martes, 18 de marzo de 2025

96. La apuesta perdida

 


Perdí una puesta contra mi clase de jóvenes en mi iglesia, bueno hombres, tienen todos entre los 18 y 19 años. Me llamo Mariana, tengo 38 años. Apostamos en el juego de trivia bíblica, les dije: “Muchachos, si yo gano, ustedes deben limpiar la iglesia por un mes y pintarla”. La recompensa de ellos si ganaban sería hacerme repetir lo que ellos dijeran y dejarlos que me graben con sus teléfonos.  y yo les dije que si yo  ganaba ellos iban a limpiar y pintarme la iglesia  y ellos apostaron  que si ellos me ganaban yo me iba que repetir lo que cada uno de ellos me digan y dejarlos grabarme con sus celulares. Obviamente, la condición era no negarme a lo que dijeran. Acepté confiando en mis conocimientos, como pastora evangélica mi palabra es ley. Ya con los términos de la apuesta empezamos a jugar. Como diría un buen comentarista deportivo: “Perdí en penales”. Quedamos que en la próxima clase pagaría mi apuesta.

Como no hay deuda que no se pague y plazo que no que no se cumpla, llegó el día en que debía pagar y cumplir mi palabra. Me alisté para pagarles la apuesta, me puse una blusa blanca y una falda azul, zapatos de tacón. Me desabroché un par de botones para lucir el escote, para que así tuvieran un mejor recuerdo en sus teléfonos. Mido 1.60 y mis senos resaltan más, con curvas que se marcan y no dejan a nadie indiferente, a veces oigo los susurros de algunos hermanos decir que tengo buenas nalgas.

Bueno, llegué a clase y todos felices,  todos sonriendo me dicen: “Recuerde que tiene que pagar la apuesta”. Les respondí; “Soy una mujer de palabra y tengo claro que tengo que pagar lo que prometí”. Me dijeron como ponerme para empezar a grabar. Estaba sentada en el escritorio y ellos sacaron sus celulares para empezar la filmación. Me dijeron que me acercara para tener mejor ángulo de mis tetas. Sonreí de forma picara y me acerqué. “Inclínese pastora para grabar mejor” –dijo uno. Me inclino un poquito hacía el frente para que tuvieran una mejor visión con sus teléfonos y que mis pechos se mostraran en detalle, pero lo grandes y pesados que son hicieran que me desabrochara el botón que los contenía y salieran con todo y brasier. Mis alumnos quedaron con la boca abierta al ver mis tetas, lejos de incomodarme seguí paseándome entre ellos, me miraban sin decir nada pero en sus ojos se notaba que estaban como lobos hambrientos. Ver esa mirada pervertida en esos jóvenes me calentaba demasiado pero no quería mostrarles lo que estaban logrando. Uno de ellos dijo: “¡Qué ricas tetas tiene la pastora Mariana!”. “¡Qué bueno que la Se pusieron a gritar; “¡Qué tetona está la pastora!”. Entre avergonzada y caliente les dije: “¿Acaso no habían visto un par de tetas antes?”. Me responden: “Sí,  pero no tan grandes como las suyas”.  Me dijeron que tenía unas tetas deliciosas y que sería un gusto tenerlas en la boca. “No son tan grandes” –le dije. “Sí, apenas te caben en ése brasier que tienes puesto” –respondió uno.

