Después de las emociones del día anterior, Lola se recuperó durmiendo bien. Se levantó un poco más tarde de lo habitual y preparó el desayuno para sus señores. Como bajaban tarde a desayunar, se había quedado un poco más en la cama. Cuando se levantó, se quedó sentada en el borde de la cama recordando la visión del torso desnudo de Joaquín y se volvió a excitar. Se fue corriendo al baño y tras orinar, se mojó los dedos bajo el grifo y se masturbó como el día anterior. Había pasado de ser una completa inexperta a saber darse placer como a ella le gustaba. Se lavó bien las manos y bajó a la cocina a prepararlo todo. Después de desayunar Manuel y Josefina, se preparó mentalmente para ser follada por su señor, pero no fue así. En lugar de eso, la ayudaron a recoger los platos y se marcharon. Lola se asomó a la puerta de la cocina y vio como subían las escaleras. Manuel le tocó el culo a su mujer y esta sonrió. No se dieron cuenta de que Lola los observaba. Tampoco esta sabía que los dos iban a su habitación a coger.
Más tarde, decidió llevarle algo de comer a Joaquín el mecánico. Le había gustado lo que había visto y lo que había sentido cuando se la cogió. Ahora quería volver a sentir esas mismas sensaciones que hacían que su vagina palpitara con solo recordar. Tocó la puerta del garaje y este la invitó a entrar. Llevaba una bandeja con huevos fritos y tocino. Su torso seguía desnudo. Lola se le quedó mirando fijamente. “Está usted muy guapo” –le dijo ella con algo de timidez. “Llámame de tu, Lola” –respondió Joaquín con una sonrisa. “Está bien. Espero que te guste Joaquín” –dijo Lola con una sonrisa algo picarona. “Eres muy amable” –le dijo él mirándola a los ojos. Se sentó en una pequeña banca y se apoyó para comer lo que Lola le había llevado. En un instante se le cayó algo de tocino encima y la sirvienta se apresuró a limpiarle con la punta de sus dedos. Mirándolo con lujuria metió los dedos a su boca para chuparlos sin quitar sus ojos de encima. Lola no podía aguantarse más, le besó en la boca al mecánico. Joaquín al principio no hizo nada, pero enseguida la besó también con fuerza y acabaron tirando la bandeja, ya casi vacía.
Cuando terminaron de hacerlo, se vistieron. Lola recogió lo que había quedado por el suelo y se llevó la bandeja y se fue. Joaquín la invitó a que al día siguiente le trajera el desayuno. Esta aceptó encantada. Estaba volviendo a casa cuando Tomás se le cruzó en el camino. “Veo que te has vuelto toda una zorra, ¿eh?” –le dice él. “¿Pero qué dices Tomás?” –le pregunta ella ofendida o intentado disimular. “Acabo de ver cómo has cogido con Joaquín el mecánico. Ya no te importa ser una puta, ¿verdad?” –le dice Tomás. “Sí, ¿y cuál es el problema? Cogí con él porque me gusta y no tengo que darte explicaciones. Es el único de esta puta casa con el que no me ha importado hacerlo” –dice ella ahora con enfado. “Pero eres de Manuel. Él es tu dueño y te coge cuando quiere. ¿Sabes cuantas chicas han pasado por esta casa?” –le pregunta él. “No, ni me interesa saberlo” –le responde. “Cinco. Cinco chicas y a todas se las ha cogido y después las echa a la calle como las perras que son. Pero creo que tú eres la única a la que le gustas realmente” –dice él. “¿Qué? ¿No tienes nada que decir?” –le pregunta. Lola seguía callada y mirando al suelo. “Pues lo que he visto se lo voy a decir a Manuel. No le va a gustar nada” –amenaza Tomás. “Ni se te ocurra” –le dijo ella. “Mi silencio tiene un precio. Ya te imaginaras cual es” –dice él. “¡Eres un maldito cerdo!” –le dice Lola con rabia. “Y a ti te encanta, puta” –le dice. “Era mentira, el único con el que vale la pena coger es Joaquín, tú eres un cerdo y nada más” –le dice. “Veremos si te gusta coger con el cerdo o no” –le dice Tomás.
