en el sofá a esperar que llegaran Ángel y Pedro. Estaba
ansiosa, caliente, con la vagina empapada, en eso recibí un mensaje que decía:
“Estamos afuera, sal a abrir”. Me dirigí a la puerta y abrí de par en par para
que me vieran que yo también cumplo mi palabra. Entraron, ambos me saludaron
con un beso apasionado, lo que hizo palpitar mi conchita golosa y deseosa de
verga. Cerré la puerta y ahí estaban de pie mirándome como animales salvajes,
sabía lo que trataban y también sabía que me cogerían hasta dejarme exhausta,
por lo que sin mediar aviso de parte de ellos se lanzaron sobre mí. Las manos
de esos dos jóvenes ansiosos me recorrían por completo, tocaban cada espacio de
mi cuerpo con libertad. Sabían que en ese momento les pertenecía y harían
cuánto fuera necesario para saciarse. Se quitaron la ropa y sus vergas tiesas
estaban listas para la acción. Ángel me tomó del cabello e hizo que me pusiera
de rodillas. “Ya sabes lo que tienes que hacer zorra” –dijo Pedro. Yo sabía
perfectamente cual era mi papel y como buena puta se las empecé a chupar.
Estaba tan caliente que me tragaba completas sus vergas. “No solo sabes dar
clases, sabes chupar muy bien” –me dijo Ángel mientras se la comía. Me sentía
tan puta, hace tiempo que no tenía dos vergas para darme placer y esos dos malditos
muchachos tenían el placer de disfrutar mis agujeros.
Era tanto el placer que sentía
chupándoselas que tuve un orgasmo solo con tenerlas en la boca. ¿Cómo habían
logrado calentarme tanto? Aunque en ese momento buscaba de manera infructuosa
una respuesta, seguí hasta que Ángel me dijo: “Ahora te vas a montar en la
verga de Pedro”. “¡Ay, sí! ¡Quiero ser cogida!” –respondí casi balbuceando. Cuando
me subí encima de él, esa deliciosa verga se metió sin problemas en mi mojada
concha que la recibió hambrienta. Me empecé a mover y a gemir casi al instante.
Ángel se colocó a mi lado y me ofreció su verga para que siguiera chupándosela.
“¡Qué rico se mueve esta puta!” –decía Pedro, mientras yo seguía moviéndome y
chupando verga. Mi lengua jugueteaba en el glande de Ángel mientras la verga de
Pedro me hacia perder la cordura.
Ángel sacó su verga de mi boca y dijo: “Voy a
ver qué tiene la puta para que podamos jugar”. Dio una vuelta y fue a la
cocina, abrió el refrigerador y volvió. Traía en la mano un pepino que había
comprado unos días atrás. Verlo caminar con él exacerbó mi calentura. Aunque
sabía lo que iba a hacer esperé ansiosa. Cuando se puso detrás me incliné y
abrí mis nalgas, le dije: “¡Entiérralo de una vez! ¡Rómpeme el culo!”. Al
terminar de decirlo sentí que me lo clavó sin misericordia, me dolió a montones
y di un grito que se debió escuchar hasta en la calle. Luego empujó y mi agujero
se abría tan dolorosamente como de manera placentera. Ya cuando mi ano se
dilató me empezó a penetrar violentamente con el pepino, yo disfrutaba al tener
mis dos agujeros siendo cogidos. Gemía y me retorcía, Pedro aprovechaba a la vez
de nalguearme con fuerza y me decía: “¡Eso, puta, qué rico te mueves!”. Solo podía
gemir disfrutando como loca de aquel momento, cerraba los ojos y abría la boca
al sentir los dientes de Pedro mordiéndome los pezones. Ángel, dejó de penetrarme
el culo con el pino y me metió su verga, en ese momento el placer fue absoluto,
mis calientes alumnos me torturaban con el placer como verdaderos verdugos del
sexo, me tenían enloquecida, al punto de no resistirme a otro delicioso
orgasmo.
Me
dejaron sin fuerzas, temblando pero con ganas de más como pude me puse de
rodillas y se las empecé a chupar otra vez, ahora con la intensión de acabaran.
Estaban enloquecidos por la manera en que se as chupaba, bufaban de placer, mi
boca era el instrumento para hacer que el semen tibio que tenían contenido
saliera, quería saborearlo y deleitarme viendo esa cara de placer que pondrían
cuando eyacularan. Mi lengua recorría esas vergas con sensual perversión,
haciendo que esos jóvenes se calentaran mucho más. “¡Eres una puta muy sucia!” –me
decía Ángel. A pesar de insultarme, así me sentía como una sucia puta que ofrecía
su cuerpo para ser usado, solo por el placer de complacerlos. A pesar del
placer que sentía al tener esas vergas en la boca, quería que acabaran ya, me moría
de ganas por sentir el semen saliendo y degustarlo. Luego de unos minutos, al
fin la verga de Pedro explotó pero su semen cayó en mis tetas, después lo hizo
Ángel, dándome una parte en la boca y otra en la cara. Fue un momento tan
perverso como divino, que me hizo estremecer, saber que esos jóvenes machos habían
sido saciados me complació demasiado.
Nos fuimos a mi habitación, en donde seguimos cogiendo por casi toda la noche,
ya mi cuerpo era como una muñeca de trapo de tanto placer que recibía. Dormimos
un rato, al amanecer, se dieron una ducha y se fueron. “Ángel dijo: “Esto se
repetirá cuando queramos y en donde queramos, solo tienes que estar lista para
coger y disfrutarlo como la puta que eres”. Dicho esto, se fueron, yo me quedé
en la cama con una sonrisa, después de todo me gustó estar a la disposición de
esos jóvenes alumnos, sentirme puta y ser usada. Ahora solo restaba esperar a
cuando quisieran usarme y saciarlos como machos en celo.
Pasiones
Prohibidas ®
Que rico ser tratada así como una perra en celo y que la dejen satisfecha como siempre exquisito relato Caballero
ResponderBorrarQue delicia...
ResponderBorrarMuy buen relato teda el morbo de seguir leyendo más istorias como estás
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