“Ya estoy lista para pagar mi deuda y repetir lo que me digan en ése momento” –les dije.  Iba abrocharme la blusa  y me dicen que no porque querían seguir grabándome así como estaba. Accedí, todo porque mi vagina ya empezaba a mojarse mucho más de lo que ya estaba. Uno de los alumnos me dice: “¡Soy una pastora tetona!”. Con una sonrisa repetí lo que me dijo, otro pidió que me desabrochara la blusa, accedí y les puse la mejor cara de caliente. “Otra vez me dice uno que repita: “¡Soy una puta pastora tetona!”. Les dije está bien  A mi modo les repetí: “¡Hola a todos! Aquí su Pastora Mariana o como mi clase de jóvenes me conoce como la Pastora Tetona, por estas exquisitas tetas que tengo”. En ese momento me desabroché la blusa y  salto fuerte haciendo que mis tetas reboten. Me calenté más porque mis tetas se movieron como si estuviera cabalgando una verga. En ese momento todos los de mi clase gritaban y aplaudían por mi osadía que era movida por la calentura, miré a la clase y les pregunté: “¿A mis alumnos les gusta como rebotan mis tetas?”. Todos respondieron que sí y que siguiera saltando como una puta, en ese momento no podía más con mi calentura, mi braga estaba pegada a la vagina por tantos fluidos que salían sin control. Entonces con más calentura que cordura les pregunté: “¿Les gustaría que diga lo puta que soy?”. Todos al unísono responden que sí. “¿Podemos darte de vergazos en tu cara de puta mientras lo dices?” –me pregunta uno. Sonrío como perversa  y respondo: “Si me dan de vergazos yo se las chupo a todos”. Me dicen alístate como  una  buena puta para la cámara. Les dije: “Hagan una película mejor, pongan todos sus celulares en diferentes ángulos y me filman”. Entonces lo pensé mejor: “Hagan un en vivo en sus redes sociales para que todos sus amigos vean lo puta que es su pastora”.

Me quité el brasier y mis tetas saltaron quedando libres, me puse de rodillas y uno me dijo: “¡Puta madre! ¿Es serio?”. Le respondo: “Sí, es en serio”. Todos me dicen: “¡Puta Mariana! ¡Eres la pastora número uno, puta y caliente!”.  Ya jadeando y con la calentura haciendo estragos en mi concha, les digo: “¡Denme los vergazos que me prometieron! ¡Aquí como su pastora los espero!”. Saco la lengua mientras me pellizco las tetas, les chupaba las vergas mientras me cachetean la cara con ellas. A uno se le ocurrió la idea de agarrar un marcador negro y escribir: “¡Puta!” en mi  frente. Me sentía toda una puta chupando vergas, testículos y culos. Les sonrió mientras les pregunto: “¿Quién es su pastora con buenas tetas y que se las chupa rico?”.  Me responden: “¡Tú, la puta madre de Kathy y Mariana!”. Con la boca llena de verga y babeando les digo: “Sí, soy la puta madre de Kathy y Mariana”. Me tomaban fotos chupándoselas y varios en vivo eran testigo de cuan caliente y puta era.  

Sola me acomodo subiendo mi falda, estaba como perra ofreciendo mis agujeros para que me cogieran, me quité la tanga que estaba empapada. Me dicen: “¡Qué culote que tienes Mariana!”. Yo toda tonta preguntándoles: “¿Les gusta este culito mío?”.  “¡Claro puta, tienes un culo que aguantaría nuestras vergas!” –me dicen. Luego se alinean para cogerme sin condón, uno en mi boca y otro en mi vagina, estaba tan caliente que luego se unieron dos más para que se las chupe, estaba enloquecida, endemoniada chupando y siendo cogida por mis alumnos de la Iglesia. “¿Tus hijas son igual de putas como tú?” –me peguntan. Les respondo: “Sáquenme fotos cogiendo y mándenselas para que ustedes mismos vean”. Uno las llama por celular, contestan y me escuchan gimiendo. Me hacen decirles: “¡Soy puta madre de las putas Kathy y Mariana, me están cogiendo rico! ¡Mis hijas son igual de putas que yo!”. Miraba uno de los celulares que transmitía en vivo y dije: Soy pastora y puta, me gusta la verga y que me cojan. Tengo un par de hijas putas tan amantes a la verga como yo”.  