La llevó detrás de la casa. Hizo que le bajara los pantalones y los calzoncillos. “Ya sabes lo que tienes que hacer” –le dijo con tono pervertido. Lola se agachó resignada. Agarró su verga y empezó a masturbarlo, desde que estaba en esa casa había aprendido muy bien como pajear a los hombres y hacer que se les pusiera dura sin mayor esfuerzo. “Más suave, está seca. ¡Mójala zorrita!” –dice Tomás con algo de incomodidad. Lola no sabía qué hacer y entonces vio detrás de ella había una botella de leche y aún quedaba algo de líquido en ella. La tomó y la echó en la verga de Tomás para lubricarla. “Vaya me echas leche y luego te la echaré yo a ti” –dijo él riendo. Lola siguió con la paja. La verga ya se deslizaba bien arriba y abajo, hasta que Tomás le dijo que parara y se la chupara. “¡Hazlo con ganas puta!” –le dice. Ella obedeció, no tenía otro remedio si no quería que su jefe se enterase y la despidiese o incluso algo peor. Aunque le daban arcadas, le hizo una buena mamada a Tomás. Le había advertido previamente que no quería tragar semen y que la avisara cuando fuera a acabar. Unas pocas embestidas más y Tomás le avisó. Justo cuando la sacó de su boca, un chorro de semen saltó a su cara y luego tres más, que cayeron en su blusa y su cuello. “Vaya y eso que me había pajeado viendo cómo te cogían, me faltaba el estímulo de tu boca” –le dice. Lola no sabía con que limpiarse. Estaba toda llena de semen. “Toma” –le dijo Tomás sacando un pañuelo de su bolsillo. Su verga le dio en la cara, aun un poco erecta. Lola se limpió como pudo y se levantó dispuesta a irse. “Ah no, todavía no. No puedes irte aun” –dice el pervertido jardinero. “Pero ya hice lo que querías” –le responde ella. “Sí, pero ahora quiero un poco más” –le dice él. “¿Quieres cogerme?” –le pregunta ella sabiendo ya esas intenciones perversas. “Sí, pero ahora quiero metértela en el culo. Tienes un culo divino y el otro día quedé enamorado de ese agujero y quiero darte con ganas” –le responde. “Ni se te ocurra. No vas a hacérmelo por el culo. Me coges por la concha y te largas” –le dice ella ofuscada, aunque eso no sirvió de mucho. “Pues, entonces, iré directamente con Manuel y se lo contaré” –la amenaza. Lola terminó asintiendo con la cabeza. Pensó que cuanto antes pasara, mejor. “Quédate aquí un momento. Ahora vuelvo” –le dice Tomás. Fue dentro de la casa y ese momento Joaquín llegó donde estaba Lola. “Lola, pero ¿qué vas a hacer?” –le pregunta él contrariado. Ella se giró y al ver a Joaquín estalló en lágrimas. “Ese cabrón nos ha visto cogiendo y ahora me ha amenazado con decírselo a Manuel. Quiere cogerme por el culo” –le responde ella entre lágrimas. “Le partiré la cara cuando vuelva” –dice Joaquín empuñando las manos y con evidente odio. “¡No! ¡Por Dios, no hagas nada!” –dice ella. En ese momento, sin verlo ninguno venir, un puño se estrelló en la cara de Joaquín. Dos más fueron a parar a su estómago y este cayó al suelo. “Eres un maricón. Ahora vas a saber lo que es bueno” –le decía a Joaquín mientras lo pateaba en el piso, dejándole casi al borde de la inconciencia.
Tomó a Lola y la puso de espaldas contra la casa. Bruscamente la desnudó y le separó las piernas. Empezó a masturbar a Lola, su vagina se empezó a mojar y ella a gemir, le susurraba a Tomás: “¡Maldito cerdo!”. Le metió un dedo en el culo, a ella le dolió, él le dijo: “Sí, soy un cerdo y tú eres una puta. Siguió alternando , metió ese mismo dedo por su culo. A esta le dolió. Siguió alternando masturbandola con meterla un dedo por el culo. Luego entraron dos dedos. Para entonces los gemidos de Lola le habían vuelto a poner cachondo y su verga volvía a estar erecta. La tomó con su mano derecha y la piso en la entrada de su ano. Se la metió despacio. A Lola le dolía pese a estar dilatada. “¡Oh, qué rico!” –gimió Tomás. “¡Ah, me duele, bruto, más despacio!” –dijo Lola. “¿Te gusta? ¿Te gusta como este cerdo te coge el culo? ¡Qué culo más apretado tienes! ¡Me gusta como aprieta mi verga!” –le decía Tomás eufórico. Para la sirvienta era imposible contener sus gemidos, se notaba que lo estaba disfrutando. “Aguanta un poquito más Lolita, yo sé que puedes” –le decía Tomás aferrado a sus caderas y dándole verga de manera perversa. Pese al dolor que sentía, estaba a punto del orgasmo.