Mis hijas se unieron al en vivo y las subieron para que pudieran verlas, ambas estaban en mi cama tocándose como buenas putas, ellas nunca me decepcionan. Podía escuchar los gemidos de ellas. De pronto, uno de mis alumnos dice: “¡Mira Mariana, si que son putas!”. Las dos se estaban lamiendo sus vaginas en un delicioso 69 que me hizo sentir que el orgasmo estaba cerca, a estas alturas mi boca era un receptáculo de semen que bebía y degustaba con lujuria. “¡Ven que si son putas!” –les dije. De pronto, me toman del cabello y me tiran al piso, uno de los jóvenes se acuesta en el piso y me dice que lo monte, obediente a su pedido me subo encima de él y me agarra de los pezones, me dice que me acerqué, quedando con culo expuesto. “¡Ay Dios bendito!” –digo. Otra verga se mete sin permiso en mi culo y quien me la estaba metiendo la hace entrar de una sola estocada. “¡Dios mío! ¡Qué rica verga!” entre ambos se empiezan a mover abriendo mis agujeros como endemoniados. Esta vez estaba disfrutando de las seis vergas de los jóvenes de mi clase, dos en mis agujeros y cuatro en mi boca, me sentía la más puta de todas y a ellos les encantaba. “A mi madre le gusta que le partan el culo, varias veces la hemos visto cogiendo con los hipócritas de los hermanos!” –dice mi hija Mariana. Uno de los jóvenes dice: “Bueno, para la próxima las vamos a coger a las tres”. “Sería riquísimo” –dice Kathy yo no podía decir nada solo disfrutar de tan caliente momento. “Ustedes son igual de putas que ella” –les decían, a lo que mis hijas se lo demostraban con creces poniéndose a jugar con un consolador doble que me metía por el culo y la concha por las noches. Era realmente perverso verlas en cuatro sobre mi cama con el consolador metidos en sus conchas cogiéndose como enfermas. No sé cuántos orgasmos ya había tenido y cuando semen había tragado pero me sentía con ganas de más, quería que me rompieran, que me dejaran exhausta, sudada como una puta que fue usada solo para el placer de ellos.

Mientras me reventaban el culo y la concha se iban alternando para que todos tuvieran la oportunidad de cogerme por alguno de mis ya usados agujeros. “¡Cójanme más por favor! ¡Denle verga a esta puta que está caliente por ustedes!” –les decía suplicando. Ellos seguían en su inquebrantable faena cogiéndome como furiosos pervertidos. Yo chupaba y limpiaba las vergas que salían de mi concha y de mi culo, era un bucle sin fin y perverso. “¡En nombre de Dios cójanme duro!” –les gritaba. En eso uno de los chicos tomó el marcador y escribió “Zorra” en mis nalgas. En verdad todos los empezaron a hacer, y me encantaba sentir el roce de la punta del marcador dejando esas sucias palabras en mi cuerpo. Mis tetas, mi cara, mi abdomen, todo era un lienzo que estaban pintando con las palabras más sucias y dulces que se les pudiera ocurrir.  Uno de los jóvenes dice que su padre me vio en el en vivo, y preguntó si le chuparía la verga. Le respondo: “Sí, y también me voy a dejar coger por quien quiera. No se preocupen hermanos que mis hijas y yo sabremos complacerlos. Ellas son igual de zorras que yo y si se las quieren coger no tendrán problemas en dejarse hacerlo”.  

Para culminar tan perverso momento, todos se pusieron alrededor mío y empezaron a pajearse, yo con la boca abierta esperando a que acabaran, recibiendo el más exquisito semen de mis jóvenes amante, llenando mi car, mis tetas y donde sus chorros cayeran. ¡Qué exquisito bukake! No conforme con eso, los pervertidos me orinaron encima. Me había convertido en una puta ante sus ojos y eso me encantaba, me volvía loca sentir la orina tibia salir de mi boca y recorrer mi pecho, mis tetas y mi abdomen, ellos estaban fascinados por tan magistral clase que habían recibido y yo por tremenda cogida que me habían dado. Después de cogerme me dejaron sobre el escritorio con mis orificios abiertos, chorreando semen, con el sabor de semen espeso en mi boca, orinada, todo mi cuerpo rayado con palabras sucias y dulces para mi gusto, con marcadores de pizarra metidos en mi concha y en mi culo. Estaba en el paraíso de la lujuria.

Ya me cogen sin apuestas de por medio, siempre estoy dispuesta a darles el placer que buscan y mi cuerpo está listo para saciarlos. En verdad soy una puta que le gusta la verga de sus calientes alumnos. Si me animo les contaré algunas de las cosas que hemos hecho ellos, mis hijas y yo, también algunos hermanos de la congregación privilegiados. La Iglesia se hizo conocida dentro de ese círculo como: “La Iglesia de la pastora y sus hijas putas amantes de la verga”. Nombre que a mí me fascina, porque es en realidad lo que somos.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

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