Justo en ese momento Joaquín recuperó la conciencia y lo primero que vio fue a los dos cogiendo. Le dolió oír a Lola gemir, porque eso significaba que estaba disfrutando, pese a ser forzada por el culo. “¡Ya me queda poco, ya voy a acabar!” –decía Tomás sin detener sus embestidas. Lola movía su culo de manera deliciosa y mordía su labio. “¡Sigue así, que bien te mueves, que bien!” –decía él. Lola también gimió, se entregó al orgasmo. Los espasmos en su culo apretaban más la verga de Tomás. La humedad de su vagina se deslizó por sus piernas. A los pocos segundos Tomás le dejó el culo lleno de semen y su verga salió de su culo emitiendo un sonido parecido a cuando se descorcha una botella. Cuando terminó de cogérsela, se sentó en el suelo recuperando la respiración. Lola también se sentó desnuda. Joaquín se quedó tumbado en el suelo. No se atrevía a levantarse por si Tomás volvía a golpearlo. Lola se acercó a Joaquín cuando el jardinero ya no podía verles y le limpió la sangre de la cara. “Tenía que hacerlo Joaquín, no tenía otro remedio” –le dice ella. “Ya lo sé, pero lo que más me da rabia es que parecía que lo estabas disfrutando” –dice él. “El culo me dolía mucho, pero en la vagina sentía un placer enorme y terminé cediendo al orgasmo” –le dice Lola. “No puedo hacer nada contra Tomás, es más fuerte que yo” –dice el mecánico. “No te preocupes, tú eres el único que me importa de esta jodida casa, en cuanto pueda, tu y yo nos iremos de aquí” –le dice ella. “Manuel nos encontrará y nos matará” –dice Joaquín. “¿Qué dices? Ni lo sueñes, nos escaparemos y seremos libres tú y yo” –dice ella con sus ojos vidriosos. “Tengo que contarte algo. Josefina me obliga a cogérmela también” –le dice Joaquín. “No te preocupes, lo entiendo. Debe ser difícil para ti, pero en esta casa deben de estar todos locos” –dice Lola. “Sí, lo sé. Ahora vámonos, ya hemos estado mucho tiempo sin hacer nada” –sugiere Joaquín. Los dos volvieron a sus tareas. Lo que no sabía Lola era lo que pasaría esa tarde.
Después de comer y recoger la cocina, a Lola la permitieron dormir la siesta. Durmió de como toda de tan cansada que estaba. A eso de las 6 de la tarde la despertaron un ruido de coches. Se asomó a la ventana y vio como dos autos llegaban y paraban a la entrada de la casa. De ellos bajaron dos hombres, cada uno iba en un auto. Al rato Manuel y Josefina la llamaron. Bajó y al llegar al salón, los dos hombres estaban sentados cada uno en su sofá. “Estos son Pedro y Juan. Me gustaría que les trajeras algo para comer y un Oporto que tenemos reservado para ocasiones especiales. Josefina te mostrará donde está” –le dijo Manuel. Josefina acompañó a Lola y le dijo que los dos eran socios de Manuel y que debía tratarlos muy bien. “Como a ustedes señora” –respondió Lola. Ella les llevó el vino y unos quesos, les sirvió gentilmente a los dos. Ellos siguieron en lo suyo charlando, hasta que terminaron. Juan se levantó del sofá y se quedó mirando a Lola, era tan evidente la lujuria en sus ojos que la sirvienta bajaba la mirada. “Eres muy guapa, tal como nos dijo Manuel” –dice el hombre. “¡Tienes razón” –le dijo Pedro levantándose también del sofá.
En ese momento, detrás de ellos, Tomás, el jardinero estaba preparando una especie de cinematógrafo. Desplegó el trípode y lo colocó apuntando a ellos. Lola no se dio cuenta de lo que pasaba, hasta que Tomás quitó la tapa del objetivo y un reflejo de la luz dio en él. “Ahora vas a mostrarnos tu cuerpo. Manuel nos ha hablado de él muy bien” –dijo Juan. Lola miraba a Manuel y a Josefina alternativamente. Estos asintieron con la cabeza. Lola ya sabía que iba a pasar a partir de ahora. Se quitó la ropa pensando en que estaba en otro sitio, que era Joaquín el que la quitaba la ropa y no ella misma, y que iba a hacerlo con él y no con ese pervertido que tenía delante.
Tomás colocó dos colchones detrás de ellos. Juan acarició sus pechos rosados y tiernos. Chupó sus pezones y después él se quitó la ropa, quedando desnudo ante el público que observaba con lujuria. La cámara grababa cada detalle y sus patrones junto a Pedro estaban detrás de cámara sin perder detalles de lo que iba a pasar. Su verga estaba flácida a pesar de tener tremenda mujer al frente. “Haz algo para que se ponga dura” –le dice Juan. Lola lo masturbó, pero aquello no se le paraba. No sabía cómo podría cogérsela si no se le ponía dura. Entonces se le ocurrió algo. Sus tetas no eran demasiado grandes, pero pensó que podría hacerle una cubana si se las apretaba. No sabía cómo se le había ocurrido esto, pero lo sabía. Quizá en algún sueño erótico, ya le habían dicho que debía hacer algo y obviamente sus patrones la observaban. Tomo la verga de Juan y se la puso en sus tetas. Apretó y comenzó a masturbarlo. El hombre empezó a sentir como su verga se hinchaba al contacto con las tetas de Lola. Hizo que se detuviera y que escupiera entre sus tetas para lubricar el camino de esa verga que se inflaba con perversión. Se le puso lo suficientemente dura para penetrarla.
Manuel le pasó un condón y este se lo puso. Hizo que se tumbara de espaldas sobre el colchón y metió su verga en la vagina de Lola sin ninguna delicadeza, ni siquiera estaba lubricada y empezó a follársela. En esto estaban, cuando oyó un gemido que venía de al lado. En la posición que estaba no había podido ver hasta ahora que Josefina estaba tumbada a su lado y que Joaquín se la estaba cogiendo. Josefina se giraba y la miraba con cara libidinosa mientras se mordía el labio inferior. Joaquín seguía con el bombeo mecánicamente, como si no hubiera nada más en el mundo. Juan también seguía cogiéndose a Lola, pero esta no sentía nada. Evidentemente tuvo que fingir que disfrutaba. Tenía otra cosa en la cabeza, cuando Juan eyaculó, al oír el gemido de este, apretó sus manos contra su espalda y simuló un orgasmo para que no se diera cuenta de que no había disfrutado nada. “¿Quieres probar con ella?” –preguntó Manuel a Joaquín señalando a Lola. “Todavía no he terminado señor” –respondió el joven mecánico. “¿Qué opinas mujer? ¿Dejamos que Joaquín la pruebe? –le preguntó Manuel a su mujer. “Claro, es joven, guapa y puta. Si luego termina conmigo, puede probarla” –respondió Josefina.
Al fin el mecánico acabó, Josefina quedó rendida y le dijo a Joaquín: “Ahora cógete a la putita”. Sacó su verga de la concha de su patrona y se acercó a Lola, ella vio que no tenía condón. Manuel le ordenó a la sirvienta que se pusiera en cuatro. Obediente se puso de la forma en que se le había indicado. Entonces Joaquín se la metió de una estocada. El placer que la chica sintió la hizo estremecer, pero ante la vista de Manuel ella nunca había cogido con Joaquín aunque su patrona lo había hecho con ellos antes.
Aquello era una autentica perversión. Por un lado Manuel, Pedro y Juan contemplaban de pie la escena masturbándose y por otro, Josefina seguía tumbada en los colchones mirándolos. Joaquín aceleró un poco más sus estocadas, ambos estaban al borde del placer. Lola acabó estremeciéndose, tuvo que contener un poco sus gemidos para que no pareciera que había disfrutado más con Joaquín.
Cuando la verga del mecánico salió todavía goteaba semen que manchó sus piernas. “Bueno, espero que todavía me puedas coger” –le dijo Josefina. Joaquín asintió y volvió a cogérsela. Ahora la perversión estaba encendida, era el turno de Pedro. No tuvo que esperar ningún estímulo de Lola, estaba listo para follársela. Ni siquiera esperó a que se acomodara, en cuatro se la metió con fuerza, la boca de Lola se abrió y gimió, por otro lado Josefina disfrutaba de la verga de Joaquín como loca. Entonces Manuel se desnudó y se unió a Pedro, le metió la verga en la boca a la sirvienta y esta empezó a chuparla, Juan hizo lo mismo con Josefina. Después de estar por un rato así, Pedro se tumbó sobre el colchón e hizo que Lola se le subiera encima, Manuel aprovechó de acomodarse y le clavó la verga en el culo. Miró a un lado y Josefina estaba siendo cogida como ella. Ambas estaban siendo folladas en doble penetración. Los gemidos de ambas eran intensos. Lola ya estaba disfrutando tanto como cuando se la cogió Joaquín.
La perversión se sentía en el aire, ya ambas estaban entregas a ese morboso placer que por solo segundos de diferencia tuvieron un orgasmo que las dejó sin fuerzas. Luego, para coronar la esa perversa orgía, las dos estaban tendidas de espaldas y los cuatro hombre masturbándose hasta que quedaron cubiertas de semen. Todo quedó grabado. Lola imaginaba que para posteriores orgías y que usarían eso para volverse a excitar.
La promesa de irse se desvaneció, entendió que la vida que estaba llevando le gustó como para despedirse de ella. Se volvió en la puta de sus patrones y de quién ellos quisieran, aunque las escapadas con Joaquín eran recurrentes, también lo eran con Tomás. Entendió que era la sirvienta pero la convirtieron en puta.
Pasiones Prohibidas ®
Wao que exquisito relato con cada línea se aumenta el morbo recorre el.cuerpo como.siempre Exquisito relato Caballero
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